Definición y áreas de interés        Proyecto Salón Hogar

 

 

B o t á n i c a

(Del lat. botanica, y éste del gr. Botanich); sust. f.

1. Ciencia que estudia el reino vegetal.
2. [Puerto Rico] Lugar de venta de hierbas medicinales.

Sinónimos
Flora, agronomía, agricultura, vegetal.gi


Ciencia que estudia las plantas (reino Plantae), organismos fotosintéticos multicelulares principalmente adaptados a la vida terrestre, y también estudia a otros organismos de características muy afines, como son las algas, los hongos y los musgos
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El mundo vegetal presenta una enorme diversidad de tamaños y de distribución. Se pueden encontrar desde algas unicelulares hasta árboles inmensos; además, las plantas se localizan en todos los ambientes, acuáticos (marinos o de agua dulce), desérticos, tropicales, alpinos, etc., y esto ha contribuido a que sean muy conocidas por el hombre desde épocas muy tempranas y a ser utilizadas como alimento, herramienta, medicina, ornamentación, etc. En todos estos ambientes, la botánica estudia tanto las características de los organismos aislados como las características que resultan de la interacción entre ellos y con el ambiente, y de ahí su gran relación con la ecología.

Ciertas propiedades que presentan las plantas verdes las hacen indispensables para el resto de la vida en la Tierra. Una de esas propiedades es su modo de nutrición, ya que mediante el proceso de la fotosíntesis
consiguen transformar la energía lumínica obtenida del Sol en energía química, que utilizan como su propio alimento, a la vez que ellas mismas son alimento para el hombre y para otros animales. Por otra parte, tienen la capacidad de liberar a la atmósfera el oxígeno producido en la fotosíntesis a partir del CO2 y del agua, el cual es esencial para muchas formas de vida. El contenido de oxígeno en la atmósfera es de un 20,95% con respecto al total de gases, y representa el fruto de más de tres millones de años de fotosíntesis por parte de las plantas verdes.

La ecuación general para la fotosíntesis puede resumirse así:

CO2 + H2O + Energía lumínica ¾® Energía química + O2
(Carbohidratos)

La gran variedad de plantas que existen en la Tierra ha dado lugar al desarrollo de ramas especializadas de la botánica. Los miembros vivos del reino Plantae incluyen a las briofitas (musgos, hepáticas y antocerotas), caracterizadas por la ausencia de verdaderas raíces, tallos y hojas; y a nueve divisiones de plantas vasculares o cormofitas, con sus estructuras bien diferenciadas y un buen desarrollo del tejido conductor, para el transporte de agua y sustancias orgánicas. En este grupo se incluyen las pteridofitas (helechos) y las espermafitas (gimnospermas y angiospermas). En este sentido, existen ramas como la briología, que estudia las briofitas; la pteridología, que estudia las pteridofitas; la paleobotánica, que estudia las plantas fósiles; o la palinología, que identifica el polen y las esporas tanto actuales como fosilizados.

Hoy día, el estudio científico de la biología de las plantas constituye la base de la ciencia botánica.

Historia de la botánica

Desde los tiempos más remotos, la supervivencia del hombre ha dependido, en gran medida, de su relación con las plantas y animales, por lo que el mayor conocimiento de éstos le proporcionaría mayor probabilidad de supervivencia. En este sentido, se dedicó a la recolección de plantas silvestres y aprendió qué tipo de vegetales le servían como alimento y cuáles resultaban venenosos. Sin embargo, mientras el hombre se dedicaba a la caza y a la recolección de plantas se veía obligado a aplicar todos sus esfuerzos en procurarse los alimentos, sin garantizar la disponibilidad futura de ellos.

Posteriormente se favoreció el desarrollo de un sistema de agricultura bastante estable para el aprovisionamiento de alimentos, que junto con la ganadería, permitió la aparición de grupos humanos de cierta entidad, y que más tarde daría lugar al nacimiento de las civilizaciones. La observación de fenómenos reproductivos en las especies vegetales favoreció la producción de alimentos mediante la agricultura, y así se practicó el cultivo de cereales, como trigo, cebada y centeno. Además, el cultivo de la tierra hizo que el hombre adquiriera buenos conocimientos sobre los ciclos biológicos y estacionales, y sobre los lugares más apropiados para la germinación de las semillas. Así, el hombre fue descubriendo técnicas y métodos de siembra, de cuidados y de recolección, identificando también las zonas más productivas.

