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LOS ALMORÁVIDES
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  A finales del siglo XI se empezaban a ver con claridad los cambios que la Europa medieval había comenzado a experimentar con el nuevo milenio. Occidente era más fuerte: los caballeros equipados con pesadas armaduras estaban preparados para hacer frente a cualquier enemigo; por el contrario, Oriente se debilitaba a pasos agigantados. El Imperio Bizantino había perdido el sur de Italia y Asia Menor, y ahora los bogomilos, los pechenegos y los cumanos arrasaban las otras provincias y se encontraban ya ante los muros de Constantinopla. La economía en Occidente prosperaba: las tierras se explotaban más eficientemente, la natalidad había aumentado, existía un comercio incipiente y se extendía el uso de la moneda; en cambio, el Imperio Bizantino estaba sumido en una crisis económica, el besante había sufrido varias devaluaciones y los venecianos habían aumentado su control sobre la economía, en detrimento de los comerciantes rusos. En Occidente estaba renaciendo la filosofía: los filósofos-teólogos escolásticos ya no despreciaban a los autores paganos, ni se limitaban a citarlos, sino que empezaban a aportar ideas nuevas. Aumentó el interés por la filosofía griega, y aquí fue decisiva la conquista de Toledo a los musulmanes. Desde los tiempos del Califato de Córdoba, las ciudades de Córdoba y Toledo habían sido las capitales culturales de al-Ándalus. Córdoba decayó con el fin del Califato, pero Toledo no se vio afectada. Intelectuales musulmanes, judíos y cristianos colaboraban en el rescate de la ciencia antigua en la que fue conocida como la Escuela de Traductores de Toledo. Allí llegaron no sólo las principales obras de los científicos y artistas musulmanes, sino también innumerables textos griegos perdidos en occidente, procedentes de las antiguas bibliotecas de oriente. Esta actividad tampoco se vio interrumpida cuando Alfonso VI tomó la ciudad. Por el contrario, esta conquista aceleró el flujo de copias hacia el resto de Europa. En el aspecto político, el feudalismo estaba firmemente arraigado con resultados diversos según la mayor o menor fortaleza de los gobernantes de turno. La nota más destacada era el ascenso del papado: la obra san Gregorio VII había hecho que el papado pasara de ser una institución débil e insignificante a otra capaz de plantar cara al mismísmo emperador germánico. Enrique IV creyó que había resuelto la querella de las investiduras al imponer a su Papa Clemente III, pero no contó con que los principales eclesiásticos europeos eran hombres de confianza de san Gregorio VII, que ahora no reconocían como Papa a Clemente III, sino a Urbano II, aunque estuviera exiliado en el territorio normando.

Pero el siglo que terminaba todavía iba a presenciar nuevos cambios fundamentales. Para empezar, el emperador Alejo I se las arregló hábilmente para resolver el aparente colapso al que se enfrentaba: observó que, de todos sus enemigos, los más fuertes eran los cumanos, así que en 1090 les ofreció el poco oro que le quedaba, los contrató como mercenarios al servicio del Imperio y los volvió contra los bogomilos y los pechenegos.

En el mundo islámico, la mayor potencia eran los turcos selyúcidas, que eran sunníes y tenían más empeño en combatir a los chiitas que a los cristianos. Los chiitas habían perdido ante los turcos Mesopotamia y, más recientemente, Siria y Palestina. Un líder ismailí llamado Hasan ibn al-Sabah, que había abandonado la corte del califa fatimí al-Mustansir unos años antes, tomó la fortaleza de Alamut, al sur del mar Caspio, en un valle rodeado de montañas a unos 110 kilómetros al norte de Hamadán. Allí fue conocido como el Viejo de la Montaña, y desde allí se dispuso a combatir a los sunníes. Se cuenta que hacía mascar hachís a sus adeptos y que luego les explicaba las alucinaciones que tenían como visiones del cielo, donde entrarían inmediatamente si morían cumpliendo su deber (o sea, las órdenes que recibieran). Sus seguidores fueron conocidos como los hassasiyyin (ebrios de hachís) o, lo que es lo mismo, los asesinos.

