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Entre
la aracnoides y la piamadre existe un pequeño espacio bañado por
el líquido cefalorraquídeo que circula libremente alrededor de este
sistema. Este espacio es un verdadero amortiguador, ya que gracias a la presencia
de este líquido los movimientos bruscos o golpes a los que está
sometido el sistema nervioso le llegan muy suavizados. Todos
los centros nerviosos están conformados por dos sustancias: la gris,
constituida por grupos de cuerpos celulares neuronales; y la blanca, formada
por axones o fibras nerviosas. En el cerebro y en el cerebelo, la sustancia gris
ocupa la parte externa; en la médula espinal se encuentra en el interior. El
conjunto encefálico, formado por más de 12 mil millones de neuronas
y 50 mil millones de células gliales, dispone de una amplia red de riego
sanguíneo condensada en la arteria carótida y la vena yugular, que
regulan el flujo de nutrientes, principalmente glucosa y oxígeno. Los capilares
sanguíneos y las meninges constituyen la barrera hematoencefálica,
que impide la contaminación con sustancias nocivas, como las toxinas. Hay
doce pares de nervios craneales que van desde la porción inferior del encéfalo
a diversos órganos y partes del cuerpo. La mayoría lleva información
desde y hacia los órganos sensoriales principales. El primer par está
destinado al olfato; el segundo, tercero, cuarto y sexto, a la visión,
unos en el aspecto lumínico y otros en el movimiento ocular; el quinto
y el séptimo, a la sensibilidad o acción motora de varias regiones
de la cara; el octavo, al oído; el noveno, al habla; el undécimo
y duodécimo son exclusivamente motores; y el décimo está
relacionado con el corazón, los pulmones, el estómago y los intestinos. |