L  a  G r a n  E n c i c l o p e d i a   I l u s t r a d a  d e l   P r o y e c t o  S a l ó n  H o g a r

La baja Edad Media 1100 - 1400

En esta época la vida urbana y las ciudades prácticamente desaparecieron, como consecuencia de las invasiones y la implantación del régimen feudal. Pero a partir de los siglos X y XII, la roturación de tierras, el incremento de la población y el aumento de los rendimientos agrícolas generaron un excedente tanto de mano de obra como de producción agrícola, que revirtió el desarrollo de las ciudades. Surgió así una nueva clase de comerciantes y artesanos, llamada burguesía que impulsó el intercambio entre el campo y la ciudad, permitiendo la apertura de rutas comerciales entre regiones alejadas. Estos hechos fueron decisivos para la expansión territorial de los reinos cristianos y el desarrollo del comercio marítimo.

En esta etapa de la Edad Media uno de los hechos más destacados lo constituyó el ideal religioso de defensa de los Santos Lugares (donde había vivido Cristo) conquistados por los musulmanes, lo que se vio reflejado en la realización de una de las mayores empresas de la cristiandad medieval: las cruzadas. Ellas sirvieron para aumentar los límites del poder europeo, desarrollar el comercio mediterráneo y aliviar la presión musulmana sobre el imperio bizantino.

La primera cruzada tuvo lugar en el siglo XI por autorización del Papa Urbano II y culminó con la conquista de Jerusalén por los expedicionarios. Más tarde, en los siglos XII y XIII, se llevaron a cabo nuevas cruzadas, que dieron como resultado la fundación de efímeros reinos cristianos en el cercano oriente, que terminaron en poder de los turcos otomanos.

Dentro de la expansión territorial de Europa se destaca la colonización de los alemanes en el este del continente y el avance de la reconquista en España, empresas cuyo gran sentido religioso propició el surgimiento de las órdenes de caballería.

En el siglo XII las monarquías europeas empezaron a imponer su autoridad sobre los señores feudales, para lo cual se aliaron con la burguesía de las ciudades.

Los estados instituyeron nuevas organizaciones políticas, llamadas cortes o parlamentos, que aprobaban las leyes e impuestos que debían aplicarse en todo el territorio de los respectivos reinos.

Durante el reinado de Felipe II Augusto, en Francia se desarrolló una política de centralización y expansión de la Corona hacia los ducados (estado gobernado por un duque) independientes. En Inglaterra, en tanto, se redactó la Carta Magna, primera expresión de las bases institucionales por las que el poder inglés quedó regulado y sometido a las cámaras parlamentarias.

Durante la segunda mitad del siglo XII, el emperador alemán Federico I Barbarroja impuso su poder sobre el papado de Roma; pero a finales del siglo el Papa Inocencio III logró imponer el poder de la iglesia sobre todos los reinos cristianos.

A lo largo del siglo XIV tuvo lugar una profunda crisis económica, social y espiritual, detonada por factores como el aumento demográfico, las revueltas campesinas contra los señores, la guerra de los Cien Años entre Francia e Inglaterra, la gran epidemia de la peste, y la división de la Iglesia católica conocida como Gran Cisma, cuando había simultáneamente dos o tres papas rivales.

El debilitamiento del sistema feudal y la estructura gremial repercutió en una mayor libertad comercial, que poco a poco dio paso a la conformación del sistema económico capitalista.

La caída de Constantinopla en poder de los turcos otomanos en el año 1453 significó el cierre de las actividades comerciales con el Mediterráneo oriental, por lo que la burguesía europea tuvo que buscar nuevas rutas comerciales hacia el oeste, fomentando así el desarrollo de las técnicas de navegación que posteriormente facilitarían los grandes descubrimientos geográficos.

Las cruzadas

Se denominaron cruzadas a las expediciones que emprendieron los cristianos de Europa occidental entre los siglos XI y XIII para rescatar a Jerusalén y el sepulcro de Cristo, caídos en poder de los turcos. Se les dio el nombre de cruzadas porque los hombres que tomaban parte en ellas adoptaban como señal distintiva una cruz de tela roja cosida a sus vestidos.

La causa principal de las cruzadas fue la aparición en Oriente de un pueblo musulmán llamado turcos seldyúcidas, quienes luego de destruir el imperio árabe de Bagdad atacaron el imperio bizantino y se tomaron el Asia Menor, dejando amenazada Constantinopla.

En el año 1078 se apoderaron de Jerusalén, lugar que ya se encontraba en manos de los musulmanes árabes, quienes habían respetado los lugares sagrados (como el Santo Sepulcro de Cristo) y permitido las peregrinaciones de los cristianos. Los turcos seldyúcidas o fanáticos persiguieron a los peregrinos e incluso los torturaron. Por esta razón, Tierra Santa se convirtió en un lugar vedado para los cristianos, quienes no pudieron acercarse a la tumba de Cristo.

