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Mehmet Alí

(Mehmed Alí o Mohammed Alí) Gobernador otomano de Egipto que fundó la dinastía reinante en el país hasta 1952 (Cavalla, Macedonia, 1769 - Alejandría, Egipto, 1849). Este militar turco de origen albanés llegó a Egipto en 1798, mandando las fuerzas enviadas para combatir contra la invasión francesa dirigida por Napoleón.

Tras imponerse en la batalla de Abukir (1799), aprovechó la debilidad del poder central en el Imperio Otomano para apoderarse del territorio egipcio e instalar en él un gobierno personal que el sultán no tuvo más remedio que reconocer, nombrándole pachá (virrey o gobernador) en 1805. En 1811 completó su control del poder exterminando a los mamelucos, casta dominante del país hasta la llegada de Napoleón.

Su labor de gobierno se orientó a la modernización de Egipto: construyó carreteras y canales, introdujo nuevos cultivos, reformó el ejército, envió estudiantes egipcios a las universidades occidentales y trajo al país técnicos extranjeros, fomentando con todo ello una notable prosperidad económica.

La fortaleza de su poder le permitió sostener una política expansionista: lanzó primero una campaña contra la secta wahabita de Arabia, que le llevó a conquistar el Hedjaz, con las ciudades santas de La Meca y Medina (1813-18); luego buscó la expansión natural de Egipto hacia el alto Nilo, conquistando Sudán (1820-30) y fundando allí Jartum (1823).

En 1822-27 combatió al servicio del Imperio Otomano contra los independentistas griegos, pero la presión internacional le obligó a abandonar sus conquistas en Creta y Morea; al negarle el sultán compensaciones territoriales, Mehmet Alí se apoderó por la fuerza de Siria y Palestina. Sólo la intervención diplomática occidental impidió que dirigiera sus fuerzas contra la capital del Imperio, contentándose con la anexión de Creta y el nombramiento de su hijo, Ibrahim Pachá, como gobernador de Siria, Palestina, Cilicia y el Hedjaz (1833).

Todas estas conquistas las perdería en los años siguientes, como consecuencia de la revuelta de Siria y Arabia contra su poder y la retirada del apoyo anglo-francés (1838-41). Mehmet Alí tuvo que contentarse con el reconocimiento de un poder hereditario sobre Egipto y Sudán (independientes de hecho del sultán), prolongándose la monarquía que instauró hasta el derrocamiento de Faruk I.

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