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L  a  G r a n  E n c ic l o p e d i a   I l u s t r a d a  d e l   P r o y e c t o  S a l ó n  H o g a r

DICCIONARIO FILOSÓFICO CIENTÍFICO

Dichoso el que comienza a educarse, antes de darse a la tarea de educar a los demás. H.G.

Proyecto Salón Hogar

A-B- C- D- E-F-G- H-I-J-K-L- M-N-O- P-Q-R-S- T-U-V

Maestro: Para Demóstenes "el mejor maestro es aquel que trata de realizar en sí mismo lo que trata de realizar en los demás". En todas las épocas se ha asociado al concepto de maestro la característica de la superioridad intelectual y moral; esto implica la aparente paradoja por la que el desprecio y la desestima han afectado siempre con mayor dureza al educador cuando estaba por debajo de su exigente modelo, como en la sátira de los "pedantes". El verdadero educador no ama sólo los valores, independientemente de las personas, lo que haría de él un teórico puro, apto para disquisiciones bizantinas; ni debe ser el científico puro o el artista puro; pues él debe amar los valores en cuanto participables por las personas y a las personas en cuanto que pueden y deben ser promovidas hacia los valores.

Manipulación: Su etimología designa genéricamente una acción organizada a fin de modificar el entorno. Su uso proviene del ámbito técnico y es por ello ambiguo. En sentido ético adquiere hoy un sentido peyorativo, pues indica una acción previamente organizada a fin de controlar la conducta tanto individual como social. Tal proceso posible hoy a través de las ciencias viene a constituir una negación total y absoluta de la libertad y de los valores.

Matemáticas: Es útil recordar un aspecto de la doctrina de Platón que ha influido en alguno de los fundadores de la ciencia moderna (Kepler o Galileo): el papel de las matemáticas en la ascensión del alma hacia el mundo de las ideas. Es sabido que los pitagóricos ya habían elaborado toda una filosofía en esta perspectiva; su idea general era que los fenómenos están regidos por los números (por ejemplo, la relación entre el sonido y la longitud de una cuerda vibrante); por otra parte, esta escuela revistió un carácter religioso místico, influyó en Platón y, en la época cristiana, en muchos padres de la Iglesia (mística de los números en san Agustín); así, hallamos en Platón toda una metafísica de los números (en particular en el Timeo): explicación de la inteligibilidad de los elementos de los cuerpos por poliedros correspondientes, conformidad entre las esferas celestes y la armonía matemática, etc.

Es de lamentar, en cuanto al avance de la ciencia que Aristóteles haya dejado de lado casi totalmente el estudio matemático de los fenómenos de la naturaleza; pero, lo que ante todo se proponía era hacer su filosofía. Ahora bien, en esta perspectiva, su oposición al método y al espíritu del atomismo estaba perfectamente justificada; a menos de erigir en dogma de mecanicismo, la filosofía de la naturaleza no podrá limitarse jamás a la sistematización matemática y mecánica de los fenómenos, según opinión de A. Mansion.

Matematicidad: Entre matematicidad y lógica no hay, efectivamente, según P. Natorp, diferencia de campos de investigación, sino simplemente de finalidad. Las matemáticas se proponen el desarrollo de estructuras lógicas particulares, y la lógica trata de reconducirlas a su unidad sistemática.

Materia: Aristóteles llama materia a ese elemento base, a ese substrato, que no es en sí mismo perceptible por los sentidos; sólo la existencia alcanza su existencia (ejemplo, el agua que se calienta no es jamás conocida por los sentidos en cuanto tal; está siempre a un cierto grado de temperatura, a fortiori, el principio común a la madera que quema y a los productos de la combustión). A este principio básico llama Aristóteles la "materia"; en sí, esta apelación no tiene nada que ver con lo que en nuestros días designamos de la misma manera.

La materia, con relación a la forma que es su determinación, es pura potencialidad, posibilidad de convertirse en un ser concreto. En oposición con la materia, la forma es lo que determina, lo que hace que el ser real sea tal ser, de tal tipo, posea cierta estructura inteligible; se dice entonces que dicha forma es acto, que determina, acaba o realiza la potencia que es la materia correspondiente. La materia, que es el substrato, sobrevive al cambio, pero jamás en estado puro, sino siempre con alguna determinación formal. Por el contrario, la forma, si bien evoca una idea más noble, más rica que la materia, es también más efímera; puesto que no es un ser, no es engendrada, sino simplemente "extraída" ("educida") de la potencia de la materia, dirán los escolásticos.

En la ciencia moderna la noción de materia adoptaba su sentido actual; no se trataba ya de la materia de Aristóteles, en tanto que opuesta a la forma, sobre todo la materia prima inaccesible a los sentidos, porque no existía jamás aisladamente; era un poco lo que los escolásticos llamaban materia segunda, pero tomada en el sentido muy genérico de material, como opuesto al espíritu humano. Es la realidad física, corpórea, susceptible de medidas espaciotemporales (según afirma D. Dubarle en Concept de la matière et discutions sur le matérialisme, 1962).

Según Giordano Bruno (1548-1600) es concebida como materia universal, "de la cual se hacen y configuran todas las cosas, llamada por todos receptáculo de las formas". No obstante, "materia" y "forma" no son propiamente dos sustancias, sino más bien dos aspectos de la misma sustancia universal e infinita. El término materia designa todo lo que está al alcance de los sentidos, ya directa ya indirectamente, gracias a una medida o técnica operatoria que revela una unidad de orden microfísico, sin que se quiera decir con ello que esta materia así revelada sea representable. Este sentido filosófico es mucho más amplio que el utilizado por la ciencia que generalmente limita la materia a aquello que posee una masa cualquiera, con exclusión de otras realidades llamadas "no materiales" y que son materiales para el filósofo, lo cual corresponde a las nociones de ondas, de campos, de espacio cósmico, o de corpúsculo como los fotones, etc. Desde un sentido filosófico entendemos que materia es todo aquello que puede revelar su presencia por medio de una medida u operación, que de modo general corresponde a la "materia segunda" de los escolásticos, es decir, materia bien determinada, detestable por medio de sus propiedades.

Para Louis de Broglie, la materia y la energía aparecen como esencialmente convertibles; la primera es como energía condensada (al extremo, en el núcleo atómico), susceptible de ser la sede de fenómenos ondulatorios (luz). Por tanto, materia y energía parecen ser dos aspectos diferentes y opuestos de una especie de substrato universal.

El término materia, cuando es empleado sin otro adjetivo, designa todo lo que está al alcance de los sentidos, ya sea directamente (macrofísica, experiencia común), ya sea indirectamente, gracias a una medida o técnica operatoria que revela una realidad de orden microfísico, sin que se quiera decir con ello que esa materia así revelada sea representable (lo cual es otra cuestión).

