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Sociologia:¨(Del lat. socius, ´socio´, y -logía tratado o estudio)

 

La sociología estudia al hombre en su medio social, es decir, en el seno de una sociedad, cultura, país, ciudad, clase social, etcétera. Sin embargo, el ámbito de investigación de los sociólogos puede abarcar desde grandes y vastos conjuntos, hasta reducidas unidades de observación, aunque siempre exista entre ambas la complementariedad en el análisis. La sociología no estudia la sociedad como "suma de individuos", sino que estudia las múltiples interacciones de esos individuos que son las que le confieren vida y existencia a la sociedad en todas sus manifestaciones, aplicando métodos de investigación y evaluación sistemáticos que permiten su medición, cuantificación y verificación empírica.

La pluralidad de enfoques metodológicos de esta joven ciencia y su acelerado proceso de especialización interno han favorecido la existencia de un profundo desacuerdo con respecto a la elaboración de una definición de esta disciplina unánimemente consensuada por la comunidad científica. La complejidad para delimitar su objeto de estudio, dada la naturaleza singular y dinámica del mismo, así como para determinar los procedimientos del método científico que pueden ser aplicados al estudio de la realidad social, constituyen todavía hoy los dos grandes desafíos que esta moderna ciencia deberá resolver en el futuro. En cualquier aproximación que se realice a esta disciplina, resultará fundamental tener presente que, tal y como sostiene el sociólogo Neil Smelser, una de las características principales de la sociología radica en ?la existencia de una gran cantidad de escuelas que se yuxtaponen, y, a veces, luchan entre sí?, de modo que ?existe un gran desacuerdo sobre los problemas fundamentales, los conceptos, las teorías y los métodos de investigación?. Desde sus orígenes hasta nuestros días, se han ofrecido múltiples definiciones sin que ninguna de ellas haya contado con el acuerdo unánime de la comunidad científica. No obstante, durante los últimos años, el esfuerzo definitorio ha pasado a un segundo plano -en cuanto preocupación de quienes la practican- y prima una aplicación del método científico al ámbito de lo social, demostrando de este modo que la sociología como ciencia es capaz de ofrecer resultados específicos y rigurosos sobre determinados hechos sociales.

Teniendo presentes estos problemas definitorios, cabe considerar como primera referencia básica y operativa la definición ofrecida por el sociólogo español José Félix Tezanos, que entiende la sociología ?como el resultado de aplicar, en un determinado contexto histórico, los procedimientos de conocimiento propios del método científico al estudio de los fenómenos que acontecen en la esfera de lo social (relaciones sociales y procesos de interacción que se producen en el ámbito de las estructuras sociales).? Y, acercando todavía más esta ciencia a la convivencia ciudadana, Anthony Giddens sostendrá que ?sociología es el estudio de la vida social humana, de los grupos y sociedades. Es una empresa cautivadora y atrayente, al tener como objeto nuestro propio comportamiento como seres humanos. El ámbito de la sociología es extremadamente amplio, desde el análisis de los encuentros efímeros entre individuos en la calle hasta la investigación de los procesos sociales mundiales?. Por último, quepa destacar con respecto a las críticas y objeciones que a menudo ponen en duda la cientificidad de la sociología -y de otras ciencias sociales- que el elemento crucial por el que se atribuye el calificativo "ciencia" a toda rama del conocimiento se fundamenta en la aplicación del método científico a su objeto de estudio. En el ámbito de lo social se puede constatar, a través de la aplicación de herramientas propias de una metodología científica, regularidades y correlaciones causales suficientes para atribuir a la sociología un carácter eminentemente científico, aunque por la naturaleza de su objeto de estudio resulte difícil, y muchas veces inexacta, la elaboración de previsiones de la conducta social. En la aproximación a la sociología hay que valorar que se trata de una ciencia joven a la queda mucho camino por recorrer antes de alcanzar su madurez; por lo que, en la actualidad, los problemas del desarrollo de esta disciplina son comunes a los que tuvieron otras ciencias, como la física, que con el transcurrir de los siglos fue acumulando un considerable número de conocimientos científicos y prácticos y pudo ofrecer tiempo después resultados apreciables. Por tanto, no se debe ignorar la historia de cada disciplina, que ayudará a entender sus logros cuando se ponen en relación las posibilidades y constreñimientos técnicos y metodológicos disponibles en cada período y el modo en el que se ha llevado a cabo su transformación.

