Minoica/Creta

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Minoica/Cretense

Con este nombre se conoce la civilización que se desarrolló en la isla de Creta, situada en el Mar Egeo, a partir de finales del tercer milenio a.C. y que pervivió hasta el 1050 a.C.

Tal civilización es conocida también con el nombre de civilización minoica, que le vino dado por el principal excavador de tal isla, Arthur Evans, quien la tomó del nombre del mítico Minos, rey de Cnosos, y figura recogida entre otros, por Homero, Tucídides y Diodoro de Sicilia.

El sistema cronológico

Ya desde el descubrimiento de la civilización cretense se intentó establecer un sistema cronológico adecuado que armonizase con el resto de las civilizaciones egeas de la Edad del Bronce. A partir de la cerámica, hallada en una excavación-tipo efectuada en el patio occidental del palacio de Cnosos, de una potencia estratigráfica de 5,33 m, el arqueólogo inglés A. Evans aisló diferentes periodos en la evolución de la civilización cretense y dio a conocer sus trabajos en 1905. Articuló estos periodos basándose en la cifra 9 (3 x 3) y los designó como Minoico Antiguo (MA), Minoico Medio (MM) y Minoico Reciente (MR); dividió a su vez estos periodos en tres fases, seguidas de letras y números arábigos en un intento de matizar su extensión. Este sistema cronológico, que abarcaba desde el año 3200 a.C. al 1900 a.C., fue admitido y utilizado durante muchísimo tiempo, pero se tuvo que readaptar ante los nuevos hallazgos y las nuevas cronologías dadas a determinadas épocas egipcias y orientales. J. D. S. Pendlebury y G. Glotz efectuaron algunas correcciones temporales y rebajaron la cronología de A. Evans en unos dos siglos. En 1952, P. Demargne señaló que la cronología cretense no era uniforme y que las fechas no se correspondían ni eran coincidentes en las distintas regiones de Creta. Argumentó que las nuevas cronologías dadas a algunos acontecimientos del Antiguo Oriente y Egipto y la diferenciación tipológica de los restos materiales exigía rebajar las fechas de los periodos ideados por A. Evans. Finalmente, en 1960 D. Levi, a la vista de sus trabajos estratigráficos en Festos, propuso una nueva nomenclatura y cronología para la civilización cretense, que puede sistematizarse como sigue:

-Periodo Calcolítico: hasta el 2000 a.C.
-Periodo Prepalacial: 2000-1850 a.C.
-Periodo Protopalacial Ia, Ib y II: 1850-1700 a.C.
-Periodo Protopalacial III: 1700-1550 a.C.
-Minoico reciente a y b: 1550-1400 a.C.
-Etapa micénica: 1400-1100 a.C.

Esta nueva sistematización no ha sido admitida por todos los especialistas, que siguen teniendo como referencia la división tripartita de A. Evans. Tras los reajustes pertinentes -en los que se valoraba el significativo papel de los palacios-, la periodización y el sistema cronológico han quedado establecidos de la manera siguiente:

-Periodo Prepalacial (subneolítico), subdividido a su vez en:
a) Prepalacial I: 2600-2400.
b) Prepalacial II: 2400-2100.
c) Prepalacial III: 2100-1900.

-Periodo Paleopalacial, subdividido en:
a) Paleopalacial I: 1900-1830
b) Paleopalacial II: 1830-1750
c) Paleopalacial III: 1750-1700

-Periodo Neopalacial, con cuatro subdivisiones:
a) Neopalacial I: 1700-1600
b) Neopalacial II: 1600-1500
c) Neopalacial III: 1500-1450
d) Neopalacial IV: 1450-1380

-Periodo Postpalacial:
a) Postpalacial I: 1380-1320
b) Postpalacial II: 1320-1220
c) Postpalacial III: 1220-1120

-Periodo Subminoico: 1120-1050

El periodo prepalacial

Tras los precedentes neolíticos, caracterizados en Creta por restos propios de una cultura precerámica, puede señalarse que hacia el 3000 a.C. los habitantes que la poblaron se hallaban en conocimiento de diversas técnicas recibidas a través del mar Egeo. Sobre estos precedentes, y aceptando la llegada de gentes venidas de Egipto y del área sirio-palestina, se lograron implantar los precedentes de la civilización cretense o minoica hacia el 2600 a.C.

