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  En 970 murió el rey de Navarra García II Sánchez y fue sucedido (como rey de Navarra y conde de Aragón) por su hijo Sancho II Garcés Abarca. En realidad García II Sánchez dejó en herencia una pequeña parte de su reino a su segundo hijo, Ramiro Garcés, que se convirtió así en rey de Viguera (en la actual provincia de Logroño). No obstante, este nuevo reino mantuvo una fuerte dependencia del reino navarro.

En Burgos murió el conde de Castilla Fernán González. Con su política había logrado la plena independencia de Castilla respecto de la monarquía leonesa. Para ello había fomentado en su condado todos los rasgos culturales que diferenciaban a sus habitantes de los leoneses hasta inspirar un fuerte sentimiento nacionalista castellano. Fue sucedido por su hijo García I Fernández.

También murió el rey de Noruega Harald Gráfell, y entonces su reino se disgregó y volvió al paganismo. La parte sur se convirtió en un protectorado danés.

El príncipe Sviatoslav de Kíev, tras haber despedazado Bulgaria, se dirigió contra el Imperio Bizantino. El emperador Juan I envió su flota al Danubio para obstaculizar la retirada rusa y después envió sus ejércitos hacia el norte anticipándose a lo que los rusos creían que iba a hacer. Los rusos libraron batalla con un arrojo extremo sin preocuparse de las bajas, tal y como era su costumbre, pero, a pesar de superar en número a los bizantinos, no pudieron contra los jinetes acorazados y finalmente Sviatoslav tuvo que rendirse, aceptar las condiciones de paz y volver a su patria. Los territorios búlgaros conquistados por los rusos fueron anexionados al Imperio y el joven zar Boris II fue obligado a abdicar. El Imperio Búlgaro cayó en la anarquía.

En 971 el trono de Escocia pasó a Kenneth II, hijo de Malcom I. El rey Edgar de Inglaterra le cedió la parte norte de Northumbria, lo que había sido antaño el reino de Bernicia y al que los escoceses llamaron Lothian. No se conocen exactamente los motivos de esta donación, pero lo cierto es que el territorio había sido un foco de problemas para los sajones en los últimos años a causa de las sublevaciones danesas. Así la frontera entre Inglaterra y Escocia pasó a ser aproximadamente la actual. Esta incorporación fue un gran cambio para Escocia, pues hasta este momento había sido completamente celta, mientras que ahora pasaba a tener un sector sajón que con el tiempo extendió su lengua y su cultura por una parte del territorio escocés. Así Escocia terminó dividida en dos regiones diferenciadas: las Tierras Altas del norte, primitivas, tribales y célticas, y las Tierras Bajas del sur, de cultura sajona. Las Tierras Bajas eran más fértiles y su población aumentó hasta convertirse en mayoritaria. El resultado fue que Escocia conservó sus sentimientos nacionalistas celtas frente a los sajones pero inmersos en una cultura que apenas difería de la sajona en lo esencial.

En los últimos años, el Imperio Bizantino había militarizado hasta tal punto Asia Menor como defensa ante los musulmanes, que los gobernadores adquirieron mucho poder y una notable independencia, casi equiparable a la situación de los nobles feudales de occidente. Uno de ellos, el general Bardas Focas, sobrino de Nicéforo Focas, se rebeló contra el emperador Juan I (también sobrino y además asesino de Nicéforo Focas). Los demás gobernadores de Asia Menor consideraron que si Bardas Focas se convertía en emperador favorecería sus intereses frente a los funcionarios de la corte que trataban de mantener la cohesión del Imperio. Sin embargo, la rebelión fue sofocada, no sin dificultad, por el general Bardas Escleros.  Focas fue desterrado a una isla del Egeo.

Juan I cambió de actitud respecto a su predecesor en lo tocante al Imperio Germánico. Reconoció el título imperial de Otón I y en 972 casó a su sobrina política Teófano (hija de Romano II y de Teófano) con Otón II. Teófano introdujo la seda entre los toscos germanos, a los que también desconcertó con su extraña costumbre de bañarse con frecuencia. Se dice que por esta época vivió en Venecia un primo de Teófano que introdujo el uso del tenedor en el mundo occidental.

