Definición y áreas de interés             Proyecto Salón Hogar

 

 

L  a  G r a n  E n c ic l o p e d i a   I l u s t r a d a  d e l   P r o y e c t o  S a l ó n  H o g a r

DICCIONARIO FILOSÓFICO CIENTÍFICO

Aquel que hace que todo lo dificil luzca facil, es el buen educador. H.G.

Proyecto Salón Hogar

A-B- C- D- E-F-G- H-I-J-K-L- M-N-O- P-Q-R-S- T-U-V

Ecología: El término es utilizado por primera vez en 1886 por el biólogo Ernest Heinrich Haeckel (1834-1919); y desde allí se han propuesto numerosas definiciones, pero ninguna aparece plenamente satisfactoria. De todas maneras, en sentido general se puede afirmar que la ecología es actualmente la ciencia que estudia las relaciones que los organismos vivos tienen entre sí y con el ambiente que los rodea, y que, por tanto, su interés está orientado principalmente al problema del equilibrio ambiental. El mismo Haeckel escribía: "la ecología es el estudio de todas aquellas interrelaciones complejas consideradas por Darwin como las condiciones de la lucha por la vida".

Por obra de los estudiosos americanos a partir de los años 1940, se va clarificando la naturaleza de la ecología, entendida como ciencia que estudia los organismos vivos no sólo en relación con el ambiente, sino también en sus recíprocas interdependencias. La búsqueda de la relación existente entre los organismos vivos se convierte de esta forma en la búsqueda de los principios que regulan la estructura y la vida de las comunidades animales y vegetales y que garantizan su supervivencia.

Educación: La interpretación de Juan Bautista Vico (1668-1744) en Ciencia Nueva, parece interesante por tres motivos: 1) porque no sólo se habla de la educación del alma y de la educación del cuerpo, sino que también, a través de la analogía del "sacar", se hace referencia al hombre en la totalidad de su ser; 2) se debe tener en cuenta que Vico pone en marcha el discurso sobre la "economía", es decir, sobre aquel comienzo de la vida social que está representado por el momento familiar; esto significa que es posible hablar de educación sólo haciendo referencia a una situación que no puede no definirse como social; 3) la doble etimología, por lo que educación es educere y también educare, más allá de la consideración alma-cuerpo, lleva a identificar el doble proceso por el que, si por una parte el alma se saca, es decir, se libera de los vínculos del cuerpo, por otra es el cuerpo de la medida humana el que se saca de los "desmedidos cuerpos gigantescos", lo que comporta evidentemente una acción de adaptación, de plasmación, de conmensuración y, en suma, de "formación", como se denomina con frecuencia la educación.

Según Rousseau la educación deberá ser, en principio, una "educación negativa", pero una educación cuyo fin, este positivo, sea el de conservar los sentimientos naturales y el de dejarlos madurar, el de mantener la libertad regulándola sobre la ley de la necesidad; en suma, "el de dejar actuar a la naturaleza", operando "una elección en las cosas que se deben enseñar, así como en el tiempo apropiado para aprenderlas".

La educación es ante todo premisa y condición de vida social: no en vano sobre esta base se llegará a definir exhaustivamente la educación en términos de socialización. La educación no puede quedarse en un magistrocentrismo ni menos en un amaestramiento.

Educar es permitir, por medio de actos concertados, que un ser humano llegue a ser finalmente lo que es. Educar es personalizar y es humanizar. Por consiguiente, educar es conducir a un ser consciente, libre, responsable, al mayor grado posible de lucidez y de verdad, de autonomía y de voluntad, para llenar finalmente su vida de unos bienes que son los bienes propios de los hombres, bienes espirituales, valores ideales; todo ello por medio de unos actos que elijan esos bienes, que los inscriban en la existencia de cada día. Por tanto, educar es hacer a uno capaz de crear su vida como una obra eminentemente original, tan única como es única la persona.

Educación (principios de la): J.J. Gallagher en 1964 enunciaba los siguientes principios: 1° Organizar y basar el programa principalmente en la enseñanza de conceptos mas que de hechos; 2° permitir elecciones de proyectos más personales, concediendo un control competente; 3° poner al alumno en la mayor medida posible en contacto con miembros más capaces y cultos del cuerpo de enseñantes; 4° seguir el principio general de que 'la verdad es algo que hay que buscar más que algo que hay que constatar'; 5° mejorar la preparación del enseñante tanto desde el punto de vista cultural como pedagógico".

"En el orden natural, al ser los hombres todos iguales, su vocación común es el estado de hombre, y quien se haya elevado bien para este no puede llenar mal los que con él tienen relación... Vivir es el menester que quiero enseñarle. Al salir de mis manos no será, puedo afirmarlo, ni magistrado, ni soldado, ni sacerdote: será primeramente hombre" (El Emilio de Rousseau, en Historia del pensamiento de Jacques Chevalier, p. 510)

Electricidad: El descubrimiento de la naturaleza corpuscular de la electricidad (electrón) debía llevar, por efecto de la teoría de los cuantos a concebir toda irradiación electromagnética (no material) como teniendo también una estructura corpuscular; de aquí el descubrimiento del fotón (1912). El descubrimiento de los rayos cósmicos, provenientes del espacio extraterrestre y dotados de gran energía, llevó a ver en ellos partículas cargadas eléctricamente. Su estudio ulterior constituyó un importante capítulo de la física nuclear y permitió observar en la naturaleza interacciones de partículas. De este modo se descubrió el electrón positivo o positrón, en 1933. Finalmente, el estudio de ciertas irradiaciones, no cargadas eléctricamente, condujo al hallazgo importante del neutrón en 1932, lo que completó la lista de las partículas estables del átomo (protón, neutrón, electrón). En 1934, Enrico Fermi (1901-1955) empleó los neutrones (que por no tener carga eléctrica no eran rechazados por otros núcleos), para llevar a cabo desintegraciones nucleares, anunciando la liberación de las enormes energías que debían acabar en la preparación de las primeras bombas atómicas en 1945 (fisión del uranio en 1939 y primera pila atómica en 1942).

Todos estos hallazgos progresivamente proporcionaron el medio de representarse la arquitectura del átomo: modelo del lord Ernest Rutherford (1871-1937) según la analogía de un sistema solar en reducción (núcleo con sus órbitas de electrones); luego el modelo "cuantificado" de Borh; los modelos de Heisenberg-Borh: composición del núcleo en protones (cargados positivamente y correspondiendo al número de electrones negativos) y de neutrones, cuyo número variable permitió explicar la naturaleza de los isótopos (cuerpos de la misma naturaleza química, porque poseen el mismo número de protones y de electrones pero de masas diferentes, en razón del número diferente de neutrones); modelo de gota de Gamow para el núcleo (para explicar las fuerza de cohesión entre protones y neutrones), etc.

Los progresos de la teoría y el empleo de los aceleradores de partículas (ciclotrones u otros), llevó al descubrimiento del neutrino (previsto por el cálculo) y del mundo extraño de las partículas efímeras que son los diversos mesones (duración inferior a millonésimas de segundo) y aquel no menos raro de las antipartículas.

Si los físicos, al principio, aún bajo la influencia del clima mecanicista clásico, estuvieron tentados de representarse estos corpúsculos de forma bastante material (en forma de bolas), pronto supieron concebirlo de una forma mucho más abstracta, intentando integrarlos en las teorías de los campos, electromagnéticos y nucleares, de los que son la manifestación.

Electrón: Desde la mitad del siglo XIX se conocían los rayos catódicos. Estos se manifiestan en los tubos que contienen gases enrarecidos (tubos de Geissler), por el defecto de una descarga eléctrica y emanan del electrodo negativo. Siendo influenciables por el imán, capaces de calentar un obstáculo metálico, tenía que atribuírseles una naturaleza material y corpuscular (demostración de J. Perrin en 1895). El electrón adquiría así derecho de ciudadanía en la ciencia, primera partícula (electrizada negativamente) iniciadora de una serie que se iría alargando. Wilhelm Konrad Roentgen, descubriendo los rayos X en la misma época, abría el camino a la explicación de la naturaleza de los electrones, y de su vínculo con el mundo de las ondas electromagnéticas.

El descubrimiento de la naturaleza corpuscular de la electricidad (el electrón) debía llevar, por efecto de la teoría de los cuantos a concebir toda irradiación electromagnética (no material) como teniendo también una estructura corpuscular; de aquí el descubrimiento del fotón (1912). El descubrimiento de los rayos cósmicos provenientes del espacio extraterrestre y dotados de gran energía, llevó a ver en ellos partículas cargadas eléctricamente. Su estudio ulterior constituyó un importante capítulo de la física nuclear y permitió observar en la naturaleza interacciones de partículas. De este modo se descubrió el electrón positivo o positrón, en 1933.

Finalmente, el estudio de ciertas irradiaciones, no cargadas eléctricamente, condujo al hallazgo importante del neutrón en 1932, lo que completó la lista de las partículas estables del átomo (protón, neutrón, electrón). En 1934, Fermi empleó neutrones (que por no tener carga eléctrica no eran rechazados por otros núcleos), para llevar a cabo desintegraciones nucleares, anunciando la liberación de las enormes energías que debían acabar en la preparación de las primeras bombas atómicas en 1945 (fisión de uranio en 1939 y primera pila atómica en 1942).

Elementos: Completando la doctrina hilemórfica propiamente dicha, se encuentra en Aristóteles la continuación de la teoría (que proviene de Empédocles) de los cuatro elementos (agua, aire, tierra y fuego), pero más elaborada y adaptada. Aristóteles no retuvo la correspondencia establecida por Platón entre los elementos de los cuerpos y los poliedros, pues, habiendo eliminado de su doctrina la posibilidad del vacío (= no ser), no podía retener, de todos los poliedros, más que el cubo y el tetraedro, los únicos en no dejar ningún vacío entre ellos, para ocupar un volumen cualquiera.

Aristóteles imaginó además de las esferas que contenían astros, otras esferas de compensación para colmar el vacío que no podía admitir en el universo; por este mismo motivo materializó todas las esferas, atribuyéndoles una materia transparente (puesto que eran invisibles), el quinto elemento o éter.

Elementos operatorios: Toda teoría científica, sobre todo en su expresión, depende demasiado de elementos operatorios y es demasiado parcial y subjetiva, para que no reconozca sus propias limitaciones. Estamos ya muy lejos del ideal cientificista del siglo pasado, que quería hacer de la ciencia la religión de la humanidad.

Empirismo: Corriente que reduce el conocimiento a la experiencia o a la sensación. La divisa empirista es: ver, juzgar, actuar, tan ampliamente difundida, exige una cuidadosa matización, a causa de su ambigüedad. En efecto, para ver bien, es ya necesario juzgar en función de una idea, de una doctrina, únicas causas que permiten operar una selección en lo que se presenta a la conciencia; para ver con perspicacia, es necesario mirar, es decir, "focalizar" el campo propio de conciencia, y poseer ya un saber un poco estructurado; de lo contrario no se ve nada y se pasa con indiferencia por el lado de lo real velado por las apariencias, o bien sólo se ve aquello que corresponde a un prejuicio inconsciente. Todo conocimiento progresa únicamente por la utilización y la explotación de un saber transmitido por medio de la educación (de ahí la importancia de toda formación doctrinal antes de la acción o de la investigación). Otro tanto se podría decir de la acción: es necesario un mínimo de experiencia para obtener una visón objetiva de las cosas.

El empirismo es la corriente que apela a la experiencia como criterio o norma de la verdad; se caracteriza por: 1) negar el absolutismo de la verdad o, por lo menos, de la verdad accesible al hombre; 2) reconocer que toda verdad puede y debe ser puesta a prueba y, por lo tanto, eventualmente modificada, corregida o abandonada. Es propio del empirismo negar todo lo suprasensible, acentuar la importancia del hecho actual o inmediatamente presente a los órganos de comprobación y examen, reconocer el carácter humano, es decir, limitado, parcial o imperfecto de los instrumentos que el hombre posee para la comprobación y el examen de la verdad. Estos rasgos son propios del empirismo moderno, que se inicia con Locke. No incluyen renuncia alguna al uso de instrumentos racionales o lógicos, en caso de ser adecuados a las posibilidades humanas. No incluyen tampoco la renuncia a cualquier tipo de generalizaciones, hipótesis o teorizaciones, de cualquier escala o grado, e implican sólo la exigencia de que toda generalización, hipótesis o teorización sea tal que pueda ser puesta a prueba y, por lo tanto, confirmada o impugnada. Lo que en el orden del tiempo es la última forma del empirismo, o sea el empirismo lógico del Círculo de Viena y de algunas corrientes inglesas y americanas, se conforma a los rasgos indicados. Carnap afirma que "la exigencia fundamental del empirismo lógico es que cualquier enunciado, para tener un sentido, debe ser, de alguna manera, comprobado, confirmado o puesto a prueba" (Philosophy of Science, 1953).

Enciclopedismo: El término proviene de "enciclopedia" y constituye en cierto sentido su aplicación o su desviación, con consecuencias específicas en el campo educativo. La inmensa cantidad de datos enciclopédicos, reunidos por el estagirita, completados por otras aportaciones científicas (Arquímedes, Apolonio, Ptolomeo, etc.) continuaban explotándose ampliamente (por Plinio el Viejo, Galeno o los ingenieros romanos) y constituían una especie de tesoro o fondo común cultural; pero el espíritu que animó primitivamente la síntesis de Aristóteles no existía ya; dicha síntesis se había convertido en una especie de gran cuerpo sin alma.