Viviendas y tumbas

De este primer periodo se poseen escasos restos de viviendas, dispuestas de modo irregular (Cnosos, Festos, Dembla). Lo mismo puede decirse de las tumbas. Sin embargo, ya se empezaron a construir monumentos funerarios de planta circular en forma de tholoi, tanto en la zona norte (aquí a menor tamaño) como en la zona central y meridional (área de la Messara), de formas más complejas y de mayor tamaño. Las grutas naturales (Zakros, Lassithi, Amnisos) y las cavidades (Haghia Photia) se siguieron utilizando como lugares de enterramiento, al igual que se había hecho en tiempos neolíticos.

Hacia el 2400 a.C. se asiste a un progreso en la arquitectura que anuncian las grandes formas de los primeros palacios y que fueron la resultante de estímulos de gentes foráneas. Los vestigios de Myrtos y de Vassiliki (Hierapetra) hablan de unas gentes campesinas y ganaderas que dominaban una industria local de autosubsistencia. Incluso tenían santuarios. Hacia el 2000 a.C., las técnicas de la construcción siguen progresando, según se puede ver en las capas más profundas de los grandes lugares cretenses (Cnosos, Festos, Malia). Una de las construcciones más significativas del final de este periodo fue hallada en la Creta oriental (en lo alto de una colina de Souvloto Mouri). Se trata al parecer de un palacio, si bien la existencia de figurillas hace sospechar que se trataría de un santuario. En otros puntos de la isla también se han detectado santuarios, caso de Iouktas, la montaña sagrada de Cnosos. La arquitectura funeraria continuó su evolución; destacan sobre todo los recintos funerarios de planta rectangular con divisiones internas en las que se deponían numerosísimos cadáveres, caso del recinto existente cerca de Tourtouli, en Siteia, o el de Gournes, en Pediada. Sin embargo, las construcciones funerarias más significativas son los tholoi, algunos ya de formas monumentales, con diámetros de hasta 13 m y muros de 3 m de espesor. Cubiertos de tierra, darían la impresión de ser un túmulo.

Las técnicas artesanales

En el periodo prepalacial se asiste a una diferenciación del trabajo, lo que permitió que se desarrollaran así diversas ramas del artesanado impulsadas por las gentes venidas de fuera y por el comercio facilitado por el camino del mar.

De todas las técnicas, la realización primero de vasos en piedra y luego de cerámica es la más significativa. En la cerámica puede hablarse de diferentes estilos (de Haghios Nikolas, de Lebena, de Pyrgos, de Haghios Onouphrios, el Precursor de Vassiliki y el de Koumassa). Pastas, colores y formas son de los más variado y dinámico. Sobre los estilos indicados prevaleció el estilo de Vassiliki, de gran técnica y tipología variada, aparte de su extraordinario repertorio ornamental (mottled ware), cerámica conocida prácticamente en toda la isla.

Asociado a la cerámica estaba el trabajo plástico de vasos con formas antropomorfas y zoomorfas. Junto a ellos aparecen los rhytones, en forma de animales. No faltan bustos de divinidades, ídolos, exvotos y figurillas variadas modeladas en barro. Han aparecido sobre todo en las tumbas (área de la Mesara) y en los santuarios (por ejemplo, Petsofa en Palaikastro). Algunas figurillas de mujeres destacan por sus vestimentas: corpiños, faldas acampanadas, cinturones. La policromía contribuyó a su mayor expresividad.