Historia de la Sociología

Los orígenes de esta ciencia social se enmarcan en un período de tiempo específico, el de los siglos XVIII y XIX, caracterizado por la sucesión de grandes cambios y transformaciones en diversos ámbitos de la vida, como el económico, el político y el social. Fueron los años en los que surgiría el Renacimiento y la Ilustración, que marcaron el inicio de una nueva forma de pensamiento científico. Ante las transformaciones acontecidas en este breve período, entre los que cabe destacar la Revolución Americana (1775-1783), la independencia de las colonias latinoamericanas de sus metrópolis, la Revolución Francesa (1789) o la revolución industrial, algunos pensadores de la época tratarán de explicar, interpretar y predecir dichos cambios, aspirando a una comprensión científica de tales transformaciones. Surgiría entonces un marcado interés por observar, describir y clasificar ciertos fenómenos sociales con el objetivo de encontrar leyes estadísticas o regularidades que permitieran predecirlos, así como examinar las circunstancias y condiciones por las que resultaba más verosímil que determinados cambios y transformaciones afectaran al orden político, social, económico y cultural dominante en cada sociedad. El nacimiento de la sociología, por tanto, tiene lugar en una coyuntura histórica concreta en la que se registran profundas transformaciones técnicas, significativos cambios en las formas de organización político-sociales y en las formas de producción y comercialización de mercancías.

En este período histórico se produjo el paso de una sociedad estamental a una sociedad industrial, lo que daría lugar al desarrollo de algunas de las transformaciones más significativas que ha experimentado la historia de la humanidad. Sería esta emergencia vertiginosa de nuevos procesos de estructuración y desestructuración en la sociedad estamental en su tránsito hacia un nuevo orden de relaciones políticas, económicas y sociales, lo que desencadenaría el surgimiento de una nueva disciplina científica que se ocupase de los problemas que generaba la construcción y modificación del orden social. En este tránsito convulso del feudalismo al capitalismo, surge la sociología como manifestación del proceso de especialización que experimentarían el conjunto de las ciencias, en unas sociedades cada vez más complejas, más seculares y menos estáticas. Con la gestación y desarrollo del Estado Moderno aparecería la ciencia política; después lo haría la economía, influida por nuevos criterios de racionalidad que calarían en una sociedad en transformación; finalmente, lo haría la sociología. Por tanto, los intensos cambios sociales y económicos registrados entre el siglo XVIII y el siglo XIX, acompañados por nuevos modelos de organización en el plano político y por un significativo desarrollo de los medios técnicos, dieron lugar a constantes alteraciones de los patrones sociales, lo que condujo a que algunos pensadores y científicos de la época reflexionaran sobre la dimensión estática/dinámica y de armonía/conflicto de las relaciones sociales. Estas reflexiones determinarían el surgimiento de una nueva disciplina científica dentro de las ciencias sociales.