Parece ser que estos primeros experimentos se produjeron en la cuenca de los grandes ríos de Oriente Próximo, como el Nilo, Tigris y Éufrates hacia el año 4000 a.C. El origen de estas transformaciones hay que buscarlo en las regiones de Mesopotamia, donde existían civilizaciones como los acadios y babilónicos.
Estos procesos experimentaron un gran auge en tierras de los actuales países de Israel, Líbano, Siria, Irak, Irán y Turquía, y en las desembocaduras de los ríos Nilo (Egipto) e Indo (India). La invención de la agricultura y de la ganadería, junto con la sedentarización, fueron los aspectos más revolucionarios del Neolítico
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Pero no solamente por la alimentación, tanto de personas como de ganado, fueron importantes los estudios botánicos en las primeras etapas de la historia del hombre. Posteriormente, los pueblos de Egipto y Babilonia tuvieron gran importancia por su relación con la medicina, a través de las plantas medicinales; y los chinos, por su parte, también poseían altos conocimientos sobre plantas medicinales, llegando a describir excelentes poderes terapéuticos de muchas de ellas.

En la etapa greco-romana destacan las aportaciones de Aristóteles en el campo de la botánica. La observación del mundo vegetal le llevó a desarrollar una importante nomenclatura de las plantas y son muy considerables sus descripciones sobre plantas con propiedades terapéuticas, así como sus estudios morfológicos, y llegó a diferenciar las partes externas, que él denominó órganos, de las internas, que denominó tejidos. Sin embargo, el verdadero padre de la botánica es Teofrasto, que vivió entre el siglo IV y principios del III a.C., y estudió las plantas con verdadero detalle. Entre sus obras se encuentran Causas de las plantas, que estudia la fisiología de las plantas, e Historia de las plantas, tratado sistemático en el que da noticias sobre cultivos y distribución geográfica de la flora con un rigor científico y un estudio del detalle muy apreciado actualmente. No obstante, su obra no fue bien conocida en Occidente hasta el Renacimiento.

En el Renacimiento (siglo XVI) se produce un resurgimiento de la biología en general, y especialmente de la botánica. Ello es debido a un gran acontecimiento que tuvo lugar en esta época y que fue el descubrimiento del Nuevo Mundo por los españoles, con lo que se realizaron múltiples viajes y se recogieron e introdujeron representaciones de flora y fauna hasta la fecha desconocidas en Europa, de especial interés para los científicos. Nuevas especies vegetales se adaptaron a las nuevas condiciones climatológicas y geológicas del continente, las cuales permitieron que se produjeran importantes mejoras en la alimentación; tal es el caso de la patata.

En esta época se realizaron las grandes colecciones y los primeros jardines botánicos, que exponían especies recogidas de todas las partes del mundo. Entre los botánicos más destacados de la época se encuentran Otto Brunfels, Leonhard Fuchs, Plumier y el naturalista Conrad Gesner.

Más tarde, con el descubrimiento del microscopio, Robert Hooke utilizó por primera vez la palabra cellula, para referirse a las celdillas microscópicas del corcho, por el gran parecido que éstas presentaban con la celdas de un panal; posteriormente, descubrió también estructuras similares en otros tejidos vegetales, como en los helechos, el hinojo y la zanahoria, y supuso que la función de estas células era el transporte de sustancias a través de la planta, sin llegar a imaginar el verdadero significado de ésta. La célula no adoptó su significado actual, la unidad elemental de la materia viva, hasta unos 150 años después, cuando el botánico alemán Matthias Schleiden descubrió que todos los tejidos vegetales están formados por células y así, junto a Theodor Schwann, sentaron las bases para el desarrollo de la citología.

En el siglo XVIII, el empleo del microscopio compuesto ofrece un gran avance a la morfología vegetal. Se reconocen y clasifican muchas plantas y muchas de sus partes, basándose principalmente en el tamaño y la forma de diversas estructuras como hojas, tallos, frutos, raíces, etc. También en esta época se realizan las primeras investigaciones sobre fisiología vegetal, en las que destaca el físico y naturalista inglés Stephen Hales, que publicó, en 1727, sus observaciones sobre el movimiento del agua en las plantas, en su obra Vegetable Staticks (´Tratado de estática vegetal´). En 1774, Joseph Priestley descubrió el oxígeno y otros gases, y observó que las plantas verdes desprenden oxígeno y necesitan luz para crecer; y en 1779, el fisiólogo Jan Ingenhousz demostró que las plantas eliminan dióxido de carbono en la oscuridad.