Mediante la obra singular del africano Marciano Mineo Felice Capella, De Nuptiis Philologiae et Mercurii (siglo V d. de Cristo), el programa de las artes liberales es aceptado por la cultura medieval.

El enciclopedismo se relaciona principalmente con la corriente iluminista, que se difundió bajo esta modalidad en muchos países de Europa. El enciclopedismo fue rechazado por sus implicaciones en la pedagogía.

Energetismo: El energetismo fue una variante efímera del positivismo hacia finales del siglo XIX, que renovando la oposición entre el dinamismo y el mecanicismo, cayó en el mismo error del positivismo, cuyo mecanicismo quiso combatir. Esta escuela pretendía que el espíritu científico no puede aprehender la realidad y debe contentarse con enunciar teorías puramente formalistas.

Ente de razón: Es una expresión muy frecuente en la doctrina tomista- aristotélico, siendo Suárez uno de los escolásticos que más ampliamente ha desarrollado esta doctrina. Con esta expresión se designa la naturaleza de los entes científicos. El ente de razón no existe objetivamente sino en el espíritu (existencia intencional), pero puede tener un fundamento real (sino lo tiene, es una pura quimera, obra de la imaginación creadora); decir que tiene un fundamento en la realidad significa que resulta del conocimiento de una cosa real, la cual es el fundamento del mismo; en consecuencia, proviene de una reflexión del espíritu sobre lo real.

El hecho de que nos veamos obligados a formar tales entes en nuestro pensamiento es señal de nuestra incapacidad para agotar toda la verdad de una cosa; de ahí el empleo de esta vía indirecta de conocimiento. Pues, eso es lo que sucede: los entes científicos, incluso producidos por el espíritu, tienen algo real que es el dato experimental entregado por la técnica operatoria; la función de los mismos es dar un sentido a esa medida, no para alcanzar por medio de ella una realidad de otro orden, sino para comprender y expresar mejor las propiedades reales de lo dado, en una estructura racional.

La verdad alcanzada en la formación del ente científico es de orden lógico y por tanto imperfecta, pero gracias a ella, el vínculo establecido por la técnica operatoria y la medida garantiza la eficacia de esa verdad lógica (de relación). Y cuando se sabe que toda la lógica propia de la ciencia moderna es una lógica relacional, se comprende el interés de esta doctrina por expresar la naturaleza del ente científico, que es esencialmente un ente que expresa una relación.

Entes científicos: Los entes científicos son el resultado de analogías, de modelos mecánicos, provisionales y perfectibles, con cuya ayuda el sabio intenta representar o imaginar cómo se organizan las relaciones descubiertas. Por ejemplo son entes científicos: masa, gravedad, onda, corpúsculo, etc., forjados por el experimentador como soportes posibles de estas relaciones y cuyo conjunto forma los objetos científicos, su suerte es más fluctuante. Los entes científicos, si tienen origen empírico, no innato, son obra del espíritu, que elabora el dato empírico.

Así se ve que hay una diferencia radical entre estos seres y las relaciones que tienen que soportar. Estas tienen la certeza de la técnica operatoria que ha hecho posible su medida (certeza que, de hecho, es la de la sensación provocada por el instrumento sobre el observador), participan de su rigurosidad; aquéllos, por el contrario, designan lo que se ha querido medir y que generalmente escapa a toda representación.

La historia del mecanicismo nos ha dado ejemplos de los entes, creados por la imaginación del sabio, por ejemplo el éter del electromagnetismo clásico, los diversos modelos del átomo, etc.; y la evolución de la ciencia contemporánea hace aún más difícil la formación de los entes científicos a causa del nivel infinitamente minúsculo (microfísico) en el que el esfuerzo de representación imaginativa pierde todo el sentido y en el que la interacción de la técnica instrumental con el fenómeno que perturba no permite más que una certeza aleatoria.

El mismo sentido del progreso de la ciencia se revela en la evolución sufrida por estos entes científicos, en vista de conferirles más racionalidad y encontrarles un lugar adecuado en una jerarquía compleja que va del simple modelo concreto y provisional (el cual, para el profano, parece revestir una objetividad, de hecho ilusoria, como el modelo planetario del átomo), hasta un conjunto de ecuaciones (cuya abstracción ya no dice nada a la imaginación). Este progreso está íntimamente vinculado al de la experimentación en la escala alcanzada y al de las teorías científicas que intentan obtener esta jerarquización con más racionalidad.

Como la suerte de los entes científicos depende del progreso del conocimiento de lo dado experimental, que es el fundamento de aquellos, el carácter de los mismos es dinámico y explica las mutaciones. Los entes científicos pueden desaparecer, si son incapaces de cumplir su cometido funcional (ejemplo, el éter del electromagnetismo clásico), peor no por eso han perdido su verdad. Simplemente se han vuelto ineptos para expresar la realidad alcanzada por una nueva experiencia: la mecánica newtoniana no ha perdido su verdad con el advenimiento de la relatividad; la conserva en su dominio nativo, en el ente, por otra parte, coincide con la mecánica relativista. "Estas representaciones (los entes científicos), afirma Erwin Schrödinger (1887-1961), no son más que un apoyo mental, una herramienta de pensamiento, un término medio instrumental de que podemos deducir, sobre la base de los resultados experimentales..., una estimación razonable del valor de los resultados que nos serán dados por las nuevas experiencias que proyectamos" (Science et humanisme, 1954).

Los entes científicos, encargados de ser los soportes teóricos de las relaciones abstractas puestas en claro a consecuencia de una técnica operatoria, son verdaderas construcciones del espíritu científico que parecen proyectar sus propias estructuras. Estos entes científicos son ante todo "entes de razón"; ciertamente están fundados en lo real, es decir, resultan de deducciones que parten de datos experimentales, pero su consistencia misma los reduce en muchos casos a no ser más que puros conceptos relacionales: "las partículas elementales: protones, electrones, fotones, etc., afirma I. S. Dockx, tienen demasiado poca consistencia para poder ser aceptadas como realidades nouménicas. Son unidades más matemáticas que ontológicas, centros de convergencia en los que las magnitudes matemáticas se recortan, más que entes propiamente dichos... Esta manera de concebirlos tropieza con nuestra tendencia a reificar nuestros objetos de conocimiento. Pero el hombre que habla de electrones, de protones, de fotones, etc., como de las cosas concretas y reales, pensando que verdaderamente son cosas existentes, no capta la verdadera naturaleza de los fenómenos físicos" (La Connaissance scientifique, en el Congrès International de Philosophie des sciences, París, octubre de 1949)

Epigenético: Epigénesis es el nombre dado por Kaspar Friedrich Wolff a su teoría cerca de la generación de los organismos animales y según la cual los órganos de un ser viviente no están preformados en el óvulo o en el embrión, sino que se originan ex novo de una materia indiferenciada.

En 1973 E. H. Erikson afirmaba que según el principio epigenético "todo lo que crece tiene un plan básico y que de este germen las partes, cada una de las cuales tiene un momento propio de particular predominio hasta que todas las partes han llegado a formar un conjunto que funciona".

Epistemología: En general, teoría de las condiciones y posibilidades de la ciencia. En el sentido antiguo, epistemología significaba estudio del conocimiento, considerando con esto el análisis filosófico de todo lo que la inteligencia humana podía alcanzar. A este propósito es significativa la distinción entre ciencia (conocimiento de la idea, que es, pues, la realidad, la verdad: a l h J e i a ) y opinión (d o x a a , que es conocimiento de lo concreto, es decir, la sombra de la idea).

El pensar, después del enorme trabajo de los antiguos y de los medievales, de filosófico se vuelve científico. En este momento es preciso preguntarse cuáles son los nuevos procedimientos que sigue. No sólo la física se constituye como ciencia del mundo en sustitución de la filosofía, sino que se verifican también unos profundos cambios de método. Si la filosofía se fundamenta en el razonamiento, la física se basa en la observación y en la experimentación. La epistemología analiza estos cambios de los mecanismos del pensamiento.

Se puede considerar tres definiciones de la epistemología como las más usuales. En el mundo anglosajón ha permanecido la definición de la epistemología como estudio del conocimiento. En el mundo científico contemporáneo se habla de epistemología como de doctrina de los fundamentos de la ciencia (según varias connotaciones). Y la epistemología considerada como la disciplina que se ocupa de las relaciones entre cada disciplina o materia de estudio. Finalmente se ha de anotar que cuando la epistemología general se dirige a un sector del saber, se especializa; entonces se pude hablar de pedagogía como objeto de la epistemología, y por ello de epistemología pedagógica, entre otras.

Erudito: Ver Tétrada de los eruditos.

Escala: El término escala designa el orden de magnitud de los fenómenos alcanzados por un proceso adecuado. Se distinguen dos órdenes, el de la macrofísica y el de la microfísica. Estos dos campos del conocimiento científico están delimitados por diversos modos. Se incluyen en la macrofísica todos los objetos y fenómenos cuya magnitud se sitúa a la escala humana, es decir, que son capaces de afectar los sentidos humanos sin la ayuda de instrumentos amplificadores; el límite queda trazado por el umbral mínimo de las sensaciones. Pero actualmente en sentido más preciso se incluye en la macrofísica todo fenómeno en el cual la influencia del "cuanto de acción h" de Planck (de 6,62. 10-27 ergs/seg.) es despreciable (Planck consiguió dar una fórmula que daba cuenta de los hechos observados, en la cual se había introducido una constante universal " h " que designaba el "cuanto" o elemento mínimo de acción, según el cual la energía se repartía granularmente en "cuantos").

Cuando el fenómeno pone en juego un gran número de corpúsculos elementales, éstos considerados aisladamente o en número reducido conciernen a la microfísica, considerados como conjunto sometido a las leyes estáticas, pertenecen al ámbito de la macrofísica.

Los instrumentos que detectan los fenómenos de la escala microfísica lo hacen por sus manifestaciones a escala macrofísica, efectos que ellos registran (ejemplo: el contador de Geiger o el detector de partículas no hace oír o ver el impacto de una partícula elemental, sino la perturbación que ésta provoca en un medio macroscópico bien conocido (por ejemplo, la formación de gotitas de agua, en forma de trayectoria, en un recinto en el que se dan las condiciones físicas que permiten su formación). Por eso, muchos autores estiman que pretender "fotografiar los átomos" es un sin sentido que abusa de la credulidad de la gente; "miremos con más detenimiento el método de medida que el físico utiliza en la práctica, afirma W. M. Elsässer, en el dominio microscópico, atómico o molecular. El resultado de una medida de tal naturaleza será siempre macroscópico. Así, el desplazamiento de una aguja, el ennegrecimiento de una placa fotográfica, etc. A veces se está tentado a desatender este hecho, que sin embargo es capital: tal o cual sondeo de un átomo por medio de electrones refractado no es una experiencia, sino un concepto ligado a otros conceptos" (Les mesures et la réalité en mécanique quantique, en la obra colectiva de Louis de Broglie, Physicien et penseur, 1953).

Escala del tiempo: La tabla de los tiempos geológicos está constantemente sujeta a revisiones y que los métodos de fijación de la cronología se basan en gran parte, simplemente, en conjeturas y pueden ser objeto de críticas objetivas. Pero el cuadro general ha sido sometido a ingeniosas comprobaciones, de modo que, en sus líneas generales, el cuadro de la historia de la Tierra y del progresivo desarrollo de la flora y la fauna es muy merecedor de confianza en su conjunto. El rápido desarrollo de los métodos de determinación de las cronologías absoluta y relativa aumenta constantemente la precisión y la exactitud de la tabla de los tiempos geológicos.
 

ESCALA DEL TIEMPO

 

Escala del tiempo cosmológico

    Años A.P.

Origen del universo 

Origen de las estrellas más antiguas conocidas 

Origen del sistema solar 

Origen de la Tierra 

Origen de los continentes (en estado sólido) 

Origen de la vida 

Origen de la atmósfera oxidante 

Primeros yacimientos fósiles claramente marcados

unos 13-20,000'000,000 

6,500'000,000 

5,000'000,000 

4,500'000,000 

3,500'000,000 

2,000'000,000 

1,000'000,000

más de 600'000,000

 

 
 

Escala del tiempo Geológico  

PALEOZOICO: VIDA ANTIGUA

Millones de años Principales hechos
 Cámbrico 

Ordoviciense 

Gotlandiense Silúrico 

Devónico 

Mississipiense 

Pensilvaniense Carbonífero 

Pérmico

 600 

500 

 425 

405 

345 

310 

280

 Predominio de invertebrados 

marinos; plantas terrestres. 

Aparecen animales terrestres. 

Carbonífero; primeros grandes 

bosques tropicales. 

Evolución de los modernos 

insectos.

 

(H.H. Ross en A Synthesis of Evolutionary Theory, 1962)

Espacio: Imaginarse el tiempo y el espacio como realidades en sí es un punto de vista del espíritu, que da realidad objetiva a una idea familiar (para Aristóteles, por el contrario, el espacio no es más que un ente de razón con un simple y lejano fundamento en la realidad; y el tiempo, la expresión de una actividad humana que mide el movimiento).

A partir de Einstein, el espacio es concebido como un campo que manifiesta sus propiedades en el momento en que está presente en él un cuerpo material.

No existe un espacio absoluto, como una especie de medio ambiente que sirva de referencia fija; cada movimiento tiene su propia verdad; ninguno no es más verdadero que otro; la relatividad es la regla de su apreciación.

