Los Documentos de Puerto Rico en  P r o y e c t o   S a l ó n   H o g a r

 

La Guerra Hispanoamericana en Puerto Rico

Por: Héctor Andrés Negroni

Adaptado de su libro, Historia Militar de Puerto Rico,

Ediciones Siruela, Madrid, España, 1992.



INTRODUCCION

(Las notas bibligráficas en el texto siguen el siguiente formato: el primer número corresponde al número del libro en la bibliografa, el segundo número (romano) indica el volumen, mientras que el último número corresponde a la(s) página(s) donde se encuetra la materia)

    "Esta breve campaña de 1898, de diecinueve días, fue un modelo de guerra culta, moderna y humanitaria.

    La invasión de Miles revistió todos los caracteres de un paseo triunfal debido a su política de guerra sabia y humanitaria; se respetaron las costumbres, leyes y religión de los nativos; no se utilizó el abusivo sistema de requisas, sino que todo era pagado, incluso el terreno donde levantaban sus tiendas, a precio de oro. Su proclama, sabiamente urdida y hábilmente circulada, despertó en el país anhelos de libertad y progreso, que encendieron los corazones de los más tímidos campesinos. Lugo Viñas, Carbonell, Mateo Fajardo, Nadal, Luzinaris y otros pocos penetraban a un tiempo mismo en los pueblos y en el corazón de sus habitantes como precursores de un ejército que batía marcha de honor ante las damas, besaba y repartía candies a los niños. Soldados que se batían y hacían jornadas de 30 millas bajo un sol de fuego del mes de julio, y luego en Hormigueros, de rodillas ante el padre Antonio, rezaban a la misma Virgen de la Monserrate, tan venerada por todo el oeste de la Isla.

    Esta política de la guerra, esta cultura militar, el hombre detrás del cañon "the man behind the gun" y los numerosos sacos de oro acuñado que trajeron Miles, Brooke y Wilson, allanaron el camino, limpiándolo de obsátculos.

    El Capitn Vernon, poniendo flores en Yauco sobre la tumba de un soldado español muerto en el combate de Guánica, recordaba hazañas quijotescas de la andante caballería, muy del gusto de los puertorriqueños, descendientes de aquellos caballeros andantes de Indias. Los hechos enumerados fueron factores que contribuyeron a inclinar la balanza del lado de Washington."

    Angel Rivero Méndez

    Crónica de la Guerra Hispano Americana, p. VII


I. ANTECEDENTES Y CAUSAS

A. Relaciones con EEUU

Las primeras relaciones entre las crecientes colonias inglesas de Norteamérica y los puertorriqueños son de índole comercial. Debido a la asfixiante política mercantilista española, estas relaciones comerciales eran necesariamente ilícitas. Así se desarrolló una floreciente y lucrativa práctica contrabandista entre los marinos norteamericanos y los puertorriqueños. El gobierno español trató de poner coto a estas prácticas estableciendo un vigoroso programa de corsarios criollos a principios del sigloXVIII y como consecuencia de la actividad corsaria se desarrolló una fuerte rivalidad entre los gobiernos de España e Inglaterra. La buena fortuna de los corsarios criollos es motivo de numerosas protestas británicas. Tal parece que los corsarios se sobrepasaban un poco con su patente de corso para extender su radio de operaciones, no sólo contra el contrabando, sino contra toda nave de matrícula inglesa que tenía la mala suerte de ser avistada por nuestros corsarios. El gobierno español se hace de la vista larga y hasta intenta excusar la actividad corsaria bajo el pretexto de que las embarcaciones inglesas de las colonias norteamericanas están llevando a cabo operaciones clandestinas y que de otra manera escaparían la captura. Pronto San Juan es calificado comoun nido de piratas por el gobierno inglés (6:368).

La guerra por la independencia de las colonias inglesas de Norteamérica da a nuestros corsarios mayor motivo para hostigar al comercio inglés ya que la política y la simpatía españolas se inclinan hacia los rebeldes norteamericanos. En uno de los episodios de esta guerra por la independencia, los puertorriqueños demostraron de modo fehaciente esta simpatía.

El 17 de agosto de 1777, la goleta Eandawock y la balandra Henry, ambas de matrícula norteamericana y armadas en corso por el nuevo gobierno de EEUU, entraron en la ensenada del puerto de Mayagüez para evadir la persecución de la fragata de guerra inglesa Glasgow. Los ingleses protestaron el asilo brindado a las naves rebeldes alegándose una violación de neutralidad. Las autoridades de Mayagüez respondieron a esta acusación enarbolando la bandera española en los buques norteamericanos evitando así la captura de éstos.

Terminadas las hostilidades de la guerra de independencia se desarrolló un fuerte tráfico martíimo entre los EE.UU. y Puerto Rico. Este comercio beneficiaba mucho a Puerto Rico en perjuicio del comercio español, ya que los norteamericanos vendían sus mercancías a un precio más bajo que el cotizado por España. No tardó el gobierno español en poner fin a este lucrativo comercio por medio de legislación monopolística. La restricción española indignó fuertemente a la naciente república de EEUU y pronto se escucharon manifestaciones anexionistas en EEUU. En el 1783, el Ministro norteamericano John Adams propugnaba la idea de anexión política de las islas de Puerto Rico y Cuba, cuyas primeras relaciones con EEUU había determinado el interés económico (2:I:169). Cuatro años más tarde, Tomás Jefferson también se expresaba en iguales términos. Sin embargo, las manifestaciones jeffersonianas de expansionismo no se limitaban a Cuba y a Puerto Rico si no que profesaban un deseo de incluir a todo el hemisferio bajo la éjida de la nueva República (2:I:170).

Las nubes de guerra angloespañola que se perfilaban en el horizonte a fines del siglo XVIII fueron responsables por un cambio de política española respecto a los EE.UU. Reconociendo el valor de una alianza hispanoamericana, el gobierno español entabló gestiones diplomáticas con EE.UU. que culminan con la firma de un tratado de amistad, límites y navegación el 21 de octubre de 1795. El artículo XIX de este tratado permita el establecimiento recíproco de cónsules pero no será hasta 1815 que se llevará a cabo este intercambio (3:115-116). No obstante, este tratado normalizó las relaciones comerciales entre Puerto Rico y EE.UU. Pronto se comenzaron a recibir en la Isla grandes cargamentos de productos norteamericanos. Los víveres recibidos en Puerto Rico a raíz de este tratado hispanoamericano fueron muy útiles para ayudar a repeler el ataque inglés a Puerto Rico en 1797. Otro de los resultados de este tratado fue que los de EE.UU. pusieron a un lado sus pensamientos anexionistas, satisfechos en las jugosas ganancias del fuerte trfico comercial. Tan satisfechos estaban los de EE.UU. que hicieron caso omiso de una seria propuesta por parte del Precursor, Antonio de Miranda, bajo la cual los EE.UU. recibirían la isla de Puerto Rico a cambio de ayuda a los movimientos libertarios en las colonias españolas de América (2:I:56).

El tráfico comercial aumentó considerablemente a principios del siglo XIX. Según Lidio Cruz Monclova, entre el 19 de noviembre de 1796 y el 18 de julio de 1801 se admitieron en San Juan 15 buques mercantes de EE.UU. Sin embargo, durante los próximos tres meses entraron en el puerto de San Juan 14 buques mercantes de EE.UU. (2:I:12).

A pesar del temor español sobre la penetración económica de EE.UU. en Puerto Rico, España no tenía más remedio que aceptarlo ya que la situación europea no le permitía abastecer sus propias colonias y el comercio norteamericano llenaba muy bien esta necesidad imperante. Luego de normalizarse un poco la precaria situación española fue muy difcil excluir el muy entrenchado comercio norteamericano que, de necesidad se había convertido en hábito. Obedeciendo a estas nuevas exigencias, España expidió en el 1815 una Cédula de Gracia, de gran impacto para la vida comercial puertorriqueña. El 27 de noviembre de 1815 se expidieron credenciales acreditando por primera vez un cónsul de EE.UU. en Puerto Rico (3:116).

Las maquinaciones polticas del monarca español Fernando VIII volvieron a despertar los pensamientos anexionistas de EE.UU. Temerososde que España pudiera utilizar a Puerto Rico como prenda de intercambio, el gobierno de EE.UU., a través de su Secretario de Estado John Quincy Adams, comunicó al gobierno español el 28 de abril de 1823 que los EE.UU. no contemplaran con gusto que Cuba o Puerto Rico pasaran a la posesión de ninguna otra potencia (2:I:170). Esta misma advertencia fue repetida por Henry Clay en 1825 en su capacidad como Secretario de Estado (2:I:207). Un año más tarde, durante el Congreso de Panamá convocado por Bolívar, los representantes de EE.UU. se opusieron a cualquier acción para alterar el destino político de Puerto Rico o de Cuba (2:I:185). Todo parece indicar que los EE.UU. no querían compartir Puerto Rico con sus hermanas repúblicas. Los temores de EEUU estaban bien fundados pues la poltica de EE.UU. prefería ver a PuertoRico bajo un gobierno centralista español a la incertidumbre de gobierno que prevalecía en las repúblicas hispanoamericanas. Por lo menos, bajo España los norteamericanos estaban relativamente seguros de que Puerto Rico no pasaría a manos de otra potencia. Además, los EEUU se sentían muy satisfechos con el ascendente ritmo comercial que mantenían con la Isla. Ya para el 1832, Puerto Rico compraba la mayor parte de sus mercancías a EE.UU., convirtiendo así a esta nación en el mercado más importante de Puerto Rico (2:I:200).