Mientras tanto, el almorávide Yúsuf ibn Tasfin volvió a al-Ándalus para seguir "ayudando" a los reinos de taifas, pero el rey de Granada, Abd Allah ibn Buluggin, decidió que estaba mejor sin ayuda, así que trató de negarle la entrada. Sin embargo, algunos sectores de su reino lo acusaron de traición, se dictó una sentencia judicial contra él y Yúsuf ibn Tasfin no dudó en aprovecharla para destronar a Abd Allah y deportarlo a Marruecos. Así, el reino de Granada (y el de Málaga, que dependía de él) pasaron a formar parte del Imperio Almorávide. Abd Allah es autor de unas memorias que constituyen una de las principales fuentes de información sobre los reinos de taifas.

A continuación, Yúsuf ibn Tasfin se dirigió contra Toledo. Alfonso VI recibió la ayuda del rey Sancho V Ramírez de Navarra (I de Aragón) y, al parecer, llegó a una alianza con el rey al-Mutamid de Sevilla. Enterado de esto, Yúsuf ibn Tasfin dejó Toledo y se volvió contra Sevilla. En 1091 la tomó, depuso a al-Mutamid y lo envió a África, en compañía del rey granadino. Luego atacó Valencia, que resistió gracias al apoyo que recibió del Cid y del rey Sancho V Ramírez de Navarra (I de Aragón).

Alfonso VI casó a su hija Urraca con Raimundo de Saint-Gillés, el hermano del conde Guillermo IV de Tolosa (razón por la que también era conocido como Raimundo de Borgoña).

Mientras tanto, los cumanos al servicio del emperador Alejo I derrotaron a los pechenegos, que desde ese momento dejaron de ser una amenaza para nadie. También desviaron a otras hordas de cumanos, que se lanzaron sobre Hungría. Por esta época, el rey Ladislao I de Hungría se acababa de anexionar Croacia (a la muerte de su cuñado, el rey Dimitar Zvonimir). Los bogomilos también fueron erradicados del Imperio, si bien continuaron expandiéndose entre los pueblos eslavos de los Balcanes.

Finalmente, el rey Guillermo II de Inglaterra invadió Normandía, y su hermano, el duque Roberto II, no tuvo mejor medio para resistir la invasión que pagarle para que se fuera. Durante los años siguientes ambos hermanos siguieron manteniendo pequeños combates.

Ese año murió el conde Dirk V de Holanda, y fue sucedido por Florencio II.

En 1092 Hasan ibn al-Sabah tenía ya dispuestos a sus asesinos. No formó con ellos un ejército, sino una especie de agentes secretos cuya misión era asesinar a gobernantes y gente importante. Pasaban desapercibidos, asestaban el golpe y luego huían si podían, y si no podían no huían, porque no les importaba morir. Esta tara los hacía extremadamente peligrosos. Sus primeras víctimas fueron nada menos que Malik Sha y su ministro Nizam al-Mulk. A la muerte del Sultan, sus hijos Barkyaruq y Muhammad y su hermano Tutus se proclamaron sultanes simultáneamente y el Imperio Selyúcida se desmoronó en una guerra civil. Tutus controlaba Siria, Muhammad Mesopotamia, pero Barkyaruq era el primogénito de Malik Sha y ello le dio los apoyos suficientes para enfrentarse a ambos. Por otra parte, el hijo de Sulaymán ibn Qutulmis regresó a Nicea y allí se hizo proclamar sultán de Rum, con lo que pasó a ser Kiliç Arslán I.

El rey Felipe I de Francia se enamoró de Bertrade de Montfort, la esposa del conde Foulques IV de Anjou. El rey estaba casado desde hacía veinte años con Berta, la madre de su hijo Luis, al que ya había coronado como rey de Francia. Sin embargo, raptó a Bertrade y pagó a algunos obispos para que, con el pretexto que fuera, anularan los dos matrimonios y le permitieran casarse. Esto le trajo inmediatamente tensiones con la Iglesia, que lo acusó de adulterio. Por otra parte, un concilio celebrado en Soissons hizo abjurar a Roscelino de su doctrina sobre la Trinidad.

Ese año murió el conde Armengol IV de Urgel, y fue sucedido por su hijo Armengol V. El difunto se había casado en segundas nupcias con la condesa Adelaida I de Forcalquier, y este condado, situado al norte de Provenza, pasó al hermanastro de Armengol V, que pasó a ser el conde Guillermo V de Forcalquier.