Se realizaron ocho cruzadas, dos de las cuales fueron preparadas y dirigidas exclusivamente por señores; las otras seis se convirtieron en verdaderas expediciones reales.

El resultado de las cruzadas

• Primera cruzada: decidida en el concilio de Clermont por el Papa Urbano II, dio como resultado la conquista de Jerusalén y la creación de un reino francés en Palestina.

• Segunda cruzada: se emprendió para auxiliar a los franceses de Palestina amenazados en Jerusalén. Dio como resultado el inútil asedio de Damasco.

• Tercera cruzada: fue provocada por la toma de Jerusalén por el sultán egipcio Saladino.

• Cuarta cruzada: fue organizada por los señores franceses y venecianos, dando como resultado la toma de Constantinopla, la destrucción del imperio griego y la creación de un imperio latino que duró casi medio siglo.

• Quinta cruzada: dirigida por el señor francés Juan de Brienne y el rey de Hungría. No dio ningún resultado.

• Sexta cruzada: tuvo la particularidad de que el jefe de la expedición estaba excomulgado, y en vez de atacar a los musulmanes negoció con ellos, obteniendo que los peregrinos pudiesen visitar Jerusalén.

• Séptima cruzada: tenía por objetivo Egipto, centro de un poderoso estado musulmán, pero los cruzados fueron sorprendidos por una crecida del Nilo, diezmados por una epidemia y atacados por los musulmanes, por lo que debieron rendirse.

• Octava cruzada: también llamada cruzada de Túnez, terminó con la muerte de Luis de Francia (más tarde San Luis), víctima de la peste.

El feudalismo

En la Edad Media los poderes centrales perdieron toda autoridad y la administración burocrática (burocracia = clase social formada por los funcionarios públicos) desapareció. Así, poco a poco empezó a implantarse un nuevo orden denominado feudalismo. Este régimen era una institución antigua, y hasta el siglo XI llegó a ser el único sistema social reconocido en Occidente. Se originó en el anhelo de seguridad y se generalizó cuando muchas personas se sometieron a quien los podía proteger mejor. A estos defensores se les llamó señores, mientras que quienes se encomendaban a su protección se les denominó vasallos. Entre ambos se estableció una especie de contrato que estipulaba la protección de parte del señor, a cambio de la fidelidad y la realización de ciertas tareas por el vasallo.

El feudalismo reconocía dos valores esenciales: el hombre y la tierra; pues en países casi exclusivamente agrícolas la tierra constituía el mayor de los bienes. De hecho los propietarios, al encomendarse a un señor, solicitaban protección no solo personal sino también de sus tierras, por lo que era frecuente que donaran dichos bienes, pero conservaran su usufructo (su explotación).

El régimen feudal

El elemento principal de este régimen fue el beneficio o feudo, que, como dijimos, era la entrega de tierras por parte de los reyes y señores a cambio de la fidelidad y prestación militar y personal del vasallo. Este contrato se suscribía durante la realización de un acto de gran solemnidad, que se dividía en tres etapas:

1. Homenaje donde el vasallo se arrodillaba con la cabeza descubierta y sin armas, y colocaba sus manos juntas entre las manos del señor. Luego pronunciaba la frase: “Señor, yo seré vuestro hombre”.

2. Fe, que consistía en un juramento de fidelidad. El vasallo colocaba sus manos sobre las Sagradas Escrituras o alguna reliquia.

3. Investidura, donde el señor investía al vasallo del feudo y le entregaba algún objeto que simbolizaba la tierra, como por ejemplo una rama o un terrón.

Mediante el homenaje y la investidura quedaban establecidas obligaciones recíprocas, dentro de las cuales el vasallo debía cumplir con la de ayuda y consejo. La ayuda era el servicio militar o de hueste, donde el vasallo debía presentarse con armadura y caballo y mantenerse por sus propios medios. Como un señor feudal contaba con muchos vasallos, se aseguraba las fuerzas armadas necesarias para proteger sus bienes.

Posteriormente, el servicio militar se limitó a solo cuarenta días al año; entonces el vasallo debía prestar ayuda pecuniaria (en dinero efectivo), que podía utilizarse en distintas circunstancias, tales como para pagar el rescate del señor caído prisionero o para el matrimonio de la hija mayor.

El consejo, en tanto, comprendía principalmente servirle en los pleitos como juez.

Además de tierras, con el tiempo también fueron entregados en feudo toda clase de funciones y derechos públicos, por lo que el poder efectivo del señor feudal era bastante limitado, ya que solo ejercía autoridad sobre sus dominios y los vasallos inmediatos.