El aumento comercial trajo consigo un mayor intercambio entre Puerto Rico y los EE.UU. Para el 1825, más de 200 jóvenes puertorriqueños estudiaban en universidades norteamericanas (2:I:203). La penetración comercial llegó a su punto más alto a mediados del siglo XIX y para el 1851 el 42% de las exportaciones insulares iban a puertos de EE.UU. mientras que solamente el 6.75% se llevaba a cabo con España (2:I:315).

Para mediados de siglo XIX volvieron a manifestarse una vez más las miras expansionistas de EE.UU. En su discurso inaugural de 1845, el Presidente Polk declaró que la adquisición de posesiones fuera de EE.UU. podía ser de vital interés para el país (2:I:333). Cinco años más tarde ocurrió un incidente que por poco causa el rompimiento de hostilidades hispanoamericanas.

En abril de 1850 eran encarcelados en Mayagüez varios miembros dela tripulación de una goleta norteamericana, la North Carolina. Según se supo, esta goleta había naufragado en aguas de Puerto Rico y por lo tanto el proceder de las autoridades de la Isla causó mucha inquietud y tirantez en las relaciones entre España y EE.UU. (2:I:334).

La prensa norteamericana comenzó también una campaña antiespañola echando más fuego a la discordia y las diferencias hispanoamericanas. Numerosas declaraciones de funcionarios públicos impedían que se mejoraran las relaciones. Entre estas declaraciones se destaca la conocida como el Manifiesto Ostend, en el cual se declaraba abiertamente que España no debía mantener colonias en el Nuevo Mundo porque era incapaz de gobernarlas. Esta declaración de 1854 añadía que los EE.UU. estaban dispuestos a comprar las colonias de España y que si se rehusaba la oferta los EE.UU. estaban en pleno derecho de quitrselas a España. El Gobernador de Kansas llegó al punto de exhortar al Presidente Pierce a que anexionara a Cuba y a Puerto Rico (2:I:352).

Estas y otras declaraciones tuvieron eco en el seno del propio Congreso de la nación y entre 1859 y 1861 se hicieron múltiples comentarios respecto a la anexión de Puerto Rico bajo la doctrina del Destino Manifiesto (2:I:510-512). La cruel Guerra Civil en EE.UU. interrumpió cualquier seria consideración sobre el particular.

Terminada la Guerra Civil, EE.UU. volvió a dar señales de anexionismo. En julio de 1869, los EE.UU. ofrecieron comprar las islas de Puerto Rico y Cuba por la cantidad de 150 millones de dólares. Ante la negativa española, las autoridades norteamericanas desataron una fuerte campaña difamatoria en la prensa. Esta campaña recibía brisas alentadoras de los propagandistas cubanos en Nueva York, quienes deleitaban a los periodistas con exageradas historias de la crueldad española en Cuba.

El estallido de revolución en Cuba en 1868 proporcionó a EE.UU. una oportunidad de demostrar su antipatía por España. Se suscitaron sendos debates en el Congreso para reconocer la beligerancia cubana que afortunadamente fueron derrotados.

La situación llegó a su punto más estrecho con el episodio del Virginius. A fines de octubre de 1873, las autoridades españolas interceptaron un vapor de matrícula y bandera de EE.UU., el Virginius, que se dedicaba a llevar armas para los insurgentes cubanos. Luego de celebrarle a la tripulación un juicio sumario, las autoridades españolas decretaron y llevaron a cabo el fusilamiento de 53 miembros de esta tripulación, incluyendo a 8 norteamericanos. Los EE.UU. protestaron enérgicamente esta violación de la libertad de los mares, y a no ser porque España pagó una indemnización por los hechos, seguramente esto hubiera sido razón para una declaración de guerra. El 29 de noviembre de1874 se firmó un Protocolo de Amistad entre España y EE.UU. que puso punto final, por lo pronto, a las diferencias hispanoamericanas (2:II:349-354). La Paz del Zanjón en 1878 puso fin a la revolución cubana eliminándose asi una de las causas irritantes de las relaciones entre España y EE.UU.

El comienzo en 1879 de la llamada Guerra Chiquita en Cuba reanudó el interés de EEUU por las colonias españolas del Caribe pero la corta duración de este conflicto pronto convenció a los EE.UU. de que España era el amo en Cuba.

El interés expansionista de EE.UU. en el Caribe salió a relucir una vez más en la última década del siglo XIX. En el 1891, el Secretario de Estado de EE.UU. James G. Blaine, declaró que EE.UU. debía anexionarse las islas de Cuba y Puerto Rico (2:VI:223). Hasta el rompimiento formal de hostilidades de la Guerra Hispanoamericana, la prensa de EE.UU. continuó sus ataques antiespañoles y declaraciones como éstas eran ya comunes y parte integrante de cualquier artículo sobre España.

Podemos afirmar que la política norteamericana en el Caribe estaba guiada por la anexión de Puerto Rico y Cuba a los EE.UU. y que la ineptitud española no dejaba duda de que los objetivos de EEUUserían alcanzados.

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B. Causas directas de la guerra

Como hemos visto en el apartado dedicado a las relaciones con EE.UU., la penetración comercial e interés general norteamericano en el area del Caribe no dejaba duda de que uno de los puntales de la política exterior de EE.UU. consistía en convertir el Mar Caribe en un mare clasum. Por lo tanto resulta un poco difícil encontrar las causas directas de la Guerra Hispanoamericana.

Tal vez, para encontrar las raíces de esta guerra hay que remontarse a la Guerra Cubana de los Diez Años, o Grito de Yara (1868-1878). Este conflicto proporciona la excusa de mayor intervención, tomando como pretexto las aspiraciones independentistas cubanas unidas al cruel trato que recibía Cuba de España. No es nuestro propósito despreciar el sano intento de EE.UU. en ayudar a la causa cubana pero no podemos pasar por alto que las miras expansionistas de EE.UU. encontraron en el Grito de Yara un eje para unificar la opinión pública norteamericana con la política expansionista. Como sabemos, los revolucionarios cubanos contaron con el apoyo moral y material de EE.UU. Además, los propagandistas cubanos encontraban completa libertad en el seno de EE.UU. proporcionando al mismo tiempo la munición al periodismo para mantener latente el problema cubano. El incidente del Virginius por poco prende la mecha a la hostilidad abierta.

La Paz del Zanjón puso un fin temporero a las actividades revolucionarias cubanas. Los exiliados cubanos en Nueva York, Filadelfia, y Tampa no cesaron en su intento y lograron mantener prendida la llama del sentimiento antiespañol.

La Guerra de los Diez Años recibió titulares de primera plana en los periódicos de EE.UU. En el 1869 los EE.UU. trataron de poner fin al conflicto ofreciendo sus buenos oficios para mediar en la pugna con una propuesta de independencia para Cuba. Naturalmente, la oferta norteamericana fue rechazada, lo cual aumentó en EE.UU. el sentimiento antiespañol. Se consideró en EE.UU. el reconocimiento beligerante de los cubanos pero pronto se tuvo que desistir de este empeño a causa de la imperante opinión mundial. De todas maneras, no es un secreto histórico que el gobierno de EE.UU. se mantuvo en abierta simpatía con los revolucionarios cubanos, y tenemos por lo menos dos instancias en que el propio Presidente Grant expresó mensajes de simpatía, apoyo y adhesión a la causa cubana en abierta violación de neutralidad.

Hay que reconocer que las actividades españolas en Cuba estaban afectadas por el desorden político que existía en la Madre Patria. Las guerras carlistas, los golpes militares, los pronunciamientos, y la división interna de España obstaculizaban cualquier intento de reconciliar a los revolucionarios cubanos con la metrópoli. Una vez se disipó un poco la crítica situación doméstica española, el Rey Alfonso XII nombró al General Martínez Campos como Capitán General de la isla de Cuba. Este hábil gobernante se ganó el apoyo de los españoles y presentó un frente unido en Cuba que pronto logró ganar la simpatía de la mayoría de los cubanos. Por medio de las gestiones de Martínez Campos se logró firmar la paz del Zanjón en 1878. Martínez Campos instituyó ciertas reformas en Cuba que calmaron un poco el ánimo de los revolucionarios. Sin embargo, no pudo convencerlos a todos pues un pequeño grupo de revolucionarios continuó la lucha por la independencia en lo que se conoce como la Guerra Chiquita.

Los propagandistas cubanos en EE.UU. continuaron su agitación, viendo sus empeños coronados con el estallido de un nuevo movimiento revolucionario en Cuba. En el 1894 estalló el Grito de Baire. Esta vez la respuesta española fue fulminante, despachando 100.000 tropas hacia Cuba para aplastar la insurrección. Martínez Campos no pudo contener el empuje y se vio reemplazado por un nuevo y represivo Capitán General, el General Valeriano Weyler. La política de acercamiento de Martínez Campos no había dado el resultado esperado y los gobernantes españoles optaron por un viraje de 180 grados. El sistema represivo de Weyler sólo sirvio para solidificar a los cubanos y dio excusas al mismo tiempo para que los EE.UU. participaran más activamente en ayudar almovimiento revolucionario.