Los húngaros, tras las graves derrotas que habían sufrido unos años antes, comprendieron la importancia de unirse, así que todas las tribus aceptaron la autoridad de Géza Esteban, un descendiente de Árpád, que acababa de suceder a Taksony. Géza acabó con las incursiones húngaras en los estados vecinos al promover la sedentarización de su pueblo. Estableció una alianza con Otón I por la cual consentía que los monjes germanos evangelizaran a su pueblo. Finalmente, él mismo se bautizó.

Cuando el príncipe ruso Sviatoslav estaba llegando a Kíev fue asaltado por los pechenegos y murió en combate. Teóricamente, su sucesor fue su primogénito Yaropolsk I Sviatoslavich, pero en los años siguientes sus hermanos Oleg y Vladimiro le disputaron el trono.

Tras la muerte del Papa Juan XIII fue elegido Benedicto VI.

El rey Edgar de Inglaterra no admitió ser coronado hasta que cumplió treinta años, en 973. Tal vez quiso evitar una situación similar a la que se dio en la fiesta de coronación de su hermano mayor. La suya fue todo un éxito, mejor que cualquier otra que los sajones pudieran recordar.

El Cairo se convirtió en la nueva capital del califato fatimí.

Ese mismo año murieron el duque de Sajonia, Hermann Billung, que fue sucedido por su hijo Bernardo I, el duque Burchard de Suabia, que fue sucedido por Otón, hijo del duque anterior, Ludolfo, y nieto del emperador Otón I, y también murió el emperador, que fue sucedido por su hijo Otón II. La sucesión produjo algunas convulsiones. Un patricio romano llamado Crescencio dirigió un motín que expulsó de Letrán al Papa Benedicto VI. A continuación nombró pontífice a Bonifacio VII, el cual hizo estrangular a Benedicto VI. Sin embargo, en 974 los sectores leales a Otón II hicieron huir a Bonifacio VII (que fue acogido en Constantinopla, tal vez porque se llevó consigo una parte del tesoro del Vaticano) e impusieron como Sumo Pontífice a Benedicto VII. Esto no impidió que la nobleza romana mantuviera una actitud de rebeldía frente al nuevo emperador. Siguiendo la tradición, la autoridad del Papa era prácticamente nula.

En Japón se publicó el Kagero nonikki (Diario de una efímera), atribuido a la madre del ministro Michitsuna, considerado como la culminación del género del diario íntimo.

Las relaciones entre el Califato Omeya y sus vecinos cristianos del norte fueron especialmente turbulentas en este periodo. El conde García I Fernández de Castilla concedió privilegios de nobleza a los villanos que disponían de medios para combatir como jinetes (caballeros villanos). Tras una negociación frustrada con al-Hakam II atacó sin éxito la fortaleza de Deza, lo que dio paso a una guerra abierta entre Castilla y el Califato. El año anterior el rey de Navarra Sancho II Garcés había sido derrotado en un ataque a san Esteban de Gormaz, mientras Elvira, la regente del reino de León, vio fracasar la embajada con la que solicitaba la prórroga de la tregua firmada seis años antes. En estas circunstancias, García Fernández logró que en 975 Sancho II Garcés y Ramiro III firmaran con él una coalición cristiana contra al-Hakam II. En abril la coalición asedió Gormaz, pero en junio fue liberada por Galib, el gobernador de Medinaceli. La coalición fue completamente derrotada. Galib invadió Castilla y derrotó a García Fernández.

El Papa Benedicto VII excomulgó al otro Papa (exiliado), Bonifacio VII.

Ese año murió el Califa fatimí al-Muizz y fue sucedido por al-Aziz.