Según L. Barnet "la idea de que existen dos estructuras en el espacio, independientes una de otra, el espacio métrico gravitacional y el espacio magnético (observó una vez Einstein), es intolerable para el espíritu teórico" (Einstein et l'univers, 1951).

Especie natural: La expresión "especie natural" suscita dificultades en el científico natural y en el filósofo natural. Especie natural es uno de los conceptos más usados en la literatura sobre la evolución, porque, como observa E. Mayr, sin el concepto de tipo no puede hablarse de evolución de las especies (Animal Species and Evolution, 1963). Pero especie natural es uno de los conceptos que es más difícil definir. Para el filósofo, el mundo natural de tipos regulares y únicos, de propiedades definidas que permiten diferenciar a las diversas entidades cósmicas, parece derrumbarse al admitir la transformación de las especies.

Pero el científico y el filósofo saben que la naturaleza presenta de hecho una amplia variedad de formas vivas y no vivas. La dificultad consiste en establecer estas diferencias en forma adecuada. Los sistemas lógicos parecen útiles en grado limitado. Una de las definiciones corrientes de naturaleza en su uso ordinario es la de "carácter esencial o constitución; esencia o tipo". Sin embargo, han observado los científicos y los filósofos, desde la época de los antiguos griegos, que son muy pocos los objetos materiales que difieren entre sí por una sola característica fundamental. De ello deriva la complicación. El propio Aristóteles decía que la naturaleza no podía catalogarse en una clave simple y única, sic et non. El naturalista debe usar un conjunto de varias características. Las especies naturales existen en la naturaleza, pero es difícil definirlas y reconocerlas de una manera simple.

Espíritu: Se consideran algunas significaciones, entre la cuales las más frecuentes son:

1) El alma racional o el entendimiento o facultad de pensar. Tomás de Aquino afirma que "el nombre de entendimiento implica cierto conocimiento íntimo; intelligere es casi un leer dentro (intus legere). Esto es evidente para el que considera la diferencia entre el entendimiento y los sentidos; el conocimiento sensible concierne a las cualidades sensibles externas, el conocimiento intelectivo penetra hasta la esencia de las cosas" (S.T. 2, 2, q. 8, a.1). Tal noción es común en el siglo XVI y Kant afirma que el entendimiento es "la facultad de pensar el objeto de la intuición sensible" (Crítica de la Razón Pura).

2) El p n e u m a que los estoicos lo entendieron como espíritu o soplo animador por el cual Dios obra sobre las cosas, ordenándolas, vivificándolas y dirigiéndolas. También Kant utilizó el término en este sentido al manifestar que "el entendimiento en el significado estético es el principio vivificante del sentimiento".

3) Las sustancia incorpóreas, esto es, los ángeles, los demonios, los valores, las almas de los difuntos.

4) Otras veces, de conformidad con el primer significado, el termino espíritu hace referencia a la disposición o actitud, como en las expresiones de Blas Pascal "espíritu de geometría", "espíritu de fineza" o en expresiones corrientes como "espíritu religioso", o espíritu deportivo", o "espíritu cultural", etc.

Estabilidad: El movimiento se realiza siempre desde algo hasta algo. El universo físico está lleno de seres móviles, más radicalmente móviles de lo que se creía antes, pero las direcciones de los cambios están regulados por las leyes de la estabilidad. No impera en la naturaleza el capricho, sino que prevalecen en ella relaciones de causa y efecto, según T. Dobzhansky. Pero esta estabilidad no es la estabilidad estática de la concepción determinista del universo; es una estabilidad dinámica en la que las direcciones de la evolución parcial siguen las leyes del universo y mantienen un equilibrio cósmico de la naturaleza dotado de una muy notable regularidad.

Esterilidad: Los sucesores de Tomás de Aquino no hicieron otra cosa sino continuar en la misma perspectiva teológica, sin interesarse por la obra científica de Aristóteles y por la corrección de la misma que se hacía necesaria a causa de los nuevos descubrimientos; en vez de incitar a un esfuerzo de renovación, cosa que hubiera estado en la línea del aristotelismo, la admiración por la gigantesca obra del estagirita desembocó (en filosofía natural) en una esterilidad y en un fijismo doctrinal lamentables, y que acabarían comprometiendo gravemente su reputación; la apelación a su autoridad erigida en absoluto (Aristóteles lo habría resuelto todo) parecía dispensar a sus discípulos del final de la Edad Media de todo esfuerzo hacia un progreso cualquiera, cosa que, en el fondo, constituía la negación misma de la enseñanza del maestro al que pretendían seguir. (Ver logomaquia)

Estética: No se trata de la actividad artística del hombre, como creador de lo bello, modo de expresión y de actividad, sino de su punto de partida, modo de encuentro original con la naturaleza, su experiencia estética. Aquí sólo nos limitamos a algunas notas breves:

1) "Bello" es un concepto trascendental; no es en sí particular de algún ser privilegiado, es sinónimo de "ser", coextensiva a todo ser, en la medida de su mayor o menor densidad ontológica (lo "feo", como el "mal", es una limitación del ser, una falta ontológica, signo de contingencia). Es descubrimiento de la belleza, el descubrimiento de un rostro del ser que corresponde a una interrogación especial del hombre. La experiencia estética no es privilegio de una especialidad, pues, puede acompañar a cualquier encuentro con la naturaleza; es facilitada de suyo por una educación dirigida a la sensibilidad y a la inteligencia.

2) La experiencia estética es en sí un modo de contemplación, una visión de las cosas que no es únicamente subjetiva, sino que descubre en lo real unas estructuras, unas formas, que expresan una armonía objetiva, aunque exigen para su descubrimiento una sencillez de mirada (una cierta ingenuidad). La experiencia estética reviste un aspecto a la vez espiritual (inteligibilidad propia) y corporal (no sólo por los órganos de los sentidos, sino por conmoción de la sensibilidad). Corresponde a un deseo profundo del hombre y le afecta en todo su ser.

3) Es experiencia completamente humana, pues su forma está pendiente del carácter social del ser humano. La vida en sociedad determina la experiencia estética, y según las sociedades humanas, las civilizaciones, la sensibilidad a lo bello reviste los diversos modos.

4) La experiencia estética se realiza principalmente por una intuición, una visión de las cosas en su interior. "Si el hombre de ciencia, afirma J. Chevalier, nos enseña muchas más cosas sobre la naturaleza que el artista, también es verdad que nos enseña mucho menos de ella. Y es que el primero se contenta con dar vueltas alrededor de las cosas con los conceptos, en tanto que el segundo se esfuerza en penetrar en ellas mediante la intuición". Si la inteligencia está directamente involucrada en esta experiencia, no lo está en una forma discursiva, sino en un encuentro por "connaturalidad". La inteligencia desemboca normalmente en el encuentro más o menos espiritual con lo bello en su singularidad. Este es el motivo por el cual la experiencia estética se aproxima tanto a la del amor, cuya ambigüedad y cuyas vicisitudes comparte.

5) La experiencia de lo bello tiende a traducirse en una expresión, que es la obra poética o musical o la actividad artística. Por el hecho de que todo conocimiento, todo encuentro con el mundo, tiende a expresarse en un lenguaje que entrega a otra persona la inteligibilidad alcanzada, la experiencia estética busca su expresión por una vía apropiada, que no es ni la del sentido común ni la de la ciencia o la filosofía. Si su vocación es alcanzar una visión de las cosas en su interioridad y su singularidad, en un encuentro vivo, no puede usar fácilmente la mediación de los vocablos y del lenguaje usual. Tal experiencia se justifica no sólo con vistas a una manifestación de la contemplación de lo bello, sino también en la creación propiamente dicha de un objeto bello. La experiencia estética es tal vez la más profundamente humana. Enraizada en la corporalidad y culminando en la espiritualidad, expresa una forma de encuentro con la naturaleza.

Estrategia: Diseño global de un plan. Se emplea el término en diferentes áreas: estrategia del aprendizaje, estrategia del juego, estrategia del pensamiento, estrategia secuencial, estrategias de percepción, estrategias políticas, etc.

Estructura: Totalidad de elementos en mutua integración e interrelación con leyes propias y mecanismos de autorregulación.

Debemos observar que por estructuras se entiende todo lo que es alcanzado por el espíritu respecto a diferenciaciones cualesquiera en lo real, ya sean "objetos" bien identificados y aislables (ejemplos: el hombre, los animales), simples propiedades irreductibles de orden físico (color, sonido, peso, etc.) o incluso simples acontecimientos que se desarrollen según leyes específicas y conforme a un determinismo precisado por la ciencia (la caída de un cuerpo, una infección microbiana). Por tanto, a la idea de estructuras se le da un alcance absolutamente general que corresponde a un hecho básico, "primario" (ver saber primario), sin el cual ningún conocimiento del mundo, ninguna ciencia, sería pensable ni posible.

Tales estructuras parecen revestir un doble carácter: Por una parte, esas estructuras o formas inteligibles son siempre universales, más o menos generales; aún cuando, de hecho, algunas existan realizadas en un único individuo, nada impide concebirlas como multiplicables, repetibles. Pues, "la ciencia busca sus objetos, según sostiene J. Ullmo, los construye, los elabora; no los encuentra hechos, dados en la percepción o la experiencia inmediata". Por ello, como la medida supone que el hecho medido sea repetible, hay que buscar relaciones entre los fenómenos que representan esta cualidad, y esta búsqueda supone ya una intensa actividad racional, compuesta de juicios y comparaciones, de delimitaciones, etc., que acaban en una inducción, animada por un cierto a priori constructivo (por esto será llamada síntesis inductiva). Estas relaciones repetibles, establecidas de este modo son la verdadera adquisición científica, y su expresión matemática desemboca entonces en la formación de leyes científicas.

Por otra, esas estructuras nunca existen tales como se conciben, sino que se manifiestan en individuos concretos, aislables, porciones de materia localizables en el espacio y en el tiempo; y en cada uno de esos individuos, la estructura está realizada, "encarnada" podríamos decir, según lo que la constituye propiamente. En unos, se tratará de una estructura que defina al individuo en aquello que lo constituye propiamente, que exprese aquello que permita clasificarlo y explicar otras características secundarias; en otros, se tratará de esas propiedades más fugitivas y variables, aspecto derivado y cambiante de su ser. Pero, cualquiera sea la forma, estamos ante el binomio siguiente, doble semblante que reviste todo ser físico o todo fenómeno: primeramente una estructura, una diferenciación cualquiera, reveladora de una inteligibilidad que se ofrece a la mirada y a la interrogación del hombre, y, al mismo tiempo, un individuo concreto portador de esa estructura, que lo desborda, que no se identifica con él, pues otros individuos son también otras encarnaciones de la misma. Los dos términos del binomio: forma estructural específica e individuo, no coinciden, por tanto; aún cuando de hecho no existan nunca separadamente, no se identifican.

A imitación de Aristóteles, tomemos un ejemplo muy analógico de la realidad humana; este dominio, más familiar, permite comprender mejor el de la naturaleza. Toda producción humana consiste en dar a una materia, ya bien determinada, una nueva estructura, una forma que corresponda a una idea e intención humana. Así, en la construcción de un motor de carro hay una idea que define el tipo especial del motor (cilindrada, calibre, etc.) y, de otra parte, un material apropiado para encarnar esa idea (diversos metales, fundición de aluminio por ejemplo). La idea, que define el tipo formal del motor, puede ser realizada en un solo ejemplar, o por el contrario en varios millares, que serán otras tantas realizaciones o encarnaciones de la idea, y cuyo número será independiente de ésta pero dependiente de la cantidad de materia disponible. Por tanto, en sí, la idea que significa el motor es independiente de su multiplicación, de su realización material. Y esa idea no está solamente en la mente del constructor, está presente, encarnada, en cada motor. Así pues, nos hallamos también aquí ante una misma estructura básica: tipo específico o formal, por un lado, e individualidad de cada realización que multiplica el tipo, por otro. La independencia de estos dos aspectos de lo real es, por tanto, algo objetivo: que sean construidos otros ejemplares de ese mismo motor no cambia en nada su definición específica, no se le añade nada en su orden propio (el de la inteligibilidad); e inversamente, la idea misma no afecta a la mayor o menor multiplicidad de ejemplares. Le es indiferente. Estos dos aspectos de lo real aparecen entonces como situados según la siguiente relación entre ellos: determinante (la idea o forma) a determinado (el material), es decir, acto a potencia. Ciertamente, este ejemplo está tomado a partir de una materia segunda y una forma accidental, pero ello es con el fin de mostrar por analogía que el nivel alcanzado es el del ser en su realidad más íntima, en sus estructuras inteligibles. Aquí se ha dado un paso más, se ha descubierto un estrato más profundo del ser: el de una composición en materia y forma.

Tomás Hobbes, en el Leviathan, usa la expresión estructura social para describir el Estado como organismo artificial.

Estructura del hombre: El concepto tradicional de la historia (ciencia del pasado humano) hace perder muchas veces el sentido total de un pasado orgánico, fuente de significaciones profundas para el presente en función de un futuro que se anticipa y se construye.

Podríamos afirmar que la estructura histórica esencial del hombre es la resultante de tres factores mutuamente implicados : 1) el carácter encarnado del espíritu humano (el hombre no es pura materia ni puro espíritu sino en la expresión de Heidegger, ser-en-el-mundo), 2) el hecho de la intersubjetividad o dimensión relacional de la vida humana (la subjetividad humana no es una interioridad cerrada al estilo de Descartes, o Leibniz, sino ser-con-nosotros-conciencia de), 3) la temporalidad (el hombre es también él mismo ser histórico, tiempo, historia).

