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Palacio
de La Moneda
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La
Patria Vieja (1810-1814)Este
período representa la primera etapa de la lucha por la independencia nacional,
que se gestó gracias a la acción de la aristocracia castellano-vasca,
la cual por su poderío económico y cultural, ejercía una
importante influencia en el pueblo.
Al fallecer el gobernador Luis
Muñoz de Guzmán, y de acuerdo a una disposición adoptada
por Carlos IV, le correspondía asumir el mando al militar de más
alta graduación. Sin embargo, la Real Audiencia no hizo caso de esta normativa
y nombró a su regente Juan Rodríguez Ballesteros como nuevo gobernador.
En Concepción, el abogado Juan
Martínez de Rozas indujo al brigadier Antonio
García Carrasco -a cargo de la inspección de los fuertes
de la frontera- a que hiciese valer sus derechos como el oficial de más
alta graduación, para ocupar el cargo según lo dispuesto oficialmente
por Carlos IV. Desde ese momento, la Real Audiencia tuvo que aceptar el nombramiento
y García
Carrasco se trasladó a Santiago junto con su secretario Martínez
de Rozas.
Al poco tiempo, la aristocracia empezó a mirar con malos ojos a García
Carrasco, a quien se acusaba de no poseer aptitudes para administrar, y de rebajar
la dignidad de su cargo relacionándose sin ningún tipo de etiqueta
con la gente humilde. A todo lo anterior, se sumaron hechos donde García
Carrasco se vio involucrado, como el asesinato de los tripulantes de la fragata
inglesa Scorpion, y el apresamiento de tres destacados criollos:
José
Antonio de Rojas, Juan Antonio Ovalle y Bernardo
Vera y Pintado.
Asume el Conde de la Conquista
Con
el fin de aquietar los ánimos, la Real Audiencia solicitó la renuncia
al gobernador García
Carrasco, designando en su lugar a Mateo de Toro, decisión que
dejó conforme tanto a realistas como a patriotas.
Mateo
de Toro Zambrano y Ureta tenía 83 años, y gracias a una
gran fortuna, producto de sus actividades comerciales y agrícolas, pudo
adquirir el título de Conde de la Conquista. Pero su avanzada
edad, falta de carácter y desconocimiento de los negocios públicos,
fueron las razones por las cuales los dos bandos en que estaba dividida la aristocracia
colonial querían manejarlo a su antojo.
Dos de sus partidarios, Gregorio
Argomedo y Gaspar Marín, lo asesoraron para convocar a un
cabildo abierto donde el pueblo decidiera su futuro. |