El sistema de nomenclatura binomial establecido por el naturalista sueco del siglo XVIII, Carl Von Linneo, para designar a las especies de los organismos representó una gran alternativa a los modelos naturalistas que existían hasta la época. Hasta entonces, destacaban los trabajos del naturalista inglés Jonhn Ray, cuyo sistema taxonómico clasificaba a las plantas en dos grupos, sin flores y con flores, y éstas últimas en monocotiledóneas y dicotiledóneas, esquema que permanece aún vigente en la actualidad. Sin embargo, aunque vislumbró el carácter de unidad taxonómica fundamental de las especies, concluyó, a diferencia de Linneo, que tales especies no eran inmutables. Linneo, considerado el padre de la taxonomía, estableció las principales categorías que se usan en el sistema jerárquico de la clasificación. Clasificó unas 6.000 especies de plantas, basándose fundamentalmente en sus flores y concretamente en los órganos sexuales de éstas, lo que denota un sistema de clasificación artificial, pero muy práctico.

Este sistema de clasificación ha sufrido grandes modificaciones, principalmente debido a la gran cantidad de especies animales y vegetales descritas desde los tiempos de Linneo hasta nuestros días, por lo que los zoólogos y botánicos han ido tropezando con diversas dificultades para denominar correctamente sus taxones, sobre todo en cuanto a género y especies. Hoy día, la sistemática botánica recurre a numerosas ramas de la botánica y de otras ciencias para beneficiarse de sus técnicas y descubrimientos, como es el caso de la paleobotánica, la fitogeografía (distribución de los vegetales), ecología, genética de poblaciones, citogenética, biología molecular, etc.

Especial mención merece también, en esta época, el naturalista español José Celestino Mutis quién en 1783 organizó y dirigió la Real Expedición Botánica, y junto con unos compañeros colombianos, realizó importantes estudios sobre la flora del Nuevo Mundo. Basándose en estas investigaciones, Mutis publicó características sobre el género Cinchona, en el cual agrupó cuatro especies con valor medicinal y tres no medicinales, mientras que hasta ese momento se habían considerado todas las especies de Cinchona como una sola. Intentó también definir las características taxonómicas de la quina, imprescindible como medicamento, para que los profanos pudieran distinguir las diferentes especies.

Mutis fue nombrado por el gobierno español Director de la Comisión Científica destinada al estudio de la flora ecuatorial. Fue un incansable investigador de la flora en América, y su obra, si bien no conocida en su totalidad, ha sido de gran provecho para reunir elementos de estudio esenciales sobre la riqueza y variedad de plantas existentes en el Nuevo Mundo; un enorme número de datos y dibujos suyos se conservan ahora en el Jardín Botánico de Madrid. Mantuvo contactos con Linneo, quién le dedicó el nombre de una planta sudamericana, la Mutisia, y con Alexander von Humboldt, que se refería a él como el patriarca de los botánicos. Además, cabe también resaltar las aportaciones que realizó en otros campos, como la medicina, la astronomía y la geografía.

En la primera mitad del siglo XIX se realizaron los primeros estudios de la transmisión de los caracteres biológicos en plantas, favorecidos en gran parte por el conocimiento que ya se tenía sobre las distintas funciones que cumplían cada uno de los órganos florales durante la reproducción. El austriaco Gregor Mendel realizó sus experimentos de hibridación con el guisante común (Pisum sativum), una planta fácil de cultivar y de rápido crecimiento, que llevó a una nueva comprensión del mecanismo de la herencia biológica y al nacimiento de la genética como ciencia. Las teorías de Mendel sobre la transmisión de los caracteres hereditarios, junto con el posterior descubrimiento de las mutaciones génicas en las plantas por el botánico holandés De Vries, constituyeron importantes aportaciones para comprender mejor el proceso de evolución explicado por Darwin mediante la selección natural
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También en esta época se promueve el interés por las funciones vegetales, y así se realizan numerosos estudios sobre transpiración, fijación de carbono, ciclo del nitrógeno y reproducción. El propio De Vries investigó sobre el crecimiento de las plantas, la germinación, la causas mecánicas de la tensión celular y los movimientos de las plantas trepadoras. La fisiología vegetal adquirió gran importancia gracias a las investigaciones sobre enzimas y numerosos procesos bioquímicos.

La botánica ha seguido desarrollándose hasta convertirse en una de las principales áreas de investigación. El empleo de sofisticadas tecnologías ha contribuido a la aparición de nuevos conceptos, nuevos descubrimientos y nuevos campos de investigación. Ya en el siglo XX, la cantidad de información que surge del estudio de los vegetales es enorme, y especialmente relacionada con los mecanismos de transferencia de energía en el proceso de fotosíntesis; el transcurso de los procesos de crecimiento y desarrollo de las plantas en respuesta a la luz, dirigidos por un pigmento llamado fitocromo; la regulación de muchos procesos mediante las hormonas vegetales conocidas como auxinas, giberelinas y ácido abscísico; la composición adecuada de los suelos para favorecer determinados tipos de cultivos; el aislamiento de sustancias antibióticas a partir de ciertos hongos; los estudios de genética de poblaciones vegetales; y el desarrollo de diferentes técnicas de biología molecular que permiten mejorar cultivos y aportar gran información a la sistemática vegetal.