Junto al trabajo plástico debe mencionarse la escultura en piedra, muchos de cuyos ejemplares han sido hallados en las tumbas. Si bien recuerdan en un principio a los ídolos cicládicos, luego quedaron influidos por modelos egipcios.

Respecto a la metalurgia, debe señalarse que la importación y utilización de diferentes metales fue muy significativa para la evolución material y económica del periodo prepalacial cretense. Aunque han llegado pocos ejemplares y todos de difícil datación, se testimonian armas (puñales cortos triangulares) y diferentes utensilios fabricados en cobre, así como joyas en oro, plata y plomo. En sus fases finales, el trabajo en metal prosperó y tuvo lugar una evolución del puñal triangular (tumbas de Koumassa y Platanos). Pinzas, cuchillos y alfileres fueron de empleo común. La glíptica, trabajada en esteatita, marfil y hueso, y de clara inspiración oriental y egipcia (sellos en forma de escarabeos), fue también muy significativa, y se utilizaba la impronta de los sellos cilíndricos como garantía personal. La decoración de los mismos era muy variada y reflejaba las más antiguas escenas minoicas.

El periodo paleopalacial

La organización social y política condujo, durante las tres etapas del periodo paleopalacial, a la prosperidad de la isla de Creta, que se asentó, según los expertos, en nuevos progresos técnicos e intelectuales.

Los acontecimientos que motivaron la edificación de los primeros palacios del periodo se ignoran. Lo que sí es indudable es que sobre primitivos asentamientos -incluso de tiempos neolíticos-, y en suaves y amplias colinas, se fueron levantando tales construcciones en la primera fase del periodo paleopalacial (Minoico Medio I de Evans) en Cnosos, Festos, Malia y Zakros. Por otra parte, los santuarios de las cumbres de las montañas y otros lugares de culto de antaño (grutas, especialmente) se seguían utilizando, junto a los nuevos enclaves religiosos construidos en los palacios o en puntos al aire libre.

Con la construcción de los nuevos palacios, el área de interés se desplazó desde la Creta oriental a la central y occidental. Desastres geológicos (fundamentalmente sísmicos) interrumpieron el desarrollo de estos palacios, que sin embargo fueron reconstruidos de nuevo. Así se produjo una renovación de las técnicas constructivas e, incluso, de las artísticas. Uno de los movimientos sísmicos, fechado hacia el 1700 a.C., fue de graves consecuencias, aunque no llegó a destruir la totalidad de los asentamientos urbanos, que hubieron de reconstruirse o repararse de nuevo. En ocasiones, algunos lugares se abandonaron definitivamente. Este corte significó el fin del periodo paleopalacial y el inicio del neopalacial.

La arquitectura palacial

Este periodo vio la construcción de los grandes palacios de Cnosos, Festos, Malia y Haghia Triada.

En Cnosos, el palacio sobre la colina de Kephala, distante del mar unos 5 km, se había levantado hacia el 1900 a.C. sobre las ruinas de un asentamiento anterior. Su construcción se adaptó bien a la topografía del lugar. Dada su ubicación, no fue necesario dotarlo de fortificaciones. Aunque los escasos restos de su antiguo palacio han llegado muy removidos, los arqueólogos han aventurado que contaría con patios, almacenes, santuario y Sala del trono, disposición muy parecida a la del palacio de Malia, el cual apenas había sufrido modificaciones desde su construcción.

El palacio de Festos, que conoció varias fases constructivas, también se levantó sobre una colina. Era de menor superficie que el de Cnosos, pero obedecía a idénticos planteamientos constructivos.

El palacio de Malia ha aportado, además de unas célebres espadas y un cetro, un espacio calificado por H. Van Effenterre como "ágora", de una gran amplitud (1.200 m2), rodeado por un muro al que se accedía mediante escaleras. Dicho palacio, que apenas sufrió variaciones arquitectónicas durante su segunda etapa, controlaba la zona costera que se extendía desde Cnosos hasta el golfo de Mirambello, y disponía de un puerto.