También murió el rey de Bohemia Vratislav II y fue sucedido (con el título de duque) por su hijo Bretislav II.

El rey Sancho V Ramírez de Navarra (I de Aragón) entabló una alianza con al rey al-Mustain de Zaragoza y con el Cid para defenderse de los almorávides. El rey Alfonso VI de León y Castilla nombró conde de Galicia a su yerno Raimundo de Borgoña.
Poco antes había realizado una campaña contra los almorávides en Granada, en la que participó también el Cid, pero fueron derrotados y el rey se enfadó una vez más con el Campeador. A raíz de ello Alfonso VI organizó una campaña contra Valencia, a la que se unieron Sancho V y al-Mutamid. Por otro lado, acudieron también las flotas de Génova y Pisa, que estaban limpiando de sarracenos el Mediterráneo occidental.

Los almorávides acudieron "en ayuda" de Valencia, y al acercarse, los atacantes huyeron. No obstante, en la ciudad se produjo una rebelión, encabezada por el cadí Ibn Yahhaf, que terminó con la muerte del rey al-Qádir. Ibn Yahhaf se hizo con el poder, aunque no adoptó el título de rey, sino que teóricamente gobernaba una asamblea de nobles con la protección de los almorávides. Su intención era independizar a Valencia tanto del Cid como de los almorávides. Éstos se apoderaron de la taifa de Denia.

Desde la muerte de Guillermo I el Conquistador, tanto los galeses, dirigidos por el rey Gruffud Ap Cynan, como los escoceses, bajo su rey Malcom III, realizaban incursiones frecuentes por Inglaterra, aprovechando que Guillermo II estaba ocupado en Normandía. En 1093 a Guillermo II se le acabó la paciencia y marchó hacia el norte. Entonces Malcom III se apresuró a jurarle fidelidad como había hecho con su padre. Sin embargo, pocos meses después Guillermo II cayó enfermo y Malcom III volvió a invadir Inglaterra. Su ejército se enfrentó al ejército normando en Alnwick, y allí murieron tanto el rey escocés como su hijo mayor, Eduardo. Su esposa, santa Margarita, murió poco después. Una parte de la corte escocesa defendía la cultura celta frente a la cultura sajona introducida por Malcom III y santa Margarita, y la muerte de los reyes permitió que triunfara esta facción nacionalista, que puso en el trono al hermano menor del monarca fallecido, Donald III Bane. Durante el reinado de Macbeth, Malcom III había vivido en Inglaterra, mientras que Donald III Bane se había refugiado en Irlanda, por lo que no había recibido ninguna influencia sajona.

La enfermedad de Guillermo II tuvo otra consecuencia: los sacerdotes le explicaron que era un castigo divino por sus acciones contra la Iglesia. No cabía duda de que estaba a punto de morir y que iría al Infierno. Guillermo II accedió a hacer cuanto fuera necesario para compensar el mal trato que había dado a la Iglesia, y lo primero que le sugirieron fue que nombrara de una vez por todas un arzobispo en Canterbury (o, más técnicamente, que autorizara a la Iglesia a nombrar uno). El nombre que se le propuso fue el de Anselmo, que tenía ya sesenta años y desde entonces fue conocido como Anselmo de Canterbury. Guillermo II aceptó, Anselmo ocupó el arzobispado y poco después el monarca se recuperó de su enfermedad.

Otro con menos luces habría concluido que, en efecto, Dios aceptaba su arrepentimiento y le perdonaba, pero Guillermo II comprendió que le habían tomado el pelo. Por ello, trató de echarse atrás exigiendo a Anselmo una enorme suma como precio de su cargo. Anselmo no sólo se negó a pagar, sino que recordó al rey que no era él quien le concedía el cargo, sino el Papa, y solicitó permiso para ir a Italia a recibir la investidura de Urbano II. Sin embargo, Guillermo II recordó a Anselmo que en esos momentos había dos Papas: Urbano II y Clemente III y arguyó que él no era quién para decidir cuál era el legítimo, así que, mientras la Iglesia dilucidaba la cuestión, Anselmo debía permanecer en Inglaterra y recibir las insignias de manos del rey. Y así fue: Anselmo ejerció de arzobispo, pero no pudo salir de Inglaterra.

