SOMOS GUARACHEROS


Daniel Santos - El Jefe, El Inquieto Anacobero

 

En 1948 se unió a la inmortal Sonora Matancera, haciéndola famosa a nivel mundial. Con La Sonora ganó mucha fama y fortuna, a la vez que exhibió una vida desordenada envuelta en placeres, licor y prostitutas.

Daniel Doroteo de los Santos Betancourt, fue considerado como uno de los grandes intérpretes de géneros tropicales como el bolero y la guaracha. Tuvo por sobrenombres artísticos El Jefe y El Inquieto Anacobero

Un día, mientras se bañaba, comenzó a cantar las únicas dos canciones que sabía de memoria: una guaracha de Rafael Hernández y "Te quiero dijiste", de María Grever. Estaba en lo más profundo de su inspiración cuando sintió que le tocaban a la puerta. Era uno de los integrantes del Trío Lírico, un conjunto musical que se dedicaba a amenizar bailes, bautizos y otras actividades.

Terminó de bañarse y se reunió con el resto de los integrantes, quienes lo invitaron a participar en una actividad varios días después. Así se hizo profesional y cobró un dólar por interpretar las melodías varias veces. Luego le aumentaron a un peso y medio para cantar los sábados en el Borinquen Social Club de Nueva York. Pasó un tiempo alternando con el Trío Lírico y el Conjunto Yumurí, hasta 1938, cuando tuvo un encuentro histórico con el insigne compositor Don Pedro Flores.

Ese año estaba trabajando en un pequeño cabaret llamado Los Chilenos, donde cantaba los fines de semana, sábados y domingo, por diez dólares y todo el vino que pudiera tomarse. Luego comenzó a cantar en el Cuban Casino, un cabaret latino ubicado en la 46 y Octava Avenida. Allí tocaba la orquesta del Maestro Augusto Cohen, y alternaba el conjunto de un gago apodado Escalera, una artista española de nombre Consuelo Moreno, y una pareja de bailarines mexicanos. Daniel Santos cantaba con las dos orquestas, fungía de maestro de ceremonias, hacía el espectáculo, y cuando faltaba algún mozo, también lo sustituía. Todas esas labores las realizaba por $17.00 semanales.

Una noche llegó al cabaret el maestro don Pedro Flores y lo escuchó interpretar varias melodías, entre ellas su bolero "Amor perdido". Al concluir, el compositor lo invitó a la mesa que compartía con otras personas y le indicó que le había gustado mucho la forma de interpretar. Entonces le pidió que fuera a Manhattan y ensayara con su grupo el Cuarteto Flores. Tras muchos regaños, finalmente logró acoplarse al grupo y empezó a hacer dúo con Chencho Moraza.

Con el Cuarteto de Pedro Flores grabó muchas de las canciones que lo harían famoso, entre ellas, "Tú serás mía", "Irresistible", "Esperanza inútil", "Perdón", "Mayoral", "Venganza", "Amor", "Olga", "Yo no sé nada", "Hay que saber perder", "La número 100", "Bella mujer", "Margie", "Prisionero del mar", "El último adiós", Borracho no vale", "Bella mujer", "Guaracha amorosa", y muchas otras. En 1941, cuando se hicieron famosas las despedidas tras estallar la Segunda Guerra Mundial, Daniel grabó el disco más popular de Don Pedro Flores, "Despedida". Más tarde habría de grabar una canción que se escucharía en todas las velloneras del continente americano: "Linda". Al año siguiente sustituyó a Miguelito Valdés en la orquesta de Xavier Cugat y poco después debió abandonar el Hotel Waldorf Astoria para cumplir el servicio militar obligatorio con el ejército norteamericano.

En 1946, cuando se encontraba en Cuba, fue presentado por el también puertorriqueño Bobby Capó al dueño de la emisora de radio RHC Cadena Azul, Amado Trinidad, que le contrató para un programa titulado Bodas de Plata Portagás; a partir de entonces su fama no hizo más que aumentar en la isla caribeña, donde ya era conocido como el Anacobero, en referencia al tema con el que solía hacer su presentación.

Tras trabajar una temporada para la Cadena Radial Suaritos, para 1948 fue contratado por Radio Progreso como vocalista del conjunto la Sonora Matancera; este feliz encuentro lanzó inesperadamente su carrera artística hacia el estrellato, de forma que se convirtieron en el grupo musical latino más famoso y escuchado de toda Hispanoamérica, con especial éxito en la República Dominicana, México, Colombia y Venezuela. A finales de 1948 interviene con la Sonora en la película El ángel caído.

Participa en febrero de 1950 en un nuevo filme con la Matancera y Rita Montaner, Ritmos del Caribe. Prosigue sus realizaciones en el microsurco con los de Matanzas. Su agitada labor musical lo lleva a grabar con el trascendente Conjunto Casino para la RCA Victor: Valor corazón, El sablazo, Luchando con ella, Almorzando y La primer mujer. Graba luego  con Los Jóvenes del Cayo, y consigue presentaciones en una emisora con el conjunto de Luis Santí. Las últimas grabaciones de esta época de Daniel Santos con la Sonora las realiza el 21 de abril de 1953: Desgracia, Amnistía y El Corneta. Con la Matancera grabó 70 páginas.

A Colombia llega por primera vez el sábado 30 de mayo de 1953. Actúa en Barranquilla, Santa Marta, Cartagena, Medellín, Cali y Bogotá. Prosigue luego sus actuaciones por Venezuela, México y Estados Unidos. Cuba es pequeña ya para los triunfos del Inquieto Anacobero. De nuevo en Colombia y ahora en Medellín, en 1955, cuando con su insólita presencia, hacía las delicias de los contertulios en un bar del trasnochador barrio de Guayaquil, recibe el otro apelativo que lo distinguiría por el resto de sus días, El Jefe.


En 1988 Daniel padeció un accidente cerebrovascular, y quedó luego con dificultad para la marcha y la memoria borrosa. Participó en el conocido acontecimiento de los 65 años de la Matancera en la ciudad de Nueva York, en 1989. El Jefe, desde 1985 vivía en una localidad del centro de la Florida, llamada Ocala, no lejos de Orlando. Ana Mercedes, su última esposa, considera que Colombia era la tierra donde mayormente se le amaba. Sostiene que aquí es un héroe nacional. La canción favorita de El Jefe era Venganza. Su última actuación en Colombia, la llevó a cabo en Cali en agosto de 1991, cuando con la Sonora Matancera y los cantantes Nelson Pinedo, Celio González, Yayo El Indio y Alberto Beltrán, cumplieron varias presentaciones públicas y privadas.

El Anacobero, como bien es sabido, mantenía su vena musical creativa siempre muy activa. Llegó a componer en 62 años unas 300 canciones. Entre sus colegas cantantes, sus favoritos fueron en su orden: Panchito Riset, Miguelito Valdés, Carlos Gardel, Benny Moré y Celio González. A sus 76 años odiaba hablar sobre su retiro artístico y aún más sobre la muerte. Pero la parca andaba rondando cerca. Por malestares de origen renal, fue recluido en el Monroe Medical Center de Ocala, Florida, en la noche del 26 de noviembre de 1992. A la una de la tarde del viernes 27, cuando reposaba en los brazos de Ana Mercedes, murió de un infarto cardíaco.