Por otra parte, además de los estudios científicos de las plantas, no hay que olvidar las aportaciones que, a lo largo de la historia, la ciencia botánica ha ofrecido al campo de las humanidades, como el arte, la literatura, la historia, la religión, la sociología y la psicología.

Estudios, métodos y técnicas actuales de la botánica

Morfología Vegetal

La morfología es una parte de la biología que se dedica al estudio de la estructura y la forma de un organismo en cualquier estado de su vida. Se asocia también con el tamaño, las relaciones evolutivas, las funciones y el desarrollo de los organismos. Por tanto, sus áreas de estudio incluyen anatomía, histología, citología y embriología.

 

La anatomía estudia la manera en que están organizados los tejidos para formar los órganos de las plantas, y esos órganos son la raíz, el tallo, la hoja, la flor, el fruto, la semilla y ciertos órganos secretores, como tricomas, nectarios y laticíferos; también analiza el cuerpo de organismos que no están diferenciadas en sistemas de tejidos u órganos, tales como algas, hongos, líquenes, hepáticas y musgos. En general, estudia la forma de las plantas y cómo se agrupan sus unidades constitutivas.

La histología estudia la estructura y composición de los tejidos vegetales en relación con su función, y estos son el tejido epidérmico, el tejido parenquimático, tejidos de sostén (colénquima y esclerénquima), tejidos conductores (xilema y floema) y tejidos secretores.
La citología
estudia la estructura y la función de la célula y de sus entidades componentes, tales como el núcleo, cloroplastos, mitocondrias o el complejo de golgi. Así por ejemplo, dentro del núcleo se consiguieron identificar unas estructuras que persisten en el ciclo de vida de las células, los cromosomas, cuyo número se reduce a la mitad en las células hijas resultantes de la división celular meiosis; esto permitió entender el significado de las leyes de la herencia de Mendel.

 

 

La embriología puede subdividirse, desde el punto de vista morfológico, en morfología reproductiva, que estudia los ciclos de vida y morfología experimental o morfogénesis, que estudia el desarrollo. En el primer caso, se estudia la existencia de una alternancia de generaciones, en las que el gametofito es la fase sexual y corresponde a la generación haploide, productora de gametos, y el esporofito es la generación diploide, productora de esporas. En el segundo caso, se estudian los tejidos resultantes del desarrollo de las células embrionarias, conocidos como meristemas primarios y que darán lugar a los tres sistemas de tejidos adultos: dérmico, vascular y fundamental (que incluye varios tipos).

Es evidente que las plantas más evolucionadas, como cualquier fanerógama, son mucho más complejas estructural y funcionalmente que otras más inferiores, de modo que aparecen organizadas en multitud de tejidos que agrupan células de una morfología compleja e inconstante. Las plantas más evolucionadas poseen más células especializadas para cumplir una determinada función, en comparación con las algas y los hongos, por ejemplo, donde el grado de diferenciación es mucho menor. Desde el punto de vista morfológico, se pueden observar plantas con hojas y sin hojas, con raíces o sin ellas, con flores o sin flores, y con una gran diversidad de tamaños y formas en todas esas estructuras. Existen incluso plantas sin clorofila, como la peruana Helosis cayennensis, que evidentemente es parásita.

Analogía y homología de órganos

Al igual que ocurre en el reino animal, los vegetales también presentan órganos análogos y órganos homólogos. Los órganos análogos son aquellos que presentan estructuras parecidas a consecuencia de cumplir una misma función; por ejemplo, las estructuras con las que los musgos se fijan al sustrato, rizoides, son muy parecidas a las raíces de las plantas, pero completamente diferentes en origen y estructura. Por el contrario, órganos homólogos son aquellos que tienen un origen evolutivo común, pero cumplen distintas funciones, como ocurre con las hojas adaptadas a distintos ambientes y convertidas en acículas (pinos), pinchos (cactus), zarzillos (vid), aserradas o con dientes espinosos y terminadas en punta (encinas), etc.

Métodos y técnicas en morfología

El microscopio es un instrumento fundamental en la investigación botánica. Su desarrollo ha permitido la exploración de detalles individuales en tejidos y células, y posteriormente, con el desarrollo del microscopio electrónico y de nuevas técnicas de tinción y aparatos que sirven para cortar secciones ultrafinas de tejido, como el microtomo, se han abierto nuevas perspectivas que han permitido comprender mejor las funciones que las células y sus componentes realizan en los diferentes tipos de tejidos vegetales. El microscopio electrónico de barrido proporciona imágenes tridimensionales de las células vivas y de sus estructuras. El empleo de otras técnicas físicas ha permitido la investigación morfológica en la molécula, tal es el caso de numerosas proteínas y del ácido desoxirribonucleico (ADN) que forma los genes.

