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  José de San Martín

Libertador de América

José de San MartínJosé de San Martín nació el 25 de febrero de 1778 en Yapeyú, a orillas del río Uruguay, que pertenecía al Virreynato del Río de la Plata. Su padre, don Juan de San Martín, venía de España y ocupaba la función de lugarteniente gobernador del departamento. Su madre, doña Gregoria Matorras, era sobrina de un conquistador del Chaco.

Se fue a España, con sus padres, en 1786, donde entró al Seminario de Nobles de Madrid. En 1789, comenzó una carrera militar en el regimiento de Murcia. Tomó parte en la campaña del África combatiendo en Melilla y Orán. En 1797, obtuvo el grado de sub-lugarteniente en recompensa por sus acciones frente a los franceses en los Pirineos.

Luego combatió en diferentes sitios del sur de España, en Gibraltar y Cádiz, con el grado de Capitán de segunda de la infantería ligera.

En 1808, las tropas de Napoléon invadieron la península y el rey Fernando VII fue hecho prisionero. Fue entonces que estalló la rebelión del pueblo español contra el Emperador y su hermano José Bonaparte, que venía de ser proclamado Rey de España. Un Gobierno provisorio se instaló en Sevilla y luego en Cádiz.


San Martín fue nombrado por la Junta ayuda de campo del Primer Regimiento de Voluntarios de Campo Mayor. Destacado por sus hechos de armas contra los franceses, accedió al grado de capitán del regimiento de Borbón. La armada atacó las tropas francesas y las batió en el curso de la batalla de Bailén, el 19 de julio de 1808. San Martín se distinguió.

Esta victoria permitió a la armada de Andalucía recuperar Madrid y fue la primera derrota de las tropas napoleónicas. San Martín recibió el grado de Lugarteniente Coronel y una medalla de oro. Continuó la lucha contra los franceses en la armada de aliados: España, Portugal e Inglaterra. Combatió bajo las órdenes del general Beresford en la batalla de Albuera.


Tuvo conocimiento de Lord Macduff, un noble escocés, quien lo informó acerca de logias secretas que complotaban para la independencia de América del Sur. Gracias a este último obtuvo un pasaporte para ir a Inglaterra, donde encontró en 1811 a compatriotas de la América española: Alvear, Zapiola, Andrés Bello, Tomás Guido, entre otros. Todos hacían parte de una logia que había fundado el "Precursor", Miranda, quien, con Bolívar, luchaba ya en América por la independencia de Venezuela.


En enero de 1812, San Martín embarcó para Buenos Aires a bordo de la fragata inglesa George Canning.

II. San Martín en América.
 

En la ciudad de Buenos Aires, el 25 de mayo de 1810, una Junta se había formado según el modelo de juntas de España, que se oponía a la ocupación francesa de la Península, y gobernaba en nombre del rey Fernando VII prisionero en Francia. Se había enviado emisarios en las diferentes ciudades del Virreynato del Río de la Plata, para que ellas formaran juntas y reconocieran a la de Buenos Aires. Las poblaciones parecían dividirse entre las juntas independientes de España y aquellas que pretendían obedecer al virrey. La Junta de Buenos Aires nombró un cuerpo ejecutivo, llamado Primer Triunvirato. Sus miembros eran: Juan José Paso, Feliciano Chiclana y Manuel de Sarratea.

La ciudad de Montevideo no reconocía a la junta de Buenos Aires y había emprendido hostilidades contra la capital. En Chile, el Consejo se pronunciaba contra la autoridad del Virrey. En el Alto Perú, la Bolivia actual, los realistas ocuparon la provincia de Salta y avanzaron sobre Tucumán, defendido por el Ejército del Norte que comandaba el general Belgrano. El Paraguay se había ya declarado independiente.

Pocos días después de su llegada, San Martín fue reconocido en el grado de Lugarteniente Coronel y el Triunvirato le encargó formar un escuadrón, que sería el célebre Regimiento de Granaderos a Caballo. Durante el año 1812, se ocupó de instruir a la tropa en las técnicas modernas de combate que había adquirido en Europa contra el ejército napoleónico.