Si bien la sociología tiene su origen entre el siglo XVIII y el siglo XIX, es posible encontrar en la historia del pensamiento aproximaciones al estudio de las sociedades y esfuerzos analíticos al respecto, como veremos seguidamente. Es el caso, por ejemplo, del filósofo griego Aristóteles, que fue el primero en analizar cómo se estructuraban las relaciones sociales y el orden político en un caso específico, el de las ciudades-estado helénicas, empleando el método empírico y positivo. Por otra parte, en la Grecia clásica, algunos sofistas orientaron sus estudios hacia el hombre como ser social, constituyendo por tanto un antecedente remoto del quehacer sociológico. También en las obras del historiador griego Heródoto es posible encontrar descripciones específicas sobre costumbres de diferentes pueblos de la antigüedad. Y más próximo en el tiempo encontramos a Montesquieu, que comparó diferentes instituciones políticas y sociales aplicando el método deductivo de origen aristotélico. Otros pensadores cuyas obras podemos considerar como antecedentes al estudio de las sociedades humanas son Thomas Hobbes y Baruch Spinoza. Ambos procuraron explicar los fenómenos sociales aplicando un enfoque racional y científico que les llevaría a apostar por una ?física social? diferenciada de la política. Otras aportaciones vendrían de la mano de Adam Smith, Adam Ferguson o John Millar (1735-1801) que, aunque con una perspectiva economicista, desarrollaron los primeros análisis sobre la división del trabajo y las consecuencias, en cuanto fragmentación o disfunción social, que este fenómeno producía. Por el contexto en el que surgió la sociología, ésta se vería influida también por corrientes de pensamiento positivistas y empiristas, muy especialmente por los trabajos de Francis Bacon, John Locke, David Hume o George Berkeley. Por su parte, algunos pensadores de la Ilustración también contribuirían en el más temprano desarrollo de la sociología; tal es el caso de autores como Anne Robert Turgot, Condorcet, Thomas Malthus o Quetelet (1796-1874), que desarrolló estudios de estadística aplicados al ámbito de lo social bajo el término ya referido de "física social".

Pero el verdadero e indiscutible precursor de la sociología sería el francés Enrique de Rouvroy, conde de Saint-Simon. El objetivo que pretendía este pensador era organizar la sociedad teniendo como base la ciencia y la industria, y con ello llegar a establecer una sociedad sin clases. Las propuestas teóricas de Saint-Simon aparecen difuminadas en diversas cartas y folletos, y se pueden citar como sus obras más influyentes en el ámbito de la sociología la Reorganización de la sociedad europea, El organizador, Del sistema industrial, Catecismo de los industriales, Nuevo Cristianismo y Fisiología Social. Planteaba el autor la necesidad de construir una ciencia de la sociedad basada en hechos observados y discutidos; esto es, en una filosofía positiva que tendría el nombre de ?fisiología social?. Uno de sus discípulos, Augusto Comte, pasaría a ser considerado el padre de la sociología.

