Los
más australes del mundo: los yaganes
Al
sur de Estrecho de Magallanes y hasta el Cabo de Hornos, entre
islas y canales navegaban los yaganes. Poseían embarcaciones
que construían de cortezas de árbol, principalmente
de roble, las que tenían una longitud de hasta cinco metros.
Los
yaganes aprovecharon las condiciones de habitabilidad de las islas,
pasando bastante tiempo en tierra, donde levantaban toldos cónicos
con armazón de ramas cubierta de pieles. En el interior de
estas viviendas, se cavaba el piso un nivel más bajo que
el de la tierra, a fin de protegerlas del frío y de los vientos;
y se mantenía siempre una fogata encendida en medio. Cubrían
sus cuerpos con grasa de lobo marino, y vestían solo una
corta capa de pieles que les llegaba hasta la cintura. Cuando el
tiempo era extremo, como en los meses nevosos, calzaban mocasines
de piel.
Eran
también expertos fabricantes de cestos, los que utilizaban
para guardar sus pertenencias, alimentos y trasladar objetos.
Además
de la vestimenta, los yaganes gustaban de usar adornos, como collares
hechos con cuentas de concha o huesos, pulseras de cuero y diademas
de plumas.
Respecto
de su organización, y por su condición de aislamiento,
este pueblo no presentaba diferencias sociales ni jerárquicas,
reconociendo solo al padre como figura principal.
No
obstante su incipiente desarrollo, los yaganes tenían una
compleja creencia religiosa, que se manifestaba en la adoración
de un ser supremo invisible, creador y ordenador de los hombres
y la naturaleza. Suponían que los espíritus de los
muertos se dirigían hacia una especie de paraíso en
el cual siempre brillaba el sol.
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Modelo
de canoa para navegar en los mares del sur.
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Canastos
hechos de juncos magallánicos utilizados por los yaganes. |
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