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El espermatozoide


Espermatozoide

En esta foto se aprecia cómo un grupo de espermatozoides se aproxima para fecundar al óvulo.


Imagen aumentada de varios espermatozoides

Imagen real de espermatozoide aumentada

El espermatozoide: pequeños viajeros

Proyecto Salón Hogar

Durante toda la vida sexual activa del hombre, en los túbulos seminíferos de los testículos se produce la espermatogénesis o formación de espermatozoides. Este proceso empieza aproximadamente a los 12 años y se extiende durante toda la vida.

La producción de espermatozoides está regulada por las hormonas gonadotrofinas secretadas por la hipófisis -glándula situada en el cerebro-.

Existen tres capas de células que proliferan continuamente, denominadas espermatogonias.

Cuando estas crecen y se vuelven más voluminosas, se convierten en espermatocitos primarios, los que se dividen en dos células llamadas espermatocitos secundarios. Todos tienen 23 pares de cromosomas, al igual que los anteriores.

En esta etapa ocurre la meiosis celular, por la que el núcleo del espermatocito secundario se divide dos veces, formándose cuatro gametos, cada uno con la mitad de los cromosomas (23) que tienen el resto de las células del cuerpo (46). Cada una de estas nuevas células, llamadas espermatide, comienzan a alargarse, convirtiéndose en espermatozoides al perder gran parte de su citoplasma.

Diariamente se almacenan en el epidídimo unos 500 millones de espermatozoides maduros provenientes de ambos testículos, los que son fértiles durante algunas semanas.

Este proceso de maduración tarda 72 días y está controlado por una compleja interacción de hormonas. Es posible gracias al escroto, que funciona como termostato, manteniendo a los espermatozoides a la temperatura correcta. Cuando hace calor, su músculo se relaja, para mantener los testículos alejados del cuerpo. Con el frío se contrae, para atraerlos hacia el calor.

Cada espermatozoide posee una cabeza, que es un paquete denso de cromosomas. En su parte intermedia o cuello se encuentran las mitocondrias encargadas de producir la energía necesaria para que este llegue al óvulo y lo fecunde. Su cola o flagelo, similar a un látigo, tiene como objetivo impulsar al espermatozoide hacia el óvulo femenino.

Durante la excitación sexual, el tejido esponjoso del pene se llena de sangre, por lo que este órgano se erecta. Antes de la eyaculación, los espermatozoides son impulsados a través del conducto deferente. Las vesículas seminales y la glándula prostática les proporcionan el fluido con el que constituyen el semen. Este es expulsado del cuerpo por la uretra.

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