Mientras tanto, el Papa Urbano II lograba que Conrado fuera coronado rey de Italia y se rebelara contra su padre, el emperador Enrique IV.

Desde los tiempos del reino franco, los nobles encargados de administrar los palacios reales eran conocidos como condes palatinos. Muchos de ellos recibían tierras como recompensa a sus servicios y ahora, Enrique II, el conde palatino de Lorena, recibió un territorio junto al curso medio del Rin, y desde entonces adoptó el título de conde palatino del Rin. En dicha región habían recibido tierras otros condes palatinos, por lo que pronto fue conocida como el Palatinado.

Desde la muerte de al-Qádir Valencia ya no era aliada del Cid, así que éste se dispuso a conquistarla. No tardó en lograr la capitulación de Ibn Yahhaf, pero entonces Ibn Wayib, un rival partidario de los almorávides, se hizo con el gobierno de la ciudad y no aceptó la capitulación, sino que llamó en su ayuda a los almorávides. El Cid sitió la ciudad y derrotó en Rayosa al ejército almorávide enviado a defenderla.

El conde Guillermo IV de Tolosa cedió su condado a su hermano Raimundo de Saint-Gilles, que pasó a ser el conde Raimundo IV de Tolosa. En realidad llevaba ya cinco años gobernando el territorio.

Ese año murió el conde Roberto I de Flandes, y fue sucedido por su hijo Roberto II.

También murió el rey Olav III de Noruega, y fue sucedido por su hijo Magnus III.

Mientras los principados rusos hacían frente a un nuevo ataque de los cumanos, murió el Gran Príncipe Vsiévolod de Kíev, y fue sucedido por Sviatpolsk, el hasta entonces príncipe de Turov. En 1094 Vladimiro Monómaco, el hijo de Vsiévolod, dejó el principado de Chernígov y ocupó el de Pereiáslav. Otras tribus cumanas atacaron Hungría.

Ese año el Papa Clemente III fue expulsado de Roma por los partidarios de Urbano II, una vez más con la decisiva ayuda de la condesa Matilde de Toscana. Bruno renunció a su cargo de consejero del Papa y se retiró a Calabria, donde fundó la cartuja Della Torre.

Los nobles pisanos consiguieron del arzobispo el reconocimiento de cónsules elegidos de entre ellos para gobernar la ciudad, si bien la nobleza mantuvo buenas relaciones con el arzobispado, que conservó una gran autoridad en la ciudad.

En Venecia fue consagrada la basílica de San Marcos.

Barkyaruq, el hijo de Malik Sha, logró finalmente dominar el centro del Imperio Selyúcida, si bien su tío Tutus y su hermano Muhammad seguían reivindicando el sultanato en el oeste y el este, respectivamente.

En El Cairo murió el Califa Fatimí al-Mustansir, y se desencadenó una guerra civil entre los partidarios respectivos de sus dos hijos, Nizar y al-Mustalí. Los asesinos de Hasan ibn al-Sabah apoyaron a Nizar, por lo que también son conocidos como nizaríes, pero finalmente fue al-Mustalí quien conservó el califato.

El rey Sancho V Ramírez de Navarra (I de Aragón) puso sitio a la ciudad de Huesca, pero murió durante el asedio alcanzado por una flecha. Su hijo mayor se convirtió en el rey Pedro I de Navarra y Aragón. Mientras tanto el Cid seguía asediando Valencia, pero con mejor fortuna, pues el hambre hizo que los valencianos repusieran en el poder a Ibn Yahhaf, quien negoció de nuevo la rendición de la ciudad. El Cid entró en Valencia el mes de junio, pocos días después de la muerte de Sancho Ramírez. Pedro I se dirigió a Burriana, donde se entrevistó con el Cid y reafirmó la alianza que éste había entablado con su padre dos años antes. Los almorávides enviaron un nuevo ejército contra Valencia, bajo el mando de Muhamman ibn Tasufin, que fue derrotado por el Cid en Cuarte. Más suerte tuvo otro ejército enviado contra el rey al-Mutawakkil de Badajoz bajo el mando de Sir ibn Abí Bakr, que pudo vengar la traición que el rey había hecho a Yúsuf ibn Tasfin al aliarse con Alfonso VI contra él seis años antes. Al Mutawakkil fue ejecutado junto con sus dos hijos. Un tercer hijo, llamado al-Mansur, logró resistir un tiempo y luego escapó a territorio castellano, donde se convirtió al cristianismo. Ahora los almorávides gobernaban toda Al-Ándalus excepto la taifa de Zaragoza y las que estaban protegidas por el Cid.