El Presidente de EE.UU. Cleveland ofreció arbitrar en el conflicto pero fue rechazado por España. El nuevo Presidente McKinley se dedicó a una política de apoyo más abierta y en 1897 reconoció la beligerancia de los revolucionarios cubanos. Con tal acción, la revolución cubana perdió el carácter doméstico para convertirse en un conflicto legal internacional. De reconocimiento de beligerancia a participación activa había poca distancia.

Una vez más la disención interna española vino a obstaculizar el conflicto cubano. El Primer Ministro español muere a manos de un asesino anarquista y sube al poder Sagasta, quien se encontró con un problema de gran magnitud pues el Presidente McKinley le había enviado al gobierno español una nota diplomática. En esta nota con carácter de ultimátum se le daba a España hasta octubre de 1897 para resolver el problema cubano. La respuesta española dejó entrever la ineptitud del agobiado gobierno de Sagasta pues, en vez de protestar enérgicamente contra este insulto internacional, prometía dar amnistía a los revolucionarios cubanos. El titubeo español aumentó el espíritu intervencionista en EE.UU. pues demostraba la debilidad de España.

El 27 de noviembre de 1897 se publicó en Cuba una Carta Autonómica, pero el envalentonado McKinley declaró que EE.UU. no se consideraba satisfecho con esta acción añadiendo que su nación consideraría seriamente intervenir en Cuba si el conflicto no era resuelto con brevedad. Para subrayar más su intención de intervenir, McKinley ordenó el envío del crucero Maine a la capital cubana bajo el pretexto de proteger la vida y la hacienda de sus ciudadanos. El 15 de febrero de 1898 este barco fue sacudido por una explosión de origen inexacto que causó la muerte de 260 marinos norteamericanos. A pesar de que la comisión investigadora no pudo establecer la causa del hundimiento del Maine, los EE.UU. enviaron una nueva nota a España el 20 de abril, en la cual, otra vez en forma de ultimátum, le daban a los españoles un plazo de tres días para evacuar la isla. Este ultimátum representaba una declaración de guerra y como tal fue interpretado por España. Los españoles, heridos en su honor, contestaron que un estado de guerra existía entre los EE.UU. y España a partir del 24 de abril de 1898. El 25 de abril los EE.UU.hicieron la declaración formal de guerra. Lo que no pudo hacer el asesinato de la tripulación del Virginius fue hecho por una explosión de origen dudosa. España se encontró ante una guerra que no deseaba y que no tenía la capacidad de proseguir.

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II. CAMPAÑA PUERTORRIQUEÑA

A. Operaciones preliminares

Al recibir el gobierno español la nota ultimátum del gobierno de EE.UU. el 20 de abril, el Ministro de Ultramar de España notificó a las autoridades de Puerto Rico su contenido. El Gobernador y Capitán General de Puerto Rico, General Manuel Macías Casado, expidió un decreto con fecha del 21 de abril por medio del cual quedaban suspendidas en Puerto Rico las garantías individuales de la Carta Autonómica (2:VI:225). El próximo día, las autoridades de Puerto Rico reconocieron la gravedad de la situación y el Capitán General expidió otra orden, fechada el 21de abril, en la cual declaraba que Puerto Rico se encontraba en un estado de guerra (2:VI:225). Comenzó entonces por toda la isla una actividad febril conducente a la preparación de todo lo necesario para defender la soberanía española en Puerto Rico contra la agresión norteamericana que se esperaba.

La Guerra Hispanoamericana no tardó en llegar a nuestras costas. Poco después de la declaración formal de guerra, los EE.UU. comenzaron un bloqueo de vigilancia frente al puerto de San Juan pues se esperaba que la flota de Cervera hiciera escala en Puerto Rico. El 10 de mayo de 1898, el Capitán Angel Rivero Méndez, Comandante del Castillo de San Cristóbal, observó en la distancia un buque de guerra norteamericano que mantenía vigilancia sobre el puerto. Este buque era el llamado buque fantasma, el crucero auxiliar Yale, que junto a los cruceros auxiliares St. Paul y St. Louis llevaba a cabo labores de reconocimiento y vigilancia. El crucero Yale se acercó a tiro de las baterías de San Cristóbal y el Capitán Rivero le hizo un disparo de cañón como a las doce del mediodía obligándolo a retirarse fuera del alcance de las baterías.

Dos días más tarde, el 12 de mayo, a eso de las cinco de la mañana, el vecindario de la capital despertó sobresaltado al oírse descargas procedentes del mar. Aparentemente, el Yale había interpretado el disparo del 10 de mayo como señal de que la escuadra de Cervera se encontraba en la Bahía de San Juan y había dado parte al Almirante Sampson. El Almirante Sampson tenía órdenes de encontrar y dar batalla a la flota española y se dirigió a todo vapor hacia Puerto Rico.

El bombardeo naval de San Juan por la escuadra del Almirante Sampson tiene la importancia de ser el primer ataque serio a una plaza por buques modernos con armamentos modernos (8:vi). Este ataque ha creado un número de polémicas históricas, pues los historiadores ofrecen diferentes razones por el bombardeo de San Juan. Por un lado se alega que Sampson no tenía órdenes de bombardear San Juan (8:68). Por otro lado se dice que el objetivo de Sampson era la eventual captura de la Plaza Fuerte de San Juan a fin de ganar prestigio para la flota y la armada de EE.UU. Otro grupo mantiene que el propósito principal del ataque era probar las defensas de San Juan pues se contemplaba un ataque frontal contra la propia Capital y era necesario cerciorarse de su capacidad defensiva. Un cuarto grupo alega que el bombardeo fue sólo una práctica de tiro (4:103).

Si el propósito de Sampson era la captura de San Juan, no tiene explicación su errático fuego. De los alegados 1,362 disparos por los buques de Sampson muy pocos dieron en el blanco y, según testigos oculares, la mayor parte de ellos pasaron sobre la ciudad y fueron a caer en la bahía. Debido a esto se puede pensar que el principal objetivo de Sampson era el bombardeo de la escuadra de Cervera, alegadamenteanclada en la bahía. Si creemos que Sampson pensaba que la flota de Cervera se encontraba en la Bahía, podemos tener fuertes dudas sobre todo el servicio de inteligencia de Sampson. Nos inclinamos a pensar que el propósito de este bombardeo era probar las defensas de la Capital. Creemos también que la acusación de que el bombardeo era una práctica de tiro no tiene fundamento y está fuera de la conducta observada durante la Guerra Hispanoamericana.

El Capitán Rivero Méndez hizo un estudio exhaustivo del bombardeode San Juan por la escuadra de Sampson y gracias a él podemos dar la composición, armamento y fuegos de esta flota.

Acorazado Indiana con 42 cañones (187 disparos)
Acorazado Iowa con 38 cañones (138 disparos)
Crucero New York con 30 cañones (315 disparos)
Monitor Amphitritecon 10 cañones ( 99 disparos)
Monitor Terror con 10 cañones (155 disparos)
Crucero Montgomery con 17 cañones (150 disparos)
Crucero Detroit con 17 cañones (318 disparos)

Como podemos ver, la flota de Sampson era formidable; contaba con una artillería de 164 cañones que hicieron un total de 1,362 disparos contra San Juan (8:104-105).

Los españoles, por otra parte, utilizaron 28 cañones de su artillería para responder al fuego y según Rivero hicieron 441 disparos (8:105).

El intercambio de artillería no causó ni las bajas ni los daños que se esperaban. La flota de Sampson tuvo un muerto y siete heridos mientras que las fuerzas de Puerto Rico tuvieron 6 muertos y 50 heridos (8:104 y 108). Miller alega que las bajas españolas ascendieron a un centenar entre muertos y heridos (5:386).

Luego de esta acción, Puerto Rico se vio libre de episodios bélicos por más de un mes. El 22 de junio tuvo lugar la tercera operación preliminar de la Guerra Hispanoamericana en Puerto Rico.

El Almirante Sampson había dejado al crucero St. Paul en posición de mantener un bloqueo de vigilancia sobre el puerto de San Juan. Las autoridades españolas decidieron poner fin a este molesto bloqueo y prepararon planes para destruir el crucero St. Paul. Para tal empresa, la marina española en Puerto Rico contaba con cuatro barcos de guerra:

Crucero Concha con 3 cañones de 12 cm
Cañonero Ponce de León con 4 cañones de 6" y de 1"
Crucero Isabel II con 4 cañones de 12 cm
Destructor Terror con 2 tubos lanzatorpedos

Para trabar combate con el crucero St. Paul se seleccionó al destructor Terror. Antes de despachar al Terror se dispuso que el crucero Isabel II sería utilizado como carnada para distraer al St. Paul en lo que el Terror se ponía en posición de soltar sus torpedos. Todo marchó de acuerdo a los planes hasta que el St. Paul, haciendo caso omiso del Isabel II, soltó una andanada que dio blanco en el Terror poniéndolo fuera de combate. El Isabel II tuvo que remolcar al Terror a la seguridaddel puerto ante el atónito público que se había reunido para observar el combate (8:145146).