Además, organizó una sociedad secreta llamada la Logia Lautaro (nombre de un jefe araucano que defendió la libertad de su pueblo durante la conquista española). La sociedad estaba formada de la misma manera que las logias masónicas de Cádiz, Londres y Venezuela, que tenía por miembros a Miranda, Bolívar y Andrés Bello. Su objetivo era de "trabajar por la independencia de América y su honor". Sus principales miembros, además de San Martín, fueron: Alvear, Zapiola, Bernardo Monteagudo, Juan Martín de Pueyrredón.

En agosto de 1812, San Martín se casó con María de los Remedios de Escalada, una mujer joven y bella, que pertenecía a una de las familias más destacadas del país.
En octubre de 1812, cuando llegó la noticia de la victoria del general Belgrano en Tucumán, la Logia Lautaro intentó imponer sus candidatos al Triunvirato. Con la presión de los cuerpos armados y el pueblo, un segundo Triunvirato se formó, constituído por: Juan José Paso, Nicolás Rodríguez Peña y Antonio Álvarez Jonte. Además, se exigió crear una Asamblea Suprema con delegados de todas las provincias a fin de redactar una constitución.

Los primeros actos del Triunvirato consistieron en reforzar el ejército y enviar una expedición para sitiar Montevideo, ocupado por los realistas. En enero de 1813, las posiciones militares fueron consolidadas: el general José Rondeau dirigió el sitio de Montevideo mientras que en Buenos Aires, el domingo 31 de enero, se reunió la Asamblea General Constituyente, conocida en la historia bajo el nombre de Asamblea del año 13. Casi todos los miembros de la Asamblea pertenecían a la Logia Lautaro. Se aprobó importantes reformas: el nombre del rey de España desaparecía de los documentos públicos, la Asamblea se declaraba soberana, se suprimían los blasones y títulos de nobleza, se adoptaban los colores de la bandera creada por Belgrano, el emblema nacional y el himno, se eliminaba la inquisición y se quemaban los instrumentos de tortura, se defendía la libertad de prensa, se imponía restricciones a la esclavitud.

 

Los realistas de Montevideo dominaban los ríos con su flota, asolaban las ciudades costeras y hacían frecuentes desembarcos para obtener tropas y alimentos.
En enero, se supo en Buenos Aires que una escuadra realista, dirigida por el corsario Rafael Ruíz y el capitán Juan Antonio Zabala, se aprestaba a desembarcar. El 28 de enero, el Triunvirato ordenó al coronel San Martín proteger las costas del Paraná del desembarco realista. Los granaderos siguieron la progresión de la flota enemiga que contaba con 11 naves y alrededor de 300 soldados. Los navíos tiraron anclas en Rosario y los españoles intercambiaron disparos con las tropas de Caledonio Escalada, comandante militar de la ciudad.

Fue en la noche del 2 de febrero que los granaderos de San Martín llegaron y se escondieron en el convento de la vecina ciudad de San Lorenzo. En la mañana del 3 de Agosto, los barcos de la expedición realista tocaron tierra y los españoles subieron los acantilados. San Martín había dividido sus tropas en dos columnas, y en el momento cuando el clarín comenzó a resonar dio el asalto. Desde la primera carga, el caballo de San Martín fue puesto en tierra. El granadero Baigorria atravezó con su lanza a un soldado español que intentaba herir a San Martín. El soldado Juan Bautista Cabral, quien había levantado el caballo de su jefe para liberarlo, fue herido de muerte. Al momento de morir pronunció: "Muero contento, hemos vencido al enemigo".

En efecto, la victoria llegó en algunos minutos. Los realistas huyeron por los acantilados abandonando sus armas, cañones y estandartes. La flota vencida retornó a Montevideo y no regresó jamás por el Paraná. San Martín regresó a Buenos Aires triunfal.
Poco tiempo después se supo de la victoria del general Belgrano frente a los realistas en la batalla de Salta, donde se rindió la armada dirigida por Pío Tristán.

Manuel Belgrano, después de la batalla de Salta, entró en tierras del Alto Perú persiguiendo a los realistas, pero debió retroceder hasta sus posiciones precedentes, en el valle de Lerma, después de las derrotas de Vilcapugio (1 de octubre) y Ayohuma (14 de noviembre). El Triunvirato decidió enviar a San Martín al norte con un pequeño ejército de infantería y el cuerpo de Granaderos a Caballo. El ejército vencido se reunió con los refuerzos en Yatasto, en el camino entre Salta y Tucumán, donde los dos libertadores se conocieron y se unieron en amistad para siempre.