El término sociología fue acuñado por primera vez en 1839 por este último autor. Su idea fundamental era que todas las ciencias tenían una dependencia jerárquica y acumulativa de tipo piramidal. En la base situaba a las matemáticas, encima a la mecánica, la física, la química, la biología, etcétera. En el vértice de la pirámide, de acuerdo a su perspectiva, se debería encontrar la sociología o Ciencia de la Sociedad. Para Comte, la complejidad de cada ciencia dependía de los fenómenos estudiados. Así, primero se habrían desarrollado las ciencias que se ocupan de los fenómenos más simples, mientras que aquellas que abordan el estudio del ser humano, por ser las más complejas, habrían tenido un desarrollo más tardío en el tiempo. De acuerdo con la propuesta comtiana, la sociología sería la última ciencia en gestarse, porque previamente era preciso el desarrollo encadenado de las anteriores para poder completar la pirámide del conocimiento, que culminaba con la ciencia de las ciencias: la sociología. Consideraba este pensador que la nueva ciencia debía contribuir al bienestar de la sociedad, presumiendo que pondría orden después de un período de convulsiones políticas y sociales provocadas por la revolución industrial y la Revolución Francesa. Uno de los ejes fundamentales de sus planteamientos consistía en lo que él denominó "ley de los tres estadios". Por dicha expresión entendía que la humanidad habría de atravesar tres etapas: la teológica, la metafísica y la positiva. En el primer estadio, el teológico, la explicación de los hechos sociales se fundamentaría, según Comte, en las fuerzas sobrenaturales. Esta etapa corresponde a sociedades agrarias en las que priman formas de organización autoritarias y con altos niveles de control social, en las que la máxima autoridad corresponde a un ser sobrenatural. En la segunda etapa, el estadio de la metafísica, las explicaciones de los fenómenos sociales basados en elementos sobrenaturales son sustituidas por otras fundamentadas en entidades e ideas abstractas. Durante esta etapa el poder terrenal y temporal sustituye al poder espiritual, surgen los Estados como entidades de organización política y se desarrolla una autoridad civil sobre la militar que primaba en la etapa anterior. Por último, en la etapa positiva se establecen leyes sobre las relaciones entre los hechos a través de la observación y la cuantificación, que permiten prever cómo evolucionan y se gestan los fenómenos sociales y cómo intervenir en su transformación. El autor, preocupado por los cambios sociales que atravesaba Francia, estimaba que había un sistema social que estaba finalizando y percibía dos movimientos que impulsaban a su sociedad: uno de desorganización y otro de reorganización. A estos dos procesos los calificó como "dinámica social" y "estática social". En síntesis, las aportaciones de Comte a la sociología fueron fundamentalmente tres: una concepción positiva sobre la pirámide de las ciencias -en cuyo vértice ubicaba a la sociología-, la ley de los tres estadios y la concepción de una ciencia que mejoraría la convivencia ciudadana y el bienestar social. En el plano metodológico, su contribución es muy reducida y se limita únicamente a la reivindicación del método positivo, que él entendía como observación, comparación y búsqueda de regularidades sociales evolutivas. Aunque Comte ha sido considerado como el padre fundador de esta disciplina científica, lo cierto es que el desarrollo de la misma se alejó rápidamente de los postulados comtianos. Incluso se ha puesto en duda el gran peso atribuido al autor, estimando algunos sociólogos posteriores que el propio Saint-Simon avanzó más en la vía que permitió la evolución posterior de la nueva disciplina científica.

Donde sí existe un gran consenso entre los sociólogos actuales es en la consideración de Émile Durkheim como la figura fundamental en el desarrollo de la sociología que ha llegado hasta nuestros días. Durkheim, aunque influido inicialmente por los trabajos de Comte, consideró que para que la sociología se convirtiera en una verdadera ciencia debía estudiar los ?hechos sociales?, de modo que debía orientarse hacia el análisis de las instituciones sociales con la misma objetividad con la que los científicos estudian la naturaleza, apostando así por un estudio de los hechos sociales como si fuesen ?cosas?, con el mismo rigor con el que se aborda el estudio de los objetos o de los sucesos de la naturaleza.

 

 
 
 

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 Con este propósito, Durkheim orientó sus esfuerzos hacia investigaciones sociales específicas, buscando reglas y procedimientos de investigación social concretos que permitieran sentar las bases de la sociología como una verdadera doctrina empírica. Su trabajo permitió llevar a cabo una certera diferenciación de la sociología con respecto a otras disciplinas próximas, como era el caso de la filosofía social. En el ámbito metodológico, el autor insiste en que para comprender lo social no se debe partir de los individuos aislados, ni de los métodos psicológicos, sino de otros métodos distintos orientados a explicar lo que sucede en los grupos humanos. Para él, la sociedad es algo más que la mera suma de los individuos que la componen; tiene sus propias leyes y es previa a los individuos que la integran; la sociedad es en sí misma una realidad con entidad propia. En este sentido, Durkheim dio respuesta a cuestiones como qué es lo social, cómo se identifica, cómo delimitar el objeto de estudio y cómo abordar su análisis, y plasmó sus planteamientos teóricos en su trabajo Las reglas del método sociológico. El autor consideraba que la sociología podía aportar soluciones científicas a los problemas sociales y sostenía la creencia de que el nacimiento de la sociología se relacionaba con el cambio de ideas religiosas y la emergencia del socialismo. El contexto de la época en la que vivió el sociólogo francés influyó en su interés por el estudio de las fuerzas de cohesión social que primarían en las sociedades del futuro. Durkheim procedía de una familia judía y fue testigo de la experiencia de la Comuna de París, vio llegar la instauración de la Tercera República en Francia y también observó cómo en la sociedad francesa resurgieron brotes antisemitas a consecuencia del escándalo Dreyfus (por el que se acusó al militar francés Alfred Dreyfus de espionaje a favor de Alemania en 1894, si bien las pruebas demostraban su inocencia y fue excarcelado en 1906). Todos estos acontecimientos debieron influir en el autor, puesto que en sus trabajos prestó atención a cuestiones relacionadas con la solidaridad grupal, la crisis de creencias, la anomia y el orden social. Estas inquietudes se plasmaron en obras como La división del trabajo (1893), donde presenta un estudio sobre las formas de solidaridad en la sociedad moderna; El suicidio (1897), trabajo en el que sostiene que los factores sociales tienen gran influencia en el comportamiento individual y donde combina de forma magistral la empiria con la teoría; finalmente, en Las formas elementales de la vida religiosa (1912) se analiza la religión en su función social. La sociología no se puede entender sin la aportación de Emilio Durkheim, que inicia y abre el camino para la investigación social, aplicando el utillaje propio de una metodología científica a los hechos sociales, que también define, acota y hace operativos para el análisis.