El 28 de junio tuvo lugar la última acción preliminar de la guerra en Puerto Rico. Para esta fecha el crucero St. Paul había sido reemplazado en su labor de vigilancia por el Yosemite.

La noche del 27 de junio, el vapor Antonio López se pasó de la entrada del puerto, que se encontraba a oscuras, y al darse cuenta de su error fue sorprendido por la mañana del 28 de junio mientras trataba de ganar el puerto procediendo desde el oeste. El Yosemite trató deimpedir que el Antonio López alcanzara el puerto de San Juan y las autoridades marítimas de Puerto Rico enviaron al Isabel II, al Concha y al Ponce de León para que protegieran al indefenso buque mercante. Los barcos de rescate lograron mantener a distancia el Yosemite pero en su afán de entrar por la boca del puerto, el Antonio López quedo varado cerca de Punta Salinas. Más tarde se logró salvar la carga del Antonio López antes de que éste fuera destruido por el crucero de EE.UU., New Orleans. No solamente se perdió el Antonio López sino que también el Isabel II quedó varado en la playa de Ensenada Honda al tratarde maniobrar muy cerca de la orilla. Rivero nos dice que el Yosemite estuvo al alcance de las baterías del Morro por un espacio de 35 minutos sin que se le hiciera un disparo (8:157-174

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B. Planes

Existía en EE.UU.un nutrido grupo de puertorriqueños que abogaban por la independencia de Puerto Rico y vieron en la guerra Hispanoamericana que se avecinaba un medio para llevar a cabo sus aspiraciones con la ayuda militar norteamericana. El 10 de marzo de 1898, uno de los líderes de este grupo, Julio J. Henna, se entrevistó con el Senador Lodge, partidario de la anexión de Puerto Rico. La entrevista con el Senador Lodge dio lugar a otra entrevista con el Secretario de la Marina Roosevelt y por último una audiencia con el propio Presidente McKinley. Como resultado de estas entrevistas la atención de EE.UU. se dirigió hacia Puerto Rico.

Las autoridades españolas estaban al tanto de estos planes y para proteger a Puerto Rico decidieron enviar la flota de Cervera. Tal parece que España estaba resignada a la pérdida de Cuba y cifró sus esperanzas en mantener a Puerto Rico bajo la bandera española. La escuadra de Cervera, optó por el albergue de Cuba debido a la vigilancia de la flota de Sampson y debido también a la escasez de carbón en Puerto Rico. La rendición de Santiago, así como la destrucción de la escuadra de Cervera dirigieron la atención de EE.UU. hacia Puerto Rico, la cual se consideraba ahora fácil presa. España reconoció el peligro en Puerto Rico y trató por medio de notas diplomáticas lograr un armisticio. El 22 de julio se envió una nota española al gobierno de EE.UU. en la cual se expresaba tal deseo. EE.UU. pospuso su contestación a esta nota hasta que la expedición de Miles hubiera desembarcado en Puerto Rico. La nota en cuestión llegó a manos del Presidente de EE.UU. el 26 de julio y no fue hasta el 3 de agosto que se contestó con la provisión de que España cediera a Puerto Rico (2:VI:257). Con estos comentarios preliminares podemos proceder a examinar la génesis y contenido de los respectivos planes ofensivos y defensivos.

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1. Plan defensivo

Las autoridades españolas planeaban una defensa de Puerto Rico a toda costa pero dudaban de su capacidad para llevarla a cabo a raíz de la destrucción de la flota de Cervera el 3 de julio y la rendición de Santiago el 16 de julio. Por tal razón optaron en fijar sus esperanzas para Puerto Rico por la vía diplomática. El 22 de julio se envió una nota al Presidente McKinley en la cual se expresaba un deseo de armisticio. Al ver que el Presidente demoraba su respuesta y al notar también que se ponía en ejecución una invasión de Puerto Rico, las autoridades españolas en Puerto Rico decidieron utilizar sus conocimientos del plan ofensivo de EE.UU. para llevar a cabo una defensa a fondo de la isla. El plan español había sido desarrollado tomando en cuenta una invasión por Fajardo. Esto nos sorprende ya que las ediciones del New York Times correspondientes al 18, 21 y 24 de julio de 1898 indicaban el lugar de desembarco como Guánica.

Todo parece indicar que el plan de defensa para Puerto Rico giraba en torno de la Plaza de San Juan y las gruesas murallas que la defendían. No se tomó en consideración la participación que podían tener los voluntarios en el frente extramuros. Existía una desconfianza total o por lo menos una indiferencia a cualquier plan defensivo que tomara en cuenta a los voluntarios. Se puede afirmar que el plan de defensa para Puerto Rico era incompleto, ambiguo y descorazonado.

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2. Plan ofensivo

Si por un lado los españoles dudaban de su capacidad para defender a Puerto Rico, los norteamericanos dudaban de su capacidad para tomar la isla. El triunfo de EE.UU. se podría atribuir a que la duda española era mayor que la duda norteamericana.

El único que pensó claramente sobre la facilidad e importancia de tomar Puerto Rico fue el Generalísimo Miles. Desde un principio él creyó que el objetivo principal de la campaña debió haber sido Puerto Rico. El plan original de campaña en el Caribe desarrollado por Miles indicaba que Puerto Rico era el portal de las posesiones hispanas en el hemisferio occidental. Por medio de los informes recibidos del Teniente Henry H. Whitney, un espía de EE.UU. que estuvo en Puerto Rico entre el 15 de mayo y el 1 de junio, Puerto Rico era fácil presa.

El plan original de Miles no recibió el apoyo de la Armada pero éste mantuvo su interés sobre Puerto Rico. La destrucción de Cervera y la toma de Santiago aumentaron las probabilidades de un armisticio y los militares se apresuraron a implementar sus planes de conquista antesde que se llevara a cabo el esperado armisticio, subrayando la política general de ocupar el mayor terreno posible en Puerto Rico antes del armisticio.

En total hemos podido discernir tres planes diferentes para la campaña en Puerto Rico. El plan original de Miles indicaba un desembarco por Fajardo y una marcha hacia San Juan protegido por la artillería de la Armada. El segundo plan, propuesto por la Marina, consistía en la toma de la Plaza Fuerte de San Juan por los infantes de marina luego de un intenso bombardeo de San Juan. El último plan fue diseñado por el Teniente Whitney, tomando en consideración su reconocimiento de Puerto Rico. Este plan consistiría en un desembarco por Guánica y una marcha hacia la capital. Rivero hace un excelente estudio de estos tres planes en su libro (8:457-463).

La primera indicación que tuvo Miles de que su plan de conquista de Puerto Rico estaba siendo considerado por el Presidente McKinley fue un telegrama de éste con fecha de 4 de junio en el cual se le pedía a Miles que contestara cuánto tiempo le llevaría preparar una fuerza expedicionaria contra Puerto Rico. El 26 de junio se recibió la orden oficial de campaña contra Puerto Rico pero solamente si esta fuerza no se necesitaba en Cuba. Todavía para mediados de julio no se había dado la orden de proceder contra Puerto Rico. No fue hasta el 18 de julio que Miles recibió la luz verde para dirigirse hacia Puerto Rico. La celeridad de movimiento indicaba una vez más el deseo de ocupar tan pronto fuese posible la isla de Puerto Rico antes de que cualquier negociación de armisticio provocara un cese de hostilidades.

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C. Fuerzas

Para los que conocen el estado militar de EE.UU. y de España en la época inmediatamente anterior al rompimiento de hostilidades de la Guerra Hispanoamericana es una sorpresa el resultado de esta guerra. Por lo menos en papel, las fuerzas españolas eran mayor en número a las fuerzas norteamericanas. En términos de tropas regulares, los EE.UU. contaban con un gran total de 28.000 soldados regulares en un ejército desparramado desde el territorio del Yukón hasta la punta del Cayo Hueso. Por otra parte, en Cuba solamente los españoles contaban con casi 200.000 hombres. Si examinamos las fuerzas navales notamos que aunque la armada de EE.UU. tenía mayor número de barcos de guerra, España poseía superioridad en cuanto a cruceros y destructores. El peso que inclinó la balanza de la victoria a favor de los EE.UU. no ha dehallarse entonces en el número de tropas o navíos de guerra sino en la calidad y el espíritu de los soldados y los marineros.

Puede decirse categóricamente que el espíritu demostrado por las tropas norteamericanas era el mismo espíritu que contagiaba a toda la nación bajo el lema Remember the Maine. España, por otra parte, no deseaba la guerra y este espíritu negativo fue transmitido también a sus soldados. Parece un poco inverosímil examinar las fuerzas defensivas que había en Puerto Rico con las fuerzas ofensivas que habrían de invadir la isla pero tal vez sirva para subrayar lo anteriormente expuesto.

