Función estratégica en Puerto Rico

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Cronología historica

 

Tras la derrota de la Armada Invencible, en 1588, y la muerte de Felipe II, en 1598, empezó una etapa de continuados intentos de conquista de la isla por parte de ciertas potencias europeas. La situación de Puerto Rico la hizo desde el principio muy vulnerable al ataque de piratas y corsarios, franceses primero y británicos y holandeses después, a lo cual se añadían los ataques de indios procedentes de otras islas. La Corona española comenzó a edificar las defensas que hicieron de San Juan de Puerto Rico una de las plazas fuertes más importantes del imperio español. Con la construcción de la fortaleza de El Morro y de nuevas defensas en la parte oriental de la ciudad quedó finalizado el cinturón de murallas. La capital se convirtió en uno de los principales presidios militares de la América Hispana, sostenida por fondos anuales provenientes de México, el llamado "situado mexicano".

 

En 1595 llegaron al Caribe las flotas de Sir Francis Drake y John Hawkins, emisarios del gobierno inglés. Su llegada coincidió con un buque español procedente de Sudamérica que transportaba en sus arcas un tesoro de dos millones en oro y plata. La flota corsaria ancló en la isla de Cabras con objeto de tomar la fortaleza de San Juan y los ingleses quemaron algunas naves españolas por la noche, pero el resplandor de las llamas les hizo blanco fácil de la artillería española. Drake fue herido de muerte, y en 1598 el conde de Cumberland logró apoderarse de la ciudad durante algunas semanas, aunque los efectos de una epidemia de disentería que diezmó al ejército inglés obligaron a abandonar la isla, que fue saqueada antes de partir de ella.

 

Boudewijn Hendrikszoon (Balduino Enrico para los españoles) se adueñó de la parte de la capital. Los atacantes no pudieron vencer a la guarnición española en los combates frente al fuerte ni inducir al gobernador, Juan de Haro, a que se rindiera, a pesar de amenazar con prender fuego a la ciudad. La resistencia de españoles y criollos obligó al eventual retiro del holandés, no sin antes destruir la ciudad de San Juan, que quedó en ruinas.

 

El último gran ataque británico contra Puerto Rico se llevó a cabo en 1797: a las órdenes de Ralph Abercromby, 7.000 soldados desembarcaron al E de San Juan y sitiaron la ciudad, aunque el intento acabó siendo infructuoso como todos los demás. La obligación legal de no comerciar más que con buques de registro (que a veces tardaban once años) y únicamente con el puerto de Sevilla (cuyos comerciantes vendían al 300% del precio), explica la envergadura adquirida por el contrabando con los vecinas Antillas europeas.

 

Siglo XVIII

 

Entre 1700 y 1765 la población se multiplicó por seis, y de algo más de 6.000 habitantes se pasó a más de 44.000. En Arecibo se cuadruplicó: de unas 750 personas en 1.700 a 3.171 en 1765. El crecimiento natural tiene su explicación en la coincidencia de una baja mortalidad y una tasa de natalidad muy alta. La primera mitad del siglo XVIII, en contraste con el XVII, se saldó con menos epidemias crónicas, tanto en Europa como en el Caribe. Desde mediados del XVIII la situación empezó a cambiar: en 1755 la Corona autorizó el comercio con varios puertos peninsulares, y se concedió permiso a la Real Compañía de Barcelona para comerciar desde los puertos de Cádiz y Barcelona con Puerto Rico. La política reformista de los Borbones se dejó sentir particularmente en la acción del gobernador Felipe Ramírez de Estenós, que promovió una mayor utilización de las tierras agrícolas. Durante su gobierno se introdujo el café como cultivo

En 1765, por iniciativa del comisario regio Alejandro O`Reilly, se llevó a cabo un censo que arrojaba una población de 44.883 habitantes, de los cuales 5.037 eran esclavos. En él se informaba de la influencia del contrabando, en contraste con el escaso intercambio legal con la metrópoli. En el mismo año de 1765, una cédula real instauró la libertad de comercio con Cuba, Santo Domingo, Trinidad y Margarita, y en 1766, San Juan se convirtió en centro de distribución de esclavos hacia Tierra Firme. El censo demográfico de 1787 arrojó una población de 103.051 habitantes y el de 1799 dio 153.000 habitantes, entre ellos más de 17.000 esclavos. La inmigración, que en otros años había sido prácticamente negativa, se incrementó en esta época con el aporte inmigratorio de españoles de las islas Canarias, plantadores franceses expulsados de Haití y de Lousiana, y españoles de Santo Domingo. En 1788, dando idea del interés metropolitano por Puerto Rico, fue publicado en Madrid Historia geográfica civil y natural de la isla de San Juan Bautista de Puerto Rico, escrita por Fray Iñigo Abad. A partir de 1797, Estados Unidos participó de forma legal en el comercio hispano-antillano por mediación de la Corona española.

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