Entretanto, el 31 de enero de 1814, en Buenos Aires, la Asamblea nombró como Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata a Don Gervasio Antonio Posadas por un período de dos años, reemplazando al Triunvirato precedente. En enero igualmente, San Martín tomó el mando del Ejército del Norte, quedando Belgrano su subordinado.
La armada realista, dirigida por el general Pezuela, amenazaba las provincias de Salta y Jujuy.

La frontera norte era defendida por gauchos a caballo, bajo el mando del lugarteniente coronel Martín Güemes, originario de Salta y muy bien instruído en el terreno. Este ejército causó estragos en las tropas realistas levantando al pueblo contra el enemigo.

Al mismo tiempo, en el Río de la Plata, la flota dirigida por el comandante Guillermo Brown vencía a la armada realista frente a Montevideo y llegó a establecer el sitio marítimo que obligó a la ciudad a rendirse al General Alvear (junio de 1814). Sabiendo de esta derrota, los realistas, que intentaban conquistar las Provincias Unidas por la frontera norte, comenzaron a retirarse, concentrando sus fuerzas en el Alto Perú.

III. El Plan continental.
 

Poco después de su llegada a Tucumán, San Martín se dio cuenta de la imposibilidad de llegar a Lima, que en ese momento era el centro del poder realista, por el camino del Alto Perú. Cada vez que una armada realista descendía del altiplano hacia los valles de Salta era vencida; y cada vez que un ejército de las Provincias Unidas se aventuraba en el Alto Perú era exterminada.
Fue entonces que el general San Martín tuvo la idea de atravezar la cordillera y atacar Lima por el mar. Para asegurar las fronteras del norte, las tropas del general Güemes bastaban. El plan de conquistar Perú por el Pacífico era lo que San Martín mismo llamaba "su secreto", compartido con algunos de sus amigos de la Logia Lautaro.

En el mes de abril de este año, una enfermedad le impidió ir a pedir la autorización a la Asamblea para realizar su plan. Reposó en una hacienda próxima a Córdoba, dejando al general Cruz dirigir las tropas del Ejército del Norte.
En agosto, el Director Posadas lo nombró gobernador intendente de Cuyo, en razón de su salud todavía frágil. En realidad, San Martín estaba en una posición favorable para comenzar sus planes que lo llevarían a liberar la mitad del continente.

Cuando el futuro Libertador se instaló en Cuyo, del otro lado de la Cordillera de los Andes, la revolución del "Reino de Chile" se encontraba en peligro: el país era invadido por las fuerzas realistas del Virreynato del Perú y después de varias batallas, las fuerzas independentistas bajo el mando de O´Higgins y José Miguel Carreras fueron derrotadas en el curso de la batalla de Rancagua (1 de octubre de 1814), donde el ejército chileno fue exterminado, dejando la ruta hacia la capital, Santiago, abierta. El general Carrera con el resto del ejército atravezó la cordillera y se refugió en el territorio de Cuyo, gobernado por San Martín.

En Buenos Aires se supo que Napoleón había sido vencido y exiliado en la isla de Elba. El rey Fernando VII había llegado a Madrid después de seis años de cautiverio. El primer acto del gobierno fue abolir la constitución de Cádiz y condenar a muerte a todos aquellos que se oponían a su soberanía. El Tribunal de la Inquisición fue restablecido.

En este momento la revolución sudamericana parecía vencida en todos los frentes. Chile y el Alto Perú estaban perdidos, con realistas fuertemente establecidos en Lima; la revolución venezolana estaba vencida y sus jefes, Bolívar y Mariño, se habían refugiado en Cartagena; los liberales españoles eran perseguidos. Solo en el Río de la Plata ondeaban los estandartes de la Libertad y la Independencia.

En Buenos Aires, a comienzos del año 1815, el Director Supremo Posadas renunció, y se nombró en su lugar al general Carlos María de Alvear. Alvear nombró entonces como gobernador de Cuyo al coronel Gregorio Perdriel. Esto conmocionó a la ciudad de Mendoza y, el 16 de febrero, el Consejo Municipal solicitó al Director Supremo una audiencia para que conserve en su gobierno al general San Martín, argumentando el hecho en que había un peligro cierto de una invasión realista por la cordillera. El Director aceptó la demanda del Consejo y confirmó a San Martín en su cargo.
Poco tiempo después, el Consejo de Buenos Aires pidió la dimisión de Alvear y nombró al general Rondeau en su lugar, con la condición de disolver la Asamblea y de formar un nuevo congreso elegido por sufragio universal (18 de abril).