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1. Fuerzas defensivas

Las fuerzas defensivas con que contaba Puerto Rico ascendían en números redondos a 18,000 hombres. Es sorprendente, al examinar el cuadro de tropas, el hecho de que en ninguna fase de la corta campaña puertorriqueña fueron utilizadas en términos eficientes. La plaza de San Juan contaba con una impresionante colección de artillería. Aunque un poco anticuada, no dejaba de ser impresionante en cuanto a números. La artillería de la plaza estaba dispuesta en la forma siguiente (4:101) (8:56-57):

Posición Baterías

El Morro 3 cañones de 15 cm ó 5,9 pulgadas
2 cañones de 15 cm ó 5,9 pulgadas
2 howitzers de 24 cm ó 9,4 pulgadas
San Agustín 3 cañones de 15 cm ó 5,9 pulgadas
Santa Elena 3 howitzers de 21 cm ó 8,2 pulgadas
San Fernando 3 howitzers de 21 cm ó 8,2 pulgadas
Santa Catalina 1 cañón de 15 cm ó 5,9 pulgadas
San Antonio 4 cañones de 15 cm ó 5,9 pulgadas
San Cristóbal 2 cañones de 15 cm ó 5,9 pulgadas
3 howitzers de 24 cm ó 9,4 pulgadas
2 howitzers de 15 cm ó 5,9 pulgadas
San Carlos 3 cañones de 15 cm ó 5,9 pulgadas
Santa Teresa 3 cañones de 15 cm ó 5,9 pulgadas
La Princesa 2 howitzers de 24 cm ó 5,9 pulgadas
4 cañones de 15 cm ó 5,9 pulgadas
Escambrón 3 howitzers de 24 cm ó 9,4 pulgadas
San Gerónimo 2 cañones de 16 cm ó 6,2 pulgadas
San Ramón 5 cañones de 15 cm ó 5,9 pulgadas
Seboruco (Santurce) 4 howitzers de 15 cm ó 5,9 pulgadas

Esto representa un total de 19 baterías que contaban con un total de 54 piezas. Las baterías estaban ubicadas en 13 diferentes sitios. Ademásde las piezas montadas, los españoles tenían en reserva 20 piezas más de diferentes calibres para un gran total de 74 bocas de fuego (8:57-59). Para servir la artillería se contaba con un Batallón de Artillería dividido en cuatro compañías con una dotación total de 70 plazas. Este era el Doceavo (12vo.) Batallón de Artillería.

Las fuerzas de tierra consistían de dos Batallones de Infantería Regular permanentes con 800 plazas cada uno. Estos batallones eran conocidos con el nombre de Patria y Alfonso XIII. Además de los batallones permanentes, se organizaron cinco Batallones de Infantería provisionales: uno denominado Príncipe de Asturias y los otros numerados consecutivamente del uno al cuatro. Estos batallones contaban, al igual que los permanentes, con 800 plazas. Esto nos da un total aproximadode cerca de 5,000 hombres de infantería. Añadiendo a este número los 700 hombres de artillería más unos 2,300 hombres de otras armas y cuerpos de apoyo, se contaba con 8,000 soldados de tropa veterana en la capital. En este total iban incluidos también los miembros de la Guardia Civil (conocida como el Tercio Catorce), los miembros de la organización paramilitar de Orden Público, los ingenieros, el cuerpo de señales y otras unidades de apoyo.

La fuerza veterana estaba auxiliada por el Instituto de Voluntarios, compuesto por 14 batallones distribuidos por la isla con cerca de 6,000 hombres. Se formaron también unidades provisionales como los Tiradores de Altura en San Juan, los Voluntarios del General Macías en Ponce, los Guardias de la Paz en Yauco y grupos de Macheteros de Puerto Rico por toda la isla. Se puede decir que con las fuerzas irregulares Puerto Rico puso bajo armas un gran total de 18,000 hombres.

Las fuerzas de mar consistían de seis barcos detallados a continuación (8:4748):

Crucero Isabel II
Crucero General Concha
Cañonero Ponce de León
Cañonero Criollo
Destructor Terror
Crucero Alfonso XIII

La Isla contaba con una población de cerca de 950,000 habitantes y estaba dividida en siete distritos militares: Ponce, Mayagüez, Aguadilla, Arecibo, Humacao, Guayama y Bayamón. La capital de San Juan era gobernada aparte como una plaza fuerte. El jefe superior militar en Puerto Rico lo era su Gobernador y Capitán General, el General Manuel Macías Casado, siendo su segundo cabo el General de División Ricardo Ortega y Díez.

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2. Fuerzas ofensivas

Las fuerzas de invasión de EE.UU.en Puerto Rico alcanzaron un gran total de 15,472 hombres entre el 25 de julio y el 2 de agosto. El cuadro jerárquico de esta fuerza era como sigue:

La Brigada Garretson estaba compuesta por:

6to Regimiento, Voluntarios de Infantería, Illinois.
6to Regimiento, Voluntarios de Infantería, Massachussetts.

La Brigada Schwan estaba compuesta por:

11no Regimiento de Infantería EE.UU. (Regulares).

La Brigada Ernst estaba ocupada por:

2do Regimiento, Voluntarios de Infantería, Wisconsin.
3er Regimiento, Voluntarios de Infantería, Wisconsin.

La Brigada Haines estaba compuesta por:

4to Regimiento, Voluntarios de Infantería, Ohio.
3er Regimiento, Voluntarios de Infantería, Illinois.

Además de estas unidades de combate, se contaba con unidades de caballería, ingeniería, artillería así como el 16to Regimiento (Voluntarios de Infantería, Pennsylvania), el 4to Regimiento (Voluntarios de Infantería, Pennsylvania) y el 1er Regimiento (Voluntarios de Infantería, Kentucky). Con la única excepción de la Brigada Regular Independiente al mando del Brigadier General Theodore Schwan, todas las unidades de EE.UU. que participaron en la invasión estaban compuestas de voluntarios y no de tropas regulares.

Con la destrucción de la flota de Cervera se había eliminado el peligro marítimo español, así es que las fuerzas navales de EE.UU. gozaban de completa libertad en el Caribe. Con excepción del combate del Terror, las fuerzas navales españolas en Puerto Rico nunca le disputaron esto a la flota norteamericana.

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D. Campañas

1. Campaña del General Miles/Henry/Garretson

El propósito original de la expedición del General Nelson A. Miles consistía en reforzar las tropas norteamericanas que mantenían un estado de sitio en la ciudad de Santiago, Cuba. La destrucción de la flota española de Cervera el 3 de julio y la rendición de Santiago el 16 de julio eliminaron la necesidad de emplear la expedición de Miles, y éste recibió nuevas órdenes de llevar a cabo una expedición contra Puerto Rico lo antes posible.

La expedición de Miles salió del puerto de Guantánamo, Cuba, el 21de julio en dirección hacia el declarado sitio de desembarco en Punta Fajardo. El próximo día, luego de una reunión de los jefes principales de la expedición, se acordó cambiar el sitio de desembarco seleccionándose el puerto de Guánica en la costa sur de Puerto Rico. El General Miles tuvo que vencer la oposición del jefe naval, Capitán Francis J. Higginson, quien no quería contravenir las órdenes oficiales del Secretario de Marina. Miles logró convencer al Capitán Higginson de que indudablemente los españoles tenían conocimiento del propuesto desembarco por Fajardo, ya que los planes norteamericanos habían sido transmitidos por cables que habían sido interceptados por los españoles.

El 25 de julio de 1898, como a eso de las 5:20 de la mañana, entró en el puerto de Guánica la fuerza expedicionaria del General Miles. Las unidades que componían la expedición de 3,415 hombres eran (8:181-182):

Cinco buques de guerra:

Massachussets, Columbia, Yale, Dixie, Gloucester

Diez transportes con la Brigada Garretson de la División Henry compuesta de:

6to Regimiento, Voluntarios de Infantería, Illinois.
6to Regimiento, Voluntarios de Infantería, Massachussetts.
Tropas de Artillería, Ingeniería, Sanidad y Apoyo

La defensa de Guánica consistía de una decena de guerrilleros al mando del Teniente Enrique Méndez López. Esta unidad era conocida como La Cuarta Volante y se retiró en dirección a Yauco luego de sufrir tres heridos al cambiar fuego con los elementos de avanzada de EE.UU., compuestos por una veintena de marineros del Gloucester al mando del Teniente H. P. Huse.

El torrero del faro de Guánica había informado de la aparición de la flota norteamericana al alcalde de Yauco, quien a su vez ordenó notificar al General Macías así como al Capitán Meca, Comandante de la compañía del Ejército español destacada en Yauco. Luego de recibir órdenes del General Macías, Meca se dispuso a demorar la avanzada norteamericana y con tal propósito se dirigió hacia Guánica. Desde Ponce el Coronel Puig, con 2 compañías del Batallón Cazadores de la Patria Nº 25, fue ordenado hacia Guánica para demorar también la avanzada norteamericana.

Las 2 compañías de Puig, pasando por Yauco, emprendió marcha hacia Guánica junto al Batallón Nº 8 de Voluntarios encontrándose con las fuerzas del Capitán Meca en las cercanías de la Hacienda Desideria, Sector de Santa Rita, en la carretera de Yauco a Guánica. En este lugar quedaron apostadas las fuerzas españolas y en número de 300 quedaron en espera de la acometida norteamericana.

