El principio de la vida El sistema reproductor masculino El espermatozoide: pequeños viajeros
El sistema reproductor femenino El ciclo menstrual Hombre y mujer: un solo cuerpo
La prevención del embarazo Enfermedades recurrentes Las consecuencias de la promiscuidad
Sida
Microelectrografía del Virus de Inmunodeficiencia Humana, conocido como VIH, que es el causante del SIDA. Enfermedad que afecta al sistema inmunológico, dejando al cuerpo sin defensas, por lo que hasta las enfermedades más inofensivas pueden agravarse hasta producir la muerte.


La gonorrea

Problemas para la concepción
La infertilidad o imposibilidad de tener hijos es un problema común en la sociedad actual.
Una de las causas más comunes de infertilidad es el bloqueo de las trompas de Falopio, que con frecuencia es causada por una endometriosis mal tratada. Como vimos con anterioridad, la fecundación se produce en las trompas, por lo que si estas están bloqueadas, se necesitarán medicamentos o algún tipo de cirugía para remediarlo.
Otra causa importante de infertilidad en la mujer es que los ovarios no desprendan óvulos maduros o la excesiva irregularidad de este proceso. Esto puede producirse por un desequilibrio hormonal, por obesidad o pérdida excesiva de peso, o bien por un ovario con quistes. Una anormalidad estructural en el útero también puede dificultar la fecundación.
El hombre no escapa a este problema. Un número inadecuado de espermatozoides es la causa más común de la infertilidad masculina. Además, influye que estos presenten deformaciones o no puedan desplazarse con rapidez por el cuerpo de la mujer. Esto puede deberse a un desorden hormonal, el consumo de drogas o a alguna enfermedad. También afecta el hecho de que ciertas vías por donde debe pasar la esperma o semen estén parcial o completamente bloqueadas.
Si el hombre ha sido operado de próstata, puede presentar problemas al eyacular, ya que el semen entra en la vejiga, dando paso a la infertilidad.

 

Las consecuencias de la promiscuidad

 Proyecto Salón Hogar

Las enfermedades de transmisión sexual (ETS) son un fiel reflejo de una sexualidad irresponsable; es decir, de la mantención de relaciones sexuales con distintas parejas, sin las prevenciones necesarias.

Para prevenir estas enfermedades es importante ser responsable de la propia sexualidad, considerando los siguientes factores: tener una pareja sexual estable, cuidar la salud genital, controlarse con un médico periódicamente y usar preservativos, sobre todo en el caso de relacionarse sexualmente con personas desconocidas.

Si alguien descubre que padece alguna de estas enfermedades, debe evitar tener relaciones sexuales y su pareja tendrá que ser analizada para detectar si está infectada.

Las ETS más comunes son:

Gonorrea

Es una enfermedad venérea muy frecuente, fácil de detectar en el hombre, ya que se produce una secreción purulenta por la uretra con bastante dolor al orinar.

En cambio, en la mujer es mucho más difícil de descubrir, porque generalmente no da molestias, y si las da, no son muy específicas y pueden confundirse con otras infecciones genitales. Se produce una secreción purulenta por la vagina. Si no se trata, esta bacteria irá infectando y destruyendo los órganos genitales internos de la mujer, tales como el útero y las trompas de Falopio. Como consecuencia, a muchas mujeres les provoca esterilidad, o incapacidad de concebir un hijo.

Sífilis

Al igual que otras enfermedades venéreas, solamente se contagia por el contacto sexual con una persona infectada. Se puede descubrir fácilmente si luego de varios días de haber tenido una relación sexual aparece en los genitales (glande, prepucio, surco balanoprepucial en el hombre, labios mayores o menores y vulva en la mujer), una úlcera indolora de base dura, acompañada de inflamación en los ganglios de la ingle. Si ello ocurriera, se debe acudir rápidamente a un médico para un tratamiento que es ciento por ciento efectivo. De lo contrario, desaparecerá la úlcera y la infección se diseminará por todo el organismo, dañándolo de manera irreversible.

Sida

El SIDA es una enfermedad de transmisión sexual. Descubierta en 1981, es producida por un virus que ataca y destruye las células blancas de la sangre (linfocitos) que nos defienden de infecciones por gérmenes (bacterias, hongos, otros virus) y de la proliferación de ciertas células cancerosas.

Actualmente el virus sigue siendo mortal. Sin embargo, hay tratamientos para mejorar la calidad de vida del infectado.

Existen muchos mitos sobre las formas de contagio del SIDA. El compartir una habitación, una comida, un beso o un abrazo con una persona infectada no constituyen ningún riesgo.

Por otra parte, todavía se cree que solo les da a las personas que mantienen relaciones sexuales con personas de su mismo sexo (homosexuales). Esto es falso.

Cualquier persona puede contraer SIDA si se expone. Por esto es más frecuente en personas con vida sexual desordenada y promiscua. Pero también puede afectar a personas de sexualidad sana y a niños, por medio de transfusiones de sangre infectada o durante la gestación en el caso de madres infectadas.

Al principio, la persona contagiada con SIDA presenta síntomas muy vagos: baja de peso acentuada, diarreas crónicas, ganglios inflamados en diferentes partes del cuerpo. Posteriormente, al agotarse sus defensas, presenta una serie de infecciones muy raras y de difícil tratamiento en los pulmones, el cerebro, en la sangre, etc. Y algunos de ellos comienzan a presentar tumores cancerosos en la piel (sarcoma de Kapossi).

Las personas con SIDA no fallecen por la enfermedad en sí, sino por alguna infección severa y/o algún tumor maligno expandido en el organismo.

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