El duque Guillermo IX de Aquitania se casó con Felipa, la viuda del rey Sancho Ramírez, que era hija del conde Guillermo IV de Tolosa. Invocando el derecho de su esposa a la sucesión arrebató el condado a Raimundo IV, quien no tardó en reconquistarlo. El conde Raimundo IV se casó ese mismo año con Elvira, una hija del rey Alfonso VI de León y Castilla. Alfonso VI encomendó la comarca de Zamora al conde Raimundo de Galicia, quien se encargó de la repoblación de Salamanca, Ávila y Segovia.  En 1095 casó a Teresa, una hija bastarda, con Enrique de Borgoña, nieto del duque Roberto I de Borgoña y primo del conde de Galicia. El rey le encomendó el gobierno de la Terra Portucalense, que formaba parte del condado de Galicia. Enrique se convirtió así en conde de Portugal, vasallo de su primo Raimundo.

El Cid gobernaba Valencia con mano dura. Había conservado la asamblea de nobles que gobernaba la ciudad desde la muerte del rey al-Qádir, presidida por Ibn Yahhaf, pero un año después de haber entrado en Valencia acusó a Ibn Yahhaf de perjurio y lo hizo quemar vivo. En su lugar nombró a al-Waqasí, un poeta que había ayudado a Ibn Yahhaf en las negociaciones relativas a la capitulación de la ciudad (es autor de una elegía a la Valencia cercada), pero al-Waqasí no tardó en dimitir, tal vez porque le preocupó ver cómo también era quemado vivo el poeta Abú Yafar al-Battí, y temió que él podría ser cesado por el mismo protocolo en cualquier momento.

Diversos incidentes sirvieron de pretexto para que el Cid rompiera los acuerdos establecidos en la capitulación de Valencia. (Era costumbre frecuente entre los cristianos ofrecer ciertas garantías a los habitantes de una ciudad a cambio de su rendición para luego romper los acuerdos alcanzados. Así había sucedido, por ejemplo, en la rendición de Toledo) El Cid se apropió de la mezquita de Valencia y la convirtió en la Catedral de Santa María.

Ese año murió el conde de Cerdaña Guillermo I Ramón, que fue sucedido por su hijo Guillermo Jordán I. El conde era el tutor de Ramón Berenguer, el hijo del conde de Barcelona Ramón Berenguer II, asesinado trece años atrás por su hermano, y actual conde, Berenguer Ramón II el Fratricida. Trece años era también la edad del heredero, pues su padre fue asesinado al poco tiempo de nacer él. Ahora que se acercaba a la mayoría de edad, su madre, Mahalda, que se había casado con Aimeric I, vizconde de Narbona,
empezó a mover hilos para recordar el fratricidio de Berenguer Ramón II y reivindicar los derechos de su hijo sobre el condado.

También murió el rey de Hungría san Ladislao I. Fue sucedido por su hijo Kalmán, para lo cual tuvo que encarcelar a su hermano Almos, que no reconocía su autoridad. Los croatas, hasta entonces sometidos a Hungría, eligieron rey a Petar Svacie, que inició una lucha por la independencia de su país.

En Dinamarca murió el rey Olaf I. Durante su reinado se sucedieron varias malas cosechas que hicieron que fuera recordado como Olaf I Hunger (hambre). Fue sucedido por su hermano Erik, que salvó al país de los estragos del hambre y por ello fue conocido como Erik Ejegod (siempre bueno).

También murió Enrique II, el conde palatino del Rin, y fue sucedido por su hijo Enrique III.

Así mismo murió el príncipe Rubén I, fundador de la Pequeña Armenia, y fue sucedido por Constantino I.

El Cid Campeador
Índice La Primera Cruzada

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