La mañana del 26 de julio de 1898, las avanzadas norteamericanas hicieron contacto con las fuerzas españolas del Teniente Coronel Puig. Luego de un furioso tiroteo que se conoce como el Combate de Yauco, las fuerzas españolas se retiraron en orden hacia Yauco. Los españoles sufrieron 10 bajas en el combate (3 muertos y 7 heridos); los norteamericanos tuvieron 5 bajas, todos heridos. (8:196)

El 27 de julio entraron en Yauco las primeras avanzadas de las fuerzas de EE.UU. al mando del Comandante Webb C. Hayes, tocándole a este pueblo el histórico honor de ser el primer municipio puertorriqueño donde flotó la bandera de las franjas y las estrellas (8:196). Ese mismo día, el General Garretson recibió órdenes de dirigirse con su Brigada en dirección a Ponce para unirse allí a las fuerzas del General Wilson que desembarcarían en ese puerto el 28 de julio (8:181).

La Brigada Garretson llegó a Ponce sin novedad el 4 de agosto. Una vez en Ponce, la Brigada Garretson se puso bajo las órdenes de su jefe superior, Mayor General Guy V. Henry. El 6 de agosto se le ordenó a las fuerzas de Henry que partieran de Ponce en dirección de Adjuntas y Utuado para unirse con la Brigada Schwan en Arecibo. Una vez en Arecibo, las fuerzas conjuntas de Garretson y Schwan emprenderían marcha hacia San Juan.

El 8 de agosto comenzó la marcha hacia Arecibo y el 9 de agosto las fuerzas de Henry se encontraban en Adjuntas. El 13 de agosto habían llegado hasta Utuado cuando el armisticio canceló sus órdenes (8:349).

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2. Campaña del General Wilson/Ernst

El 20 de julio de 1898 salió del puerto de Charleston, Carolina del Norte, la expedición al mando del mayor General James H. Wilson. El General Wilson iba al frente de la Primera División del Primer Cuerpo del Ejército. Esta fuerza estaba compuesta por: (3,571hombres)

Brigada Ernst:

2do. Regimiento, Voluntarios de Infantería, Wisconsin.
3er. Regimiento, Voluntarios de Infantería, Wisconsin.
1er. Regimiento, Voluntarios de Infantería, Pennsylvania.
Tropas de Artillería y Caballería.

Siguiendo las órdenes establecidas, ellos proyectaban desembarcar por el puerto de Fajardo pero el General Miles envió un barco a interceptar los cinco transportes que conducían las tropas y, luego de comunicar el cambio de planes, las fuerzas de Wilson se dirigieron a Guánica llegando a ese puerto el 25 de julio. Debido a la poca resistencia que había encontrado Miles en Guánica-Yauco, se ordenó enviar las fuerzas de Wilson a que practicaran un desembarco por Ponce el 28 de julio. La ciudad de Ponce había sido tomada el día anterior sin resistencia.

En la captura de Ponce el 27 de julio intervino una flotilla de tres barcos (Dixie, Annapolis y Wasp) al mando del Comandante Davis. El primer barco en llegar al puerto de Ponce lo fue el Wasp. El cadete de19 años Roland I. Curtiss bajó a tierra en una lancha con un grupo de marineros y pidió la rendición de la ciudad. Más tarde, el Teniente Merriam se dirigió a Ponce con igual propósito y debido a que el Comandante español de la ciudad titubeaba un poco se logró la asistencia del cuerpo consular de Ponce. La noche del 27 de julio los cónsules de Inglaterra y de Alemania lograron que el Comandante español se retirara de la ciudad y la mañana del 28 de julio la ciudad de Ponce fue entregada a EE.UU. por una comisión representativa de la ciudad. Las fuerzas españolas abandonaron las inmediaciones de Ponce en dirección a Aibonito. Ese mismo día comenzó el desembarco de las fuerzas del General Wilson.

El 4 de agosto llegó a Ponce desde Yauco la Brigada Garretson y se puso al mando del General Henry. Las fuerzas del General Henry recibieron órdenes de llevar a cabo una marcha hacia Arecibo por vía de Adjuntas-Utuado. El propósito de esta marcha era unirse en Arecibo a la Brigada Schwan, que procedía por la costa oeste en dirección a Arecibo. Henry salió de Ponce el 6 de agosto.

Por otra parte, se dispuso que la Brigada Ernst partiera de Ponce el 7 de agosto en dirección a Coamo. La Brigada Ernst recibió órdenes de unirse a la Brigada Haines en Cayey. La Brigada Haines formaba parte de las fuerzas del General Brooke que habían desembarcado por Arroyo el 1 de agosto y se dirigían hacia Cayey vía Guayama.

La Brigada Ernst emprendió el camino hacia Coamo y en las cercanías de este pueblo sostuvo un combate con un grupo de 248 tropas españolas al mando del Comandante Rafael Martínez Illescas. Este Combate de Coamo tuvo lugar el 9 de agosto en las afueras de Coamo, carretera hacia Aibonito. La muerte del Comandante Martínez Illescas, luego de un movimiento envolvente de la Brigada Ernst, precipitó la retirada española. Los españoles tuvieron 180 bajas en el combate: 5 muertos, 8 heridos y 167 prisioneros. Los norteamericanos tuvieron solamente seis bajas, todos heridos (8:248-249).

Luego del Combate de Coamo las fuerzas de la Brigada Ernst continuaron su marcha hacia Cayey, vía Aibonito. En las alturas del Asomante, las avanzadas norteamericanas se encontraron con una fuerza española de 1,280 hombres, 70 caballos y 2 cañones al mando del Teniente Coronel Larrea. El 12 de agosto tuvo lugar otro encuentro armado conocido como el Combate del Asomante en las cercanías de Aibonito. El encuentro armado no tuvo mayores repercusiones ya que ese mismo día se recibieron noticias del armisticio. Anterior a la notificación del armisticio, las fuerzas de Ernst se encontraban llevando a cabo un movimiento de flanqueo contra las posiciones españolas del Asomante desde Barranquitas. Los españoles sufrieron un herido mientras que los norteamericanos tuvieron un muerto y cuatro heridos (8:240).

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3. Campaña del General Brooke/Haines

El 28 de julio de 1898 salió del puerto Newport News, Georgia, la expedición al mando del Mayor General John R. Brooke, Comandante del Primer Cuerpo del Ejército, formada por: (5,590 hombres)

Brigada Haines:

4to. Regimiento, Voluntarios de Infantería, Ohio.
3er. Regimiento, Voluntarios de Infantería, Illinois
4to. Regimiento, Voluntarios de Infantería, Pennsylvania.
Puerto Rican Commission

La expedición del General Brooke fue transportada en seis transportes. La Puerto Rican Commission estaba integrada por: Mateo Fajardo, Warren Sutton, Antonio Mattei Lluberas, Pedro Juan Besosa, Rafael Marxuach, José Budet, Domingo Collazo, Emilio González y Rafael Muñoz García.

Después de reconocer las Cabezas de San Juan el grupo expedicionario se dirigió al puerto de Guánica, luego a Ponce y por último recibió órdenes de desembarcar por Arroyo.

El primero de agosto de 1898, el crucero Gloucester se adelantó hacia el puerto de Arroyo y envió una lancha con 10 hombres a reconocer el puerto. Al no encontrar resistencia comenzó el desembarco de tropas. Esa noche las avanzadas norteamericanas tuvieron que repeler un ataque por un grupo de 40 guerrillas bajo las órdenes del Capitán Salvador Acha. El propósito del ataque de Acha era llevar a cabo un reconocimiento. Luego de cambiar fuego con los norteamericanos Acha se retiró hacia Guayana (8:273). En este Combate de Arroyo no hubo bajas en ninguno de los bandos. Para el 2 de agosto todas las tropas de Brooke se encontraban en tierra.

El 4 de agosto el General Brooke dio órdenes para que la Brigada Haines saliera rumbo a Guayana. El 5 de agosto la Brigada Haines sostuvo un combate con los guerrilleros del Capitán Acha como a media milla de Guayama. En este Combate de Guayama los españoles tuvieron 17 bajas: 2 muertos y 15 heridos. Los norteamericanos tuvieron cuatro heridos. Luego del combate, las fuerzas del Capitán Acha se retiraron en dirección a las alturas de Guanamí en la carretera de Cayey. El 5 d eagosto las avanzadas de la Brigada Haines entraron en la ciudad de Guayama (8:274-275).

Las tropas norteamericanas estuvieron en Guayama hasta el 9 de agosto. Ese día se envió un grupo de 110 hombres para que reconocieran la carretera hacia Cayey. En las alturas de Guanamí los españoles habían concentrado como 400 hombres y rompieron fuego contra la fuerza de reconocimiento. En el Combate de Guanamí los españoles salieron ilesos mientras que las fuerzas norteamericanas tuvieron que retirarse hacia Guayama con siete heridos.

Como resultado de este combate, el General Brooke dispuso que se llevara a cabo un movimiento de flanqueo contra la posición española en Guanamí. La brigada Haines fue ordenada a atacar desde el oeste mientras que Brooke asumía el mando de las tropas que fijarían la posición de las fuerzas españolas. Antes de poderse llevar a cabo esta maniobra se recibieron noticias del armisticio y se ordenó parar el avance.

La misión de Brooke era unir la Brigada Haines con la Brigada Ernst en Cayey y proseguir hacia San Juan por la carretera militar. Entre tanto las fuerzas unidas de la Brigada Schwan y la Brigada Garretson atacarían a San Juan desde Arecibo.