Pero los habitantes de Mendoza constituyeron un Consejo independiente. Decidieron no obedecer a ningún gobierno que no fuera elegido por el pueblo y declararon nulo y no bienvenido el nombramiento del Gobernador Intendente por el Director Supremo. Se aclamó a San Martín como Gobernador de Cuyo. Los Consejos de San Juan y San Luis confirmaron sus declaraciones.

San Martin decidió entonces crear el Ejército de los Andes, al cual la población de Cuyo contribuyó como pudo. Se estableció nuevos impuestos, se creó una contribución extraordinaria de guerra, se recibió donaciones en joyas y dinero...Los transportes militares fueron gratuitos, los artesanos trabajaron sin retribución para el ejército y las mujeres participaron del esfuerzo para la guerra confeccionando los uniformes de los soldados.

Se supo que en ese momento España preparaba una expedición de diez mil hombres, bajo el mando del general Murillo, la cual se dirigía hacia el Río de la Plata para someter a los rebeldes a la voluntad real. El coronel San Martin reunió en Consejo a la población de Cuyo el 6 de junio de 1815 y declaró: "Es llegada la hora de los verdaderos patriotas. Se acerca al Río de la Plata una expedición de diez mil españoles. Ya no se trata de encarecer y exaltar las virtudes republicanas, ni es tiempo de exhortar a la conservación de las fortunas o de las comodidades familiares. El primer interés del día es el de la vida: este es el único bien de los mortales. Sin ella, también perece con nosotros la patria. Basta de ser egoístas para empeñar el último esfuerzo en este momento único que para siempre fijará nuestra suerte. A la idea del bien común y a nuestra existencia, todo debe sacrificarse. Desde este instante el lujo y las comodidades deben avergonzarnos. Desde hoy quedan nuestros sueldos reducidos a la mitad. El empleado que no quiera donar lo que deja de percibir recibirá un boleto para su abono en mejores circunstancias. Yo graduaré el patriotismo de los habitantes de esta provincia por la generosidad. Cada uno es centinela de su vida."

Las damas de Mendoza, con María de los Remedios de Escalada de San Martín a la cabeza, su esposa, fueron recibidas por el Consejo municipal en audiencia y, en presencia de la población, se despojaron de todas sus joyas, ofreciéndolas a la patria.

Llegamos a fines del año 1815 con las desalentadoras noticias de la derrota del Ejército del Norte, dirigida por Rondeau, en la batalla de Sipe-Sipe el 29 de noviembre. Las fuerzas del Virrey de Perú, comandadas por el general Osorio, dominaban Chile. El ejército de Murillo, que debía llegar a Buenos Aires, desembarcó en Venezuela y venció a las tropas de Bolívar.
San Martín, a la cabeza del pequeño ejército de Cuyo, era entonces la única esperanza de las Provincias Unidas. Fue en estas circunstancias que reunió sus oficiales y expuso su plan de atravezar los andes y la reconquista de Chile.

A fines del año precedente, la autoridad del rey Fernando VII estaba prácticamente restablecida, y ya los generales realistas ejercían su crueldad sobre las poblaciones rebeldes, sobre todo en Venezuela y el Alto Perú.

A comienzos del año 1816, los delegados de las diferentes provincias, elegidos por sufragio universal, comenzaron a arrivar a Tucumán, y el 24 de marzo se formó el Soberano Congreso Nacional de las Provincias Unidas del Río de la Plata. El gobierno de Cuyo tenía cuatro delegados, amigos de San Martín y miembros de la Logia Lautaro. Por la provincia de San Juan: el hermano Justo Santa María de Oro y don Agustín Maza; por Mendoza: Tomás Godoy Cruz y Francisco Narciso Laprida; por San Luis, Juan Martín de Pueyrredón.
En el mes de mayo el Congreso se dedicó a la elección del nuevo Director Supremo. El primer candidato en vista fue Belgrano, después se pensó en San Martín, pero los delegados de Cuyo se opusieron. Finalmente, el 3 de mayo, Juan Martín de Pueyrredón fue designado como Director Supremo, con el consentimiento de los delegados próximos a San Martín.

