Pecados Capitales

 

    La Ira.

La ira, esa pasión arrebatadora, esa furia que de vez en cuando nos convierte en auténticas fieras. Aparentemente somos personas como los demás y ante un pequeño estímulo o una provocación, nos convertimos en auténticos salvajes.

El pecado de la ira es una cuestión de grados. Es un movimiento, una reacción que puede indicar simplemente que estamos vivos y por lo tanto nos revelamos contra injusticias, amenazas o abusos.

Cuando el movimiento instintivo pasional de la ira se despierta, nos ciega, nos estupidiza y nos convierte en una especie de bestias obcecadas. Ese exceso es malo pero yo creo que un punto de cólera es necesario.

Como en muchas cosas de la vida, con los pecados primero hay que tener la experiencia. Si eres una persona tan pacífica que nunca te has enfadado, aunque te describan mucho la ira, nunca la entenderás. Si eres justo te puedes sentir arrebatado por la ira, como me ocurre a mí de vez en cuando. Allí te toparás con el pecado. Y aunque consideres y busques motivos para la justicia de tu ira, es un estado que no te mejora, sino todo lo contrario: te empeora.

De cualquier manera y pese a mis reflexiones en un ámbito de calma, me acercan a la cólera quienes se sienten inmunes e impunes, que consideran que están en la tierra para obligar a los demás a creer lo mismo que ellos.

 

  ¿Qué es la ira?

Tenemos muchas emociones. Puedes sentirte feliz, triste o celoso. La ira es solo otro sentimiento. Es perfectamente natural enojarse algunas veces; de hecho, es importante enojarse a veces. Pero la ira debe liberarse de forma apropiada o te sentirás como una olla con agua hirviendo y la tapadera puesta. Si no dejas que salga el vapor, ¡el agua subirá y hará saltar la tapadera! Cuando eso pasa, no resulta divertido para nadie.

¿Qué te hace enojar?

Hay muchas cosas que pueden provocar la ira en los niños. Puedes enojarte cuando algo no sale como tú quieres. Tal vez te enfurezcas contigo mismo cuando no entiendes la tarea o cuando tu equipo pierde un partido importante. Puedes frustrarte cuando te resulta difícil alcanzar algún objetivo. Esa frustración puede provocar ira.

Esos niños que se burlan de ti o te insultan pueden hacerte enojar. O puedes enfadarte con tus padres si consideras que alguna de sus reglas es injusta. Lo peor de todo es cuando te echan la culpa por algo que no has hecho. Pero también es posible enojarse sin saber porqué.

¿Cómo sé si estoy enojado?

Hay diferentes formas de sentir la ira. Normalmente, tu cuerpo te dirá cuándo estás enojado. ¿Estás respirando más rápido? ¿Tienes la cara colorada? ¿Tus músculos están tensos y los puños fuertemente cerrados? ¿Sientes ganas de golpear a alguien o de romper algo? La ira puede hacer que grites a las personas que tienes a tu alrededor e, incluso, a las personas que te caen bien o quieres.

Algunas personas ocultan su ira en lo más profundo de su ser. Si haces eso, puede dolerte la cabeza o el estómago. Puede que, simplemente, te sientas mal contigo mismo y empieces a llorar. No es bueno esconder la ira, así que deberías encontrar una manera de liberarla sin herir a nadie (incluido tú).

¿Cómo puedo saber si otra persona está enojada?

Cuando un conocido se enoja, puede alejarse bruscamente o dejar de hablarte. Puede guardar silencio y retraerse. Algunas personas gritan y tratan de golpear o lastimar a cualquier persona que esté cerca. Si una persona está tan furiosa, tienes que alejarte de ella lo antes posible.

Una vez que estás lejos de esa persona, párate a pensar. Trata de comprender qué le enfadó tanto. ¿Puedes hacer algo para arreglar la situación? ¿Cómo se siente la otra persona? Cuando la otra persona se haya calmado, trata de hablar del problema. Escucha lo que tenga que decirte.

¿Qué debo hacer si me enojo?

No pierdas el control. Desquitarse con los demás no resuelve nada. En cambio, reconoce que estás enojado y trata de saber porqué. ¿Qué puedes hacer tú para evitar que la situación se repita? Si a tu hermana pequeña le dan un juguete y a ti no, no está bien romper ese juguete. Tal vez puedas pedirle que lo comparta contigo. O si tu tarea de ciencias es demasiado difícil, no hagas pedazos el cuaderno; pide a tus padres o a la maestra que te ayuden.

Es bueno hablar de tu ira con un adulto, como tus padres, un maestro o un pariente. Cuando hablas de tu ira, esos sentimientos negativos suelen empezar a desaparecer.

Destructores de ira

He aquí más cosas que puedes hacer cuando comiences a enfadarte:

  • habla con un amigo de confianza;
  • cuenta hasta 10;
  • recibe o da un abrazo;
  • zapatea;
  • golpea una almohada porque a la almohada no le duele;
  • haz un dibujo de tu ira;
  • juega con tu videojuego;
  • da cinco vueltas por la casa corriendo tan rápido como puedas;
  • canta al unísono de la música del estéreo;
  • quita la maleza del jardín;
  • piensa en cosas buenas (unas vacaciones divertidas o tu deporte favorito);
  • date una vuelta en bicicleta o vete a patinar.

Es imposible no enfadarse nunca. Más bien, recuerda que tu comportamiento cuando te enojas puede hacer que la situación mejore o empeore. No dejes que la ira te controle. ¡Toma las riendas!

 

 

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