Estructuras racionales: Desde niños todos nos preguntamos sobre alguna cosa o emitimos juicios. ¿Se puede decir que esos juicios más o menos abstractos, resultantes de esa búsqueda, descubren algo real, o no son más que proyecciones de estructuras puramente mentales? ¿Se puede decir, acaso, que el encanto de un rostro bello no sea más que una visión de espíritu y no corresponda a ninguna forma estética objetiva?. Tales preguntas sólo tienen tres respuestas posibles:

a) O bien el pensamiento humano las pone gratuitamente en las cosas, que no las comportarían (idealismo). Esta solución, además de estar en contradicción con la experiencia inmediata, deja intacto el problema, pues ¿de dónde tomaría el espíritu esas estructuras?. En consecuencia, habría que deducir de ello un innatismo general (las ideas serían innatas en nosotros), o una iluminación divina (y entonces habría que haber probado ya la existencia de Dios), o una actividad del espíritu puramente creadora (la vida consciente sería una especie de soñar despierto, una alucinación permanente), hipótesis todas absolutamente gratuitas, forjadas por la necesidad de la causa y que contradicen este hecho ineluctable: esas estructuras deben tener un carácter objetivo, pues se revelan eficaces; gracias a ellas, el hombre puede transformar lo real y actuar sobre ello (cosa que el hombre mismo puede comprobar mediante su actividad sensorial y física).

b) O bien esas estructuras racionales existen todas como se advierten, en las cosas, y su contenido inteligible no tiene más aspiración que ser extraído por el espíritu (realismo ingenuo). Esto sería subestimar su carácter abstracto y general, más o menos universal, en tanto que lo real sólo es concreto y particularizado. El universo alcanzado por la observación científica (sin hablar de las estructuras abstractas) revela una infinita variedad de formas estructurales, más o menos universales.

c) No queda más que una solución, la del realismo crítico: esas estructuras formales existen a la vez en lo real y en el espíritu, pero de dos maneras diferentes, reunidas por un vínculo analógico. El testimonio de todos los investigadores que escrutan los misterios de la materia es elocuente; si todos actúan así es porque saben por experiencia que lo real más material oculta una especie de interioridad (el sentido de una cosa habita esa cosa como el alma habita el cuerpo, dice Merleau-Ponty); todos los seres tienen un significado intrínseco; y no porque el espíritu humano lo descubra y se lo exprese a sí mismo según un modo que le es propio, ese sentido deja de estar originalmente en las cosas. Cuando el hombre de ciencia lucha, se afana, revisa sus teorías para ajustarlas mejor a nuevas experiencias, eso no es explicable más que si su contacto con lo real le impone sus propias estructuras; de lo contrario, ¿por qué habría de tomarse tanto trabajo si fuese un mero creador de formas?.

Es indiscutible que el espíritu humano tiene una gran parte en este descubrimiento. Por efecto de la imaginación el idealista se sitúa como por encima del binomio espíritu-cosa "en sí", lo cual le obliga a imaginar que el conocimiento se dirige a un tercer dato, la representación de la cosa, que entonces sería lo que es conocido. Ahora bien, ésa es una visión del espíritu que "espacializa" el problema; semejante sobrevuelo o despegue de lo real es impensable; la fenomenología nos ha enseñado para lo sucesivo que el hombre no puede hacer abstracción de sí mismo en una operación tal, en la que él está implicado. La representación mental no es exactamente lo que es conocido de una manera directa, sino el medio de encuentro con lo real que entra en continuidad con el hombre; por tanto, no nos desconecta de lo real; lo real vive en nosotros, por medio de ella, en la única forma que puede hacerlo, una forma intencional.

Para el hombre, el mundo conocido es verdaderamente el mundo real. Y si se puede hablar de deformación, de proyección de formas a priori, es suponiendo gratuitamente algo real impenetrable por definición, hermético al principio. Ciertamente, la estructura expresada por el espíritu reviste la modalidad propia de éste, pero no por eso deja de estar presente en lo real bajo otra forma, individualizada y particular: es lo mismo real revistiendo dos modos de existencia, una intencional y abstracta en el espíritu, y la otra existencial y concreta en la cosa.

Éter: Prácticamente el misterioso éter equivalía a un espacio absoluto, medio inmóvil que podía servir de referencia (un poco como el agua en la que está sumergido el pez). Surgió la idea de comprobar si de hecho se podía establecer un desplazamiento de la tierra con relación a este medio, intentando descubrir un "viento de éter" (algo así como lo que experimenta un motociclista que tiene la impresión de ser azotado por el viento aunque el aire estén en calma, por hecho de su desplazamiento rápido). Es decir, se trataba de determinar si una emisión luminosa, emitida desde la tierra y, por tanto, arrastrada por su desplazamiento en el espacio, era afectada por ese movimiento, o si, en otros términos, la velocidad de la tierra podía añadirse a la de la luz, ya conocida (así como la velocidad de un viajero que anda dentro de un vagón se añade a la del tren, si van los dos en el mismo sentido).

El experimento de Alberto Abraham Michelson (1852-1931) realizado en 1881 tuvo un resultado desastroso (demostró experimentalmente la constancia de la velocidad de la luz, punto fuerte de la teoría de Einstein sobre la relatividad). Era negativo: no existía un viento de éter. Pues en tal caso no habría más que tres interpretaciones posibles: o bien la tierra era inmóvil (lo cual significaba volver al viejo sistema de Ptolomeo), o bien había que suponer gratuitamente que el aparato de medición se contraía bajo los efectos del "viento éter", que compensaba así la diferencia que se habría tenido que hallar (solución elegida por Enrique Antonio Lorentz (1853-1928), cuyos cálculos fueron utilizados por Einstein, pero interpretados de diferente modo), o bien las ondas electromagnéticas o luminosas existían sin soporte (solución que eligió Einstein, pero que obligaba a una conversión ideológica y a renunciar a toda representación en imágenes, pues, ¿cómo concebir una onda sin medio que ondule?).

La intervención de Einstein, para replantear la antinomia en 1905, replanteó el problema desde la base partiendo de una idea luminosa: el espacio absoluto no podía ser un medio de referencia de un movimiento dado, ni siquiera del de una vibración electromagnética, porque el éter no existía. Era la ruina de la representación clásica del fenómeno luminoso. La relatividad que antiguamente Galileo y Newton habían establecido para los movimientos rectilíneos uniformes, en el campo de la mecánica, tenía que ser extendida al campo de las ondas luminosas o electromagnéticas.

Etnocentrismo: Actitud consciente o inconsciente por la cual consideramos nuestros valores culturales como universales intrínsecamente superiores a los de las demás culturas.

Eurocentrismo: Tendencia a considerar a Europa como el modelo de la cultura y la civilización descuidando o ignorando a las demás culturas.

Eurocentrista: Actitud de absolutizar la cultura europea.

Evolución: Teoría orgánica del devenir por el cual se postula que la realidad entera es la resultante de un proceso largo y complejo de cambios que han afectado a la materia, la vida y el hombre.

Se considera precursor de la teoría de la evolución a Georges-Louis Buffon (1707-1788), al afirmar que las especies, creídas idénticas, muestran que constan de individuos diversos de un continente al otro, y su naturaleza puede asumir con el tiempo formas diversas e imprevistas.

El interés del problema reside de un modo especial en la considerable renovación aportada al estudio de la vida con la idea de evolución, que ha influido en otros ámbitos de la ciencia y se ha convertido en uno de los factores del mundo moderno.

En el origen de la teoría evolucionista se halla dos progresos científicos importantes: la anatomía comparada fundada por Cuvier (1769-1832) que descubría las semejanzas y correlaciones entre los diversos organismos; y los principios de la Paleontología (debidos en parte a Cuvier), ciencia de los restos fósiles de los seres vivos, enterrados en las capas geológicas cuya historia empezaba a hacerse. La relación entre estos fósiles y esta historia de la tierra, de la que constituían los puntos de apoyo, obligaron al hombre a hacerse la idea de que la vida tenía un largo pasado detrás de ella, y de que no había revestido siempre la forma actual. La vida había evolucionado, había sufrido cambios. Pero además la evolución no sólo los ha revelado por la paleontología, sino por su interpretación; y ¿cuál podía ser dicha interpretación?

La primera interpretación la dieron Cuvier y el fijismo: había que explicar esta extraordinaria evolución y modificación de las especies vivas por un número más o menos grande de renovaciones periódicas de la fauna y de la flora en las diversas edades, ocurridas a causa de los cataclismos, en forma de creaciones sucesivas. La hipótesis parecía puramente gratuita y no aportaba nada en el plano científico.

La segunda fue la del evolucionismo científico. La paleontología demuestra que hay numerosos rasgos comunes que persisten a través de todas las variaciones (correlaciones orgánicas, las mismas piezas del esqueleto se encuentran modificadas a través de órdenes y clases de vertebrados, por ejemplo), había que encontrar la causa de esas semejanzas profundas, puesto que la unidad en la diversidad exige una explicación (principio de razón suficiente).

Así nació la idea de evolución como, como teoría explicativa, sinónima en este caso de la teoría de la descendencia. Dicha teoría vinculaba a todos los seres vivientes por una filiación general. Todos los seres actuales no serían sino los últimos descendientes de líneas geológicas.

La evolución en tanto que teoría de la descendencia ofrece evidentemente un carácter explicativo real y, desde esta perspectiva, hay que señalar que ofrece una satisfacción muchos mayor que los esquemas mecanicistas imaginados por la ciencia clásica, para explicar las estructuras del mundo físico.

En el marco de la teoría de la evolución era necesario descubrir las causas que habían modificado y separado gradualmente las líneas genealógicas; y a este nivel el problema cambia de aspecto: superponiéndose a la idea general de la evolución como teoría de la descendencia, surgieron numerosas hipótesis para intentar explicar las variaciones o evoluciones de las especies en el transcurso de las edades, pero su incapacidad para dar cuenta completa de ellas hizo que se conservara su carácter hipotético. En el siglo XIX se consideró que las variaciones evolutivas tuvieron lugar gradualmente en forma de transformaciones sucesivas, de donde el transformismo. Así se tuvo la adaptación al medio (Lamarck, 1744-1829); la genial hipótesis de la selección natural debida a Carlos Darwin (1809-1882). Estas teorías se revelaron insuficientes para explicar la amplitud de las transformaciones y nacieron otras: teoría de la constitución del germen de August Weismann (1834-1914), y la de las mutaciones de De Vries.

Las diversas clases de materialismo se ampararon en la "teoría científica" (?), y su aplicación al hombre, como primate, parecía incluir la idea de que su pensamiento era de origen animal, según la opinión del naturalista Ernst Haeckel (1834-1919), autor de la famosa ley embriogénica (el desarrollo de un embrión recapitula la evolución de su familia genealógica) y del sociólogo Herbert Spencer (1829-1903) que aplicó y extendió la idea de una evolución homogénea a los fenómenos sociales, reduciendo, en cierta manera, la sociología a la biología.

El siglo XX vio nacer la tentativa de salir de este callejón con la obra La evolución creadora de Bergson (1859-1914), pero el carácter irracional y anti-intelectualista no le permite imponerse como solución válida. (Ver Teoría de la evolución)

Evolución creadora: El siglo XX vio nacer la tentativa de salir del callejón, interpretando la evolución en un sentido más aceptable. Fue éste, principalmente, el alcance de la obra de Bergson (1859-1941) con su obra La evolución creadora. El carácter irracional y anti-intelectualista de esta tendencia no le permitió imponerse como solución válida. En la misma línea hay que señalar aquí la obra científica y filosófica de Pierre Teilhard de Chardin (1881-1955), de enorme influencia. A pesar de sus lagunas y de cierta ambigüedad tiene el mérito de haber intentado dar una visión global de la evolución y del fenómeno humano y de haber querido descubrir su profunda finalidad, devolviendo al hombre su dignidad.

Examen: La primera regulación oficial de los exámenes escolares se puede encontrar el año de 1647 en el Schulmethod, es decir, en el ordenamiento escolar realizado por el duque de Gotha, Ernesto el Piadoso, en Alemania, que también propone una formulación originaria de la enseñanza obligatoria. El examen, como instrumento de verificación del aprovechamiento de los estudiantes, se generaliza a lo largo de los siglos en casi todos los países, contribuyendo al diseño de una estructura escolar rígida que encuentra uno de sus momentos más significativos en el sistema napoleónico. A finales del siglo pasado tanto en Francia como en Inglaterra surgen las primeras reacciones, no contra los exámenes, sino "dentro" de los exámenes debido a su articulación rígida de pruebas escritas, preguntas y respuestas circunscritas a la materia de enseñanza. Al comienzo del presente siglo se nota nuevas propuestas pedagógico-educativas y se realizan investigaciones y experiencias dirigidas a controlar la corrección y la objetividad de los procedimientos evaluadores, sobre todo en relación con el momento del examen.

En 1928 H. Piéron propuso los términos de docimología (estudio crítico de los exámenes) y de docimástica (ciencia y técnica de los exámenes), empeñado en diseñar nuevos instrumentos para controlar la situación de los estudiantes, libre de interferencia de elementos ocasionales y casuales.