En la parte más oriental de Creta, concretamente en Zakros, también se han descubierto los vestigios de un primer palacio de este periodo -sobre sus ruinas se levantaría el neopalacial posterior-, momento en que tal lugar constituía un próspero enclave comercial.

Otras muestras arquitectónicas

Es un hecho que, interesados en las excavaciones de los grandes palacios, los arqueólogos apenas se ocuparon de las viviendas que los rodeaban o que constituían enclaves independientes. Cerca de Cnosos y de Malia se documentaron habitaciones paleopalaciales y también se hallaron ruinas de viviendas en las pendientes de las colinas de Festos y de Zakros, así como en Apesokari, Kumassa y en Monastiraki. Dadas las escasas publicaciones existentes sobre este tipo de arquitectura, es poco lo que se sabe de ella. Lo más significativo quizá fue la incorporación de entramados de madera en las paredes y muros a efectos de neutralizar los efectos de los seísmos.

Respecto a la arquitectura funeraria, debe señalarse que fue continuista, sin apenas cambios. Los recintos rectangulares y las tumbas en forma de tholos (cámara abovedada mediante aproximación de hiladas) continuaron utilizándose. Sin embargo, al final del periodo paleopalacial se llegaron a construir grandes tumbas de cúpula (Gypsades) y monumentales tholoi (Kamilari, en la región de Haghia Triada).

Se comprobó también la práctica de la inhumación en sarcófagos de cerámica (larnax) y en jarras (pithos) que se enterraban en la arena de las costas, en las cavidades de las rocas y en las grutas naturales (cementerios de Mavrospilio y de Prophitis Elias) e, incluso, artificiales (Poros, en el Herakleion, Pediada).

A esta época se asocia el templo tripartito de Anemospilia, cerca de Arkhanes, localizado en 1979. Su importancia le viene dada por el descubrimiento de exvotos y los pies de barro de una estatua de culto y, sobre todo, por el hallazgo por parte de los arqueólogos griegos Iannis y Efi Sakellarakis de los restos de un sacrificio humano, efectuado para implorar a los dioses, tal vez el cese de algún seísmo.

Las técnicas artesanales

El nacimiento y desarrollo de los grandes palacios exigió productos en gran cantidad y de alta calidad, para lo cual fue necesario crear talleres en los propios palacios; tal circunstancia hizo progresar, especialmente, las técnicas cerámicas y metalúrgicas. Los excedentes llegaron también a exportarse y alcanzaron los grandes mercados de Egipto y del Próximo Oriente.

Se han descubierto hornos de fundición y talleres metálicos, con restos de moldes de esquisto. Además de un instrumental variado, en Creta se fabricaron excelentes espadas y puñales (Malia), así como variadísimos objetos de orfebrería, hallados sobre todo en las necrópolis de Malia, Mochlos y Cnosos. Lo mismo cabe decir de otros productos elaborados en marfil, fayenza, madera o cuero, los cuales, a causa de su precariedad material, no han llegado en la cuantía adecuada para evaluar su interés y características.

La cerámica adquirió en el periodo paleopalacial una gran personalidad, heredada también de siglos anteriores. Técnica (torno rápido), tipologías y decoración motivaron nuevas formas de cerámica altamente estimadas por las gentes de los palacios. El estilo de Camares, llamado así por el nombre de la gruta sagrada en una cima de los montes Ida, alcanzó con su policromía y con la gran variedad de formas una gran belleza. No hay que olvidar que casi todas sus piezas presentan paredes muy finas, por lo que tal estilo es también conocido como cerámica de cáscara de huevo. Esta cerámica, que pervivió durante todo el periodo fue exportada a puntos del Próximo Oriente y también a Egipto, país en el que incluso aparece representada en algunas tumbas de altos dignatarios de Tebas. Por otro lado, los vasos de barbotina, muy solicitados por su suave decoración en relieve, y el llamado estilo de crustáceos serían entonces muy usuales (ejemplares de la tumba de cúpula de Haghia Triada y del palacio de Festos). Se puede decir que la cerámica varió de una región a otra tanto por su decoración, siempre muy polícroma, como por la multiplicidad de sus formas (pithoi, skyphoi, hydrias, stamnoi, sin olvidar copas, platos, aguaderas y grandes jarras). El rython pasó a ser considerado un vaso de tipo ritual, caso de algún ejemplar hallado en Festos.