También murió el rey Edgar de Inglaterra, y dejó dos hijos, Eduardo, de doce años, y Ethelred, de seis. Tenían madres distintas y Elfrida, la madre de Ethelred, quería que su hijo fuera el nuevo rey. No obstante fue elegido el primogénito, que se convirtió así en Eduardo II de Inglaterra. Esto no desalentó a Elfrida, que se puso a buscar partidarios. Los encontró entre los nobles descontentos con las reformas de Dunstan. En efecto, la política de Dunstan para integrar a los daneses había perjudicado a algunos nobles sajones, lo cual, unido a cuestiones religiosas, era suficiente para minar la autoridad del rey. Durante los años siguientes Inglaterra se vio conmocionada por enfrentamientos y tensiones entre los partidarios de Eduardo II y Dunstan frente a los partidarios de Elfrida y Ethelred.

El emperador bizantino Juan I había iniciado un año antes una exitosa campaña contra los musulmanes, ahora había llegado hasta Damasco y Nazaret y estaba cerca de Jerusalén, pero los resultados fueron escasos, porque la población era firmemente islámica, por lo que no podía conservar las conquistas. En 976 enfermó, probablemente de fiebre tifoidea, volvió a Constantinopla y allí murió.

Entonces el emperador Basilio II tenía ya dieciocho años, y su hermano Constantino VIII dieciséis. Basilio II decidió ocuparse de las tareas de gobierno, bajo la tutela del gran chambelán Basilio Lecapeno y también con el apoyo de su madre, Teófano, que regresó de su destierro. Sin embargo, el general Bardas Escleros consideró que podía sustituir a Juan I como emperador y regente de los dos hermanos, por lo que inició una rebelión en Asia Menor, tal y como había hecho Bardas Focas años antes. Sus soldados lo proclamaron emperador.

Mientras tanto los búlgaros se reorganizaron bajo la dirección de un nuevo zar llamado Samuel, que era hijo del gobernador de una de las regiones occidentales del antiguo Imperio Búlgaro donde no habían llegado ni los rusos ni los bizantinos. En los años siguientes, aprovechando que los bizantinos estaban ocupados tratando de controlar Asia Menor, fue reconquistando los territorios que habían formado parte de Bulgaria.

También murió el Califa Omeya al-Hakam II. Fue probablemente el monarca más culto de al-Ándalus. Cultivó la poesía, protegió hasta 2.000 intelectuales y su biblioteca llegó a contar con 400.000 volúmenes. Por esta época se inició la fabricación de papel en al-Ándalus, y no tardó en exportarlo a Europa. Al-Hakam fue sucedido por su hijo de once años Hisam II, bajo la regencia de su madre Subh (de origen vasco), del primer ministro al-Mushafí y de Almanzor, un protegido de la princesa Subh que en los últimos años había ascendido rápidamente.

El duque Otón de Suabia arrebató el ducado de Baviera al que ya era conocido como Enrique el Pendenciero. Por otra parte, el emperador Otón II confió la Marca del Este a Leopoldo I de Babenberg, que arrebató a los húngaros la región de Viena.

El ducado de la Baja Lorena pasó a manos de Carlos, hermano del rey Lotario de Francia.

En irlanda, el rey de Thomond, Brian Boru, derrotó a los escandinavos de Limerick y así se convirtió en rey de todo el Munster.

En 977 murió el gobernador gaznawí Alp Tigin y fue sucedido por Sebuk Tigin, quien extendió considerablemente los dominios de Alp Tigin hasta formar prácticamente un imperio turco musulmán en las regiones de la frontera indoafgana.

En 978 el rey Eduardo II de Inglaterra fue asesinado por los partidarios de su hermano Ethelred. El rey gozaba del favor del pueblo, hasta el punto de que actualmente se le recuerda como san Eduardo el Mártir. Ahora a Ethelred le correspondía legítimamente la corona, y Dunstan, como arzobispo de Canterbury, no tuvo más opción que coronarlo como Ethelred II. Sin embargo, se negó a seguir en su función de consejero del rey, así que se retiró a Canterbury. El nuevo rey no pudo obtener un asesoramiento como el que sus predecesores habían recibido de Dustan, y parece ser que fue el propio Dustan quien le impuso el sobrenombre de Ethelred the Unraedig (Ethelred el mal aconsejado, de "raed", que era "consejo" en inglés antiguo). Sin embargo, historiadores posteriores cambiaron la palabra unraedig (inexistente en inglés moderno) por unready, que suena aproximadamente igual, por lo que el rey es conocido en la historia por el inexacto nombre de Ethelred el No Preparado.