La sociedad en el feudalismo

La Edad Media fue una época donde la sociedad se caracterizó por la gran desigualdad de clases. Solamente había un grupo reducido de personas que eran libres; el resto se encontraba sometido y no podía abandonar la tierra donde había nacido, sistema que se conoció como servidumbre.

Las clases sociales eran tres: la nobleza, el clero y la población campesina. El primer grupo o nobleza lo constituía el rey, el señor y sus vasallos. Estaba constituida en su mayoría por personas de origen franco o germánico.

El segundo grupo, o clero. Además de las funciones religiosas, tuvo un papel trascendental en la sociedad y la cultura, debido a que sus miembros recibían una instrucción superior que les capacitaba para dirigir la sociedad. Un aspecto interesante de la constitución clerical del medioevo es que, si bien a menudo se conformaba con nobles, no excluía que humildes campesinos pudieran también ordenarse sacerdotes.

El tercer grupo, o población campesina, era la base de la pirámide social. Sus integrantes —salvo unos pocos que habían permanecido libres— dependían de algún señor, ya fuera por nacimiento o por herencia. El campesino o siervo no era dueño de su persona, pues formaba parte de la gleba o tierra, y no podía abandonarla sin el consentimiento del señor. Tal vez su mayor ventaja era la de no poder ser arrancado de la hacienda, pues estaba unido a ella prácticamente como arrendatario perpetuo.
 

Los campesinos libres
Dentro de la clase campesina existía un tipo de siervos que podían mudarse, contraer matrimonio y transmitir los bienes a sus hijos según su propia voluntad. Eran los denominados campesinos libres, personas que a pesar de las ventajas que tenían, de todas maneras debían respetar ciertas obligaciones, como el servicio militar, pago de impuestos en dinero o especies y el cumplimiento del signo de servicio, que consistía en cortar los prados del señor, acarrearle el vino y limpiar los fosos de su castillo. También era frecuente que no pudieran cosechar, vender o comprar sus productos sin la autorización del señor, y que se les prohibiera moler su trigo, estrujar la uva o cocer pan en un horno que no fuera del señor.

La vida urbana

Entre los siglos XIII y XIV se produjo un aumento considerable de actividad, que dio como resultado un mayor aprovechamiento de la industria y el comercio.

La industria en la Edad Media se caracterizó por las asociaciones de artesanos o gremios, a los que debían pertenecer los obreros para poder ejercer su oficio. Esta organización era además una sociedad de socorros mutuos, que protegía a los huérfanos y personas que por su edad quedaban incapacitados de trabajar.

El comercio era desempeñado por los traficantes, cuyo oficio era el más peligroso de todos, ya que con frecuencia eran víctimas de bandoleros que robaban a mano armada las mercaderías y apresaban al comerciante para cobrar por su rescate. A esto se sumaba el pago de derechos que debían pagar por sus productos durante el trayecto, los que no eran pocos si se consideraba el cobro de entrada, de salida, en cada señorío, en cada ciudad y en cada puente.

Dadas las difíciles condiciones de comunicación, era imprescindible durante la Edad Media abastecerse de productos para un largo período de tiempo. De aquí la importancia de las ferias. Estas se formaban cuando comerciantes procedentes de distintos países se reunían en fecha fija en ciertos puntos llevando gran cantidad de mercaderías, y atrayendo a miles de compradores que no solo se acercaban con el objeto de comprar sino también para divertirse con las presentaciones de acróbatas y titiriteros.

Las habitantes medievales vivían prácticamente encerrados en las ciudades, debido a que se construían entre murallas para evitar peligros de ataques. Las calles estaban mal diseñadas, porque nadie se preocupaba de su alineamiento y cada cual construía su casa como mejor le pareciera. Por lo general eran sucias, ya que la única alcantarilla o desagüe era un arroyo en medio de la calle, por donde corría la sangre de los animales que mataba el carnicero y al que se echaba todo tipo de basuras. Tampoco contaban con iluminación, y para salir de noche había que llevar una antorcha o lámpara.

Como consecuencia de la forma como se edificaban las casas —una sobre otra— y la falta de higiene, las poblaciones se encontraban siempre expuestas a los incendios y la propagación de enfermedades. Así, no era poco frecuente que cuando una vivienda se incendiaba, el fuego se extendiera por el barrio entero.

Cuando la peste o los incendios azotaban las poblaciones, las víctimas se contaban por millares. En el año 1418, entre los meses de septiembre y diciembre, una terrible epidemia se dejó caer sobre París, falleciendo más de cien mil personas. Sin embargo, a partir del siglo XIII la urbanización de las poblaciones empezó a mejorar, y en Francia Felipe Augusto hizo cercar los cementerios, empedrar las calles y edificar fuentes para distribuir el agua de manantial proveniente de colinas cercanas. Poco a poco las casas de madera fueron sustituidas por casas de piedra, con lo que también comenzó a introducirse el lujo en castillos y poblaciones.