Existencia: El término es entendido, en primer lugar, como un modo de ser determinado, así es tomado por el lenguaje común de la terminología de las ciencias particulares; en la matemática se habla de la existencia de entes matemáticos y existe un "teorema de existencia"; analógicamente se habla de existencia "lógica" o "conceptual"; en general, la existencia tiene un significado propio en cada disciplina. En segundo lugar, la existencia es un enunciado como el modo de ser real o de hecho, por ello Aristóteles afirma: "la ciencia da razón del ser, sea de una cosa, sea de su privación, aun de modos diferentes; la razón de ser es de ambas cosas, pero especialmente de lo que existe"; y Tomás de Aquino asume tal concepción al definir la subsistencia propia de la sustancia en cuanto "existe no en otro sino en sí misma" (S.T. 1, q. 29, a.2). El tercer lugar, es concebido como el modo de ser propio del hombre, así, para Kierkegaard "la existencia corresponde a la realidad singular" (como afirmó Aristóteles); queda fuera del concepto que, de cualquier manera, no coincide con ella. Para un animal en particular, para una planta en particular, para un hombre en particular, la existencia (ser o no ser) es algo decisivo; un hombre en particular no tiene por cierto una existencia conceptual).

Pierre-Louis Moreau de Maupertuis (1698-1795) entiende que el mismo concepto de existencia se resuelve en una coexistencia de impresiones diversas, asociadas, que se repiten y proyectan fuera de nosotros.

Existir: "Existir para nosotros es sentir; nuestra sensibilidad es indiscutiblemente anterior a nuestra inteligencia y hemos tenido sentimientos antes que ideas". Luego se añade: "Según yo, la facultad distintiva del ser activo o inteligente es la de poder dar un sentido a la palabra es" (Rousseau en Profesión de Fe, Chevalier 507)

Experiencia de Michelson: Alberto Abraham Michelson (1852-1931) premio Nobel de física en 1907, se dedicó especialmente al estudio de los fenómenos luminosos, y gracias al interferómetro que inventó pudo realizar muchas e importantes observaciones sobre los movimientos interferenciales de la luz. Demostró experimentalmente la constancia de la velocidad de la luz, punto fuerte de la teoría de Einstein sobre la relatividad.

Experientia litterata: Expresión baconiana que manifiesta el camino de la ciencia; es pues, la experiencia, la verdadera soberana de las ciencias, pero no la experiencia vaga cuyos descubrimientos son debidos al azar y no conducen más que a principios empíricos, formados muy a la ligera a partir de observaciones causales incompletas, sino la experiencia razonada, la experiencia sabia, circunstanciada y consignada, experientia litterata, que procede con orden y método, rite et ordine, para elevarse enseguida de una manera gradual hasta los axiomas generales que le permiten no ya simplemente anticipar sobre la naturaleza, sino interpretarla. Va "ab experimentis ad experimenta" y de la "interpretatio naturae, sive novum organum, ab experimentis ad axiomata" (Novum Organum).

Experiencia sensata: Galileo introduce la noción de experiencia sensata al atacar el dogmatismo y el puro Ipse dixit, la "autoridad desnuda" y no las razones que aún hoy día podrían hallarse, por ejemplo, en Aristóteles: "Empero, señor Simplicio, venid con las razones y las demostraciones, vuestras o de Aristóteles". A la verdad no hay que pedirle el certificado de nacimiento, y en todas partes pueden encontrarse razones y demostraciones. Lo importante es dar a entender que son válidas y no que estén escritas en los libros de Aristóteles. Y contra los aristotélicos dogmáticos y librescos, Galileo apela al propio Aristóteles: es "el mismo Aristóteles" quien "antepone (...) las experiencias sensatas a todos los razonamientos". Hasta tal punto es así, que "no cabe la menor duda de que, si Aristóteles viviese en nuestra época, cambiaría de opinión. Esto se deduce manifiestamente de su propio modo de filosofar: cuando escribe que considera que los cielos son inalterables, etc., porque en ellos no ha visto engendrarse ninguna cosa nueva ni desvanecerse ninguna cosa vieja, nos da a entender implícitamente que, si hubiese visto uno de estos accidentes, habría considerado lo contrario, anteponiendo, como conviene, la experiencia sensata al razonamiento natural".

Experimental: Claude Bernard (1813-1878) escribe en 1865 su célebre obra "Introduction à la médicine expérimentale" anotando que el instrumento auxiliar esencial es la hipótesis que estimula la experimentación y la verificación. En consecuencia, el adjetivo experimental significa: lo que hace uso del experimento, o sea la observación ordenada. Por ello se dice "ciencias experimentales" siguiendo a la famosa obra de Bernard. Por otra parte significa lo que hace uso de la experiencia, y, en este caso, el adjetivo equivale a empírico.

Experimento: La experiencia científica es el experimento. Aquí reside la gran idea de Galileo. Tannery y Duhem, entre otros, han puesto de manifiesto que la física de Aristóteles, al igual que la de Buridán y la de Nicolás Oresme, estaba muy cercana a la experiencia del sentido común. En cambio, esto no se da en Galileo: la experiencia de Galileo es el experimento, y "el experimento, sostiene A. Koyré, es un metódico interrogar a la naturaleza, que presupone y exige un lenguaje en el que se formulan las preguntas y un vocabulario que nos permita leer e interpretar las respuestas. Según Galileo, como es sabido, debemos hablar con la Naturaleza y recibir sus respuestas mediante curvas, círculos, triángulos, en un lenguaje matemático o, más precisamente, geométrico, no en el lenguaje del sentido común ni en el de los símbolos". A. Pasquinelli y G. Tabarroni afirman que el método de Galileo consiste en "una síntesis muy adecuada de observación organizada y de razonamiento riguroso, que ha contribuido mucho al posterior desarrollo de la ciencia de la naturaleza". Se ha de anotar que la mente no se somete a una experiencia científica, la hace, la proyecta; y la lleva a cabo para comprobar si es verdad una suposición suya: con el objeto, como afirma E. Cassirer, de "transformar una casualidad empírica en algo necesario, regulado por leyes".

Además hay que distinguir entre experimentos practicables y experimentos mentales o imaginarios. Por lo que respecta a los primeros, se trata de experimentos técnicamente realizables, en los que se controla una teoría basándose en sus consecuencias observables (por ejemplo, se prueba que el anteojo brinda imágenes verídicas; se prueba que existen montañas en la Luna; se prueba la ley del movimiento uniformemente acelerado; se prueba que hay manchas en el Sol, etc.). Por otra parte, existen experimentos mentales, y en los escritos de Galileo aparecen muchos. Prescindiendo de las idealizaciones geométricas (modelos geométricos de acontecimientos empíricos) que, interpretadas sobre la realidad, nos dicen en qué grado ésta se aproxima o se aleja de dichos modelos ideales (geométricos), se trata de experimentos que habría que llevar a cabo en condiciones que no se pueden dar y que resultan impracticables. Sin embargo, tales experimentos no son inútiles, sino todo lo contrario. Lo importante es ver el uso que se hace de ellos. Y si su utilización no es apologética (o justificativa) sino crítica, entonces (como señala Popper) pueden servir precisamente a la utilización crítica que el mismo Galileo hace de los experimentos mentales.

"Uno de los experimentos imaginarios más importantes en la historia de la filosofía natural, afirma Popper, que constituye al mismo tiempo una de las argumentaciones más sencillas e ingeniosas de la historia del pensamiento racional sobre el universo, se encuentra en las críticas de Galileo a la teoría del movimiento de Aristóteles". Prueba la falsedad de la suposición aristotélica de que la velocidad natural de un cuerpo más pesado es mayor que la de un cuerpo más ligero. Estos son los argumentos del personaje que representa a Galileo: "Si tuviésemos dos móviles, cuyas velocidades naturales fueren desiguales, es evidente que si juntásemos el más lento con el más veloz, éste último sería arrastrado en parte por el más lento, y el lento sería acelerado en parte por el más rápido". Así, "si esto es así, también es verdad que si una piedra grande se mueve, por ejemplo, con ocho grados de velocidad, y una más pequeña con sólo cuatro, si se juntan las dos, el conjunto de ambas se moverá con una velocidad inferior a ocho grados: empero, las dos piedras juntas conforman una piedra mayor que la primera, la que se movía con ocho grados de velocidad. Por lo tanto, este conjunto (mayor que la primera piedra sola) se moverá más lentamente que la primera sola, menor que ella, lo cual es contrario a vuestra suposición". Como el razonamiento toma pie en esta suposición de Aristóteles, ésta se ve refutada: se ha comprobado que es absurda. En el experimento imaginario de Galileo se encuentra un modelo perfecto del mejor uso que se puede dar a los experimentos imaginarios. Se trata del uso crítico". Galileo, que se veía obligado a destruir la base empírica de la concepción aristotélico-ptolemaica, tenía una gran necesidad de experimentos imaginarios como el que acaba de analizar Popper.

Explicación: Dentro del enfoque clásico de Wilhelm Dilthey (1833-1911), sería el análisis propio de las ciencias naturales con base en la causalidad y las leyes constantes de los fenómenos.

El hombre no sólo se asombra; si lo hace, generalmente lo hace con un fin determinado: Hallar una explicación del fenómeno observado, intentando comprenderlo e integrarlo en función de lo que ya sabe. El niño que, después de haber soñado en un juguete, se aplica a demostrarlo en cuanto lo posee, pensando descubrir la astucia del constructor, en estado nativo muestra esta tendencia típicamente humana.

En los pueblos primitivos, si muchas veces se ha vinculado el origen de la magia, de los mitos o de las religiones a una necesidad de anexionarse las fuerzas de la naturaleza, de actuar sobre ellas, es porque en el fondo de todo se trata de una tentativa de hallar una explicación a este fenómeno, por su vinculación a una divinidad o a una misteriosa fuerza inmanente.

A este nivel de explicación prácticamente no se encuentra ya nada en el animal. A lo sumo algunos animales domésticos pueden producir la impresión de algo semejante a esta necesidad; en todo caso, los hechos observados no van muy lejos. Generalmente son el resultado de una asociación sensorial y de una imitación del hombre, que éste interpreta de una manera antropomórfica, proyectando en el animal su propio modo de ver y obrar.

A esta profundidad nos encontramos en presencia de una de las características más significativas del hombre: la necesidad de relacionar, a todo precio, el fenómeno observado con otra cosa y hallarle una explicación y un sentido. Se diría que al hombre le cuesta aceptar un hecho de observación completamente aislado. Experimenta una especie de incomodidad ante su rareza y procura vincularlo a algo ya conocido. Además, la precipitación para encontrar una explicación simplista se ha levantado a menudo contra la necesidad misma y el progreso que estimula, dándole una ilusoria satisfacción. Pero si había abuso o pereza en las fáciles explicaciones del pasado, esto no disminuye el significado de esta tendencia profunda.

La historia de la ciencia nos muestra la resistencia de la naturaleza a responder a la interrogación del hombre. ¿Cuántas ilusiones y fracasos ha necesitado el hombre para tener experiencia de la opacidad del mundo ante su mirada y, sobre todo, de su extraordinaria complejidad? La naturaleza nos aparece como susceptible de varios tipos de explicación, situados a niveles diferentes, correspondiendo a actitudes y preguntas dirigidas a la realidad en capas diversamente profundas.

Por esto, después de recordar esta tendencia a comprender el mundo, hay que distinguir inmediatamente los diferentes modos de su realización, el del sentido común (el hombre de la calle), el del científico y el del filósofo. Respecto a ellos se planteará la cuestión del fundamento mismo de la inteligibilidad del mundo: ¿no se ilusiona el hombre en lo que cree comprender? Lo que cree comprender formulando las leyes de la naturaleza ¿no es, más o menos, una proyección inconsciente e indebida de su propia estructura mental? ¿No es acaso el hombre quien pone esta inteligibilidad en las cosas que de suyo no la tendrían y serían la irracionalidad pura? En resumen, ¿se trata de un verdadero diálogo o solamente del eco de la interrogación que la naturaleza opaca e impenetrable devuelve al hombre?.

Explícito: Que se manifiesta en forma clara y objetiva. Comúnmente se dice lo expresado o claramente expresado. "Hacer explícito" o "explicitar" el significado de un término o de una proposición es expresarlo o volverlo a expresar más claramente. El término opuesto, "implícito", significa lo que no está expreso, pues manifiesta que solo está sugerido o no expresado claramente.

Letra "F"

Fenómeno: El ser de una cosa tal como aparece, como se manifiesta.

En la ciencia moderna el fenómeno o apariencia empírica se convierte en objeto de ciencia, pues a su nivel desde la ciencia nueva se sitúa la verdad científica y el nuevo tipo de inteligibilidad. El fenómeno se estudia en la medida en que es susceptible de ser medido, de ser relacionado con otros fenómenos para llegar a leyes de tipo matemático; y, de hecho, la ciencia progresará siempre en el sentido de una mayor abstracción y de una sistematización racional.

Progresivamente, esta valoración del fenómeno pasó del plano del método al de la pretensión filosófica, para designar sólo la realidad existente (positivismo), lo que conduciría al pensamiento proveniente de la ciencia clásica a un verdadero callejón sin salida, hacia fines del siglo XIX en que aparecerá manifiesta la separación entre la realidad y el puro fenómeno, considerados idénticos con excesiva facilidad por muchos científicos, obnubilados por la importancia del objeto de sus investigaciones.

Fenomenología: Johann Heinrich Lambert (1728-1777) fue el primero en utilizar el término "fenomenología", al adoptarlo como título en la cuarta parte de su Nuevo órgano (1764); lo consideraba como el estudio de las fuentes del error. Aquí se toma la apariencia, cuya descripción es la fenomenología, como apariencia ilusoria.