Por tanto, este sentido filosófico dado al término "materia" es mucho más amplio que el utilizado por la ciencia. Pues, en efecto, ésta limita generalmente la materia a aquello que posee una masa cualquiera, con exclusión de otras realidades llamadas "no materiales" (y que en cambio son "materiales" para el filósofo), lo cual corresponde a las nociones de ondas, de campos, de espacio cósmico, o de corpúsculo como los fotones, etc. Importa, pues, no olvidar estos matices de sentido, so pena de graves errores. Para nosotros, desde una visión filosófica, es materia todo aquello que puede revelar su presencia por medio de una medida y operación. Para ser precisos: en la perspectiva de la síntesis tomista, la materia así entendida, de modo general, corresponde a la "materia segunda" de los escolásticos, es decir materia bien determinada. Detectable por medio de sus propiedades.

Lo que hoy llamamos "materia", sin más, es lo que los antiguos llamaban materia segunda, es decir, una materia ya actuada por una forma que le da una estructura específica y realiza en ella un tipo de inteligibilidad, teniendo buen cuidado de no ver en la materia prima y su forma dos realidades que puedan existir arriscadamente, sino dos principios de ser, el segundo de los cuales permite comprender el total resultante (nuestra materia, objeto de la ciencia) pueda ser pensado por nosotros. En suma: el hecho de que la materia sea pensable, lejos de ser considerado a priori como incomprensible, debe ser abordado, según el verdadero espíritu científico, sin ningún prejuicio, es decir, debe ser considerado como el único punto de partida de una investigación ulterior.

Materia (potencialidad de la): Aristóteles quiere precisar cómo se realiza la actualización de las formas, a partir de la potencialidad de la materia; hay que llegar hasta allí si se quiere descubrir efectivamente lo que son los seres, lo que de inteligible expresan sus formas.

Materia prima: Lo esencial aquí es darse clara cuenta de la gran diferencia que hay entre la idea de materia prima, puro principio filosófico de la explicación de los cuerpos, y la de la simple materia (o materia segunda) que es el único "dato" existencial del mundo de los cuerpos, material que se opone al espíritu humano.

Y precisamente, porque es esta materia la que en general se entiende cuando el hombre moderno habla de materia será útil situarla bien en la perspectiva aristotélica. También aquí, en efecto, su relación con las formas accidentales es del tipo potencia-acto, pero en un nivel superficial. Por el mismo motivo, esta materia segunda no puede existir sola, sin ninguna determinación ulterior; cualquier cuerpo químico posee, no obstante y siempre, otras calificaciones; éstas, a la vez, no pueden existir sin él, en sí mismas, y, sin embargo, no están ligadas a él inexorablemente; pueden variar (entre ciertos límites) sin comprometer su existencia; son todas las cualidades superficiales que no comprometen la existencia de dicho ser, de orden cualitativo, cuantitativo, o su relación con otros seres; variaciones de conducta, su aspecto pasivo o activo, su dinamismo, aunque sólo se trate del cambio local por referencia a unas coordenadas, etc.

Materia y energía: la materia y la energía aparecen como esencialmente convertibles; la primera es como energía condensada (al extremo, en un núcleo atómico), susceptible de ser la sede de fenómenos ondulatorios (luz). Por tanto, materia y energía parecen ser dos aspectos diferentes y opuestos de una especie de substrato universal. Basta recordar algunos datos científicos:

a) La materia está esencialmente representada por el átomo. Este está constituido por un núcleo rodeado de nubes de electrones (nube indica la indeterminación de la posición de los electrones). El núcleo condensa la casi totalidad de la masa de materia (cerca del 99.95%): de una parte, comprende protones (cuyo número indica el número atómico, de 1 a 92), partículas electrizadas positivamente a las que corresponde el mismo número de electrones negativos, en un átomo eléctricamente neutro; el núcleo comprende también neutrones (eléctricamente neutros), de masas poco más o menos igual a la del protón, y cuyo número es por lo general próximo al de protones; la masa (número de masa) es, por tanto, la suma de protones y neutrones. Como las propiedades químicas de un cuerpo son función del número de electrones (o de protones), si sólo varía el número de neutrones nos hallamos ante unos isótopos del mismo cuerpo (ejemplo, el agua pesada). Se sostiene que el núcleo más grande, el del uranio, tiene un diámetro próximo a las 500 milmillonésimas de milímetro. En cuanto a las nubes de electrones periféricos, cada uno de ellos se caracteriza por su número cuántico, que designa el nivel de energía sobre el cual él gravita (de 1 a 7), nivel que no puede aceptar más que un número determinado de electrones (partiendo del núcleo, 2, 8, 18, 32, 50, 72, 98); de hecho como no se conocen átomos que tengan en total más de 102 electrones, los niveles superiores no está saturados, y por lo tanto pueden perder o adquirir electrones ajenos para tener saturada su última capa; entonces, el átomo que ya no tiene su número normal de electrones pierde su neutralidad eléctrica, se convierte en un ión. El diámetro de las nubes electrónicas varía de 1 a 5 diezmillonésimas de milímetro, y por tanto es 10.000 veces mayor que el del núcleo. A guisa de comparación, si se representa el núcleo por una bola de 10 cm de diámetro, los electrones periféricos representados por pequeñas canicas gravitarían a un km. El átomo tiene, pues, una estructura esencial abierta; la materia, en el sentido vulgar de la palabra, aún la más densa, comprende, por tanto, infinitamente más vacío que lleno; sólo las fuerzas de interacción en el seno del átomo la hacen impenetrable. A parte de estas partículas fundamentales, otras cuya lista se alarga incesantemente (más de una treintena) tienen, salvo el neutrino, una existencia mucho más efímera (inferior a la millonésima de segundo), y aparecen en el curso de colisiones de las anteriores (mesones, hiperones, piones, etc.). Finalmente, a cada partícula corresponde una antipartícula (antiprotón, electrón positivo, etc.) que tiene propiedades inversas, y de ahí la hipótesis de una materia (antimateria) opuesta a la nuestra y cuyas manifestaciones serían esas partículas. Huelga recordar que toda representación en imágenes del mundo de las partículas es inútil e imposible. Las partículas son esencialmente entes científicos, soportes de relaciones matemáticas; todo lo más, cabe representárselas como "condensaciones" del espacio, como "distorsiones" de las líneas de universo que constituyen el espacio, como "discontinuidades" de campos, etc.

b) En cuanto a la energía, en el sentido técnico de la palabra, no es una realidad en sí, sino una propiedad de una sustancia que es fuente de ella. Desde el punto de vista teórico, la energía designa ante todo una función métrica de ciertas magnitudes, una de las cuales, al menos, es variable; por ejemplo, de la masa y de la velocidad (energía cinética, que de hecho sirve de energía de referencia, ya que todas las demás formas pueden ser convertibles en ella). La energía en cuanto ente científico es, pues, también, un ente de razón fundado en lo real. Al tomar un ejemplo del dominio del campo electromagnético: en este ente, la energía se distribuye según una gama extraordinariamente extensa: partiendo de las longitudes de onda más cortas se halla los rayos cósmicos (diezmilmillonésimas de mm), y después los rayos gamma, los rayos X, los ultravioleta, y luego la pequeña gama de la luz visible (entre 0,4 y 0,8 milésimas de mm), los infrarrojos, y las ondas hertzianas, que van del radar hasta las grandes ondas (es decir, del orden del mm a 10 km).