El rol de la Iglesia

Uno de los acontecimientos más relevantes de la época medieval es la organización del Papado (gobierno de la Iglesia). En ese período los papas lograron varios cambios destacados, entre los que se cuentan la independencia de la Iglesia de la monarquía, y el intento de los papas de transformarse en autoridades políticas universales, para gobernar igual que los reyes y emperadores.

En la sociedad el clero desempeñó un papel primordial frente a la anarquía social existente, imponiendo el principio del orden, prestando ayuda a los débiles y conservando los restos de civilización.

En la Edad Media los países cristianos se encontraban divididos en diócesis, cada una de ellas dirigida por un obispo.

Los obispos, sacerdotes y párrocos vivían entre los fieles, y se les denominaba seculares o seglares porque pertenecían a la sociedad. Junto a este clero secular existía otro, cuyos miembros se sometían a un estilo de vida con estrictas reglas que limitaban toda su existencia. Eran los llamados regulares o monjes, quienes habitaban los monasterios o abadías, y cuya agrupación se conocía como orden. La de los benedictinos era la más antigua, y la regla de su fundador —San Benito— sirvió de modelo a los demás fundadores de órdenes.

Los benedictinos debían cumplir compromisos esenciales (votos), como la obediencia, la pobreza y el trabajo. Su labor intelectual fue bastante destacada, por cuanto diariamente consagraban dos horas a leer y escribir, siendo la base del saber medieval. Los franciscanos predicaron el ideal de pobreza y humildad, mientras que los dominicos se ocuparon principalmente de la enseñanza y el estudio teológico en las universidades.

manuscrito

Este manuscrito del siglo XIV conservado en la Biblioteca del Arsenal, París, muestra algunas escenas de la vida estudiantil medieval.

Todos los libros y textos que se conservan de la literatura latina proceden de los manuscritos copiados por los regulares, así como también las crónicas que nos cuentan sobre cómo era la vida en la Edad Media.

Pero el aporte de los regulares no se limitó solo al saber intelectual. Su influencia además repercutió en el desarrollo de poblaciones y en la asistencia social, ya que era la Iglesia quien se preocupaba de los pobres, enfermos, viudas e indigentes. En el siglo XII y XIII se fundaron numerosos hospitales o casas de Dios, incluso en los pueblos más pequeños.

 

La iglesia y la enseñanza

enseñanza
Durante la Edad Media la ausencia de textos escritos determinó el predominio de la enseñanza oral.

La enseñanza durante el Medioevo se dictaba en latín y era gratuita. Estaba exclusivamente en manos del clero, tanto de los sacerdotes en las parroquias como de los monjes en las abadías.

Las escuelas estaban abiertas a todo el mundo y gracias a ello fue que personas de muy baja condición económica pudieron educarse y aprender materias como gramática, retórica, teología, dialéctica, aritmética, astronomía y música.

A finales del siglo XII surgieron las universidades, como consecuencia de la evolución de las principales escuelas catedralicias. Las primeras universidades nacidas fueron las de París, Bolonia, Montpellier y Salerno, centros que desde su origen se especializaron en una determinada materia. París en teología, Bolonia en derecho y las dos últimas en medicina.

La caballería

caballero

Indumentaria utilizada por un caballero en un torneo. La armadura era de uso exclusivo de los caballeros.

ceremonia

En la ceremonia de entrega de armas el caballero debía permanecer arrodillado o de pie con las manos unidas mientras era investido.

Sin duda uno de los personajes que más nos recuerdan la Edad Media son los caballeros. Esta condición nació hacia el siglo XII, cuando la Iglesia intervino tratando de moderar el salvajismo de los señores, lo que dio origen a la ceremonia de entrega de armas que investían al joven como caballero, con el carácter moral y religioso que le faltaba.

El futuro caballero debía realizar una serie de rituales previos, como el ayuno, oración en la iglesia durante una noche, la ceremonia de vigilia de armas, la confesión y la comunión.

Durante su permanencia en la iglesia se le hablaba sobre los deberes (honradez y protección) que debía cumplir, y las distintas piezas de su armadura se colocaban sobre el altar, donde eran bendecidas. Posteriormente, antes de colocarse la armadura, el futuro caballero juraba delante de su padrino cumplir los deberes que el sacerdote había enunciado. El padrino tocaba el hombro de su ahijado con su espada diciéndole: “En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, te armo caballero”. La caballería desarrolló el sentimiento del honor y creó, con el respeto y el culto a la mujer, lo que se denominó cortesía, que sin embargo llegó a ser un privilegio de ciertas personas escogidas.

Entre los caballeros famosos destacó Ricardo Corazón de León, quien para vengar la derrota y matanza de una parte de sus tropas, hizo sacar los ojos a quince caballeros franceses y los envió donde Felipe Augusto con otro a quien había dejado tuerto.

 

 

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