Otra figura fundamental en el desarrollo de la sociología lo constituye Karl Marx. Los trabajos del filósofo alemán, que nunca se consideró a sí mismo como sociólogo, aportan importantes observaciones sociológicas en cuanto relaciona elementos de carácter económico con el funcionamiento y evolución de las instituciones sociales. Por ello puede ser considerado uno de los fundadores de esta disciplina y el iniciador de una de las principales corrientes de pensamiento dentro de la sociología: la que considera que es el conflicto el factor decisivo a la hora de explicar la dinámica social -a diferencia de otros padres fundadores que enfatizaban el orden y la armonía social. Para Marx, dentro de un posicionamiento teórico al que denominó "concepción materialista de la historia" o "materialismo histórico", el cambio social está fuertemente influido por elementos de carácter económico. Los factores económicos provocan conflictos entre las clases sociales que son, a su vez, el motor del desarrollo histórico. El autor desarrollaría una teoría sobre la evolución social partiendo del estudio de los procesos de producción económica. Aunque aborda un amplio elenco de temas, Marx prestó especial atención a los cambios acontecidos en la época moderna. Desde su perspectiva, los cambios más importantes en el período moderno se relacionaban directamente con el desarrollo del capitalismo. Entendía el capitalismo como un sistema de clases en el que el enfrentamiento entre ellas era constante. Según su visión, el capitalismo sería sustituido por el socialismo o por el comunismo, sociedades en las que no habría clases y los medios de producción serían de propiedad comunal con un orden social más plural y menos restrictivo en cuanto a la participación de los ciudadanos en todos los órdenes de la vida. Marx optó por estudiar la evolución del capitalismo, que él consideraba predecible, y de cuyo análisis descubriría la forma de operar que tienen los sistemas de producción a través de una dinámica histórica caracterizada por los enfrentamientos de clases que generaban. Aspiraba a llegar al conocimiento científico de leyes de desarrollo de la sociedad, identificando los elementos que inducían el cambio y la dinámica social. Si bien es cierto que no pudo completar su objetivo, el camino desarrollado por el autor en este empeño marca un punto de inflexión para el desarrollo de la sociología, cuya influencia ha llegado hasta nuestros días. Entre sus obras más representativas, cabe destacar El Capital (1875), Trabajo, Salario y Capital (1849) y Crítica de la economía política (1859).