Sin embargo San Martín, como Gobernador de Cuyo, insistió al Director Supremo para que le otorgue los medios para realizar su cruce de los Andes. Ya había comenzado sus actividades de espionaje y tenía contactos en medio de los realistas de Santiago, y estos le informaban de las actividades del Gobernador Osorio y de su sucesor Marcó del Pont. Sus espías preparaban la insurrección de los patriotas chilenos preparando la futura invasión.
San Martín se vio propuesto comandante del ejército del Perú, para reemplazar al general Rondeau. Pero no creyó en las posibilidades de éxito y pidió al Director Supremo enviar a Manuel Belgrano.

Durante este año, varias batallas navales fueron emprendidas por corsarios bajo pabellón del Río de la Plata. Capturaron los cargamentos de navíos que hacían la travesía entre América y España, liberando los esclavos, lo que les valió el reconocimiento de la opinión liberal en Europa. Se interceptó además la correspondencia confidencial, lo que les permitió conocer el verdadero estado de las tropas realistas en el Caribe y Venezuela. Fue así que se supo en Buenos Aires los progresos de Bolívar y las tropas independentistas de México.
Fue en este contexto que se preparó la expedición del comandante Guillermo Brown, secundado por Hipólito Buchardo, quienes partieron del Río de la Plata, doblaron por el Cabo de Hornos y atacaron las fortalezas españolas en Chile, después los puertos fortificados de Callao y de Guayaquil. Eso permitió a los independentistas informarse sobre las defensas de esos puertos que serían útiles para la campaña del Perú.

Después de la derrota de Sipe-Sipe en el Alto Perú, San Martín pensó que era tiempo de poner en marcha su plan de conquista de Lima por el Pacífico. Envió a su delegado, Manuel Ignacio, a Buenos Aires, para convencer al Director de la utilidad de una expedición a Chile. El Ministro de Guerra, Tomás Guido, era un amigo de San Martín y parecía de acuerdo con él. Pero el gobierno no estaba convencido.

Obrando con astucia, San Martín hizo creer que su ejército marcharía hacia el Alto Perú. Quería hacer creer a los realistas que Mendoza quedaría sin protección para empujarlos a pasar al otro lado de la cordillera. Pero Marcó del Pont no cayó en la trampa.
San Martín envió entonces a Buenos Aires a su ayuda de campo, José Antonio Álvarez Condarco, ingeniero militar, con algunos detalles de sus planes de campaña. Condarco se entrevistó con Antonio González Balcarce, quien aseguró el interín en espera del nuevo Director. Pueyrredón fue favorable al plan de invasión de Chile y dio por fin instrucciones para que se apoye a San Martín (mes de junio).

San Martín insistió con sus delegados del Congreso sobre la necesidad de declarar la independencia. El 9 de julio, el Congreso proclamó la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata. No había más posibilidad de reconciliación con Fernando VII.

San Martín envió entonces su emisario a los jefes realistas para notificarles esta declaración de independencia.
El 15 de julio, el Director Pueyrredón y San Martín se encontraron en Córdoba para planificar la expedición. A partir de este día, los dos hombres se hicieron amigos para siempre.

IV. El cruce de los Andes.
 

Desde la obtención del apoyo político para su proyecto, San Martín emprendió los preparativos de la expedición.El Director Supremo elevó el 1 de agosto a San Martín al grado de general en jefe del Ejército de los Andes.El 5 de enero, después de un período de entrenamiento, El ejército se dirigió hasta Mendoza bajo el clamor de la multitud. Todos juraron fidelidad a la bandera color celeste y blanco.San Martín guardó en secreto el punto por el cual el ejército cruzaría los Andes, y dejó correr falsos rumores para desorientar a los realistas.

Todo estaba listo en Plumerillo para hacer atravezar el ejército de 4000 hombres, con sus caballos, cañones, municiones y víveres para un mes. Dos divisiones, bajo el mando de los generales Miguel Estanislao Soler y O´Higgins atravezaron los Andes por el Paso de los Patos. Otra, dirigida por Juan Manuel Cabot hizo el cruce desde San Juan, por el Portezuelo de la Ramada para llegar a Coquimbo. Otro destacamento ligero pasaría por el paso de Vinchina para ocupar Copaipó. Al sur, el capitán Freyre pasaría por el Planchón para apoyar a la guerrilla chilena.