Kant adoptó el término para indicar la parte de la teoría del movimiento que considera el movimiento o el reposo de la materia sólo en relación con las modalidades en que aparecen al sentido externo. A su vez Hegel denominó "Filosofía del espíritu" a la historia novelada de la conciencia que, desde sus primeras apariencias sensibles, llega a presentarse a sí misma en su verdadera naturaleza, es decir, como Conciencia infinita o universal.

Las investigaciones de Husserl han llegado a los siguientes resultados: 1) el reconocimiento del carácter intencional de la conciencia, de acuerdo con el cual la conciencia es un movimiento de trascendencia hacia el objeto y por el cual el objeto mismo aparece o se representa "en carne y hueso" o "en persona" a la conciencia; 2) la evidencia de la visión (intuición) del objeto debida a la presencia efectiva del objeto mismo; 3) la generalización de la noción de objeto, que comprende no sólo las cosas materiales sino también las formas categoriales, las esenciales y en general los "objetos ideales"; 4) el carácter privilegiado de la "percepción inmanente", o sea de la conciencia que tiene el yo de sus propias experiencias, en cuanto aparecer y ser coinciden perfectamente en esta percepción, mientras no coinciden en la intuición del objeto externo que nunca se identifica con sus apariciones a la conciencia, sino que permanece fuera de ellas.

Heidegger expresa el carácter propio de la fenomenología al afirmar: "La expresión 'fenomenología', significa antes que nada un concepto metodológico... El término expresa un lema que podría formularse así: ¡volvamos a las cosas mismas!. Y esto, en contraposición a las construcciones sin fundamento real y a los hallazgos casuales: en contraposición a la aceptación de conceptos que sólo de modo aparente están justificados y a los problemas ficticios que se imponen de generación en generación como si fuesen problemas auténticos" (Sein und Zeit 'El ser y el tiempo').

Uno de los seguidores de Husserl, A. de Waelhens, escribe: "Todos están de acuerdo en considerar que el nacimiento del movimiento fenomenológico fue un acontecimiento decisivo para la filosofía contemporánea".

Filosofema: Generalmente significa el discurso filosófico. En la lógica de Aristóteles es el "razonamiento demostrativo". Fuera de la lógica: concepto o lugar común filosófico. En este segundo sentido es utilizado por Aristóteles y por la tradición posterior.

Con esta envoltura racional denominaba J. Hegel a muchas manifestaciones de la cultura, como el mito, la religión, la literatura, el arte, etc., en los cuales podemos encontrar de vez en cuando ciertos pensamientos referidos a problemas filosóficos como el destino del hombre, la vida en general, la realidad, la muerte, etc., que por su contenido se acerca a una especie de prefilosofía. Así reconocemos cómo en las mejores obras literarias, en las tragedias griegas, en la obra de Dante, Goethe, Shakespeare, Dostoievski, etc., se entretejen profundos conceptos que perfilan una cierta filosofía de la vida, una cierta concepción de la realidad que constituyen una profunda sabiduría en la cual se transparenta de algún modo un acercamiento a otras formas no enteramente conceptuales al nivel específico de la filosofía pura.

Filosofía: Según la última tesis de Pico de la Mirándola, "La Filosofía busca la verdad, la Teología la descubre y la Religión la posee".

"Y presumo que estas novedades, escribía Galileo en 1612, serán los funerales o más bien el acabamiento y el juicio final de la falsa filosofía; algunos signos de ello han aparecido ya en la Luna y el Sol". El mejor ejemplo de la infidelidad de los discípulos de Aristóteles de ese tiempo al espíritu de observación de su maestro es su negativa a utilizar los primeros telescopios, por miedo a descubrir indicios de "corrupción" en la Luna (los cráteres) y sobre todo en el Sol (las manchas); los verdaderos continuadores de Aristóteles eran, pese a las apariencias, los pioneros de la nueva ciencia. Otro ejemplo de dogmatismo ciego está en el positivismo de A. Comte, que prohibía el empleo del microscopio.

Voltaire (1694-1778) al hablar en su decimocuarta Carta Filosófica sobre Descartes, afirma: "No creo en verdad que nadie se atreva a comparar su filosofía con la de Newton: la primera es un ensayo; la segunda es una barra maestra". En 1746, el marqués de Argens, precursor de los enciclopedistas, en la Filosofía del Buen Sentido, comprueba que "el furor de la atracción" es más fuerte de lo que nunca fue el de los "torbellinos imaginarios" de Descartes.

No habrá transcurrido medio siglo, y el mecanismo newtoniano (es verdad, separado de la "teología", a la que se hallaba unido y del que Voltaire había hecho el fundamento de su religión natural) ocupará definitivamente el lugar del sistema cartesiano, hasta el punto de que en 1773, Holland escribe sobre la filosofía de Descartes: "Difícilmente se encontrarían hoy seguidores suyos" en sus Reflexiones Filosóficas. El reino de Newton sucedió al reino de Descartes: en adelante, la experiencia es soberana en el campo de la ciencia; la matemática no es más que su sierva e instrumento.

Kant declaró expresamente: "El origen de la filosofía crítica es la moral". Y también: "La realidad del concepto de libertad entraña como consecuencia inevitable la doctrina de la identidad de los objetos como objetos de la intuición en el espacio y el tiempo". Según Helling "filosofar sobre la naturaleza es crear la naturaleza".

Según P. Aubenque "el origen de la filosofía es el asombro de que las cosas sean lo que son... La filosofía no nace de un impulso espontáneo del alma, sino de la presión misma de los problemas: las cosas se manifiestan, se imponen a nosotros como contradictorias, como interrogándonos; nos empujan, a pesar nuestro, a la búsqueda" (Le problème de l'être chez Aristote, 1962).

La doctrina de Aristóteles sobre la naturaleza parte de una necesidad de este tipo: resolver una contradicción fundamental, situada en el seno mismo del conocimiento de los fenómenos; había estimulado ya la búsqueda de los pensadores precedentes y se encontraba (en otra forma) en las soluciones opuestas que se habían dado. Resolver semejante contradicción, a la vez en las cosas y en las doctrinas de sus antecesores, fue la tarea a la que se dedicó Aristóteles.

Filosofía-ciencia: No puede haber verdadera competencia cuando el filósofo y el hombre de ciencia se oponen; si esto se da es porque el primero utiliza datos científicos caducos o mal digeridos, o bien porque el segundo hace filosofía sin saberlo; pues el método hace posible que la ciencia alcance verdaderamente su fin, asegurándole, en el punto de partida, una real imparcialidad y objetividad; el método amplía considerablemente la información del hombre acerca del mundo puesto que el proceso operatorio puede seguir registrando el fenómeno observado en ámbitos inaccesibles para nuestro sentidos.

Filosofía cristiana: El pensamiento patrístico tuvo influencia indirectamente sobre el progreso científico: "En nombre de la doctrina cristiana, afirma Pierre Duhem (1861-1916), los padres de la Iglesia atacan las filosofías paganas en puntos que juzgamos más metafísicos que físicos pero que eran las piedras angulares de la física antigua; así la teoría de la materia prima eterna, la creencia en la dominación de los astros sobre las cosas sublunares, en la vida periódica del mundo ritmada por el año mayor. Al arruinar con sus ataques las cosmologías del peripatetismo, del estoicismo y del neoplatonismo, los padres de la Iglesia hacen sitio, netamente, a la ciencia moderna" (Le système du monde). Sostiene que las teorías científicas son meras construcciones en función pragmática; no hay posibilidad de comparación entre los signos y símbolos, de los que se componen las teorías, y el mundo fenoménico (La théorie physique. Son objet. Sa structure, 1906)

La sistematización tomista del pensamiento filosófico católico, que Pablo VI ya llamaba "filosofía escolástico-tomista", recibe comúnmente, desde León XIII, el nombre de filosofía cristiana, por ser la sola filosofía en plena armonía con los dogmas de la fe y base de la explicación teológica de los mismos. Su caracterización de cristiana no le impide conservar su índole propia de un conocer intrínsecamente humano y racional, deducido de los principios de la razón natural. El carácter de cristiana le viene, primero, de su origen y especificación histórica y, sobre todo, del auxilio exterior que recibe de la revelación. La luz de la fe conforta, desde el interior del sujeto creyente, la investigación de su razón natural, rectificándola y haciéndola evitar numerosos errores, a la vez que le descubre nuevas y elevadas verdades de orden natural, que el filósofo creyente vuelve a asumir por la razón y demostrar en sus fundamentos racionales. Hay por ello identidad de contenido con el sistema de una razón natural recta, produciendo la "sólida y sana filosofía" que llamaba León XIII al sistema aquiniano.

Filosofía de la historia: La historia, al igual que la política, constituyen otro campo de combate entre las filosofías de la historia y las ciencias históricas. Sin embargo, el punto de partida hoy lo constituye la sensibilidad creciente del hombre actual respecto a la historia y sus dimensiones.

El hombre es, en su raíz, un ser actor de su historia, un ente social cuya esencia constitutiva es la misma temporalidad. Pasado, presente y futuro se revelan como instancias unitarias en el devenir mismo del hombre y de la historia colectiva de la humanidad. Pero la historia designa tanto lo acontecido como su conocimiento dando lugar a la distinción entre la historia real y la historiografía.

El hombre actual tiene cada vez más una profunda sensibilidad histórica manifiesta en la conciencia lúcida de la fugacidad del tiempo y de las instituciones. Esta sensibilidad ha formado una cierta conciencia de universalidad, de impacto y recepción a todos los fenómenos y manifestaciones de la historia actual acorde con el proceso vigente de socialización en gran parte dinamizados por los medios de comunicación social. Debido a esto existe hoy una resonancia mundial de hechos y procesos que marcan el hecho irreversible de una unidad del mundo y de la historia en un destino común que nos hace responsables de su éxito o fracaso.

Una filosofía de la historia es fundamentalmente una reflexión acerca del sentido o sin sentido del tiempo, del devenir colectivo a fin de buscar una coherencia explicativa que dé unidad a la infinita multiplicidad de acciones de los hombres. La filosofía de la historia significa buscar el sentido de la historia, la unidad, la estructura de la historia universal. Esta estructura sólo puede darse en la humanidad en conjunto.

Los problemas de la filosofía de la historia podemos sucintarlos en los siguientes: la interpretación de la historia; el problema epistemológico de la historia; la problemática del sujeto, el sentido y las leyes de la historia, entre otros.

Filosofía Experimental: En su duodécima Carta Filosófica, Voltaire saluda en Francisco Bacon (1561-1626) "al padre de la filosofía experimental", que sin conocer todavía la naturaleza supo e indicó "todos los caminos que llevan a ella": método de que Locke hizo aplicación a la metafísica, de tal suerte que la renovó enteramente. "Jamás hubo, quizá, un espíritu más sabio, más metódico, un lógico, más exacto que J. Locke", escribe Voltaire en su decimotercera carta.

Filosofía y metafísica: Si bien el problema es bastante discutido en nuestros días, es conveniente precisar algunos puntos:

a) El cambio de la problemática. Desde finales de la Edad Media el cambio ha tenido una influencia directa en la concepción misma de la filosofía. Es sabido que Aristóteles y santo Tomás englobaban en la filosofía las matemáticas y la física, la cual, a su vez, comprendía lo que en nuestros días corresponde a nuestras ciencias exactas y a una reflexión filosófica sobre el objeto de las mismas. "La filosofía teórica, escribía santo Tomás en el Comentario sobre la Metafísica, consta de tres partes, a saber: las matemáticas, la física y la teología, que es la filosofía primera". Cuando los modernos dieron autonomía a las ciencias exactas, los escolásticos de la época permanecieron estérilmente pegados a la caduca ciencia aristotélica. En el renacimiento neoescolástico del siglo pasado, ya no era posible tratar de mantener la ciencia aristotélica como filosofía; por una parte, su caducidad se había hecho demasiado evidente; por otra, dado que la ciencia moderna se había desarrollado en oposición al aristotelismo, no era posible darle en filosofía el lugar que antaño ocupaba en la filosofía de Aristóteles; además, las categorías conceptuales (mecanicismo, primacía de las matemáticas, etc.) que la nueva ciencia llevaba consigo estaban en excesiva discordancia (por lo menos en apariencia) con el espíritu de la filosofía tradicional.

b) Ciencias y filosofía de la naturaleza. ¿Dónde colocar las reflexiones filosóficas de antaño desarrolladas con ocasión de la ciencia aristotélica? Se debía asignar un lugar preciso en la filosofía; porque concernía a los seres de la naturaleza pareció normal distinguirlo de la metafísica con el nombre de filosofía de la naturaleza (cosmología y sicología racional). Se justificó apelando a la doctrina de los tres grados de abstracción, y se siguió situando en el primero, (que alcanzaba los seres sensibles y cambiantes) esa filosofía de la naturaleza, pese a su separación de las ciencias exactas; el segundo, el propio de las matemáticas; y el tercero, el de la metafísica. Solución poco clara para muchos.