Para completar el marco inicial desde el que se produce el desarrollo de la teoría sociológica que más ha influido en la época contemporánea, cabe reseñar la figura del también alemán Max Weber. Para este autor, a diferencia de Marx, los cambios significativos acontecidos en la época que le tocó vivir no podían ser explicados únicamente por factores de índole económica. Serían más bien los elementos de carácter cultural los que explicaban el cambio social, que obedecía a un "patrón" acumulativo al que denominó "racionalización". La obra de Weber sobre la dinámica social ha calado profundamente en el desarrollo de la sociología tal y como hoy la concebimos. El análisis de la relación entre economía y religión llevado a cabo por el autor, con objeto de identificar la influencia de ciertas creencias religiosas en la formación de una mentalidad económica concreta, constituye un clásico de la sociología y un exponente riguroso de la investigación social. En La ética protestante y el espíritu del capitalismo, el autor parte de la observación del hecho específico, a partir de la cual establece relaciones causales entre el desarrollo del capitalismo y la mentalidad protestante. En el aspecto metodológico, Weber defendió la dimensión científica de la sociología, aunque llamó la atención sobre la especificidad de los hechos o fenómenos sociales. Propuso un enfoque al que denominó ?método comprensivo?, por el que se combinaban tres dimensiones de análisis: la objetiva, la subjetiva y la histórica. La influencia de la obra de Weber en los sociólogos posteriores ha sido muy profunda, no tanto por las teorías desarrolladas, sino por sus orientaciones metodológicas y sus propuestas analíticas. Finalmente, las elaboraciones realizadas por el autor sobre la burocracia, como rasgo característico de la época contemporánea, todavía no han perdido vigencia.

Corrientes y escuelas de pensamiento

Las divisiones teóricas dentro de la sociología actual son reflejo, en buena medida, de enfoques elaborados en las postrimerías del siglo XIX o en los inicios del presente. La producción intelectual dentro de esta disciplina puede ordenarse utilizando diferentes parámetros. En este caso, partimos de un esquema global, que conjuga las más decisivas corrientes de pensamiento que han llegado hasta la época actual de forma integradora, resaltando las conexiones entre las doctrinas dominantes en esta disciplina y otras provenientes del ámbito de diversas ciencias sociales. La primera corriente de pensamiento dentro de la sociología, y que ha mantenido su influencia hasta la actualidad, aunque en sus inicios estuvo seriamente influida por fundamentos filosóficos, es el evolucionismo. A finales del siglo pasado las tesis darwinistas y evolucionistas primaban en el corpus conceptual de algunas ciencias naturales. En algunos círculos académicos también se comienza a desarrollar la idea de poder encontrar paralelismos entre la evolución de los organismos biológicos, basados en las tesis de Charles Robert Darwin, y el de la sociedad. Por tanto, en algunos círculos académicos se consideraba probable el poder encontrar una teoría de la evolución social y del darwinismo social. En esta ardua tarea se inscriben los trabajos de Herbert Spencer, quien planteaba que el cambio social constituía la necesidad de adaptarse a un nuevo entorno, como una forma de lucha por sobrevivir en un mundo donde los recursos escaseaban. Las aportaciones más tempranas tendían a identificar evolución con progreso, de forma que el desarrollo de las sociedades tenía una evolución lineal tendente a la complejidad. Con diferentes matices, en esta línea de pensamiento trabajaron hombres como Oswald Spengler, el historiador británico Arnold Toynbee y Joseph Arthur Gobineau, quien formuló un combinado de teorías racistas que influirían en la posterior formación de ideologías excluyentes y xenófobas de enorme impacto en Europa Occidental. Más recientemente, se han elaborado construcciones teóricas que hunden sus raíces en estos primeros postulados, si bien conciben una evolución multilineal en el desarrollo de las sociedades como forma de adaptación al medio. El mayor exponente de esta línea de pensamiento contemporánea lo constituye Gerhard Lenski.