En el transcurso de la segunda mitad de enero, las diferentes divisiones se pusieron en marcha con instrucciones secretas. Las órdenes eran de aparecer simultáneamente sobre el territorio chileno entre el 6 y el 8 de febrero.

El cruce fue un triunfo. El 8 de febrero a las dos de la tarde, las dos principales columnas ocupaban las ciudades de Putaendo y Santa Rosa de los Andes, dejando libre la ruta hacia el Pacífico.


IV. La liberación de Chile.
 

El 10 de febrero, todo el ejército de los Andes se encontraba reunido en el valle del Aconcagua, listo para escalar la cuesta de Chacabuco y enfrentar una batalla decisiva. El ejército realista se reunió con las tropas venidas de Santiago. San Martín quería atacar a los realistas sin darles tiempo a reagruparse. Dividió sus tropas en dos columnas; una comandada por el general Soler y la otra por O'Higgins. El ejército realista era dirigido por Maroto.

Al amanecer del 12, las dos columnas comenzaron la ascensión de la cuesta de Chacabuco, Soler por la derecha y O'Higgins por la izquierda.
El ala izquierda se encontró con los realistas. El combate parecía indeciso hasta que las tropas de Soler llegaron a apoyarlos, ganando la batalla. Los realistas debieron huir, dejando 500 muertos, 600 prisioneros y muchas armas.

El 14 de febrero, San Martín entró triunfal en Santiago de Chile. El Congreso se reunió el 18 y proclamó al Libertador, Gobernador de Chile. Él renunció a este honor y O'Higgins fue elegido Director Supremo de Chile.

Esta victoria, la conquista de Chile, no podía más que alegrar a Buenos Aires, víctima de una situación difícil. Montevideo era ocupado por los portugueses, mientras que el Ejército del norte, bajo las órdenes de Martín Güemes, resistía mal que bien en Jujuy.
La victoria de Chacabuco iba a cambiar la situación. Los realistas comenzaron a replegarse. Los que podían escapar, se retiraron hasta la fortaleza de Talcahuano, en el sur de Chile. Ellos resistieron todo el año 1817.

Se creó entonces el Ejército Unido, formado por el de Chile y el ejército de los Andes. A O'Higgins se confió la parte chilena y San Martin devino General en jefe de todo el ejército.

San Martín sabía que no sería posible conquistar Chile y Perú sin dominación marítima. En efecto la costa era protegida por poderosos bastiones como Callao o Talcahuano. Poco después de la batalla de Chacabuco, volvió a Buenos Aires para pedir al Director Supremo que envíe una misión a Londres, con el fin de conseguir una armada a fin de dominar las costas del Pacífico.

Esto permitió la entrada del ejercito en Santiago. El 18 de febrero se convocó a un Cabildo Abierto que propuso a San Martín como Director Supremo de la naciente república, pero éste rechazó el ofrecimiento. Dos días después el cabildo nombra finalmente a O'Higgins como director supremo.

Luego de la emancipación chilena San Martín se trasladó a Buenos Aires para obtener del gobierno un empréstito que permitiera costear los gastos de la Expedición Libertadora del Perú. Pueyrredón le prometió 500.000 pesos pero luego hubo dificultades para cumplir la promesa debido a las luchas internas entre Buenos Aires y los caudillos; entonces San Martín renunció a la jefatura del ejército. Ante este hecho San Martín recibe del Directorio 200.000 pesos, y junto a la ayuda financiera obtenida del Director Supremo de Chile, Bernardo O'Higgins, ambos logran armar una escuadra. El gobierno de Chile determinó que San Martín sería el comandante en jefe de la expedición, que la expedición navegaría bajo bandera chilena y que el mando de la escuadra recaería en el marino escocés Lord Thomas Cochrane. Finalmente San Martín es designado Brigadier del Ejército de Chile para posteriormente, cuando zarpe la expedición, ser designado Capitán General del Ejército de Chile.