El príncipe ruso Yaropolsk Sviatoslavich fue asesinado por su hermano Vladimiro, aunque éste tuvo que luchar durante algún tiempo más hasta hacerse con el gobierno de Kíev.

También murió el duque Federico I de la Alta Lorena, que pasó a su hijo Thierry I.

El conde de Castilla García Fernández se apoderó de las fortalezas de Gormaz y Atienza. En 979 Almanzor había relegado a la princesa Subh y degollado al ministro al-Mushafí, con lo que se había convertido en el auténtico gobernante de Al-Ándalus. Controlaba el entorno del Califa Hisam II y logró inculcarle el gusto por no hacer nada. Almanzor se alió con el general Galib y logró una serie de victorias frente a los cristianos que aumentaron su popularidad.

Almanzor creó un ejército profesional formado por bereberes y mercenarios provenientes de los reinos cristianos del norte, pues no les exigía el cambio de religión para ingresar en sus filas. También contaba con mercenarios franceses e italianos. Impuso una férrea disciplina. Se dice que un jinete fue decapitado durante un desfile por desenvainar el alfanje antes de tiempo, o que un caballo que relinchara durante una parada militar recibía veinte azotes de castigo. Almanzor nunca sufrió una derrota.

En otro orden de cosas, una de las primeras acciones de Almanzor cuando tuvo todo el poder en sus manos fue quemar la biblioteca de al-Hakam, pues consideraba a la filosofía, la astronomía y las ciencias en general como sospechosas, perversas e ilícitas. También hay que decir que fue un administrador eficiente que aumentó la prosperidad de Al-Ándalus, claro que con su carácter no debió de tener muchas dificultades en garantizar que todo marchara a la perfección.

El emperador bizantino Basilio II encontró la forma de acabar con la rebelión de Bardas Escleros: negoció con el antiguo rebelde Bardas Focas y lo rehabilitó en el ejército a cambio de que derrotara a Escleros, que era precisamente quien le había derrotado a él años antes. Los dos generales se encontraron el 24 de marzo, y las fuentes cuentan que llegaron a un enfrentamiento cuerpo a cuerpo. Focas tumbó a Escleros, al que sacaron del campo de batalla medio muerto, pero logró huir a Bagdad.

Tras la muerte del conde Unifredo, los condados de Sobrarbe y Ribagorza continuaron en manos de su madre y sus hermanos.

En China, el emperador Zhao Kuangyin había unido bajo su poder todo el territorio que habían gobernado los Tang, salvo la parte ocupada por los khitán, en el noroeste, gobernados por la dinastía Liao. La unificación realizada por Zhao Kuangyin fue probablemente la menos cruenta de cuantas vivió China, pues eran muchos los sectores que coincidían en la conveniencia de reconstruir el Imperio. Zhao Kuangyin murió poco después, y fue sucedido por Taizong, quien atacó sin éxito a los khitán.

En 980 el príncipe Vladimiro Sviatoslavich era ya el gobernante indiscutido del estado ruso de Kíev.

En el reino vietnamita de Dai-Viet se instauró la dinastía de los Le.

Otón II marchó a Italia para restablecer la autoridad alemana, que era discutida por la nobleza local desde seis años atrás.

El rey de Meath, Maelsechlainn II, derrotó a Olaf Guthfrithson en Dublín y fue elegido Aird Righ de Irlanda.