Asociada a la cerámica hay que situar la plástica, centrada en la confección de figurillas humanas y de animales, de carácter votivo, que se depositaban en los santuarios. Las figurillas femeninas presentan ahora una nueva vestimenta y nuevos tocados, de acuerdo con la evolución de la moda.

La prosperidad de los palacios incidió en este periodo en el desarrollo de la glíptica: se labraron numerosísimos sellos en esteatita, pero también en otras piedras semipreciosas (ágata, amatista, jaspe, cristal de roca). Se abandonó la forma del sello cilíndrico y se sustituyó por el sello prismático, sobre cuyas caras se grababan motivos decorativos y también ideogramas. Junto a ellos se encontraron sellos en forma de disco biconvexo y también en forma de botón. Un taller de sellos encontrado en Malia ha permitido conocer con más detalle la glíptica de este periodo. Lo mismo cabe decir de Festos, en cuyo nivel de destrucción del primer palacio se localizaron más de 3.000 improntas de sellos, así como casi 300 sellos diferentes.

El periodo neopalacial

Los restos arqueológicos que se poseen de este periodo, desarrollado durante más de tres siglos, en el Bronce reciente, son más numerosos que los de los anteriores. A pesar de los saqueos, pillajes y excavaciones clandestinas que se han ido sucediendo a lo largo de los tiempos, todavía nos ha llegado un buen número de elementos constructivos y restos de la vida cotidiana que han permitido conocer la evolución histórica material propiciada por sus artesanos y especialistas, así como la evolución de los nuevos palacios, las ciudades y las haciendas o casas de labor. Lamentablemente, la carencia de fuentes escritas hace que sigan permaneciendo mudos muchos hechos históricos de Creta así como desconocidos sus personajes, tanto los significativos y dueños del poder como los del pueblo común.

En este periodo neopalacial (1700 a.C.-1380 a.C.) existen, arqueológicamente hablando, desfases cronológicos, pues mientras en Cnosos perduraba la vida palacial, en el resto de la isla los demás centros, articulados también en torno a palacios, se hallaban destruidos o habían ido adquiriendo, por razones que se ignoran, otro carácter distinto al palacial. Las relaciones cretenses mantenidas con otros centros del Egeo, con Micenas y con puntos de Egipto y del Próximo Oriente incidirían en nuevas manifestaciones económicas, técnicas y artísticas, que darían paso al nacimiento de la civilización creto-micénica en tiempos ya postpalaciales, plenos de interrogantes.

Como se ha indicado, no se poseen datos históricos acerca de sus reyes e instituciones, alianzas o pactos, ni conocimiento de las luchas -si es que existieron- entre los distintos centros palaciales durante este periodo, coincidente con una parte del Minoico Medio y otra del Minoico Reciente de A. Evans. Sin embargo, la tradición mítica ha permitido entrever, aunque de modo muy vago y nebuloso, algunas indicaciones al respecto.

Entre la destrucción de los antiguos palacios, cuya causa se ignora, y la construcción de los nuevos se desarrolló un periodo intermedio que no puede seguirse ni evaluarse con precisión, aunque se ha fijado una duración de medio siglo. Se supone que, mientras duraron las obras de adaptación o edificación, las familias reales se habrían instalado en otro tipo de construcciones o bien habrían ocupado los viejos sectores de los palacios antiguos, caso por ejemplo de Zakros.

