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| Peinetas
hechas de madera y algodón, pertenecientes a la cultura
San Pedro. |
Agricultores
del norte: atacameños
En
el desierto de Atacama, desde el río Loa hasta Copiapó,
se desarrolló un proceso cultural de gran importancia. A
unos diez kilómetros al noreste de San Pedro de Atacama,
se han encontrado vestigios de civilización humana de una
antigüedad que fluctúa entre los 12 mil y los 10 mil
años, existiendo allí testimonios arquelógicos,
como cuchillos y puntas de proyectiles.
El
período agroalfarero de la cultura atacameña distingue
tres momentos: el primero de ellos se sitúa entre los años
400 y 900 de la era cristiana, y se caracteriza por una alfarería
roja pulida, por cántaros antropomorfos (con formas de hombre)
y el uso de adornos y vasos de oro. El segundo, entre los años
900 y 1.200 de nuestra era, muestra el empleo de una alfarería
negra pulida, la influencia de la cultura peruana Tiahuanaco o Tiwanaku,
el empleo de las tabletas para aspirar alucinógenos, con
figuras esculpidas de hombres, cóndores y felinos, y el uso
del tambetá o adorno labial. El tercer período, comprendido
entre los años 1.200 y 1.500, recibe la influencia de la
civilización incaica y deja como exponente la construcción
de fortalezas o pukarás de piedra rodeadas de murallas
con angostas calles y apretadas habitaciones.
La
decoración de su alfarería y los dibujos de los petroglifos
confirman que los atacameños poseían una cultura con
una elevada sensibilidad estética.
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| Vaso
policromo de la cultura atacameña |
El
pueblo de los atacameños utilizó importantes técnicas
para el desarrollo agrícola,
destacándose el regadío artificial mediante un sistema
de canales que suplían la falta de lluvias, y las terrazas
o andenes que permitían un óptimo aprovechamiento
del agua.
Cultivaron el maíz, la papa, los frijoles,
la calabaza y una especie de tabaco. En la ganadería,
domesticaron a la llama y la alpaca, para utilizarlas
en la producción de lana y como medio de transporte. La llama,
como animal de carga, les permitió hacer largos viajes, para
cambiar productos como pescado, guano y hojas de coca.
Aunque
se sabe muy poco respecto de su espiritualidad, se piensa que fueron
creyentes en una vida futura, debido a la manera en como disponían
los entierros con armas, vestidos y objetos de uso cotidiano.
Tenían
un idioma propio llamado kunza, del cual hoy apenas subsisten palabras
aisladas.
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