Mediante técnicas histoquímicas se puede descubrir la existencia de granos de almidón, glucosa, proteínas, grasas, celulosas, cristales de oxalato cálcico, etc., en las diferentes muestras de tejido.

Los conocimientos en morfología vegetal han revelado procesos fisiológicos importantísimos; cabe destacar la importancia de los cloroplastos al contener la clorofila que participa en la fotosíntesis, o bien la existencia de un tejido vegetal formativo, el meristema, capaz de dividirse y dar lugar a otras células meristemáticas o bien a células especializadas. La cantidad de procesos fisiológicos comprendidos gracias al conocimiento de las estructuras vegetales que en ellas participan constituye un importante hecho, entre los que destacan, por ejemplo, las reacciones bioquímicas implicadas en la transferencia de energía durante la fotosíntesis y la respiración.

(Para más información véase el apartado Métodos y técnicas empleados en morfología en el artículo de Morfología).

Relaciones de la morfologia vegetal con otras áreas de estudio
Las características morfológicas particulares de cada especie vegetal constituyen una de las herramientas más importantes para su identificación, por lo que destaca su importancia en sistemática. Además, un organismo vivo no es un conjunto de estructuras independientes, sino un sistema integrado en el que la estructura y la función están íntimamente relacionadas, por ello se encuentra íntimamente unida a la fisiología.

Por otra parte, los cambios morfológicos que han experimentado muchas plantas, como consecuencia de su adaptación a las condiciones medioambientales o a la convivencia con otros seres vivos, adquieren gran importancia en numerosos estudios ecológicos. Estudios sobre la evolución de las flores demuestran la existencia de cambios evolutivos en la simetría de esta estructura, de modo que la simetría radial de la flor primitiva ha dado lugar, en las más avanzadas, a formas con simetría bilateral, cambios que parecen ser producidos por adaptaciones especiales con respecto a los insectos polinizadores Fisiología vegetal

La fisiología analiza e investiga las funciones de las plantas. Estas funciones incluyen el metabolismo de los vegetales, el desarrollo, el movimiento y la reproducción. En general, estudia todos los fenómenos que constituyen el ciclo vital de los vegetales, y muchos de esos fenómenos se encuentran fuertemente regulados por la acción hormonal

Funciones de nutrición

Las funciones de nutrición en los vegetales están determinadas por el proceso fotosintético, que tiene lugar en las hojas de las plantas. Éstas contienen unos pigmentos verdes llamados clorofilas, cuyos átomos se encuentran unidos entre sí mediante enlaces formados por electrones. Las clorofilas se encuentran en unos orgánulos citoplasmáticos denominados cloroplastos, y éstos están atravesados por un sistema de laminillas, las lamelas, en las que están incluidas las clorofilas y otros pigmentos sensibles a la luz (carotenos y xantofilas), constituyendo en conjunto un fotosistema que trasmite la energía captada del Sol hacia las clorofilas.

Éstas últimas son moléculas reactivas y, por tanto, tienen la capacidad de expulsar sus electrones, cuya energía será después utilizada por ciertas cromoproteínas, a modo de peldaños de una escalera que bajan los electrones expulsados de ese centro reactivo del fotosistema, y a cada escalón que bajan pierden un poco de su energía que la lamela acumula en forma de energía química.

Las clorofilas no se pierden, pues aunque quedan oxidadas por la pérdida del electrón se vuelven a reducir por medio de la fotólisis del agua. Éste es un proceso en el que el agua se descompone, por acción de la luz, produciendo oxígeno y cediendo electrones a las clorofilas. Luego, el oxígeno es expulsado de la planta como producto de excreción.

Además de la energía química y el oxígeno, en la fotosíntesis se genera un compuesto de alto poder reductor, debido a que en él se acumulan todos los electrones que provienen de la clorofila. Ese compuesto es el NADPH2, que será luego utilizado para reducir las fuentes oxidadas de carbono que las plantas toman por sus hojas o raíces, como el CO2 atmosférico o los carbonatos del suelo, y obtener así compuestos reducidos de carbono que actúen como sustratos energéticos respiratorios.

Se puede deducir, por tanto, que las plantas absorben del suelo y del aire la totalidad de sus nutrientes, de modo que se trata de una nutrición básicamente inorgánica. Los tipos de nutrientes minerales que absorben los vegetales, los mecanismos de absorción y asimilación de los nutrientes inorgánicos, los mecanismos de transporte, las enfermedades carenciales, el transporte de los compuestos sintetizados en las hojas, y otros tipos de nutrición vegetal, como la nutrición orgánica de los vegetales parásitos, saprófitos y simbióticos, son procesos, todos ellos, también objeto de estudio de la fisiología vegetal.