Hay que señalar que los arquitectos minoicos se preocuparon por estudiar los problemas estáticos y de construcción para hacer frente a los movimientos telúricos, usuales en la isla, y emplearon en sus nuevos edificios arcilla y ladrillos para los muros, así como entramados de madera. La flexibilidad edilicia descansaba, no obstante, en piedras bien escuadradas y en ortostatos de diferentes calidades pétreas. En el interior de los palacios, las columnas eran generalmente de madera, más estrechas en sus partes inferiores, para encajarse mejor en el suelo y contribuir así a la estabilidad de los elementos sustentados.

Se desconoce si en cada lugar el nuevo palacio -mucho mayor que el precedente- habría sido edificado por un arquitecto o bien por un equipo que operaría, de modo rotativo, en todos los palacios. Ciertos parecidos estructurales y constructivos hacen suponer la segunda hipótesis, pero las diferencias son también muy significativas, pues cada palacio presenta sus específicas particularidades, aunque todos se articularon basándose en tres áreas muy concretas: la religiosa, la de servicio y la regia, cada una compuesta por multitud de estancias, hasta adoptar un verdadero plano laberíntico.

A. Evans pensó que con el Minoico Medio III se comenzaría la nueva edad de los palacios, y a tal fase pertenecerían los restos actualmente conservados. Esta opinión no ha sido confirmada por la arqueología, pues en Zakros la construcción del nuevo palacio debe situarse hacia el 1600 a.C.

Además de la ampliación y de una mejor organización interna en cuanto a la planimetría, exigida por los nuevos tiempos, los palacios fueron decorados con notables frescos, dispuestos en paredes, cornisas, arquitrabes, vanos de ventanas y cabezas de las vigas. A pesar de la mayor flexibilidad de los materiales, no siempre fueron capaces de soportar las catástrofes sísmicas ni los incendios, dada la abundancia de lámparas de alumbrado, alimentadas con aceite. Elemento importante siguió siendo la religión, pues en ningún palacio faltaba uno o más santuarios, según han revelado las excavaciones arqueológicas.

Una gran singularidad fue la superficie dada a los patios centrales de los palacios, que llegaban a medir en algunos casos (Cnosos) más de 1.000 m2 (Zakros alcanzó poco más de 300 m2). Tales patios, en los que tal vez, según J. W. Graham, se celebrarían juegos de toros, se hallaban enlosados o cubiertos con una capa de cimentación. Las estancias fueron pavimentadas con distintos materiales, desde cantos de río y lajas de creta hasta mármoles y madera. Las fachadas interiores se articulaban en planos distintos y, tras ellas, mediante diferentes pasadizos, vestíbulos, peristilos y grandes escaleras, se accedía a las laberínticas piezas de las tres grandes áreas del conjunto. También desde los patios principales se alcanzaban los demás patios secundarios. Restos de terrazas, de ventanas geminadas y de barandas se han conservado en gran cantidad. Aunque en Cnosos no existieron pórticos en su última fase palacial, sí que contaron con ellos los de Festos, Malia y Zakros.

Otro detalle significativo fue la orientación que se dio a los conjuntos palaciales, cuyos ejes principales quedaban dispuestos en dirección norte-sur y cuyos ejes secundarios en oeste-este. Se ignora si tal orientación fue debida a razones religiosas o a necesidades de adaptación al terreno. También puede constatarse que siempre estuvieron mejor construidas las fachadas occidentales que las orientales y que los santuarios principales se situaron en el sector occidental, aunque se ignora por qué. La ubicación de puertas principales y secundarias, a menudo en consonancia con los puntos cardinales, obedeció a razones puramente prácticas y al parecer sin ninguna otra connotación. En Cnosos, la puerta principal se hallaba en el sector norte, no lejos del recinto destinado al culto.

