Grecia     Página 1

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Macedonia/ colonias griegas

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Grecia ha ejercido durante siglos un irresistible hechizo sobre la imaginación de los hombres. Los romanos, que incorporaron Grecia a su imperio - y en cuyo proceso no rehuyeron el saqueo de sus ciudades-resultaron profundamente impresionados por ella.

 

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Grecia es la extremidad meridional de la península de los Balcanes. Si se mira un mapa de Europa se podría observar que la patria del dios Apolo tiene la forma de una mano esquelética que extiende sus dedos, torcidos e irregulares, sobre el mar Mediterráneo. Al sur de ella se extiende la gran isla de Creta. Desde la que aquellos dedos codiciosos capturaron, en el segundo milenio antes de Cristo, los comienzos de una civilización y una cultura que inmortalizarían a la Grecia clásica.

Colocada en el Oriente del Mediterráneo y en medio del mundo antiguo, la Hálade pudo fácilmente ocupar, gracias a su situación admirable, el centro de la cultura y del comercio. Bastante cerca de Egipto y de algunos reinos asiáticos para apoderarse de la civilización de estos países, estaba separada de ella por el mar, que le permitió mantener su independencia y los rasgos propios de su personalidad. 

Ninguna otra península europea posee una configuración geográfica tan accidentada. Sus costas sinuosas forman golfos y bahías, lo que facilita la navegación. Esta ventaja natural permitió a los griegos alcanzar un desarrollo en la navegación y el comercio. Los marinos helenos pasaban de Europa al Asia a través del mar Egeo sin dejar de tener nunca tierra a la vista. Centenares de islas maravillosas servían de faro a los barcos, carentes entonces de brújula.

Orígenes

En la Antigüedad la Hélade no constituía un Estado unificado políticamente, ni siquiera estaba dotado de un mínima unidad étnica. Por ello la delimitación geográfica estuvo en consonancia con los movimientos expansivos y contractivos del pueblo griego. La conciencia común como pueblo derivaba directamente del pilar fundamental de la sociedad griega, la lengua; por lo que todo aquel que no hablase griego recibía el apelativo despectivo y onomatopéyico de barbaros (´extranjero´, de donde deriva la palabra "bárbaro"). La unidad de los griegos se cimentaba además en unas costumbres y una religiosidad común, de forma que eran griegos aquellos que se sentían como tales y mantenían vivo el sentimiento de pertenencia a una misma unidad que se elevaba por encima del resto, que ajenos a sus costumbres eran considerador bárbaros.

Ni siquiera tuvieron una denominación común para ellos mismos, graeci es tan sólo el nombre por el que les conocieron los romanos. Pese a ello, ya en los últimos momentos de la Edad del Bronce, los griegos desarrollaron una unidad cultural definida, los aqueos, a los cuales se les hace responsables del surgimiento de la Civilización Micénica. Siglos más tarde, tras las múltiples migraciones de la Edad Oscura, surgió el término Hélade como colectivo que se aplicaba al conjunto de todos los griegos, que a partir de ese momento pasaron a denominarse helenos.

Los griegos o helenos, eran un pueblo de origen indoeuropeo que había penetrado en Grecia desde el norte y había ido desplazándose lentamente hacia el Mediterráneo imponiéndose, durante éste proceso, sobre un sustrato poblacional anterior de muy dudoso origen y cuya filiación es casi imposible de establecer con cierto rigor. Los propios griegos se comportaron, a lo largo de éste proceso migratorio, como auténticos invasores incluso con poblaciones de su mismo origen llegadas antes que ellos.

El mundo griego estaba formado fundamentalmente por tres regiones geográficas bien delimitadas: la zona continental europea, Asia Menor y las islas griegas. La zona continental europea estaba dividida a su vez en la región septentrional, compuesta por Tesalia, Epiro y Macedonia; la península Balcánica, integrada por Arcanania, Etolia, Dóride, Lócride, Beocia, Ática y la isla de Eubea; y finalmente, al sur, la península del Peloponeso. La costa de Asia Menor, donde se produjeron los primeros asentamientos coloniales griegos, estaba dividida en tres regiones: Eólide, Jonia y Dóride. Finalmente las islas griegas se convirtieron en el puente natural entre el continente europeo y Asia Menor. A partir del siglo VIII a.C. éste horizonte básico se amplió con la fundación de asentamientos coloniales en el mar Negro, Italia, Sicilia, el Mediodía francés y el noreste de la Península Ibérica.

Recursos económicos

La península Balcánica ha sido a lo largo de la Historia la más pobre y montañosa de todas las penínsulas mediterráneas; las montañas ocupan el 80% de la superficie total y el 20% restante está constituido por pequeñas llanuras rodeadas de abruptas montañas lo que dificultó en extremo las comunicaciones. Esto facilitó el surgimiento de unas entidades políticas de pequeño tamaño, autosuficientes y de fronteras difusas, la polis (del griego polij ´ciudad´).

En las llanuras se practicó una agricultura de subsistencia cuyo principal problema provenía de la imposibilidad de adaptar la producción a cualquier tipo de cambio social, político o de tenencia de la tierra. Los cultivos fueron los típicos de la cuenca mediterránea, esto es, la vid, el olivo y los cereales, a los que en algunos lugares se añadieron frutales.

En cuanto a los recursos mineros, el subsuelo griego presentó aún más problemas que en lo referido a la explotación agrícola debido a la prácticamente total inexistencia de minerales a excepción del cobre, hierro y algo de plata. La abundancia de arcilla de buena calidad propicio el temprano desarrollo de la cerámica y la aparición de numerosos talleres ceramistas que hicieron de la cerámica griega una de las piezas fundamentales del comercio en el Mediterráneo. Por otro lado, la explotación de las canteras favoreció el crecimiento de las ciudades.

Teniendo en cuenta lo anteriormente dicho es fácil imaginar la importancia del mar para los griegos. Con unas comunicaciones por tierra realmente complejas y una necesidad acuciante de comerciar con el exterior, para obtener todo aquello que el suelo sobre el que se asentaron les negaba, el mar era la única opción de expansión y subsistencia que los griegos pudieron encontrar. No obstante, los griegos rara vez usaron los recursos del mar, no era un pueblo de pescadores sino de agricultores, mas que para extender a través de él sus redes comerciales.
 
                                                                                                                   

Fundación Educativa Héctor A. García