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4. Campaña del General Schwan

El Brigadier General Theodore Schwan había salido del puerto de Tampa, Florida, el 24 de julio de 1898 al frente de una fuerza expedicionaria compuesta por 2,896 hombres. El núcleo de esta fuerza lo componía el 11mo. Regimiento de Infantería de EE.UU. (Regular). Esta fuerza pasó a conocerse como la Brigada Regular Independiente y fue la unidad más efectiva de la campaña puertorriqueña.

La expedición de Schwan llegó al puerto de Guánica el 31 de julio y luego de desembarcar recibió órdenes de salir hacia Ponce. Una vez en Ponce el General Schwan recibió órdenes de partir hacia Arecibo por la costa oeste al frente de 1,447 hombres.

El 9 de agosto la Brigada Schwan se encontraba en Yauco. El itinerario de esta fuerza era Sabana Grande, San Germán, Mayagüez, Lares, Arecibo. Una vez en Arecibo se unirían a las tropas de la Brigada Garretson y bajo el mando del Mayor General Guy V. Henry atacarían a San Juan desde el oeste.

El 10 de agosto la Brigada Schwan estaba en San Germán y ese mismo día recibieron noticias de que en la ribera del Río Guanajibo, cerca de Hormigueros les esperaba una fuerza española de 145 hombres al mando del Capitán Torrecillas. Las avanzadas norteamericanas hicieron contacto con la fuerza española cerca de Hormigueros y, luego de dos horas de tiroteo, los españoles abandonaron sus posiciones y se retiraron hacia Mayagüez. En el Combate de Hormigueros los españoles tuvieron tres muertos y seis heridos. Los norteamericanos sufrieron un muerto y 15 heridos (8:299).

Uno de los movimientos más sorprendentes de la campaña puertorriqueña fue la retirada de la guarnición española de Mayagüez sin disparar un tiro. Los 1,515 hombres de esta guarnición abandonaron la población de Mayagüez en dirección a Las Marías al recibir noticias de la avanzada norteamericana hacia Mayagüez. Con esta retirada inesperada las fuerzas de EE.UU. ocuparon Mayagüez el 11 de agosto y por la tarde del mismo día entraba al puerto un transporte conduciendo el 1er Regimiento, Voluntarios de Infantería, Kentucky, con 1,000 hombres (8:323). Este regimiento se quedó de guarnición en Mayagüez mientras la Brigada Schwan continuaba en persecución de las fuerzas españolas.

El 13 de agosto de 1898 tuvo lugar la última acción bélica de la Guerra Hispanoamericana en Puerto Rico. Esta acción conocida como el Combate de Las Marías fue un desastre para los españoles pues, sin la pérdida de un solo soldado norteamericano, Schwan logró la captura de 350 españoles luego de infligir a los de España un muerto y cinco heridos, mientras las fuerzas españolas intentaban vadear el Paso del río Prieto en el sitio conocido como el Guasio. Con este último combate se cierra la acción bélica de la campaña puertorriqueña en la Guerra Hispanoamericana.

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5. Sucesos de Fajardo

El plan original norteamericano para Puerto Rico consistía en llevar a cabo un desembarco por Fajardo y luego avanzar por la costa hacia San Juan. El plan defensivo español fue desarrollado en espera del proyectado ataque por Fajardo. Cuando Miles cambió su plan llevando a cabo un desembarco por Guánica los españoles creían que ésto era una maniobra deceptiva y semantuvieron en espera del desembarco fajardeño. Luego del desembarco por Guánica, Miles creyó prudente reforzar la errónea decisión del alto mando español en Puerto Rico y ordenó que se llevara a cabo una maniobra por Fajardo.

El episodio de Fajardo tuvo lugar el 1 de agosto. Ese día un barco de la armada de EE.UU. echó a tierra dos lanchas tripuladas por infantes de marina al mando del Teniente H. G. Dresset. La fuerza norteamericana desembarcó en las cercanías del faro de Fajardo y logró capturar la posición el 2 de agosto. La captura del faro provocó la retirada de las tropas españolas en Fajardo hacia Luquillo. Los españoles habían implementado su defensa en retirada o defensa a fondo. Al ver abandonada la población de Fajardo, los de EE.UU. entraron en la población y arriaron el pabellón español el 5 de agosto. Dos días más tarde, una fuerza española se acercó a la ciudad y los norteamericanos huyeron precipitadamente de la población hacia el faro. Temerosos de lo precario de su posición, los marinos norteamericanos se reembarcaron el 9 de agosto (8:353).

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III. CONCLUSIONES

A. Fin de la guerra

La campaña puertorriqueña de la Guerra Hispanoamericana representa la parte menos importante del conflicto total. La toma de Santiago, la toma de Manila, así como la destrucción de las flotas españolas en el Pacífico y en el Caribe representaron las acciones más importantes de esta guerra. Es por esto que la mayoría de los libros que estudian la Guerra Hispanoamericana describen la campaña puertorriqueña como un pasadía. La única excepción a esta regla la constituye el serio y completo estudio del Capitán Angel Rivero Méndez, Crónicas de la Guerra Hispanoamericana.

A modo de resumen nos gustaría reseñar las acciones más importantes de la Guerra Hispanoamericana para que el lector pueda colocar los sucesos en forma cronológica.

1 de mayo: El Almirante Dewey destruye la flota española del Almirante Montojo en la Bahía de Manila.
1 de julio: Tropas norteamericanas desembarcan en las cercanías de Santiago de Cuba y ponen sitio a la ciudad con el objeto de capturar la escuadra del Almirante Cervera entre dos fuegos.
3 de julio: El Almirante Sampson destruye la flota española del Almirante Cervera al intentar ésta romper el bloqueo norteamericano.
16 de julio: Se rinde a los EE.UU. la ciudad de Santiago.
25 de julio: La expedición de Miles desembarca por Guánica.
26 de julio: El gobierno de EE.UU. recibe la solicitud española de armisticio.
3 de agosto: El gobierno de EE.UU. contesta la nota española y accede al armisticio con la condición de que el Presidente está obligado a pedir la cesión a Estados Unidos, así como la evacuación inmediata por España, de Puerto Rico y de las demás islas que se hallan bajo la soberanía de España en las Indias Occidentales (2:VI:257).
12 de agosto: Se suspenden las hostilidades luego de firmarse el Protocolo de Armisticio.
13 de agosto: Ultimas acciones bélicas en Puerto Rico y entrada de las fuerzas de EE.UU. en Manila.
14 de agosto: Buques de la armada de EE.UU. entran al puerto de San Juan para llevar a cabo las conferencias del armisticio en Puerto Rico. El General Miles abandona Puerto Rico dejando al General Brooke a cargo de las negociaciones.
10 de septiembre: Primera reunión de las Comisiones de EE.UU. y España entre el General Brooke y el General Macías.
1 de octubre: Primera reunión en París de los delegados al Tratado Formal de Paz.
16 de octubre: Entrega formal de Puerto Rico a EE.UU. (2:VI:273).
17 de octubre: El General Macías parte de Puerto Rico entregando su mando al General Ortega.
18 de octubre: Ceremonia de enastación de la bandera de EE.UU. en el Palacio de Santa Catalina.
23 de octubre: Parte de Puerto Rico el último contingente de tropas españolas.
10 de diciembre: Firma formal del Tratado de Paz en París.

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B. ¿Por qué Puerto Rico?

En la sección dedicada a estudiar las relaciones de Puerto Rico con EE.UU. hemos mencionado una serie de precedentes que describen el interés histórico que siempre tuvieron los norteamericanos por Puerto Rico. Aunque este interés sirve para subrayar la anexión de la Isla nos gustaría examinar algunas de las razones que se han expuesto para contestar la pregunta: ¿Por qué Puerto Rico?

Hay algunos autores que, como Tomás Blanco, mantienen la tesis de que la guerra no fue sino la última fase de la expansión territorial de los Estados Unidos (1:103). A pesar de que esta aseveración contesta la razón por la cual hubo una Guerra Hispanoamericana, no contesta la pregunta ¿Por qué Puerto Rico? Indiscutiblemente, en términos de extensión, población, y potencial comercial, la isla de Cuba ofrecía un blanco más jugoso para este anhelo de expansión.

Existe otro grupo que ve la anexión de Puerto Rico como puntal necesario para la expansión comercial de EE.UU. en Puerto Rico. Otra vez por la misma razón, Cuba, o aun las islas Filipinas tenían mayor potencial comercial que Puerto Rico. En Cuba, la inversión de capita norteamericano era muy grande.

Algunos opinan que la ocupación y anexión de Puerto Rico formaba parte del gran plan para la guerra con España. Aunque la correspondencia oficial del gobierno no indica tal gran plan, los resultados de la guerra apoyan esta tesis en forma ex post facto. Puerto Rico pasó de una soberanía española a una norteamericana. Esta fue una de las demandas de las negociaciones de paz.

No podemos decir con certeza si existía o no tal gran plan. Por lo menos, en cuanto a Puerto Rico se refiere, el único en ofrecer un plan de operaciones total para el Caribe fue el General Miles. El Secretario de Marina y las autoridades navales se oponían a la ejecución del Plan Miles y aún pocos días antes de que partiera la expedición de Miles, la Marina estaba reacia a participar en esta expedición. Solamente la intervención directa del Presidente permitió que Miles obtuviera el apoyo naval que se estimaba necesario para la invasión de Puerto Rico.