Interesantes eran las piezas destinadas a la vivienda del rey y de su familia. A veces se distribuían en varios pisos, según han demostrado las excavaciones de Cnosos. En este palacio, la llamada "Sala del trono" -denominada por A. Evans, en su día, "Sala de las dobles-hachas"- albergaba un trono, cuyos restos determinan que tenía un dosel sostenido por columnas. Las paredes de esta estancia regia y de otros muchos aposentos se hallaban realzadas con hermosos frescos representando atletas, juegos de tauromaquia (taurokathapsía) y personajes de la aristocracia. Ejemplares mundialmente conocidos son el Príncipe de los lirios, la Parisina, los Portadores de ofrendas, el Recolector de azafrán o los Delfines.

Los otros tres grandes palacios cretenses e incluso los de algunas otras islas (caso de Thera) contaron con decoraciones murales de vivos colores, entre cuyos motivos aparecían diferentes especies piscícolas, flores y animadas escenas humanas, caso de la escena de lucha del precitado palacio de Thera.

Para el mantenimiento de los palacios se precisaba una mano de obra abundante y seleccionada, que hubo de articularse en especialidades y categorías. Una parte de los cortesanos, así como del clero, tuvieron que vivir en el interior del palacio, mientras que el grueso de la servidumbre lo haría en estancias situadas en las cercanías del mismo.

El palacio de Cnosos, según los cálculos que se han efectuado, hubo de contar con no menos de 1.500 apartamentos, repartidos entre cuatro o cinco pisos de altura, que cubrían una superficie de unos 17.400 m2. En los demás palacios (Festos, Malia, Zakros), el número hubo de oscilar entre las 300 y las 400 estancias repartidas entre dos o tres pisos. Los tejados eran planos y adoptaban la disposición de terrazas. Ventanas y balcones facilitaban luz y salida al exterior.

Todas aquellas construcciones laberínticas contaron también con jardines, así como con las pertinentes medidas sanitarias e higiénicas: aprovisionamiento de agua, sistemas de evacuación y de cloacas y lavaderos. Tampoco faltaban las letrinas, que funcionaban bajo un primitivo sistema de sifón en los apartamentos reales.

Asociadas a los palacios se hallaban las viviendas de los servidores, pero por toda la isla abundaban las pequeñas ciudades (Gurnia, Palaikrastos, Moklos), independientes de los enclaves palaciales, así como residencias nobiliarias (Tilisos, Vathipetro, Amnisos, por ejemplo). No en vano Homero había hecho alusión en su Ilíada (II, 649) a las "cien ciudades" cretenses.

En cualquier caso, la isla volcánica de Thera sufrió hacia el 1500 a.C. una virulenta erupción, cuyas consecuencias incidirían en el desarrollo general de la vida cretense e interrumpirían su desarrollo histórico de acuerdo con la tesis de S. Marinatos, hoy en parte invalidada.

Creta, sin embargo, pudo rehacerse después de aquella catástrofe -si es que le llegó a afectar-; reparó sus palacios e, incluso, intensificó su expansión por el exterior de la Hélade, como prueba la presencia documentada de constructores minoicos en Micenas y de centros coloniales en las Cícladas, Rodas y costas del Asia Menor.

Hacia el 1380 a.C., el palacio de Cnosos sufrió una destrucción prácticamente total. En Micenas, donde el influjo de Creta era poderoso, se estaba desarrollando la transición entre el Micénico Medio y el Micénico Reciente. Para S. Hood, la destrucción de Cnosos se habría debido bien a una invasión micénica, bien a una rebelión interna. En cambio, para T. Hooker nada revela en la documentación arqueológica un control del continente griego sobre Creta, por lo que admite la continuidad de la cultura minoica durante la etapa postpalacial. Hay que señalar que los mitógrafos griegos situaron en aquellos momentos la rivalidad entre los reyes cretenses Minos y Sarpedón por las posesiones de Mileto, así como las guerras llevadas a cabo por Radamanto, rey de Festos, contra Mégara, sin olvidar la llegada a Creta de Teseo, hijo del rey Egeo de Atenas, que vencería finalmente al Minotauro.

 

Fundación Educativa Héctor A. García