Mathemata mathematicis scribuntur: Célebre frase apropiada para identificar los libros II al IV de De revolutionibus de Nicolás Copérnico (1473-1543).

Mecánica Cuántica: La mecánica cuántica no quiere significar otra cosa que un límite puesto a nuestra manera de describir la realidad. En particular rechaza la posibilidad de representarnos las partículas elementales de forma intuitiva, tanto si es en forma de ondas como de corpúsculos y el motivo fundamental que parece inatacable: al nivel de las partículas elementales, la realidad no puede ser conocida sin tener en cuenta la interacción que provoca sobre ella la técnica operatoria del observador. Para efectuar medidas a esta escala hay que utilizar radiaciones del mismo orden de magnitud que, por definición, perturban el fenómeno observado de manera imprevisible. Resumiendo, es el hombre mismo quien, con su intervención, interfiere lo que quisiera medir; no puede ya aprehender el hecho en su estado puro, aislado.

Los términos de onda y corpúsculo no designan algo real, sino solamente una solución de ecuación de probabilidad. El corpúsculo no es exactamente localizable; su presencia sólo es probable en una región del espacio; es esta probabilidad la que designaría la onda asociada a él. Niels Bohr formuló esa idea con su famoso principio de complementariedad: onda y corpúsculo son dos aspectos complementarios de la realidad, de los cuales uno desaparece cuando el otro se precisa.

Esta complementariedad es comparable a aquella otra inherente a la audición de una sinfonía musical. Se puede intentar penetrar y comprender esta sinfonía por dos procedimientos complementarios: dejarse absorber por el ritmo para gustarlo en su puro significado artístico, fuente de emociones musicales, o, por el contrario, intentar descomponerlo científicamente, medir con los preparativos deseados las variaciones de los sonidos, los armónicos, la naturaleza de los timbres, etc. Las dos vías de acceso son difícilmente compatibles, pues ponen en funcionamiento dos actitudes mentales muy diferentes; la elección de una borra la otra, y viceversa.

Históricamente esta interpretación ha sido general durante unos treinta años. L. de Broglie la adoptó durante mucho tiempo; pero desde 1952, el fundador de la mecánica ondulatoria (en contacto con Bohm o Vigier) volvió a la interpretación más realista que él mismo había adoptado en los años 1926-27, y que ha sido siempre la de otros pensadores célebres: Planck, Einstein o Schrödinger; la idea general consiste en dar una significación física a la onda de la mecánica ondulatoria, una representación más concreta del corpúsculo y en creer en un determinismo de fondo, escondido bajo las apariencias contradictorias (interpretación de autores soviéticos del antiguo régimen). En este sentido, conforme al ideal cartesiano de claridad, este grupo de físicos intenta salir de una perspectiva probabilista a base de tentativas para solucionar estas dificultades de interpretación. Como lo reconoce L. de Broglie, "parece que, contrariamente a lo que pueden pensar algunas personas mal informadas, la física teórica atraviesa en ese momento un período de gran marasmo" (Histoire général des sciences).

A través de todas estas divergencias quizás surgen diferentes maneras de comprender el papel de la ciencia y del hombre ante la naturaleza. Pues, ante una abstracción cada vez más profunda de la física, hay en primer lugar como una protesta del físico, una creencia en una realidad que aunque sea difícil aproximarnos a ella, no por eso hay que dudar de su objetividad, a pesar y a través de su misterio.

Mecanicismo: Para la nueva ciencia la naturaleza es mecánica, por ser todo mensurable, y surgió la idea al asemejarla a una enorme máquina; por tanto, todo debe poderse explicar por "modelos mecánicos". La mecánica fue el ámbito de la física hacia el que se dirigió en primer lugar la renovación científica, desde el renacimiento. Desde Descartes se consideró como el modelo típico de la nueva inteligibilidad, la de orden matemático. La nueva ciencia renuncia a "sentir" cualitativamente la naturaleza (es demasiado subjetivo), no podía sino intentar representársela imaginativamente, según un modelo mecánico. El ideal mecanicista dominará toda la ciencia y contribuirá en gran medida a su progreso. Los anglosajones concebían los modelos de manera material y los franceses los reducían a figuras geométricas.

Se tuvo que esperar el advenimiento de la ciencia contemporánea para asistir al declive del mecanicismo estricto, incapaz ya de proporcionar modelos adecuados a toda la realidad. Los nuevos descubrimientos mostraron que la naturaleza difícilmente podía ser representada por modelos tomados de la experiencia microcósmica; por ello se apelará a un nuevo instrumental matemático (por ejemplo, las geometrías no euclidianas).

Tomás Hobbes pretendió explicarlo todo, tanto la naturaleza material como el espíritu humano, mediante un mecanismo metafísico; elaboró un sistema tan mecanicista como el de Descartes, eliminando pura y simplemente uno de los datos del problema en un a priori filosófico; y semejante extrapolación del mecanicismo al terreno espiritual se reduce a una voluntad de querer ignorar todo lo que la actividad espiritual tiene de original e irreductible a las características de la materia (no es localizable, inextensa, simple; aprehende lo universal y revela una interioridad, etc.).

Para Descartes el mecanicismo ciertamente era universal, pero sólo en el ámbito de la materia y de la cantidad; era aplicable a todos los seres vivientes (animales-máquinas) y de un modo especial al cuerpo humano. Demostró este hecho el descubrimiento de la circulación de la sangre por Harvey en 1628, con el modelo mecánico sugerido por los movimientos del corazón. Este mecanicismo relativo (limitado a la materia) rechazaba toda explicación animista de la naturaleza y la noción de alma humana quedaba eliminada por su ambigüedad; pues en la tradición escolástica el alma del hombre designaba a la vez el principio de la vida corporal y el principio de la vida espiritual, que se expresaba en el pensamiento. Descartes separó radicalmente estas dos funciones.

La preocupación del mecanicismo limitado por respetar la espiritualidad, constituye una solución peligrosa y no puede pretender ser la única explicación racional; pues, instaura un profundo dualismo en el hombre. Este dualismo puede tener sus ventajas, al separar las técnicas (matemáticas para la materia, reflexión a la manera del cogito para el espíritu); es fuente de múltiples dificultades: imposibilita la explicación de la inteligibilidad de la materia por el espíritu humano. Este dualismo abre el camino a la exploración unilateral, pues los sucesores de Descartes la han buscado, eliminando una u otra de las dos realidades en cuestión: el idealismo que sólo tiene en cuenta el pensamiento como única realidad, y el espiritualismo desencarnado, cuya herencia ha marcado profundamente el pensamiento cristiano moderno; y el materialismo en sus diversas formas, para el cual el espíritu no es más que un producto de la materia, o un epifenómeno sin consistencia.