Funcionalismo

El funcionalismo, como corriente de pensamiento, se inició con Comte y Durkheim, si bien el funcionalismo moderno sería influido por trabajos elaborados desde el ámbito de la antropología; tal es el caso de A. R. Radcliffe-Brown (1881-1955) y Bronislaw Malinowski. Ambos autores opinaban que era preciso estudiar una sociedad en su conjunto para poder comprender el funcionamiento de sus instituciones y el modo en el que se relacionan sus miembros. En el período de entreguerras, Talcott Parson (1902-1979), fundador de esta escuela, y Robert K. Merton (1910), que ocupó la dirección del Centro de Investigaciones de la Universidad de Columbia, sentaron las bases de la tradición más relevante que ha tenido la sociología, especialmente en los Estados Unidos de América. Ambos autores, influidos en alguna medida por ciertos elementos propios de las teorías evolutivas, entenderán que existen disfunciones del comportamiento social que son una amenaza para el orden existente. Habría, por tanto, determinados factores de la vida social que favorecerían la cohesión social o armonía, mientras que otros provocarían conflicto. Buscarían así los elementos que favorecían el orden y desorden social atribuyendo a la sociedad elementos propios del ser humano, como la voluntad o la necesidad, enfatizando cómo cada una de las instituciones de la sociedad (o cada parte) contribuye al todo.

Estructuralismo

El estructuralismo también se gesta teniendo como base la obra de Durkheim, aunque su desarrollo sería influido claramente por la lingüística. El primer trabajo inspirador de las tesis de esta corriente de pensamiento proviene del lingüista suizo Ferdinand de Saussure, cuyas tesis se incorporarían a diferentes ciencias sociales. La idea fundamental que trasmite es la de estudiar todo aquello que subyace al habla o a las palabras, es decir, la propia estructura. lingüística o las llamadas "reglas de significación". Esta corriente tuvo mayor peso en la antropología, de la mano del filósofo y antropólogo francés Lévi-Strauss (1908), que en sociología; aunque sus nociones y conceptos se han aplicado en el estudio de las ideologías, la cultura y los medios de comunicación, obteniendo grandes resultados en estos dos últimos ámbitos. Esta perspectiva teórica se fundamenta en la explicación del comportamiento de los individuos a través de determinadas fuerzas sociales según el modo en el que estén organizadas.

Interacionismo

El interaccionismo simbólico ha sido una de las corrientes que más ha competido con el funcionalismo, llegando a enfrentarse abiertamente con él. Como el estructuralismo, surge de la influencia de trabajos de carácter lingüístico, pero se desarrolla en otra dirección e influido también por la fenomenología desarrollada dentro del campo de la filosofía a comienzos del siglo XX. Los sociólogos de la fenomenología se alejaban de las concepciones totalizantes de Marx y Durkheim sobre la sociedad y el cambio, orientando sus trabajos a la forma en que los individuos perciben e interpretan subjetivamente el mundo que les rodea, un enfoque, por tanto, más cercano al de Weber y cuyo máximo representante es Edmund Husserl. En el interaccionismo simbólico, se parte de la idea de que es posible llegar a conocer cómo somos a través del modo en el que los demás nos perciben. Su mayor exponente, George Herbert Mead (1863-1931), y sus discípulos -como Erving Goffman o George Gurvitch-, sostienen que toda relación social (o interacción) es un intercambio de símbolos, como claves que advierten del comportamiento más adecuado en cada situación. Los estudios realizados desde esta perspectiva han aportado brillantes observaciones sobre la naturaleza de las acciones humanas en sociedad, es decir, en el ámbito de la microsociología. Entrelazada con las dos corrientes anteriores, encontramos la etnometodología, una nueva elaboración que parte también de postulados individualistas y que fue fundada en 1960 por Harold Garfinkel. Esta perspectiva se enfrenta a los postulados parsonianos y nace como oposición al funcionalismo, manifestando un marcado individualismo en su dimensión empírica y en la teórica. Lo más reseñable de esta corriente es la conceptualización que realizan de un nuevo nivel de análisis empírico, el que combina la cultura con la intencionalidad individual, que permite aproximarse a la comprensión del cambio social desde una perspectiva completamente novedosa, rechazando las normas colectivas y fundamentando los estudios en la experiencia y la acción de los individuos. En el interaccionismo y en la etnometodología los individuos actúan según unas expectativas subjetivas (influidas por sus experiencias personales), y no tanto por condicionamientos objetivos; es decir, que las personas se interesarían más por los fines que por los medios.

 

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