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| Grupo
de alacalufes en la caza del huemul. |
Los
kaweshkar o alacalufes
El
pueblo conocido como kaweshkar o alacalufes se ubicó
al sur de los chonos y hasta el Estrecho de Magallanes. Ellos se
denominaban kaweshkar, que quiere decir hombre, un gentilicio
que los identificaba como miembros del grupo que navegaba en aquellos
sectores.
Los
kaweshkar eran nómades del mar. Permanentemente navegaban
entre canales y fiordos, serpenteando las islas, que en la práctica
eran inhabitables por su abundante vegetación, que dificultaba
su acceso.
Construían
sus embarcaciones con cortezas de árboles, que luego amarraban
a una estructura de palos, convirtiéndose en su hogar en
el mar, siendo lo suficientemente amplias como para trasladar a
una familia nuclear conformada por el marido, una o dos esposas,
un par de hijos y un perro doméstico.
La
canoa era un espacio femenino. Aunque en su construcción
colaboraban hombres, era la mujer quien se preocupaba de remar.
Los hijos eran los encargados de mantener la fogata encendida, la
cual se posaba sobre una capa de musgos y ardía en uno de
los extremos de la embarcación, protegida por un toldo de
cuero. El fuego les permitía calentar sus alimentos (la mayoría
de ellos obtenidos del mar), abrir los moluscos, servir como fuente
de calor y como señal para evitar que dos canoas chocaran.
Al
amanecer, la mujer remaba hacia los roqueríos, donde dejaba
a su esposo e hijos varones pescando y cazando todo el día.
Mientras tanto, ella dirigía la canoa hacia aguas bajas,
donde buceaba o mariscaba con un canasto colgado del cuello, para
extraer langostas y erizos. Esta tarea era exclusivamente femenina,
ya que a pesar de su cercanía al mar, los hombres no sabían
nadar, y si la embarcación llegaba a volcar, ellos morían
ahogados. Antes del anochecer, la mujer remaba nuevamente hacia
donde estaban su marido y sus hijos, para recogerlos, comer y pasar
la noche en la canoa.
Para
protegerse del frío, también cubrían sus cuerpos
con grasa de lobo marino, lo que explica por qué prácticamente
no utilizaban ropa.
Si
bien los alacalufes eran nómades, había ocasiones
en que permanecían por varios días en tierra firme.
Para ello, construían chozas en forma de colmena, con armazón
de ramas recubierta de pasto y cueros. Esto ocurría cuando
se producía la varazón de alguna ballena, lo que les
proporcionaba abundante alimento, siendo además la ocasión
para la reunión de familias que pasaban gran parte del año
sin verse. Allí se concertaban rápidamente los matrimonios,
pues los jóvenes no sabían cuándo volverían
a encontrarse.
Cuando
alguien enfermaba o una mujer estaba próxima al parto, levantaban
una choza en una isla y permanecían en ese lugar el tiempo
que fuese necesario. Si el enfermo llegaba a morir, dejaban esa
vivienda armada y colocaban un trozo de cuero negro que flameaba
e indicaba que allí vivían los malos espíritus.
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