El mecanicismo es un ejemplo típico de una explicación plenamente válida a nivel del método científico y aun dentro de límites estrictos. Pero, fuera de este caso, constituye una extrapolación indebida. Lo que fue puesto en duda en el mecanicismo en su forma cartesiana, ya superada, es su pretensión de querer explicarlo todo con figuras y movimientos, representándose el mundo como un gran juego de billar.

Mecanismo de aislamiento: Es un proceso o condición natural mediante el cual pueden quedar aisladas, separadas entre sí, subespecies o especies estrechamente relacionadas. E. Mayr califica estos mecanismos en tres tipos: 1) Una limitación del área de dispersión, impidiendo potenciales apareamientos. El agua salada, por ejemplo, puede separar entre sí peces de agua dulce. 2) La restricción del apareamiento entre los organismos diferenciados; los principales factores que limitan el apareamiento en ausencia de aislamiento son: diferencias ecológicas, como hábitat distinto; diferencias en el comportamiento, como modos de cortejo y de cría distintos; diferencias mecánicas en los órganos copulatorios. 3) La disminución de la fertilidad, que, a pesar de que exista algún cruzamiento, se dan pocos descendientes (Systematics and the Origin of Species, 1942).

Medida de una relación: En la ciencia el punto de partida es una magnitud mensurable. Primeramente, se trata de captarla en toda la variedad de los fenómenos que se ofrecen a la observación; por tanto, en sí es un hecho ya elaborado, que corresponde a todo un contexto ideológico y teórico previo. "La ciencia busca, afirma J. Ullmo, sus objetos, los construye, los elabora; no los encuentra hechos, dados en la percepción o en la experiencia inmediata" (La pensée scientifique moderne, 1958). Para ello, como que la medida supone que el hecho medio sea repetible, hay que buscar relaciones entre los fenómenos que presentan esta cualidad, y esta búsqueda supone ya una intensa actividad racional, compuesta de juicios de comparaciones, de delimitaciones, etc., que acaban en una inducción, animada por un cierto a priori constructivo del espíritu (por esto será llamada síntesis inductiva), realizado todo utilizando una instrumentación cuyo registro de medidas corresponde a la magnitud que hay que medir. Estas relaciones repetibles, establecidas de este modo son la verdadera adquisición científica, y su expresión matemática desemboca entonces en la formación de leyes científicas.

Mentalidad moderna: Conviene resumir, en sus rasgos generales, la formación de la mentalidad moderna, en cuya oposición al pasado medieval radica en gran parte el origen del divorcio que separa a la Iglesia del mundo contemporáneo, cada vez más modelado por la ciencia, pues intentar reanudar un diálogo sólo es posible si se es consciente de todo lo que separa. Si bien se trata de un ámbito limitado de la ciencia y de la filosofía de la naturaleza, no obstante, constituye uno de los aspectos fundamentales del mencionado divorcio. En efecto, por una parte la Iglesia ha permanecido fiel al aristotelismo como estructura racional integrada en el tomismo y, por otra, si el mundo moderno ha repudiado a Aristóteles, es principalmente a propósito de su filosofía de la naturaleza. Tal repudio se da en un contexto amplio:

1) En el plano político, el ideal de unidad de la cristiandad medieval quedó abandonado en provecho del surgimiento de un mosaico de estados, monarquías modernas más o menos absolutas, tendiendo a eliminar la influencia unificadora de la Iglesia y promoviendo la laicización progresiva de las costumbres políticas. 2) En el plano religioso, la reforma protestante consumó la ruptura de la unidad espiritual en una emancipación de la tutela de la iglesia romana: nacieron iglesias separadas nacionales, más o menos vinculadas al poder secular en oposición al pasado medieval. 3) En el plano social y cultural, la idea medieval de un universo centrado en Dios quedó sustituido lentamente por otro centrado en el hombre, en un largo movimiento de laicización, de profanación.

Emancipación del hombre, naturalismo, laicización, antropocentrismo, son algunos de los principales rasgos del nuevo espíritu para el cual el legado medieval parecía ser más una carga y un obstáculo que una herencia a explorar. No obstante, sigue siendo cierto que muchos de los innovadores fueron en realidad, y en muchos casos sin saberlo, continuadores de la tradición; incluso se ha podido hablar de las fuentes escolásticas del cartesianismo.

Metafísica: O primera filosofía es, para Aristóteles, la primera de todas las ciencias que especula sobre las primeras causas de la realidad y los primeros principios de la razón (abarca tanto la ontología como la teología natural), y que posteriormente fue llamada "metafísica" precisamente por los escritos aristotélicos que tratan de ella.

Claude Buffier (1661-1737) considera que "el objeto de la metafísica es hacer un análisis tan exacto como se pueda de los objetos del espíritu que se piense sobre todas las cosas con la mayor exactitud y la mayor precisión", y que "su fruto más sólido" es "hacernos conocer los límites de nuestro espíritu y la vanidad de tantos filósofos antiguos y modernos". En 1717 afirmaba: "la metafísica de Locke hizo que una parte de Europa abandonase ciertas ilusiones disfrazadas de sistema", hecho que confirma D'Alembert, quien no dudó en escribir en el Discurso preliminar a la Enciclopedia (1751): "Puede decirse que Locke creó la metafísica, casi con la misma seguridad con que Newton había creado la física".

De la metafísica de Descartes a la "metafísica" de Locke puede medirse la separación y la caída. Pero justamente lo que determina a los ojos de los filósofos el mérito principal de Locke es el haber destruido en sus fundamentos la concepción que, de Aristóteles a Descartes, había cobrado auge acerca de la metafísica, y esto, precisa Voltaire (decimotercera carta), destruyendo las ideas innatas y estableciendo que todas nuestras ideas vienen a nosotros por los sentidos (los filósofos olvidan gustosamente que Locke unía la reflexión a la sensación como fuente de nuestras ideas).

A la ciencia que estudia los seres naturales, es decir, "físicos" llamamos Física. Más allá de esta ciencia hay otra. Es la ciencia de los entes que se encuentran más allá de los seres físicos; es la ciencia de los entes "metafísicos", es decir, de los entes que son formas subsistentes de sí mismos; tales entes están enteramente en acto; no son el asiento de ningún movimiento: se dice que son actos puros inmóviles. Sustraídos al movimiento, tales entes no tienen naturaleza y no son entes naturales; por lo que puede denominárselos "metanaturales" lo mismo que "metafísicos", pues es la misma cosa.