Para más información sobre la nutrición de las plantas, véanse los siguiente artículos:
Nutrición de los seres vivos.
Leguminosas y bacterias fijadoras de nitrógeno en Simbiosis.
Plantas parásitas en Parásito.

Funciones de crecimiento y diferenciación

Toda la secuencia de acontecimientos que se desencadena para que se produzca la germinación de las semillas y todos los fenómenos metabólicos que conciernen a su desarrollo son minuciosamente desenmascarados por la fisiología. Por lo tanto, estudia las hormonas implicadas conocidas como giberelinas; los enzimas degradativos de las reservas nutricionales; las divisiones celulares; los cambios morfológicos y funcionales que transcurren; el crecimiento de los órganos vegetales, que puede ser por elongación, crecimiento longitudinal que proporciona mayor altura, y en grosor; con los consiguientes meristemos implicados para cada tipo de crecimiento y sus diferenciaciones en tejidos, como el xilema y floema, por ejemplo. En este sentido, la fisiología se encuentra muy relacionada con la citología, pues se trata básicamente de procesos celulares, y con la biología molecular.

La fisiología vegetal también se encarga de estudiar los procesos de diferenciación celular. En este sentido, una de las investigaciones más apasionantes ha consistido en averiguar cómo dos células surgidas por la división de una misma célula meristemática siguen posteriormente caminos divergentes. Aunque aún quedan cosas por averiguar, se sabe que la respuesta está relacionada con la información genética que la célula meristemática tiene bloqueada o desbloqueada en cierto momento y que condiciona su expresión. En estos bloqueos pueden intervenir hormonas, como las auxinas, de las que se sabe que favorecen la diferenciación del xilema y floema, mientras impide la diferenciación de esclereidas; y también pueden intervenir ciertos nutrientes o ciertos fenómenos físicos, como la luz que actúa sobre el fitocromo, o las vibraciones.

Movimientos vegetales

Las plantas no pueden desplazarse pero sí presentan capacidad de movimiento, para lo cual es necesaria una coordinación entre las diferentes partes de la planta. Al carecer de sistema nervioso y órganos sensoriales especializados, presentan respuestas, por lo general lentas, y coordinadas por un sistema de fitohormonas. Muchas plantas responden al tacto, y en algunos casos excepcionales los movimientos son rápidos, como la respuesta sensitiva de Mimosa pudica, que al ser tocada en una de las hojas las cierra todas en unos tres segundos, o la respuesta sensitiva de las plantas carnívoras en la captura de sus presas.

Existen otros tipos de movimientos, los tropismos, que implican la curvatura de una parte de la planta en respuesta a un estímulo externo, como la luz o la gravedad. Otros, como las nastias, son producidos por estímulos externos difusos, como la temperatura. Estos movimientos están relacionados con el proceso de crecimiento, y son típicos los movimientos de los girasoles o de las plantas trepadoras.

Funciones de reproducción

En vegetales se dan dos tipos de reproducción, sexual y asexual o vegetativa. En la primera interviene la recombinación genética y, por tanto, aumenta la variabilidad genética de los organismos. La segunda mantiene una estabilidad genética en los individuos, lo que supone una ventaja económica.

La multiplicación vegetativa puede realizarse por fragmentación, como por ejemplo los esquejes; por medio de esporas, típicas de algas y hongos; o por medio de unas estructuras pluricelulares denominadas propágulos, como por ejemplo los tubérculos de la patata, los estolones de los fresales, los bulbos de la cebolla, las yemas persistentes de algunas plantas acuáticas, o los tallos rastreros y raíces de ciertos vegetales.

La reproducción sexual viene determinada por las flores, en las que se forman las células sexuales y donde se lleva a cabo la fecundación, previa polinización. Los mecanismos que permiten o inhíben el desarrollo floral, tales como las condiciones fotoperiódicas, en las que se encuentra implicado el fitocromo; o la influencia de la temperatura, así como la posible existencia de hormonas de floración son también fenómenos muy estudiados por la fisiología vegetal, al igual que las sustancias que aceleran el proceso y las diferencias que aparecen en plantas de día corto y en plantas de día largo.

Después de la fecundación, se forma una estructura compleja, la semilla, que al germinar, desarrolla un nuevo esporofito (generación diploide productora de esporas). La semilla se encuentra contenida en el fruto, que en las angiospermas consiste en un ovario maduro o grupo de ovarios maduros y sus estructuras asociadas. En la maduración del fruto intervienen una serie de cambios que implican al metabolismo respiratorio. Cuando la semilla desarrollada cae a tierra vuelve a comenzar el ciclo vital de la planta.