Es evidente que la distinción entre ciencia y filosofía no resalta apenas en semejante clasificación, aún cuando se precise que la primera tiende hacia las matemáticas y la segunda hacia la metafísica. Por tanto, es comprensible que autores actuales pongan en tela de juicio esa distribución, correspondiente excesivamente a una época en la que la filosofía englobaba prácticamente todas las ciencias teóricas. Al recuperar éstas su autonomía, es indispensable tener en cuenta este hecho, que repercute en la concepción misma de la filosofía, la cual ya no tiene, por tanto, el mismo sentido que en la época de santo Tomás. Además, el progreso en el estudio histórico de los problemas está en favor de este sentido.

c) Grados de abstracción. Es muy claro que para santo Tomás se trataba no tanto de grados sino de especies de abstracción, maneras diferentes de encarar lo real, sin que eso signifique la obligación de pasar gradualmente de uno al otro para llegar a la metafísica, la cual, por el contrario, está de alguna manera implicada en todo saber auténtico. Los profundos estudios hechos por un especialista de Aristóteles como Agustín Mansion (1882-1966) han disipado definitivamente el prestigio de semejante distinción. "La teoría de los tres grados de abstracción, afirma, se revela incapaz, por sí misma y sin adición de elementos que le son ajenos, de fundar una clasificación satisfactoria de las ciencias teóricas" (Introduction à la Physique aristotélicienne, 1945). En lugar de ver en ella un principio ideal de división del saber, importa comprender que es uno de los aspectos de la doctrina de Aristóteles más dependientes de la problemática de su época, y el menos idóneo para resolver el problema moderno planteado por la autonomía de las ciencias respecto de la filosofía.

d) Metafísica y filosofía de la naturaleza. Una mejor apreciación del pensamiento de santo Tomás, no han hecho comprender mejor que el término de "filosofía" no designa ya el mismo contenido. Recordando la amplitud que tenía la filosofía para Tomas de Aquino (todo el saber teórico: física, matemática, teología natural), podemos decir que lo que en nuestros días llamamos filosofía tiene un sentido mucho más restringido: corresponde a lo que los antiguos entendían por metafísica; por eso, en nuestros días parece bastante normal asimilar filosofía y metafísica.

Tal asimilación (muy conforme al espíritu de santo Tomás) exige definir bien el objeto de la metafísica. Su objeto material es absolutamente universal; comprende todos los seres; es decir, aparte de Dios, que es el objeto último de su investigación, aparece, en tres fases de elaboración, "primeramente como lo que es dado en la experiencia sensible, después como el ser material accesible a los sentidos del hombre y el ser espiritual que forma parte del ser humano, y finalmente como el ser contingente accesible al conocimiento humano", según G. Malinowski. La metafísica, identificada con la filosofía en su sentido más noble, reviste una gran unidad; no es, de ninguna manera, una agrupación de disciplinas filosóficas distintas (como pensaba Wolff), lo cual no impide que reparta su propio dominio en varias fases de elaboración (filosofía de la naturaleza, antropología filosófica, ontología). Así, la filosofía de la naturaleza recupera su significado y su originalidad en relación a las ciencias; no es una especie de metafísica especial, aplicación puramente deductiva de la metafísica general, sino una reflexión sobre el ser material, que (sin desatender los recursos del saber empírico y de la ciencia en sus conclusiones más seguras), se desarrolla en el proyecto y bajo la luz propia de la metafísica, para discernir en el ser material las estructuras más profundas y universales.

Filosofía (Inutilidad o utilidad de la): La impugnación de la filosofía como quehacer inútil y que en alguna forma debía extinguirse tiene larga tradición, y sus raíces son muy claras. Platón en su diálogo "Gorgias" coloca en Calicles la idea de que la filosofía es un asunto pasajero para los jóvenes que no tienen todavía una función importante y seria en la vida.

Sin embargo, el rechazo de la filosofía, generalmente procede de actitudes afilosóficas en el sentido que, por ejemplo, el llamado "hombre práctico" tiende a rechazar de por sí todo nivel teórico que lo ve como una instancia puramente especulativa ajena a los problemas concretos de la vida y de la acción. En cierto modo, la filosofía aparece sólo como una teoría y no como la sabiduría misma de la vida.

En el campo de las ciencias, en algunos casos, es posible un cierto distanciamiento de la filosofía por la vía comparativa respecto a sus métodos y su desproporción frente al avance progresivo de las ciencias experimentales, o el conocido artificio de rechazar la filosofía por seguir implícitamente lineamientos positivistas. Así Giovanni Papini (1881-1956) escribió: "El crepúsculo de los filósofos" (1906) y Jean F. Revel: "¿Para qué los filósofos?".

Podemos afirmar que desde ciertas actitudes (el cientifismo que reduce la verdad al ámbito científico, el activismo de tipo lucrativo o político que rebaja o anula el papel de la teoría, y cierto fanatismo religioso que anula todo esfuerzo humano) se impugna la filosofía como algo inútil y sin sentido. Contrastan estas actitudes con la sabiduría popular que en medio de los asuntos prácticos y cotidianos desde ese fondo vital es capaz de una cierta sabiduría muy conexa con la vida, el trabajo, el dolor, Dios, el destino.

La utilidad de la filosofía aparece (para quien ha accedido a su ámbito) como un conjunto de posibilidades que sólo él entiende, en la medida que el filosofar genera una dinámica que llega a afectar a la raíz y la sustancia misma de la existencia.

Filosofar es acceder al único modo de existencia auténtica en cuanto ella misma como modo de ser del hombre es la puesta en cuestión de él mismo como problema, como interrogante que emerge y se distancia de lo cotidiano, de lo banal, de lo mecánico, de la superficialidad que se atreve a afrontar la realidad como problemática.

La filosofía siempre ha sido entendida: o desde el punto de vista teorético como un saber último y fundamental; o bien como una forma de conducir la vida, como una sabiduría que orienta a la consecución de una vida virtuosa o al menos coherente con una cierta manera de entenderla. En el primer caso, la filosofía abre al hombre el horizonte infinito de la vida espiritual, de la aventura del pensamiento que lo ensancha en sus miras e intereses, no porque lo aparte de este mundo sino porque su forma de mirarlo y asumirlo es diferente; en el segundo, la filosofía quiere orientarnos acerca de lo fundamental de la vida, de aquellos valores que no sólo hacen saber más sino que lo puede hacer mejor. Por eso Bertrand Russell afirma "si la filosofía puede ayudarnos a sentir el valor de esas cosas, habrá que representar el papel que le corresponde en la obra colectiva de la humanidad" (Fundamentos de Filosofía).

Física: La física tiene por objeto el estudio de la naturaleza, cuyas características y métodos se relacionan. En la concepción aristotélica la física es la teoría del movimiento. Un segundo concepto es el que la considera como el estudio del orden experimental de la naturaleza, sustentado desde el Renacimiento, por Galileo y la física clásica. Un tercer concepto de física a partir de 1930 con Heisenberg, para quien la física de nuestro tiempo ya no nos suministra "una imagen de la Naturaleza, sino una imagen de nuestras relaciones con la Naturaleza" (La Imagen de la naturaleza en la física actual, 1955); y Dirac afirma que "el único objeto de la física teórica es el de calcular resultados que pueden ser comparados con la experiencia y es totalmente útil que se dé una descripción satisfactoria del total desarrollo del fenómeno" (Principles of Quantum Mechanics, 1930)

La física hace constantemente uso de los modelos mecánicos; por ejemplo, el del agua para representarse la naturaleza de la "corriente" eléctrica, asimilada a una corriente de agua que se derrama de un depósito más o menos alto (diferencia de potencial, en voltios), corriente definida por la cantidad (culombios) y la intensidad (amperios), que tiene un gasto dado (potencia, en vatios) y choca con una resistencia del conductor (ohmios), etc. La acústica, una de las más antiguas ramas de la física (su vinculación con la música le valió un interés especial en la edad antigua y media), y que por sí misma permitió el establecimiento de relaciones matemáticas (altura del sonido, dependiente del número de vibraciones, el cual, para los instrumentos de cuerda, es inversamente proporcional a la longitud de la cuerda vibrante, etc.), ha proporcionado modelos excepcionales para un ámbito de la física llamado a un gran porvenir: el electromagnetismo; la vibración acústica detectable sensorialmente ha permitido imaginar otras vibraciones que no dicen ya nada a nuestros sentidos.

Todo trabajo científico consiste, partiendo de una comprobación de medidas, en interpretarlas y organizarlas, a fin de llegar a un resultado unificado en forma de leyes y, finalmente, de teorías generales. Con ello se quiere indicar que la lectura de medidas no es más que un punto de partida cargado de intenciones teóricas; lo esencial del esfuerzo científico es ante todo tarea del pensamiento racional que utiliza este dato experimental ayudado por el cálculo. Por ello es esencial comprender que la definición operatoria designa ante todo una actividad racional: "En un principio en que la física, afirma G. Bachelard, hacía profesión de positivismo absoluto... se llegó incluso a presentar los hechos estudiados por el físico como conglomerados de lecturas de índices... Se abusó de la reducción de los pensamientos del físico a las medidas. El resultado de una medida es siempre pensado, no solamente con el método de medida, sino también con el sentido teórico profundo del método de medida" (L'activité rationnelle de la physique contemporaine, 1951).

Wolfgang Pauli (1900-1958, premio Nobel de Física 1945) recibió el premio por sus estudios y descubrimientos en el campo de las partículas y el desarrollo de los iones; era considerado uno de los principales expertos en el campo de la física experimental.

La física, originariamente extraña a toda idea de evolución, se vio obligada a introducirla bajo la forma de segundo principio de la termodinámica (descubierto por Clausius y Sadi-Carnot); en efecto, este principio de la degradación de la energía expresa la evolución de las formas de energía superior (mecánica, eléctrica, luminosa) hacia una forma degradada, irrecuperable, la energía calórica.

Forma: En Aristóteles, la noción de forma designa a la vez la existencia de la realidad salida del cambio y lo que de ella puede comprenderse (su inteligibilidad); con ello "forma" se convierte en sinónimo de idea realizada. En el lenguaje corriente, forma evoca demasiado espontáneamente la idea de figura geométrica, configuración exterior de un objeto (y entonces es una forma accidental). Por el contrario, sinónimo de la estructura de un ser, la idea de forma significa todo lo que constituye y define la naturaleza del ser material, ya sea un cuerpo inorgánico, un ser viviente o el hombre mismo; ella expresa lo que hace inteligible, definible ese ser. Entonces reviste caracteres muy precisos.

Por definición, la forma es multiplicable en otros tantos individuos, tantos como la materia prima lo permita. Una forma viviente, especie vegetal o animal, se multiplica en tantos individuos como lo permiten las condiciones biológicas y geográficas, partiendo de los elementos nutritivos que debe proporcionar la "materia" prima de los individuos.

Pero la definición misma de la forma: el acto primero del cuerpo físico, hace de ella la fuente real del ser constituido; siendo "acto", inteligibilidad investida y encarnada en la materia prima, reviste un carácter de inmaterialidad; no es que pueda subsistir como tal, sino que confiere al ser físico una estructura que en ella misma dice más que los simples elementos materiales organizados; ella es la propia organización de éstos. Tomemos el ejemplo de la actividad artística del hombre: Un cuadro de pintor resulta materialmente de un ensamblaje de diversos colorantes; pero no son únicamente esos colores, en su materialidad, los que dan al cuadro su significado, sino, ante todo, su ensamblaje. Cabe decir, pues, que el cuadro, en el seno de sus elementos materiales, a través de ellos y por medio de ellos, oculta algo inmaterial, huella del espíritu de su autor, que en él ha entregado un mensaje, una intención. Otro tanto sucede con cualquier ser material: su estructura propia, su formalidad, le da un sentido que existe potencialmente antes de su descubrimiento por el hombre: eso es lo que expresa la idea de forma.

Además, la forma, siendo principio especificador, también es principio dinámico de acción, que explica las propiedades, las tendencias específicas del ser y con ello su interacción con todos los demás y el universo mismo. De ahí que la noción de ser pueda aplicarse a cualquier estructura según la analogía propia de la idea de ser; y evidentemente, si la experiencia revela una integración sucesiva de estructuras las unas en las otras, con una complejidad creciente, la idea de forma se aplica a cada nivel; pero entonces se plantea el problema de la unicidad de la forma: ¿la forma de tal unificado hace desaparecer las de los elementos? Si los principios que son materia y forma explican la estructura de los seres físicos, éstos no están todos al mismo grado de plenitud; en particular la forma puede expresar una determinación específica fundamental que "actúe" la materia prima (= sustancia), o por el contrario no ser más que una determinación superficial, que supone un ser ya constituido de materia y forma sustancial, que se ofrece a ella como una materia (llamada entonces segunda) por "actuar" (= forma accidental). Eso quiere decir que la flexibilidad de la noción de forma puede emerger de la materia a niveles más o menos profundos.

En la ciencia moderna, la noción tradicional de forma que pretendía expresar la esencia de una cosa, perdía su interés, puesto que la búsqueda de esas esencias quedaba fuera de la perspectiva del hombre de ciencia.

La función de la forma en la constitución del ser real es mejor puesta de relieve en el ser viviente, en el que la unidad de todo es el efecto activo de la forma, núcleo de funciones que permiten la permanencia del ser viviente. La forma del ser viviente no es un ser real, una especie de principio vital misterioso, extraño a las energías materiales y biológicas; es el principio formal, que explica el tipo biológico y la actividad propia del ser viviente, es su "acto", su perfección dinámica.

Formas estructurales: El hecho de que lo real reviste una extraordinaria multiplicidad de estructuras que presentan el carácter de ser más o menos universales es uno de los datos básicos de todo encuentro del hombre con lo real. La abundancia de formas estructurales (en los diferentes niveles de lo real) es justamente el origen del asombro del hombre ante una prodigalidad que le desconcierta. Todo su esfuerzo consiste en reabsorber lo más posible esa sobreabundancia discerniendo unos rasgos comunes.