El 19 de marzo de 1818 se produce la batalla o sorpresa de Cancha Rayada; el ejército unido bajo las órdenes de San Martín acampaba cerca de Talca, cuando se supo que Mariano Osorio, jefe español, le preparaba un ataque por sorpresa en la noche. San Martín dispuso cambiar su posición de sus tropas para, a su vez, sorprender a los realistas. Cuando la maniobra no se había completado los españoles iniciaron el ataque. En la oscuridad se generó una gran confusión, ya que tanto realistas como patriotas equivocaron sus posiciones, aquellos por desconocer el traslado de tropas ordenados por San Martín, éstos por no haberlos completado. Los españoles perdieron 300 hombres, y quedaron dueños del campo; los patriotas tuvieron 120 bajas, pero perdieron el parque, fusiles y 26 cañones. La division a cargo de Las Heras emprendió una retirada ordenada sustrayéndose a la lucha. Así se pudo encolumnar y salvar sus efectivos y su parque de artillería. De inmediato San Martín decidió reorganizar sus medios en las llanuras de Maipú.

El 5 de abril se vuelven a enfrentar en la batalla de Maipú. Esta batalla se desarrolló en tres etapas. Primero, San Martín decidió desplazar a las fuerzas patriotas linealmente, para atacar a los realistas alineados en la parte alta de una lomada. Formaron un triángulo para atacar con la caballería, la artillería y la caballería chilena y patriota por el sur. Osorio impulsó sus fuerzas por la derecha, pero la izquierda cedió por completo. El ejército realista debió retroceder en desorden, los granaderos persiguieron al galope a las últimas fracciones que se retiraban. El adversario dejaba en el campo de batalla 2.000 cadáveres, cerca de 2.500 prisioneros, todo su armamento y material de guerra. El general O'Higgins, herido durante la batalla, se acercó sin embargo montado en su caballo para abrazar a San Martín. Muchos han relatado esta escena con honda emoción. La victoria de Maipú pasa a la historia como una gran batalla como una maniobra extraordinaria. El parte de la victoria dice así: Acabamos de ganar completamente la acción. Nuestra caballería los persigue hasta concluirlos. La patria es libre, abril de 1818. San Martín. El gobierno de Chile lo premia con una vajilla de plata y 6.000 pesos, pero el Libertador rechazó ambos regalos diciendo :No estamos en tiempos para tanto lujo.

Con la batalla Maipú se obtiene definitivamente la victoria sobre las tropas realistas asegurando finalmente la independencia de Chile. Cuando se dispuso a reanudar la campaña al Perú recibe la orden del Directorio de marchar hacia el Litoral fluvial con su ejército para combatir a los federales de Santa Fe y Entre Ríos. San Martín se niega declarando: "el general San Martín jamás desenvainará su espada para combatir a sus paisanos".

Finalmente el 20 de agosto de 1820 parte San Martín junto a la expedición desde Valparaíso hacia el Perú. La expedición estaba constituida por alrededor de 4,500 hombres, pertenecientes al Ejército Libertador de los Andes y al Ejército de Chile, de los cuales 1,600 eran marinos y se embarcaron en ocho navíos de guerra y dieciséis transportes.

Independencia y Protectorado del Perú

El 8 de septiembre, el General y su ejército desembarcan en el puerto de Pisco haciendo retroceder al ejército realista, que se repliega a la zona de Sierra.

El virrey Pezuela, jefe del ejército realista, tenía bajo su mando a unos 20.000 soldados, distribuidos por todo el virreinato, de los cuales, la mayor parte defendía Lima; tratando de ganar tiempo para reunir a todos los soldados, plantea una salida diplomática al conflicto, que finalmente no llegó a ningún acuerdo aceptable para San Martín; quien inmediatamente envía una división al mando del general Juan Antonio Alvarez de Arenales hacia Lima, por la ruta de la sierra, para propiciar la insurrección de las poblaciones, a lo largo de su trayecto. San Martín sigue con la flota y en los primeros días de noviembre desembarca en la localidad de Huacho, donde fortifica su posición e inicia su estrategia para sitiar definitivamente Lima.

El 29 de enero de 1821 se sublevan algunos oficiales realistas contra el virrey Pezuela, quien es derrocado y sustituido por el general La Serna; quien propone a San Martín, nuevas negociaciones diplomáticas; estas finalmente fracasan debido a que la propuesta definitiva del General era la independencia del Perú. El sitio de Lima se prolongó por algunos meses y en el mes de marzo arribó al Perú el capitán Manuel Abreu, enviado por el rey de España como emisario pacificador, sin ninguna consecuencia favorable para los independentistas y San Martín decide iniciar nueva estrategia y envía dos ejércitos, uno al mando del general Guillermo Miller, para desembarcar en las costas del sur y otra al mando del general Arenales, hacia a la sierra.