Dependiendo de los patrones de crecimiento, latencia y muerte, las plantas se clasifican como anuales, bienales y perennes.

La implicación de ciertas hormonas en los procesos que provocan la desorganización y muerte de los tejidos vegetales, como por ejemplo la pérdida de las clorofilas, han sido intensamente estudiados también por la fisiología, en una gran variedad de plantas.

Métodos y técnicas en fisiología

Los avances en fisiología son muy dependientes de las técnicas y métodos empleados para su investigación, en comparación con otras áreas de la botánica. La metodología y las técnicas empleadas en la fisiología vegetal son muy similares a las utilizadas en otras áreas como la bioquímica, la biofísica o la fisiología animal.

Numerosos métodos biofísicos y bioquímicos, como los radioisótopos, son empleados para determinar actividades enzimáticas específicas de ciertos orgánulos celulares, o la secuencia de reacciones por las que se transfiere la energía en el proceso de fotosíntesis y en la respiración, o la formación de productos metabólicos. De otra parte, las principales técnicas empleadas son bioquímicas, tales como los distintos tipos de cromatografías; los distintos tipos de técnicas espectroscópicas, incluyendo la resonancia magnética nuclear; electroforesis, centrífugas y técnicas fotográficas, como lo rayos X.

Estudios ecológicos

La ecología trata el conjunto de relaciones que se establecen entre los seres vivos y entre éstos y su medio. El ambiente físico se puede descomponer en factores ambientales, que son constituyentes del medio con efecto sobre los organismos vivos y sus poblaciones. Esos factores ambientales, tales como luz, temperatura, salinidad, agua y nutrientes disponibles, etc., afectan enormemente a las funciones fisiológicas de las plantas, y muchas de ellas han conseguido, a lo largo del proceso evolutivo, adaptarse a condiciones muy extremas. Los estudios ecológicos intentan averiguar las respuestas de las plantas a esos factores. Existe, por tanto, una estrecha relación entre ecología vegetal y fisiología vegetal. El proceso evolutivo y la aparición de nuevos organismos vegetales se encuentran muy influidos por estos factores y por las presiones ejercidas por otros organismos del medio.

Un interesante objeto de estudio de la ecología consiste en los mecanismos que desarrollan las plantas para protegerse de sus depredadores, y entre los que se encuentran la elaboración de sustancias venenosas ) o la capacidad de asemejarse, en formas y colores, a otros seres o estructuras del medio en el que viven, por medio del mimetismo.

Otros aspectos muy estudiados por la ecología de las plantas son la formación de comunidades vegetales y la distribuciones geográficas, ambos aspectos muy influidos por ciertos factores ambientales, como los que determinan el clima.

Mapa de la distribución de los climas en el mundo

Métodos y técnicas en ecología

La intensidad con que los factores ambientales inciden sobre las plantas y las respuestas que éstas experimentan en su ambiente, son medidas principalmente con métodos y técnicas biofísicas (aparatos electrónicos, de grabación, etc.). Éstos suelen proporcionar tanta información que, en muchos casos, debe ser filtrada y analizada mediante programas de ordenadores que nos permiten obtener resultados más precisos y ayudan a conocer mejor la dinámica de los ecosistemas.

Otras técnicas biofísicas son las que determinan el isótopo radiactivo de carbono (14C) que existe en la naturaleza para datar o fechar organismos y poder averiguar aspectos de su evolución. Conociendo el contenido de la proporción entre 12C y 14C que contiene una sustancia orgánica, puede determinarse el tiempo transcurrido desde su formación hasta nuestros días.

Entre las leyes de la física más importantes aplicadas a la biología se encuentran las leyes de la termodinámica, ya que todos los organismos requieren un flujo de energía que constituye la esencia de la vida. El funcionamiento de los ecosistemas puede describirse en términos de flujo de energía y circulación de materia, y en este sentido existen métodos fisiológicos y bioquímicos que ayudan a determinar ese flujo de energía. Las plantas verdes son organismos productores que transforman la energía procedente del sol en energía química, que contenida en distintas moléculas orgánicas, va circulando a través de los distintos niveles tróficos del ecosistema Los estudios de sociología vegetal, es decir, las asociaciones de plantas que forman una comunidad, se llevan a cabo mediante la delimitación de un área de estudio en la que se determinan numerosos factores propios de la comunidad, tales como crecimiento, dominancia de especies, competitividad, etc.

Los datos obtenidos por la gran variedad de métodos y técnicas utilizadas en ecología suelen ser posteriormente analizados mediante técnicas informáticas que ordenan la información obtenida y permiten una mejor interpretación de los resultados. Una aportación muy importante de la informática a la ecología es la posibilidad que nos ofrece de realizar simulaciones en los ecosistemas, al modificar las variables de éste y predecir los efectos reales que podrían sucederse.