La metafísica estudia "el ente en tanto que ente" según Aristóteles, es decir el Acto puro, el ente en tanto que no devenir. Según Tomás de Aquino el Acto puro es Dios, es la Forma en acto, objeto de la metafísica. (Ver Dogma metafísico, Saber científico, Ser metafísico)

Método: Conjunto de procedimientos para lograr algo. El método de Aristóteles, a pesar de sus inmensos méritos, no estuvo a la altura de la tarea; influido por la juventud de la obra, poco crítico, con frecuencia le ha faltado unidad, ha mezclado los campos (a la vez filosófico y científico) traicionando así la preocupación profunda de su autor: con el ardor de una búsqueda documental gigantesca. Es importante considerar la apreciación que P. Brunet hace del método aristotélico: "Por la preponderancia que concede a la investigación de los conocimientos, es decir, de los fenómenos que acompañan al hecho estudiado, y que, aprehensibles por los sentidos, forman la base del conocimiento científico, el estagirita llega a reconocerle a la observación metódica el papel primordial en las ciencias de la naturaleza" (La science dans l'antiquité et le Moyen Age, en Histoire de la science, 1957).

Georges-Louis Buffon (1707-1788) considera que el verdadero método consiste en recurrir a las observaciones, en reunirlas distinguiendo los hechos esenciales, de los que sólo son accesorios en cuanto al objeto considerado, luego en enlazarlas por la fuerza de las analogías, después de lo cual podrá formarse el plan de explicación por la combinación de todas estas relaciones, que habrá de presentar en el orden más natural, sirviéndose siempre de las experiencias, para "tratar de arribar a ese alto grado de conocimiento en el que podemos juzgar que los efectos particulares dependen de efectos más generales, y en el que podemos también comparar la naturaleza consigo misma en sus grandes operaciones".

Método científico: La ciencia es lo que es - conocimiento objetivo con todos los rasgos específicos - precisamente porque avanza de acuerdo con un método definido, porque comprueba y funda sus teorías a través de las reglas que constituyen el método científico. En opinión de Galileo, éste método no consiste sino en las experiencias sensibles y en las demostraciones necesarias. Las experiencias sensibles son aquellas experiencias que se realizan a través de nuestros sentidos, es decir las observaciones y, en especial, las que hacemos con la vista. Las demostraciones ciertas son las argumentaciones en las que, partiendo de una hipótesis (ex suppositione; por ejemplo, de una definición físico-matemática del movimiento uniforme), se deducen con rigor aquellas consecuencias ("y demuestro de forma concluyente muchos accidentes") que luego tendrían que darse en la realidad. Mediante el anteojo Galileo trataba de potenciar y perfeccionar la vista natural.

El "Dime cómo te buscan y te diré quién eres" es la humorada aplicada por Bachelard al electrón (Le nouvel esprit scientifique, 1942) expresa claramente la importancia del método de la ciencia. En efecto, la manera más precisa de determinar el objeto formal de una ciencia consiste en tomar como punto de partida el método empleado por ella, puesto que siendo el método el medio de entrar en contacto con la realidad, permite descubrir el nivel al que apunta la ciencia que lo emplea es decir, lo que quiere alcanzar en su objeto. Al definir su propio método, la ciencia define por este hecho su ámbito y su objeto.

Pero, ¿cuál es el método propio de la ciencia en general? Esencialmente consiste en una técnica operatoria, esto es, en una experimentación que concluye en una medida. Y antes de analizar esta dialéctica señalemos su originalidad con relación al conocimiento vulgar, que particularmente se basa en las sensaciones, participa en lo que tienen ellas de subjetivo, de personal para el observador y, por tanto, de incomunicable. Pues, visto que la sensación es el encuentro vivo entre un fenómeno y un ser humano (es el acto común del que siente y de lo sentido, decían acertadamente los escolástico), es difícil separar, a partir de ella, lo que viene del observador de lo que viene del objeto sentido; por ello F. Renoirte (1894-1958) afirma: "si algo mío hay en una sensación, hay que reconocer que me instruye a la vez acerca del objeto material que conozco y acerca de mí mismo que lo conozco" (Eléments de critique des sciences et cosmologie, 1945).

La técnica operatoria consiste en poner en el lugar de nuestros órganos sensoriales un proceso material capaz de manifestar de una manera más imparcial el desarrollo del fenómeno percibido por nuestros sentidos (dilatación de una columna de mercurio para la temperatura, despliegue de un espectro luminoso para los colores, etc.). Se trata de una transferencia en el medio de encuentro con el mundo, especie de intérprete que sustituye nuestros órganos sensoriales por un instrumento apropiado. Por el hecho de que la técnica operatoria acaba generalmente con la lectura de un cuadrante, de un gráfico advierte la coincidencia de dos rasgos, conserva radicalmente un carácter sensorial elemental, por lo menos de un orden visual. Por tanto, aunque limitada es esta mediación sensorial la que asegura en último término la información instrumental.

Pero, no debe limitarse el método científico a la pura técnica instrumental y material. Por el método operatorio hay que entender sobre todo una operación del espíritu, una manera de pensar y de enfocar el acceso a la realidad. El instrumento material no es más que la expresión de esta intención del espíritu, la encarnación de una idea directriz y de un proyecto interrogador. Y la idea que preside entonces la construcción y el empleo del instrumento deriva de la definición operatoria de la ciencia, modo específico de ponerse en contacto con la naturaleza y de interrogarla.

Este método revela inmediatamente sus ventajas considerables explicando todo el resurgimiento de la ciencia:

1) hace posible que la ciencia alcance verdaderamente su fin, asegurándole, en el punto de partida, una real imparcialidad y objetividad. Con dicho método, la ciencia realiza su ideal: llega a resultados universales y comunicables, cosas todas ellas que la sensación y la percepción no pueden procurar. Con razón afirma F. Renoirte "para comprender mejor que las propiedades físicas son definidas únicamente por la descripción de sus procedimientos de medida, se puede imaginar una oposición a propósito de una propiedad cualquiera. Un interlocutor dice: 'Esto está caliente', 'Eso es verde', 'Aquel instrumento musical da un la', 'La corriente pasa'. Otro interlocutor enuncia proposiciones contradictorias. La sabiduría de las naciones, que desespera de ponerlos de acuerdo, concluirá: 'De gustibus et coloribus non est disputandum'. Pero el físico no prestará oídos a la disputa; abrirá el armario de los instrumentos y sacará de él un termómetro, un espectroscopio, un marcador de presión y un amperímetro; aplicará a los objetos en estudio los procedimientos de medida que definen las propiedades físicas, y proclamará: '17 grados centígrados; ángulo de refracción, 7 grados 25 minutos; 870 vibraciones por segundo; 5 amperios'. Y nadie discutirá ya... Si se toca en la misma sala fría un trozo de madera y después un trozo de hierro, el segundo da una sensación de más frío que el primero. El termómetro muestra que ambos tienen la misma temperatura. Un estudiante interesado por la lección del día o recién despertado de una modorra exclama: '¡Qué corta ha sido hoy la clase!' Otro, cansado o aburrido, suspira: 'Qué larga!' El físico correcto mira discretamente su reloj y zanja la cuestión: 'Han pasado treinta y cinco minutos'" (Eléments de critique des sciences et cosmologie, 1945).

