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L  a  G r a n  E n c ic l o p e d i a   I l u s t r a d a  d e l   P r o y e c t o  S a l ó n  H o g a r

La Célula

 

Contenido Revisado

Trabajadoras incansables (Las proteínas)

Todos los seres vivos tienen en su interior un sinnúmero de proteínas, cada una de las cuales cumple una función específica. Como ya dijimos, las proteínas se forman por la unión de pequeñas moléculas llamadas aminoácidos, cadena que recibe el nombre de péptido, y su unión forma un polipéptido. Este grupo de nutrientes se encarga básicamente de formar y renovar las células de nuestro cuerpo. Además, distribuye el agua contenida, forma enzimas, hormonas y anticuerpos y, en última instancia, nos proporciona energía.

Las enzimas son proteínas producidas por las células, que regulan la rapidez y especificidad de las miles de reacciones químicas celulares. Estas reacciones son fundamentales para todos los fenómenos vitales, como la respiración, crecimiento, contracción muscular, conducción nerviosa, fotosíntesis, digestión, entre otros.

Poder energético (Lípidos o grasas)

Estos nutrientes son tan poderosos que son capaces de proporcionar más del doble de energía por gramo que los carbohidratos, ya que estos últimos pueden transformarse en grasa y almacenarse.

Si bien los lípidos son más importantes que los hidratos de carbono, lo son menos que las proteínas.

Uniendo nucleótidos (Ácidos nucleótidos)

Estos ácidos son moléculas orgánicas formadas por la conexión de unidades llamadas nucleótidos. Existen dos tipos: el ácido ribonucleico (ARN) y el ácido desoxirribonucleico (ADN), del que seguramente has escuchado hablar.

Los ácidos ribonucleicos están formados por una cadena de nucleótidos que se pliega de diferentes formas, según sea su función al interior de la célula.

Está el ARN mensajero, que es el menos plegado de los tres que existen, y su función es llevar la información genética desde los cromosomas de la célula hacia el lugar de síntesis de las proteínas.

El ARN de transferencia está doblado como un trébol, y su tarea es llevar aminoácidos hacia los ribosomas, para luego unirlos y formar las proteínas.

Finalmente, el ARN ribosomal se preocupa, junto con las proteínas, de estructurar a los ribosomas y son los que traducen el mensaje genético.

Por su parte, el ácido desoxirribonucleico (ADN) es el que contiene el mensaje genético para toda la función y organización celular. Es, en definitiva, la molécula que controla todos los procesos que hemos mencionado como vitales para los seres vivos, además de ser el principal constituyente de los cromosomas celulares.

¿Quién coloca los límites? (La membrana plasmática)

Esta membrana, llamada también membrana celular, es la que rodea toda la parte exterior de la célula. Está compuesta de dos capas de moléculas de lípidos y de proteínas, que se desplazan lateralmente dentro de ciertos límites.

La función principal de esta membrana es controlar rigurosamente todos los elementos que entran y salen de la célula. Sin duda es selectiva, ya que solo permite el paso de ciertas sustancias.

Estas membranas pueden contener varios tipos de proteína receptora, cada una de las cuales responde a una molécula específica. Algunas proteínas se unen las unas a las otras para formar conexiones entre células.

Líquido y sólido

Cuando la célula ingiere sustancias en forma masiva, nos encontramos con la endocitosis, un mecanismo de transporte que va hacia el interior de la célula. En el caso de que las sustancias sean más pequeñas o líquidas, se habla de pinocitosis (beber); si es de mayor volumen o se ingiere algo sólido, hablamos de fagocitosis (comer). Por ejemplo, las células encargadas de la defensa fagocitan bacterias, las que son encerradas por las prolongaciones de la membrana plasmática e introducidas en la célula. Luego de ser digeridas estas bacterias, sus moléculas resultantes se utilizan para las necesidades estructurales de las células defensoras, y los residuos que no sirven son excretados al medio extracelular. Este proceso se conoce con el nombre de exocitosis

¿Cómo se multiplican las células?

Ya hemos visto que la célula es la unidad básica de la vida. Pero lo que no tenemos claro es cómo estos pequeños ladrillos de vida logran multiplicarse y formar la gran cantidad de células que viven en nuestro organismo. Para entender mejor este proceso, es necesario saber que toda célula se reproduce por fisión binaria; es decir, la célula se divide en dos, de tal manera que una célula madre da origen a dos prácticamente iguales. Sin embargo, en las células procarióticas y eucarióticas la división es distinta, básicamente por la simplicidad de las primeras y la complejidad de las que forman nuestro organismo.