Botánica sistemática

Este área de estudio comprende la identificación, clasificación y nomenclatura de las plantas, con el objetivo de establecer, según sus parecidos y diferencias, un orden en la gran diversidad de especies y en el proceso de evolución del mundo vegetal.

Desde la época de Linneo, los taxónomos y ecólogos han ido añadiendo especies nuevas a la lista de las que ya se conocían. En la actualidad, existen identificadas unas 1.500 especies de algas Cianofitas, 70.000 Hongos, 25.000 Briofitas, 12.000 helechos, 600 Gimnospermas y 250.000 especies de Angiospermas. Ese número de especies de cada grupo no es fijo, pues los expertos en investigación sistemática siguen encontrando, cada día, gran variedad de nuevas plantas, sobre todo en las selvas lluviosas, que son uno de los lugares más ricos en biodiversidad. El número de especies también se incrementa debido a que muchas veces surge la necesidad de separar grupos de poblaciones como especies independientes, al descubrirles características diferentes de aquellas en las que se encontraban incluidas.

La naturaleza jerárquica de las clasificaciones biológicas consiste en grupos dentro de grupos, y cada uno de ellos se encuentra en un nivel particular. La especie es la unidad fundamental, aunque pueden existir jerarquías inferiores, tales como subespecies, razas, variedades y formas. Las especies, a su vez, se agrupan en entidades sistemáticas de categoría superior, tales como género, familias, órdenes, clases, etc.

El sistema de clasificación internacionalmente aceptado es el sistema de nomenclatura binomial, establecido por Linneo y que ha sufrido grandes modificaciones hasta nuestros días.

Hoy día, la botánica sistemática echa mano de los conocimientos obtenidos por todas las disciplinas botánicas y de los métodos y técnicas utilizados en otras ciencias para conseguir su más elevada finalidad, la de agrupar las plantas según sus verdaderas afinidades, teniendo en cuenta la historia evolutiva de los organismos.

Técnicas y métodos taxonómicos

Entre los métodos más antiguos utilizados por la taxonomía botánica destaca la realización de un herbario, que consiste en una colección de ejemplares de plantas, prensados, montados sobre papel o guardados en líquidos conservadores y ordenados sistemáticamente. Con él se trata de conservar las plantas, con la forma y posición de sus órganos, lo más parecido posible a como están en el estado viviente. También se han realizado y se siguen realizando importantes estudios de organismos vivos en sus ambientes naturales, es decir en el campo; así se evita el deterioro de los ejemplares debido al transporte y manipulación, y se pueden realizar estudios muy detallados bajo las auténticas condiciones ambientales en las se desarrollan los vegetales.

En los estudios de taxonomía de plantas se realizan también numerosos trabajos experimentales en situaciones totalmente controladas, y para ello, se emplean frecuentemente salas de laboratorios, jardines o pequeñas parcelas, donde pueden controlarse adecuadamente las condiciones ambientales en las que se desarrollan los organismos vegetales.

Los estudios morfológicos han tenido desde siempre mucha aplicación en taxonomía; por ello, la aplicación de técnicas microscópicas tan sofisticadas como es el microscopio electrónico han aportado innumerables datos a la morfología, que lógicamente han servido para solucionar muchos problemas de la sistemática botánica.

Pero además de los prestados por la morfología, existen otros métodos y técnicas usualmente empleados en otros estudios, principalmente citológicos, genéticos y bioquímicos, que aportan cuestiones interesantes sobre la filogenia de las plantas. Mediante métodos fitoquímicos, por ejemplo, se ha obtenido gran información sobre sustancias químicas en plantas con importantes aplicaciones medicinales, así como similitudes y diferencias en moléculas estructurales, proteínas o rutas bioquímicas, que pueden ser mínimas pero suficientes para distinguir a dos especies dentro del mismos género, constituyéndose así una rama de la botánica denominada bioquímica sistemática. Las identificaciones de los organismos son mucho más rápidas y acertadas empleando las técnicas analíticas de la bioquímica sistemática.

Por otra parte, las nuevas técnicas de biología molecular, como hibridación y secuenciación, permiten comparar organismos al más bajo nivel, el gen; han resuelto, por tanto, muchos enigmas en taxonomía y constituyen la base de la taxonomía molecular. Finalmente, el empleo de técnicas informáticas posibilitan el almacenamiento y procesamiento de muchísima información, realizándose de forma rápida estudios estadísticos y gráficos que permiten averiguar lo cercano o lejano que se encuentran dos organismos en la historia evolutiva de los seres vivos.

 

 

Fundación Educativa Héctor A. García