En 981 Almanzor fijó su residencia en un lujoso palacio que se había construido cerca de Córdoba desde donde dirigía el Califato sin necesidad de rendir homenaje al Califa. Su alianza con Galib se había roto, y éste se pasó al bando cristiano. En julio Galib se unió a los ejércitos del conde García Fernández y del rey Sancho II Garcés, pero todos ellos fueron derrotados en Rueda por Almanzor, que en agosto devastó Castilla. El rey Sancho II Garcés se apresuró a hacer las paces con Almanzor, y le concedió la mano de su hija Abda.

El emperador Basilio II trató de frenar la expansión búlgara, pero no pudo derrotar a Samuel y tuvo que retirarse humillado.

La derrota de Rueda volvió impopular al rey Ramiro III de León (a lo que también contribuyó, al parecer, su carácter altanero) y en 982 los nobles gallegos proclamaron rey a un hijo bastardo de Ordoño III, que pasó a ser Vermudo II el Gotoso, rey de Galicia.

Mientras tanto, algunos navegantes islandeses habían llegado a la isla con relatos sobre la existencia de tierra más hacia el oeste. Un pirata islandés llamado Erik Thorvaldson, más conocido como Erik el Rojo, decidió partir en su busca. Después de navegar algo más de tresciendos kilómetros se encontró con la isla más grande del mundo, eso sí, cubierta por una enorme capa de hielo. Navegó hacia el sur siguiendo la costa, y juzgó que la parte meridional era habitable.

El duque Otón de Baviera, murió sin descendencia, de modo que Enrique el Pendenciero pudo recuperar el ducado.

El emperador Otón II fue derrotado por los sarracenos en Cabo Colonna. En 983 murió el Papa Benedicto VII y el emperador eligió en su lugar a su canciller Pietro Canepanova, que había sido antes obispo de Pavía. Así se convirtió en Juan XIV. Sin embargo Otón II murió poco después y dejó como heredero a un hijo de tres años, que se convirtió en Otón III. Como regente actuó su madre, Teófano.

También murió el soberano Buwaihí Adud al-Dawla, que gobernaba en Mesopotamia, pero ahora el territorio se fraccionó.

Vermudo II derrotó a Ramiro III en Portilla de Arenas, pero Ramiro III se hizo fuerte en León. Vermudo II pactó con Almanzor, quien en 984 le ayudó a tomar la capital a cambio de instalar contingentes militares musulmanes en territorio leonés. Ramiro III tuvo que huir a Astorga, donde murió poco después.

También murió el conde Miró de Besalú, y el condado pasó a su hermano Oliba, conde de Cerdaña.

Los vendos recuperaron algunos de los territorios que les habían arrebatado los alemanes, entre ellos la fortaleza de Brandeburgo.

El Papa Bonifacio VII regresó a Roma de su exilio en Constantinopla e hizo apresar al otro Papa, Juan XIV, que fue encerrado en el castillo de Sant'Angelo, donde murió de hambre a los pocos meses. Para ello contó de nuevo con la ayuda de Crescencio, pero éste murió ese mismo año y en 985, de forma repentina, murió también Bonifacio VII. En su lugar fue elegido Juan XV. Crescencio tenía un hijo llamado también Crescencio, que siguió la línea de su padre e hizo huir de Roma a Juan XV, que tuvo que refugiarse en Toscana. Luego lo pensó mejor y permitió que regresara a Roma, pero bajo su tutela.

El rey tolteca Topiltzin tuvo que abandonar Tollan, su capital, no se sabe muy bien por qué, pero lo más natural es que la ciudad sufriera una invasión. En efecto, poco después el culto a Quetzalcóatl fue sustituido por el culto al dios Tezcatlipoca. El caso es que un ejército tolteca se trasladó al Yucatán, donde Topiltzin instauró una férrea dictadura militar bajo la cual creció el número de los esclavos, formados por prisioneros de guerra, hombres libres condenados por robo u otros delitos y también por hijos de esclavos. Más que como mano de obra, los esclavos servían como víctimas para los sacrificios humanos.

Otón el Grance
Índice El fin de los carolingios

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