2) Amplía considerablemente la información del hombre acerca del mundo puesto que el proceso operatorio puede seguir registrando el fenómeno observado en ámbitos inaccesibles para nuestros sentidos, ya que éstos tienen una receptividad limitada (incluso se alteran irresistiblemente más allá de un determinado nivel de excitación). Por ello, desde un punto de vista sensorial, hablar de una temperatura de 500 grados o de 1.500 no tiene ningún significado: en uno y otro caso, mi receptor sensorial se achicharraría sin matiz apreciable para él.

3) Esta información instrumental puede revelar categorías de fenómenos insospechadas, porque no dicen nada a nuestros sentidos que permanecen totalmente cerrados a ellas (por ejemplo, el magnetismo, las vibraciones electromagnéticas fuera de las luminosas, los ultra-sonidos, etc.). En resumen, la técnica operatoria no hace más que sustituir nuestros sentidos en la apreciación de los fenómenos; toma verdaderamente su revelo para prolongarlos más allá de sus capacidades (microscopio, telescopio) e incluso para descubrir nuevos ámbitos de la naturaleza, situados fuera de los registros percibidos por nuestros sentidos (todos los detectores electromagnéticos, por ejemplo).

Los atributos del método científico son: la precisión, la exactitud y un meticuloso cuidado en la experimentación.

Método matemático: Es curioso comprobar que el esfuerzo científico fue más bien tarea de la escuela franciscana, de inspiración agustiniana y platónica (junto con algunos aristotélicos como Roberto Kilwardby), con sus principales representantes de Oxford, Roberto Grosseteste (1168-1253), Dietrich de Friedberg y sobre todo Rogerio Bacon (1214-1294), que supieron aliar la especulación metafísica con el afán de investigación científica, el empleo del método matemático en el estudio cuantitativo de los fenómenos naturales. De hecho, hay que buscar entre ellos a los precursores de la ciencia moderna.

Mistificación: Ocultamiento, engaño sutil.

Mito: El mito era la forma adoptada por la relación antropomórfica del hombre en continuidad con el cosmos, según diversos temas que se encuentran en la mayor parte de las mitologías, temas que personalizan y finalmente divinizan los elementos esenciales del universo (el cielo, la tierra, el mar, el sol, etc., cada uno con un carácter y una relación especial con el hombre).

Una expresión práctica de este comportamiento era el rito mágico; la magia tenía entonces una finalidad interesada, el deseo de actuar sobre la naturaleza, de utilizar sus fuerzas; era entonces, en el fondo, la misma dialéctica que la de la técnica actual; ésta utiliza los recursos de la ciencia de la naturaleza, la magia explotaba la convicción animista. Se trataba del mismo deseo: descubrir los secretos de la naturaleza para obrar sobre ella, apropiársela por el pensamiento, en resumen, situarse ante ella en una situación privilegiada; sólo los medios eran distintos: los ritos mágicos establecían en cierta manera un cortocircuito en el proceso de apropiación, con la persuasión de una comunión fundamental establecida por el rito; éste partía de la idea de que el cuerpo humano era el instrumento de esta simpatía y participación cósmica, y que el lenguaje constituía su significación misteriosa; de aquí el carácter ritual y verbal de la explicación mítica y animista de la naturaleza, que se encuentra al principio de todas las civilizaciones (la Biblia, por ejemplo, nos da ejemplos de esa convicción: el hecho de poder dar un nombre a un ser significaba el dominio del hombre sobre él; y aun hoy, ¿cuántos contemporáneos nuestros están convencidos del carácter mágico de la palabra, para dispensarse de una acción más eficaz?).

La técnica moderna tiende también al mismo fin, pero con una eficacia totalmente distinta, resultando de una lenta y laboriosa exploración de las leyes naturales por la investigación científica. En otros términos, se trata siempre de la búsqueda de una causalidad, de una inteligibilidad de la realidad, de un lado, por la mediación de un rito de comunión antropocósmica, de otro, por una técnica que explota las leyes de la misma naturaleza.

Modernos: Aunque se haga partir generalmente los "tiempos modernos" de la toma de Constantinopla por los turcos (1453) o del descubrimiento de América por Cristóbal Colón (1492) y la vía moderna o "vía moderna" de pensar remonte todavía más arriba, con anterioridad al edicto de 1474, hasta el primer tercio del siglo XIV (1328, Guillermo de Occam, Pensamiento Cristiano), sin embargo, hacemos partir de Descartes, o, si se quiere, de la muerte de Enrique IV (1610), la historia del "pensamiento moderno", tomando este término, según la justa distinción de Rudolf Euken ´1846-1926' (Geistige Strömungen der Gegenwart), no en el sentido de "modernidad de superficies", o de moda, que consiste en la ignorancia o desprecio de la tradición, el amor a la novedad a cualquier precio, el reclamo (en filosofía las modas adquieren carta de naturaleza más que en ninguna otra parte), sino en un rejuvenecimiento natural y necesario de los modos de pensamiento antiguos, que corresponden a las transformaciones reales y progresivas que se operaron o que van a operarse en el seno de la sociedad, de la vida y del pensamiento humanos, sin alterar por lo demás el sentido de la philosophia perennis, sino, por el contrario, prolongándola.

Motivación: Con el vocablo motivación se indican globalmente los dinamismos que activan, dirigen y sostienen el comportamiento. Más específicamente, el esquema epistemológico de cualquier teoría motivacional se podría articular en las siguientes preguntas: ¿Cómo se origina el comportamiento? ¿De dónde provienen la energía y la constancia que sirven para mantener el comportamiento y su orientación? ¿Cuáles son las causas que pueden bloquearlo o hacerlo desbordar de sus objetivos? y, ¿cuáles son las reacciones subjetivas que se verifican dentro del organismo mientras tienen lugar todos estos procesos?

Es también necesario clarificar si los "motivos" que inducen el comportamiento son exclusivamente "primarios" (es decir, no aprendidos, innatos) o si existen también "motivos" secundarios (es decir, aprendidos, que surgen debido a las presiones sociales, debido a las interferencias socio-culturales). En el caso en que se pueda suponer la exigencia (junto a los motivos primarios, innatos) de motivos secundarios, aprendidos, sociales, será necesario precisar qué relación existe entre unos y otros. Es decir, ¿son los motivos secundarios una derivación de los primarios o más bien tienen también ellos carácter de originalidad o, por lo menos, de independencia respecto a las motivaciones primarias, fisiológicas y pulsionales? De manera más específica, ¿el hombre actúa en función del mantenimiento y del restablecimiento de equilibrio homeostático, es, en suma, motivado sustancialmente por impulsos fisiológicos y pulsionales o más bien por "exigencias" que no tienen nada que ver con el equilibrio homeostático (incluso, a veces, en claro contraste con él) y que definimos como "ideas guía", "intenciones" y "valores"?