  • Copiando células (Mitosis)

  • Reducción de cromosomas (Meiosis)

Copiando células (Mitosis)

Este proceso de división celular se produce mediante etapas o fases.
Cuando la célula está en reposo, creciendo y aún no preparada para la división, se dice que se encuentra en la interfase o aspecto intermedio. En esta etapa el núcleo es un pequeño cuerpo ovoide limitado por su membrana y la sustancia cromatínica se visualiza como pequeñas manchas filamentosas (cromatina). Inmediatamente en el exterior del núcleo se encuentra un pequeño corpúsculo llamado centrosoma (cuerpo central) y en su centro se encuentra el centríolo, que irradia finas líneas llamadas microtúbulos.

Cuando se acerca el momento de la división celular, se dan ciertos cambios en la forma de la célula, período que se conoce como profase. Aquí el centríolo se divide en dos, los que más tarde se separan quedando conectados solo por algunos de los microtúbulos. La cromatina comienza a condensarse formando hilos parecidos a una lombriz; la membrana nuclear desaparece y la sustancia nuclear se mezcla con el citoplasma. Esas pequeñas lombrices que se formaron son los llamados cromosomas.

Inmediatamente viene la etapa llamada metafase, donde los dos centríolos se encuentran en polos opuestos dentro de la célula aunque siguen conectados por los microtúbulos. El conjunto de estos es llamado huso y es en el medio de este donde se reúnen los cromosomas.

Cuando los microtúbulos se acortan y cada mitad resultante del cromosoma se contrae hacia el centríolo, comienza la anafase. Los cromosomas son arrastrados en direcciones opuestas, a cada lado de la célula; cuando el centro del huso es abandonado por los cromosomas, la célula comienza a estrangular la membrana plasmática, lo que se conoce como citodiéresis, y corresponde a la fase final de la mitosis o telofase.

Y es al terminar el estrangulamiento que se forman dos células hijas, cada una de las cuales genera su membrana nuclear, comenzando todo el proceso nuevamente.

Reducción de cromosomas (Meiosis)

Existen algunas células que tienen un número anormal de cromosomas; es decir, no cumplen con las características de las células restantes. Estas son las células sexuales o gametos, y se descubrió que en ellas se encontraban la mitad de cromosomas que contenían las demás células del organismo. El origen de estas células comenzó a estudiarse en 1890 y se observó que en su período de maduración, se producía una división donde los cromosomas se reducían a la mitad sin antes haber duplicado su ADN. En 1905 denominaron a este proceso meiosis. En este caso, las células sexuales se llaman haploides y el resto se denominan diploides.

En líneas generales, la meiosis consiste en dos divisiones del núcleo, aunque sus cromosomas lo hacen una sola vez. Esto dará como resultado cuatro células haploides, que reciben el nombre de primera y segunda división meiótica, respectivamente, o meiosis I y II.

El objetivo de esta división no es únicamente reducir la cantidad de cromosomas, sino también atraer, aparear, intercambiar y combinar los cromosomas homólogos paternos y maternos. La meiosis I separa los homólogos que se habían apareado y la meiosis II se encarga de separar las mitades de los cromosomas. Una vez terminadas estas divisiones se tiene como resultado cuatro células, cada una con un juego haploide de cromosomas y diferente información genética.

Robert Hooke


Theodor Schwann

Matthias Schleiden

¿Quién descubrió la célula?

Para poder estudiar la célula era imprescindible un aparato que permitiera observar la materia viva y sus detalles, que a simple vista es imposible ver. Es por eso que el inicio del estudio de la célula se remonta a la invención de lentes y de microscopios.

El primer microscopio útil fue inventado en 1590 por Zacharias y Hans Janssen, quienes construyeron uno compuesto, el cual podía ampliar 30 veces el tamaño de un objeto.

 

Pero se atribuye a Robert Hooke el mérito de haber proporcionado la primera información importante utilizando un microscopio compuesto, ya que describió “células” o “poros” en el corcho y en otros tejidos vegetales, además de describir la pared celular.

Tiempo después, cuando ya se observaban células animales y vegetales, se decía que estaban originadas de forma diferente. Las paredes de las células vegetales muestran límites muy evidentes, mientras que las células animales son difíciles de distinguir en una muestra de tejido.

 

En 1838 Matthias Schleiden y Theodor Schwann propusieron una teoría celular simple y unificatoria para todos los organismos. Postularon que la célula es la unidad básica de los seres vivos y que la totalidad de los organismos están formados por una o más células. Luego, con la unificación de cada uno de los descubrimientos realizados durante el siglo XIX en relación a la célula y sus orgánulos, quedó establecida la información para sustentar una teoría global.