San Martín deja Huacho y desembarca en Ancón, estrechando el cerco a Lima. A la vez, inicia negociaciones de paz, que se realizan en la hacienda de Punchauca, cerca de Lima, a fines de abril, mediante sus delegados Guido, García del Río y José Ignacio de la Rosa y los del virrey La Serna; Abreu, Manuel de Llano y Mariano Galdiano. Las negociaciones fracasan nuevamente y La Serna, decide que su ejército abandone la ciudad el 5 de julio, internándose en la sierra.

San Martín ocupa Lima y reúne a Cabildo Abierto el 15 de julio. El día 28 San Martín declara la independencia y es nombrado Protector del Perú con autoridad civil y militar. Ese mismo año fundó la Biblioteca Nacional del Perú a la cual donó su colección personal de libros y creó la Orden El Sol del Perú. Gobierna el Perú desde el 3 de agosto de 1821 hasta el 20 de septiembre de 1822.

Durante su protectorado recibe un pedido de ayuda del general Antonio José de Sucre, lugarteniente de Bolívar, para la campaña en Ecuador. San Martín envía soldados que participaron en las victorias de Riobamba y Pichincha, que garantizaron la rendición de Quito. Entre los días 26 y 27 de julio de 1822 se realiza la Entrevista de Guayaquil, donde se reúne con Bolívar. Poco después decide retirarse de todos los cargos y volver a su país.

Vuelto a Mendoza pidió autorización para regresar a Buenos Aires y reencontrarse con su esposa que estaba gravemente enferma. Bernardino Rivadavia, ministro de gobierno del gobernador Martín Rodríguez, se lo negó argumentando que no sería seguro para San Martín volver a la ciudad. Su apoyo a los caudillos del interior y la desobediencia a una orden que había recibido del gobierno de reprimir a los federales, le valió que los unitarios quisieran someterlo a un juicio.

No obstante, como la salud de su esposa empeoraba decidió viajar a Buenos Aires, donde a su llegada ya ella había fallecido el 3 de agosto de 1823.

Exilio y muerte

Al llegar a Buenos Aires se le acusó de haberse convertido en un conspirador. Desalentado por las luchas internas entre unitarios y federales decidió marcharse del país con su hija, quien había estado al cuidado de su abuela. El 10 de febrero de 1824 partió hacia el puerto de El Havre, Francia. Tenía 45 años y era Generalisimo del Perú, Capitán General de la República de Chile y General de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Luego de un breve período en Londres, se instalaron en Bruselas y poco después en París.

En 1825 redactó las Máximas para Merceditas, donde sintetizaba cuáles eran sus ideales educativos.

En 1828 intentó regresar a Buenos Aires, aunque no llegó a desembarcar. Por tres meses permaneció en Montevideo. El levantamiento de su antiguo compañero Juan Lavalle contra el gobernador Manuel Dorrego, el posterior fusilamiento de Dorrego, las rivalidades y la profunda decepción que sentía por lo que acontecía en la política del país fueron los motivos principales para que San Martín decidiera instalarse definitivamente en Europa.

Durante los años en que duró su exilio San Martín mantuvo contacto con sus amigos en Buenos Aires, en donde trataba de interiorizarse de lo que sucedía en su país. Al enterarse, en 1827, de la guerra que Argentina mantenía con Brasil, se ofreció para luchar en ella pero nunca fue llamado.

En 1831 se radicó en Francia en una finca de campo cercana a París. Tres años más tarde se mudó a una casa en Grand Bourg, en donde residió hasta 1848. Finalmente, en marzo se trasladó a Boulogne-sur-Mer, en donde falleció el 17 de agosto de 1850.

Sus restos

En 1861 sus restos fueron trasladados a la bóveda de la familia González Balcarce, ubicada en el cementerio de Brunoy, Francia. Posteriormente hubo varios intentos de repatriarlos al país. Durante la presidencia de Nicolás Avellaneda se creó la "Comisión encargada de la repatriación de los restos del Libertador", hecho que finalmente se produjo el 28 de mayo de 1880. Sus restos descansan en la Catedral de la ciudad de Buenos Aires, frente a la Plaza de Mayo, custodiado por soldados del cuerpo de Granaderos a Caballo.

 

 
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