Según Lagache, la motivación podría definirse como "un estado de disociación y de tensión que pone en movimiento el organismo hasta que ha reducido la tensión y recobrado su unidad". El estudio de la motivación debe buscar, entre las múltiples causas de un acto, aquellas que ponen en movimiento el organismo, es decir, prácticamente, las que son más susceptibles de manipulación.

Motor: "El motor inmóvil está en todo acto, y no puede de ningún modo ser diversamente de lo que es... Es, pues, ser necesariamente, pero de una necesidad óptima... De tal principio depende el cielo y la naturaleza." (Aristóteles). Tomás de Aquino parte del principio de que "todo lo que se mueve es movido por otro". Y, "si lo que mueve a otro es, a su vez, movido, es necesario que lo mueva un tercero, y a éste otro. Mas no se puede seguir indefinidamente, porque así no habría un primer motor y, por consiguiente, no habría motor alguno, pues los motores intermedios no se mueven más que en virtud del movimiento que reciben del primero, lo mismo que un bastón nada mueve si no lo impulsa la mano. Por consiguiente, es necesario llegar a un primer motor que no sea movido por nadie, y éste es el que todos entienden por Dios" (S.T. 1, q. 2, a. 3). Tal prueba la ratifica el mismo Kant en la Crítica de la Razón Pura.

Movimiento: Aristóteles definió el movimiento como "la entelequia de lo que está en potencia", definición que se hizo célebre a través de los siglos. Aristóteles distinguió cuatro especies de movimiento: alteración, traslación (local), sustancial (generación y corrupción) y cuantitativo (aumento y disminución).

La explicación del movimiento local nos ofrece un ejemplo típico. Queriendo aplicar a la letra el principio "todo lo que es cambiado (o movido) es cambiado (o movido) por otro", Aristóteles explicaba el desplazamiento de un proyectil por la acción que el aire, removido por el agente propulsor, ejercía sobre el proyectil; por eso se negaba a admitir la propagación del proyectil en el vacío (este problema ha desempeñado un papel importante en la historia de las ideas). Sin embargo, algunos escolásticos tuvieron el mérito de ver la endeblez de esta explicación, y establecieron el principio de la conservación, en el proyectil, de una fuerza de impulsión inicial (ímpetus), con lo que preludiaba el descubrimiento del principio de inercia (un cuerpo en movimiento continúa moviéndose, si ninguna fuerza lo contraría).

En Alberto de Sajonia (1316-1390) y Nicolás de Oresme (¿-1382), la doctrina física del ímpetus se desliga cada vez más de prejuicios aristotélicos y busca apoyo y confirmación en la experiencia. Es notable su teoría sobre el movimiento local concebido como un fluxus intrínseco al móvil, pero distinto de él, y de tal naturaleza, que en sí mismo no tiene necesidad de ser referido a ningún lugar externo.

Mundo: Tomás de Aquino refiere todo el universo a Dios según una doble relación fundamental: 1) en un movimiento descendente (exitus), el mundo emana de Dios, extrae de su sabiduría creadora su ser, su actividad y su significación; por su acción esencialmente polivalente y primera, Dios es la fuente de toda actividad en el universo, que se diversifica en cada criatura según su modo propio (causalidad segunda); esta relación íntima de dependencia respecto a Dios, como fuente del ser, es permanente y constituye el sentido formal de la idea de creación; esta dependencia manifiesta la inmanencia de Dios en el mundo, porque éste para subsistir necesita constantemente el influjo divino que lo penetra hasta lo íntimo de sí mismo; 2) en un movimiento ascendente (reditus), el universo es como levantado por una finalidad que lo recorre en todas sus dimensiones y lo empuja a volver a Dios, a remontarse hacia su autor, para expresar su grandeza, "puesto que todas las criaturas realizan, afirma Jean-Marie Aubert, cada una en su orden, una idea de Dios, un proyecto creador, vuelven hacia él cumpliendo sus designios, desarrollando sus propias perfecciones... En suma, el fin último de toda criatura (incluso el hombre) es el de hacerse semejante a Dios, y esto en grados infinitamente variables, en razón de la riqueza infinita e inagotable del divino modelo y de las perfecciones divinas realizadas en las criaturas" (Recherche scientifique et foi chrétienne, 1965).

Los dos movimientos, descendente y ascendente, se expresan con la fórmula tradicional: Dios es el alfa y el omega de todo. Lo cual implica una profunda valorización del mundo sublunar, el mundo terrestre, sede de las mutaciones, del devenir y de la inestabilidad fundamental. La ciencia moderna, al reducir a la nada la distinción entre mundo astral (incorruptible) y mundo terrestre (corruptible) y al generalizar para todo el universo las características de este último mundo, hará posible dar una extensión cósmica general a esta visión religiosa de santo Tomás de Aquino.

"El mundo es todo aquello que acontece", afirma L. Wittgenstein, "lo que acontece, el hecho, es la existencia de los hechos atómicos" y "el hecho atómico es una combinación de objetos (entidades, cosas)". Mas adelante afirmará que "los objetos constituyen la sustancia del mundo. Por eso no pueden ser compuestos".

Letra "N"

Naturaleza: En el uso de la voz "naturaleza" debe considerarse varios aspectos. Procede del latín natura, que deriva a su vez de natus, que significa "nacido" o "producido". En la historia del pensamiento, la palabra "naturaleza" ha adquirido las significaciones siguientes: 1) Carácter esencial o constitución; cualidad o cualidades distintivas; esencia, como cuando decimos: "La naturaleza del acero". 2) Sustancia o esencia de una especie o clase de objeto: naturaleza física o naturaleza espiritual, por ejemplo, clase, tipo, como en: "Hechos de esta naturaleza". 3) Carácter innato o inherente, disposición o temperamento, como en: "Esto es contrario a su naturaleza, no es natural en él". 4) Las funciones vitales, los procesos orgánicos; empleado en la actualidad principalmente como eufemismo, como en: "Interferir en la naturaleza". 5) El sistema de todos los fenómenos en el espacio y en el tiempo, el universo físico, como en: "Estudio de naturaleza". 6) Algunas veces, un agente, fuerza o principio, o un conjunto de ellos en cuanto creador o regulador, como en: "Dejemos actuar la naturaleza". 7) En un individuo, cualquiera de los instintos, deseos o apetencias naturales, o todos colectivamente, como en: "Refrenar la naturaleza con la gracia". 8) Sentimiento natural, especialmente en benevolencia o afecto. 9) Estado nativo del hombre, estado del hombre primitivo, como en: "Retorno a la naturaleza". 10) Paisaje natural.