1) La naturaleza se muestra en formas diferenciadas y universales. Ya el niño discierne tales estructuras; Piaget muestra que el dibujo infantil busca de entrada tal dimensión; el vago monigote filiforme y esquematizado con el que el niño retrata a su padre es verdaderamente, para él, la representación de una persona singular, pero lo es sólo con unas características muy vagas y universales. La sicología de la forma ha extendido esta comprobación a todo encuentro con el mundo por parte del hombre: éste ve (de entrada) en lo real, que se ofrece a él, unas estructuras globales que dan a eso real consistencia y significado. A pesar de la abundancia de formas de la naturaleza, ésta no aparece como un conjunto caótico de individualidades absolutamente heterogéneas. El hombre descubre unos rasgos comunes, unos vínculos entre cosas y fenómenos, que permiten esbozar una clasificación empírica, a la espera del descubrimiento por la ciencia. El estudio de la química nos muestra la existencia de las arquitecturas cada vez más complejas de los cuerpos; en la física hallamos la misma comprobación pero a otro nivel: el de las leyes y el determinismo que derivan de otras estructuras a través de todos los registros de lo real. El universo alcanzado por la observación científica (sin hablar de las estructuras abstractas) revela una infinita variedad de formas estructurales, más o menos universales.

2) Las formas y estructuras tienen carácter objetivo.

Primero, la objetividad de tales estructuras es un dato inmediato de la experiencia a todos sus niveles. A nivel sensorial, lo real viene a nosotros con su infinita variedad, revelada por la mayor o menor sensibilidad de nuestros receptores sensoriales, siendo los sentidos los primeros receptores, centros de acogida por los que el mundo entra en nosotros. En este estadio, lo animal alcanza también esas estructuras en la materialidad de las mismas.

Segundo, la objetividad de las estructuras alcanzadas no constituyen dificultad, pues exigen una actividad racional cualquiera. Pero, se puede decir que todos los juicios abstractos no son más que proyecciones de estructuras puramente mentales? o que no corresponden a ninguna forma estética objetiva? Para tales preguntas hay tres posibles respuestas: 1) O bien el pensamiento humano las pone gratuitamente en las cosas (idealismo). Solución que entra en contradicción con la experiencia inmediata, pues, de dónde tomaría el espíritu esas estructuras? Innatismo general o iluminación divina?. Hipótesis absolutamente gratuitas que contradicen al hecho ineluctable: esas estructuras deben tener un carácter objetivo, pues se revelan eficaces; gracias a ellas, el hombre puede transformar lo real y actuar sobre ello. 2) O bien esas estructuras racionales existen tales como se advierten, en las cosas, y su contenido inteligible no tiene más aspiración que ser extraído por el espíritu (realismo ingenuo). 3) Sólo queda una solución, la del realismo crítico: esas estructuras formales existen a la vez en lo real y en el espíritu, pero de dos maneras diferentes, reunidas por un vínculo analógico.

Decir que la racionalidad de esas estructuras está en las cosas no es posible, más si se rechaza el prejuicio cartesiano relativo a la absoluta dualidad. El testimonio de todos los investigadores que escrutan los misterios de la materia es elocuente; si todos actúan así es porque saben por experiencia que lo real más material oculta una especie de interioridad (el sentido de una cosa habita esa cosa como el alma habita el cuerpo, dice Merleau-Ponty). Teilhard de Chardin habla de la densidad ontológica de la materia, de su misterio interno, de dentro de las cosas, especie de vestigio de siquismo, lo hace con un vocabulario tal vez ambiguo, pero esa misma es la vieja idea escolástica de que el ser, incluso el ser material, tiene un cierto aspecto inmaterial, por el hecho de que es una "actuación", una determinación formal, portadora de valor universal e inteligible; lo esencial será, evidentemente, precisar ese modo de inmaterialidad propia del ser material, muy diferente del inmaterial subsistente y activo.

Además, es igualmente indiscutible que el espíritu humano tiene una gran parte en este descubrimiento; puede decirse que en cierto aspecto el espíritu estructura lo que él conoce. Pues sólo hay dos términos: el hombre y lo real, no frente a frente, sino en un diálogo y una comunión íntima. Así, para el hombre, el mundo conocido es verdaderamente el mundo real. La estructura expresada por el espíritu reviste la modalidad propia de éste, pero no por eso deja de estar presente en lo real bajo otra forma, individualizada y particular: es lo mismo real revistiendo dos modos de existencia, una intencional y abstracta en el espíritu, y la otra existencia y concreta en la cosa.

Tercero, las estructuras o formas racionales sacadas a la luz por la ciencia clásica (clasificación de los cuerpos químicos, propiedades físicas de los cuerpos, las "formas" de los seres vivientes, etc.), por estar estrechamente ligadas a la experiencia sensible, o al menos por referirse directamente a datos experimentales que ellas ponen en orden, gozan de la objetividad de que se habla hasta ahora. Pues esencialmente, los entes científicos (ver entes científicos) son los soportes teóricos de las relaciones abstractas puestas en claro a consecuencia de una técnica operatoria.

No podemos olvidar el valor ontológico del conocimiento científico. En efecto, no porque la ciencia cree y forje entes teóricos, esos entes dejan de tener un vínculo del tipo que sea con lo real experimental. No son puras obras imaginativas y teóricas; han sido expresados para dar cuenta de fenómenos reales y muestran su impacto sobre la realidad en su rentabilidad, en su eficacia, que permite prever otros fenómenos.

Letra "G"

Galileo Galilei (1564-1642): Para Galileo la ciencia y la fe son imposibles de comparar. Sin embargo, son compatibles, a pesar de ser incomparables. No se trata de un aut-aut, sino más bien de un et-et. El discurso científico es un discurso empíricamente controlable, que nos permite comprender cómo funciona este mundo. El razonamiento religioso es un mensaje de salvación que no se preocupa del "que", sino del sentido de estas cosas y de nuestra vida; la fe es incompetente con respecto a cuestiones fácticas. Tanto la ciencia como la fe poseen propios hechos: por esta razón siempre están de acuerdo. No se contradicen, ni pueden contradecirse, porque no son comparables: la ciencia nos dice "cómo va el cielo", y la fe, "cómo se va al cielo".

La ciencia moderna es la ciencia de Galileo, en la explicitación de sus supuestos, en la delimitación de su autonomía y en el descubrimiento de las reglas del método. La ciencia de Galileo ya no es un saber al servicio de la fe; no depende de la fe; posee un objetivo distinto al de la fe; se acepta y se fundamenta por razones diversas a las de la fe. La Escritura contiene el mensaje de salvación y su función no consiste en determinar "las constituciones de los cielos y de las estrellas". Las proposiciones de fide nos dicen "cómo se va al cielo", las científicas, obtenibles "mediante las experiencias sensatas y las demostraciones necesarias", nos dan testimonio en cambio de "cómo va el cielo". Basándose en sus diferentes finalidades (la salvación, para le fe; el conocimiento, para la ciencia), y en sus distintas modalidades de fundamentación y aceptación (en la fe: autoridad de la Escritura y respuesta del hombre ante el mensaje revelado; en la ciencia: experiencias sensatas y demostraciones necesarias), Galileo separa las proposiciones de la ciencia de las de la fe. "Me parece que en las disputas naturales (la Escritura) debería colocarse en último lugar".

Galileo pretende liberar el camino de la ciencia de un obstáculo epistemológico en sentido estricto, del autoritarismo de una tradición sofocante que bloquea el avance de la ciencia. Galileo, en definitiva, celebra "el funeral ... de la pseudofilosofía", pero no el funeral de la tradición en cuanto tal. Esto es tan cierto que con las debidas cautelas cabe decir que es platónico en filosofía y aristotélico en el método.

Gen: En la terminología moderna, los "elementos" de Mendel se denominan genes. Se ha ampliado el sentido de este término dándole el significado de entidad encargada de la transmisión y desarrollo o determinación de caracteres hereditarios en animales y plantas. La parte del organismo directamente implicada en la herencia se denomina plasma germinal y el gen es una pequeña parte o factor del cromosoma, elemento que se halla en el plasma germinal. Para transmitir todos los rasgos hereditarios de un organismo se necesitan numerosos pares de genes. Se calcula que la mosca Drosophila melanogaster tiene un número de genes comprendido entre 5,000 y 15,000 pares de genes y en el hombre se calcula que varían entre 5,000 y 120,000 pares de genes.

Hermann Joseph Muller, discípulo de Morgan, en 1927 publica un descubrimiento sensacional: bombardeando con rayos X los gametos (los espermatozoides y los óvulos de los animales, los granos de polen y los óvulos de las plantas) se obtiene un porcentaje elevadísimo de mutaciones. Tal descubrimiento abrió el camino a investigaciones referentes al proceso de mutación, a la naturaleza y a la estructura del gen.

Generación: En el mundo terrestre, todas las alteraciones, los cambios, estudiados por la filosofía de la naturaleza, tienen un origen lejano, esta influencia astral de origen divino, a la que cada esfera aporta su contribución, acción que se conjuga con la propia de cada sustancia. El Sol, en particular, por su desplazamiento alternativo a lo largo de la eclíptica, participa en la generación de los seres; así, para Aristóteles y santo Tomás, la fuente de la generación humana es el hombre conjuntamente con el sol; y para ciertos animales inferiores, el sol sería la causa de su generación espontánea. Para Aristóteles la generación es "el cambio que va del no ser al ser del sujeto según la contradicción", es decir, el paso de la negación de la cosa a la cosa misma; lo opuesto de generación es la corrupción que es "un cambio que va de alguna cosa al no ser de ella, es absoluta cuando va de la sustancia al no ser de la sustancia, y específica cuando va hacia la especificación opuesta".

Generación espontánea: Las discusiones sobre la posibilidad de la generación espontánea (¿puede el ser viviente provenir de la materia inerte o no?), en el siglo XVIII entre Juan Turberville Needham '1713-1781' (a favor) y Lázaro Spallanzani '1729-1799' (en contra), y sobre todo en el siglo XIX alrededor de los experimentos de Louis Pasteur (1822-1895, fundador de la bacteriología moderna), tuvieron a menudo una motivación filosófica: el no querer admitir el carácter material del fenómeno vital y de este modo el misterio de la vida no podía transmitirse sino de ser vivo a ser vivo. El que Aristóteles y santo Tomás admitieran la posibilidad de la generación espontánea, muestra claramente que el problema no ofrecía dificultad y que las investigaciones actuales para conseguir la síntesis de la vida son perfectamente legítimas. En el siglo XIX la biología fue el terreno privilegiado para la lucha entre materialistas y espiritualistas por efecto de una confusión que tenía sus raíces en el dualismo cartesiano.

Geocentrismo: Claudio Ptolomeo del siglo II, en su obra Almagesto, presenta sus cinco tesis: 1) el mundo (el cielo) es esferiforme y se mueve del mismo modo que una esfera; 2) de manera análoga, la Tierra considerada en su conjunto es esferiforme; 3) ésta se halla situada en el medio del mundo, como un centro; 4) en lo que se refiere a las distancias y los tamaños, la Tierra es como un punto, en comparación con la esfera de las estrellas fijas (la que abarca el cielo); 5) la Tierra no realiza ningún movimiento de lugar, es inmóvil. Estas tesis son el fundamento del sistema geocéntrico, que perdurará hasta la revolución copernicana.

Gravedad: Fuerza que atrae a todos los cuerpos hacia el centro de la Tierra, y cuya intensidad varía según el lugar, siendo mayor la atracción en los polos (983'26 cm./seg.) y menor en el Ecuador (978'07 cm./seg.), de conformidad con la ley de la atracción universal enunciada por Newton (ver ley de la gravedad). Eliminando la idea antropomórfica de atracción, de fuerza a distancia, que no explicaba nada, Einstein vio en la gravedad un estado debido a una propiedad del espacio; en otros términos, así como la inercia y la gravedad son producidas por las masas de los cuerpos, son estas mismas masas las que causan e influencian las propiedades del espacio, cuyo peso no es más que la curvatura producida por la proximidad de los cuerpos pesados.

Newton sostiene que "siendo universalmente evidente, mediante los experimentos y las observaciones astronómicas, que todos los cuerpos que giran alrededor de la Tierra gravitan hacia ella y lo hacen en proporción a la cantidad de materia que contiene cada uno de ellos por separado; que, por otra parte, nuestro mar gravita hacia la Luna; y que todos los planetas gravitan unos hacia otros; y que los cometas gravitan hacia el Sol, de igual manera; entonces, como consecuencia de esta regla, debemos admitir universalmente que todos los cuerpos están dotados de un principio de gravitación recíproca. Por esto, el argumento procedente de los fenómenos es más concluyente en lo que respecta a la gravitación universal de todos los cuerpos que en lo referente a su impenetrabilidad porque de ésta no tenemos ningún experimento y ninguna manera de efectuar observaciones en los cuerpos celestes. No afirma que la gravedad es esencial a los cuerpos: con los términos de vis insita me refiero únicamente a su fuerza de inercia. Esta es inmutable. Su gravedad disminuye en relación a su alejamiento de la Tierra" (Libro III de Philosophiae naturalis principia mathematica, 1687)

La gravedad existe de hecho; explica los movimientos de los cuerpos; sirve para prever sus posiciones futuras. Al físico le basta con esto. Cuál sea la causa de la gravedad es cuestión que rebasa el ámbito de la observación y del experimento y, por tanto, está fuera de la filosofía experimental. Newton no quiere perderse en conjeturas metafísicas incontrolables. Tal es el sentido y la de su expresión hypotheses non fingo (no invento hipótesis). (Ver Hipótesis)

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