Si se alega que la visita del Teniente Whitney a Puerto Rico en calidad de espía durante la última quincena del mes de mayo apoya la tesis de un plan general hay que tomar en consideración que éste fue enviado por el General Miles sin el conocimiento de sus autoridades superiores. Creemos también que los pocos días que estuvo entre nosotros Whitney no eran suficientes para determinar la inclusión de Puerto Rico en el gran plan. El estado de Ley Marcial en que se encontraba PuertoRico hubiese hecho difícil hasta para un español el coleccionar datos de invasión.

La misma fuerza expedicionaria que atacó a Puerto Rico llevaba como primera misión el refuerzo de las fuerzas norteamericanas en Cuba. Si la situación cubana hubiese empeorado dudamos que Miles hubiese llegado hasta nuestras costas.

Sabemos también que el 22 de julio, o sea tres días antes de la invasión de Puerto Rico, el gobierno español se encontraba derrotado y había enviado una nota a tal efecto por medio del Embajador francés en EE.UU. Tal vez, el conocimiento de esta nota llevó a las autoridades de EE.UU. a pensar seriamente sobre Puerto Rico antes de que un armisticio evitara por lo menos el intento. Aún la prensa norteamericana dedicaba mayor espacio a las pocas noticias de Cuba que a la expectativa de una invasión a Puerto Rico. Es raro notar, sin embargo, que en las ediciones del New York Times correspondientes al 18, 21 y 24 de julio encontramos noticias que revelan el lugar exacto de la invasión de Miles, es decir, Guánica. ¿Podría ser esto que el General Miles deseaba mayor tratamiento sobre su proyecto?

Creemos que la batalla por Puerto Rico no se ganó en el campo de guerra sino en la mesa de negociaciones. Según los términos del Tratado de Paz, Puerto Rico fue cedido a los EE.UU. como botín de guerra, no como indemnización bélica. Esto nos lleva a pensar que los norteamericanos todavía sentían dudas sobre su capacidad de conquistar la isla. Sin embargo, no entendemos por qué los EE.UU. pagaron al gobierno de España la suma de 20 millones de dólares. Esto nos lleva a creer que España vendió a Puerto Rico y no lo cedió. EE.UU. pasa a ser entonces un comprador y no un conquistador. Precisamente, uno de los argumentos utilizados por los españoles para tratar de mantener a Puerto Rico fue el hecho de que Puerto Rico no había sido conquistado y que las batallas ganadas por los norteamericanos sólo tenían importancia táctica. Añadían que el Ejército español quedaba íntegro y en posesión de la mayor parte de la isla. Tal vez, para aclarar este punto, hubiera sido interesante llevar a cabo la campaña puertorriqueña hasta su lógico final, victoria o derrota. Afortunadamente, desde el punto de vista humano, nos alegramos de que la guerra fuera un ejemplo de decencia en ambos bandos. Aunque denegamos el hecho de que una guerra pueda ser decente aceptamos la conclusión de los historiadores para no entrar en polémicas fuera de los propósitos de este trabajo.

El Teniente Hoyt nos presenta una idea muy común que, según él, explica el por qué de la anexión de Puerto Rico. Hoyt nos dice que los EE.UU. consideraban a España incapaz de gobernar sus colonias y que la eliminación de España del panorama americano era uno de los objetivos de la Guerra Hispanoamericana (4:21). Para respaldar esta aseveración, Hoyt añade que los EE.UU. tenían miedo al vacío que se pudiera crear con la ausencia de España y, para evitar que este vacío fuera llenado por una potencia europea, decidieron anexar a Puerto Rico. Tal vez esto explique el caso de Puerto Rico. Cuba, sin embargo, no fue anexada sino que se estableció sobre la isla un protectorado. Con igual manera se trató el caso de las islas Filipinas.

El por qué de la anexión de Puerto Rico es algo así como el cuento del huevo y de la gallina. Puerto Rico fue la causa y el efecto de su anexión. Los EE.UU. se estaban convirtiendo en un poder marítimo. Las teorías de Mahan invadían todos los cerebros. Nada más lógico que tratar de obtener bases para la flota. Pero ¿por qué anexión?

Creemos que la mejor razón y respuesta a esta pregunta radica en la conducta de los propios puertorriqueños. En Cuba, el cubano peleaba contra el español por su independencia. Los EE.UU. vinieron a ser un aliado en este conflicto y no un conquistador. En Filipinas observamos el mismo caso, y cuando los EE.UU. hicieron amago de quedarse, Aguinaldo y los suyos presentaron fuerte resistencia.

En Puerto Rico no ocurrió nada igual. El puertorriqueño, desde el principio, vio a los EE.UU. como un nuevo amo. No había resistencia contra los españoles ni hubo resistencia contra los norteamericanos. Si las fuerzas de Miles hubiesen sido recibidas como aliados por fuerzas puertorriqueñas, la historia tal vez hubiera sido diferente. La anexión de Puerto Rico fue un resultado de la indiferencia puertorriqueña. Una indiferencia condicionada por trescientos noventa años de vida bajo un régimen absolutista y por falta de una manigua donde poder esconderse. Así como el puertorriqueño obedeció a sus capitanes generales, de la misma manera obedecería al Teniente General Miles.

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C. Resumen

Desde el punto de vista militar, la Guerra Hispanoamericana en Puerto Rico fue corta. Duró solamente diecinueve días; desde el 25 de julio hasta el 13 de agosto. Fue también, perdonando la expresión, una guerra humana y civilizada. EE.UU. contaba con más de 15,000 hombres y sufrió solamente 43 bajas: 3 muertos y 40 heridos. España, con casi 18,000h ombres, tuvo 429 bajas: 17 muertos, 88 heridos y 324 prisioneros. Mayor número mueren en las carreteras de Puerto Rico en un período similar. Casi todas las bajas norteamericanas fueron infligidas por tropas irregulares. En su mayor parte, la guarnición veterana prefirió guarnecerse en los vetustos castillos y las recias murallas de la capital.

Mirando la campaña de EE.UU. en Puerto Rico puede decirse que la división de sus fuerzas en tres columnas fue un error del Generalísimo Miles. Un error que no supieron aprovechar las fuerzas españolas. La táctica de EE.UU. se prestaba para excelentes oportunidades de guerra de guerrilleras.

Examinando la campaña española hay que ser mucho más severo. Los españoles tenían la ventaja de ser los defensores con amplias fuerzas y adecuados armamentos. Tenían la ventaja de saber por dónde se debía efectuar el desembarco pues los partes mencionaban Fajardo y el New York Times mencionaba Guánica. Otra ventaja española radicaba en la composición de sus fuerzas. Los españoles eran, en su mayor parte, bisoños veteranos de las guerras domésticas en España y de las crueles campañas en Africa y Cuba. Por otra parte, las fuerzas norteamericanas estaban compuestas de voluntarios, si exceptuamos la Brigada Schwan.

Además de tener veteranos, los españoles contaban con el Instituto de Voluntarios, en su mayor parte españoles o españoles incondicionales. La desconfianza de las autoridades españolas lleva a creer que seconsideraba a los voluntarios como una quinta columna.

Finalmente, en cuanto a la disposición de fuerzas por parte de los españoles notamos una magna violación del principio de MASA. Las fuerzas españolas nunca fueron movilizadas para pelear excepto en pequeñas unidades. ¿Qué hacían los batallones de veteranos? ¿Dónde estaban los 14 batallones de voluntarios? En su mayor parte hacían trabajos de guarnición. El único grupo que participó en la contienda estaba formado por los artilleros. Por lo menos este grupo disparó contra alguien; y aunque en su mayor parte errático, por lo menos hicieron fuego.

Si mal emplearon sus fuerzas terrestres peor emplearon su fuerza naval. Como sabemos, los barcos españoles se mantuvieron albergados en su puerto y fueron empleados solamente en una corta acción.

Si buscamos un sustantivo para la Guerra Hispanoamericana en Puerto Rico tendríamos que decir que fue un paseo. Los norteamericanos en paseo hacia adelante y los españoles en paseo hacia atrás.

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IV. BIBLIOGRAFIA MINIMA PARA EL ESTUDIO DE LA GUERRA HISPANOAMERICANA EN PUERTO RICO

1. Blanco, Tomás, Prontuario Histórico de Puerto Rico, Departamento de Instrucción, San Juan, 1958.

2. Cruz Monclova, Lidio, Historia de Puerto Rico (6 vols.), Editorial Universitaria, Rio Piedras, 1952-1964

3. Hostos, Adolfo de, Historia de San Juan-ciudad murada, Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1966.

4. Hoyt, Edward A., A history of the harbor defenses of San Juan, Puerto Rico, under Spain, 1509-1898, Puerto Rico Coast Artillery Command, San Juan, 1943.

5. Miller, Paul G., Historia de Puerto Rico, Rand McNally, New York, 1946.

6. Morales Carrión, Arturo, Historia del pueblo de Puerto Rico, Departamento de Instrucción, San Juan, 1968.

7. Negroni, Héctor Andrés, Historia Militar de Puerto Rico, Ediciones Siruela S.A., Madrid, España, 1992.

8. Rivero Méndez, Angel, Crónica de la Guerra Hispano Americana en Puerto Rico, Rivadeneyra, Madrid, 1922.