La teoría celular establece:

1. Todos los organismos vivos están formados por una o más unidades vivas o células.

2. Cada célula puede mantener sus propiedades vitales en forma independiente del resto; pero las propiedades vitales de cualquier organismo están basadas en el conjunto de todas las células.

3. La célula es la unidad de vida más pequeña y claramente definida.

4. Las células se originan siempre a partir de otras células.

 

 
 

¿Podrías sacar una fotocopia de ti mismo?

Tal vez nunca imaginamos la posibilidad de reemplazar a un ser humano por otro absolutamente igual. Pero esto es posible hoy gracias a los avances de la ciencia. El proceso de clonación se trata -básicamente- de copiar en forma idéntica algún organismo; puede ser un vegetal, un animal, órganos del cuerpo o un ser humano.

Para realizar una clonación, los científicos toman el núcleo de la célula que se quiere repetir, donde se encuentra toda la información genética; en una célula reproductora (un óvulo) se reemplaza el núcleo original por el núcleo de la célula que se quiere clonar, la que es colocada en un útero que asegure las condiciones necesarias para que comience a crecer normalmente. Así, nacería un nuevo ser con las mismas características del organismo del cual fue extraído el primer núcleo. En el caso de un ser humano, el mismo pelo, los mismos ojos, estatura, en fin, un ser exactamente igual.

Los primeros experimentos sobre clonación comenzaron en 1952; pero sin duda el caso más conocido fue el de la oveja “Dolly”, clonada por científicos escoceses en 1997, siendo la primera clonación hecha a partir de un animal adulto.

La posibilidad de reproducir órganos para salvar personas enfermas y recuperar especies en extinción a través de la clonación es, sin duda, un gran avance científico. Pero al tratarse de seres humanos esto cambia, ya que entran en juego la ética y la dignidad humana.

Genoma humano: el secreto de la vida

El año pasado se anunció el éxito de la más cara y ambiciosa investigación biológica emprendida en el mundo científico: el proyecto Genoma Humano, que busca descifrar la información que todas las personas tienen en su cuerpo.

El genoma es la estructura genética humana, el mapa donde está toda la información de cómo somos y lo que necesita nuestro cuerpo para desarrollarse y mantenerse vivo. Es como el manual de instrucciones para el funcionamiento del cuerpo.
Esta investigación comenzó hace diez años, y ya se tiene casi la totalidad de los resultados. El estudio final, con toda la información del código genético, será publicado en el año 2003.

Lo importante de este descubrimiento es que aumentarían las posibilidades de tratamiento para dolencias hasta ahora incurables y hereditarias. Y se podrían prevenir enfermedades antes de que aparezcan, tales como el cáncer, la diabetes, la hipertensión, el síndrome de Down, el mal de Parkinson, o el Alzheimer, entre otras.
Claro que, si bien es un gran descubrimiento, también podría ser mal utilizado o producir daños: por ejemplo, produciendo el efecto contrario del que se quiere reparar.

Cáncer: la enfermedad de la célula

Nuestro cuerpo está formado por muchos millones de células que se organizan formando tejidos para cumplir funciones determinadas. Sin embargo, cuando el cáncer se adueña de las células esta organización se va al suelo, produciéndose una cantidad cada vez mayor de ellas en el tejido, distorsionándolo hasta formar una protuberancia o tumor. Y no solo eso; además, las células comienzan a perder su sentido de orientación y de territorio. Ya no reconocen sus límites, lo que inevitablemente las lleva a dispersarse a otras partes del cuerpo, situación que se conoce como metástasis.

Cuando una célula se enferma, pierde su capacidad de dividirse normalmente y comienza a sufrir modificaciones, formando grandes masas celulares o tumores, como dijimos anteriormente. Sin embargo, no siempre estos son malignos, ya que pueden presentarse en forma aislada, lo que significa que son benignos, es decir, son menos dañinos para el funcionamiento de nuestro organismo. Pero si las células del tumor son muy invasoras y se expanden por otras partes del cuerpo, produciendo metástasis. Estamos hablando de un tumor maligno o de cáncer propiamente tal.

Con su división descontrolada, las células no solo forman tumores sino que ahogan, desnutren y vuelven indefensas a las células normales del entorno, pudiendo provocarnos la muerte.

A pesar de que existen varios tipos de cáncer, las transformaciones celulares que provocan son comunes a todos ellos.

 

Fundación Educativa Héctor A. García