Galileo quiso mostrar sobre todo que los resultados de la física aristotélica estaban llenos de antropomorfismo y de subjetivismo, resultado de una experiencia rudimentaria y de explicaciones demasiado simplistas. Correspondió a Descartes (1596-1650) constituir verdaderamente un sistema del mundo, una filosofía y una ciencia de la naturaleza, conscientemente querido en oposición con la escolástica; lo esencial es comprender los diversos aspectos de la revolución intelectual que se inaugura con ello. La idea general que la resume es la de una matematización de la naturaleza.

Qué es la naturaleza? se pregunta Georges-Louis Buffon (1707-1788). Se hace de ella una especie de ser ideal al que se acostumbra señalar como causa de todos los efectos constantes, de todos los fenómenos del universo. Pero esto no es decir nada inteligible. "La naturaleza es el sistema de las leyes establecidas por el Creador". Pero qué son estas leyes?

Neocriticismo: El criticismo se propone luchar contra el fetichismo positivista del hecho y contra la noción de ciencia como poseedora de un carácter metafísico absoluto. El neocriticismo se muestra contrario a toda metafísica, ya sea espiritualista o idealista; se opone a cualquier reducción de la filosofía a la ciencia empírica (ya se trate de la fisiología o de la sicología), a la teología o a la metafísica. Según el neocriticismo, la filosofía debe volver a ser lo que fue para Kant: un análisis de las condiciones de validez de la ciencia y de los demás productos humanos, por ejemplo la moral, el arte o la religión.

El neocriticismo excluye y combate el facticismo positivista, la metafísica idealista del espíritu o el enfoque religioso de los espiritualistas.

Neoidealismo: Tiene como tesis fundamental la identidad de lo finito, o sea la reducción del hombre y del mundo de la experiencia humana lo Absoluto. El neoidealismo angloamericano e italiano se distinguen entre sí por el modo en que realizan esta reducción. B. Croce afirma que "la realidad es el nexo de los opuestos y no se aniquila o desvanece a causa de la oposición: al contrario, se engendra eternamente en ella a partir de ella. Tampoco se aniquila o desvanece el pensamiento que como suprema realidad, realidad de la realidad, capta la unidad en la oposición y la sintetiza lógicamente. Al igual que todas las afirmaciones de verdad, la dialéctica de Hegel no viene a expulsar de su sitio a las verdades anteriores, sino a confirmarlas y a enriquecerlas. El universal concreto unidad en la distinción y en la oposición, es el auténtico y cabal principio de identidad, que no permite que subsista separadamente, ni como compañero suyo ni como su rival, el que formulaban las viejas doctrinas, porque lo ha disuelto en sí mismo, transformándolo en su propia savia y sangre".

Croce considera que la realidad del espíritu se comprende únicamente cuando se presta atención a este particular nexo de unidad-distinción que es una recíproca implicación en la diferenciación, que puede aclararse en el siguiente esquema:

 

   

    DISTINTOS

OPUESTOS 
 

 

 

 

ESPÍRITU 

 

Teórico 

= conocimiento 

 

 

práctico 

= acción 

 

 

  1. estético-intuitivo

    = conocimiento de lo individual 

  2. lógico-intelectivo

    = conocimiento de lo universal 

  3. económica

    = volición de lo individual 

  4. ética

    = volición de lo universal

bello 

feo 

verdadero 

falso 

útil 

perjudicial 

bien 

mal

 

El espíritu realiza dos actividades fundamentales, la cognoscitiva y la volitiva, que según se dirijan hacia lo particular o hacia lo universal, dan origen a cuatro "distintos" (o categorías): 1) fantasía, 2) intelecto, 3) actividad económica y 4) actividad moral. Las actividades cognoscitiva y práctica no son opuestas y por lo tanto no se establece entre ellas una dialéctica de oposición. En cambio, la oposición tiene lugar en el interior de cada distinto: bello es opuesto a feo; pero lo bello no es lo opuesto a lo verdadero.

Neo-positivismo: La idea general subyacente a las formas actuales del neo-positivismo es limitar lo real a lo que es solamente accesible a los sentidos. Todo lo que la ciencia alcanza y que escapa a los sentidos es considerado más o menos como puramente racional, sin correspondencia a una realidad oculta extramental. Según el neopositivismo, el fenómeno observado no designaría otra realidad, sería lo único real.

Pero cuando se trata de precisar en qué consiste el elemento racional y teórico de la ciencia es cuando varían las explicaciones. Para unos, es una entidad puramente matemática; para otros, es de orden lógico, de orden lingüístico (semántico), o convenio cómodo, etc. Pero todos reconocen la gran utilidad de esas entidades, por las que progresa la ciencia.

Además, la dificultad para explicar el papel de esas construcciones teóricas de la ciencia en el descubrimiento de nuevos fenómenos es lo que ha dado origen a las tendencias siguientes: Neopositivismo del Círculo de Viena (Ernst Mach '1838-1916', Rudolf Carnap '1891-1970', Hans Reichenbach '1891-1953'), logicismo inglés (Alfred Jules Ayer '1910- '), operacionalismo científico (Percy William Bridgman '1882-1961').

La mayoría de neopositivistas actuales no hacen otra cosa que dar una interpretación estricta a la definición operatoria de la ciencia; así N. Bohr afirma que "es la observación la que crea la magnitud", interpretación contra la cual están Einstein, Erwin Schrödinger (1887-1961) o Louis de Broglie (1892-1987), especialmente éste al recordar que "en realidad, los medios de observación, los instrumentos de medida e incluso los órganos de nuestros sentidos pertenecen evidentemente al orden objetivo, y el hecho de que en la física microscópica no se puedan ya desatender sus reacciones sobre las posiciones del mundo exterior que queremos estudiar, no puede, de ninguna manera, abolir, ni siquiera atenuar, la distinción tradicional de lo objetivo y de lo subjetivo" (Matière et lumière, 1937).

Neotomismo: El neotomismo fue fundado por Désiré Mercier (1851-1926) en la Universidad de Lovaina.

Francesco Olgiati (1886-1962) fue un valioso neotomista y un atento estudioso de la problemática contemporánea, pero a diferencia de los miembros de la escuela de Lovaina se mostró mucho más crítico hacia las teorías no armonizables con el realismo clásico. Olgiati, como expone Sofía Vanni-Rovighi con toda claridad, estaba convencido "de que toda filosofía podía deducirse con todo rigor desde una tesis fundamental o alma - como él la llamaba - y que cuando dicha tesis no resultaba aceptable, tampoco había nada aceptable en tal filosofía. Esto provocaba una cierta rigidez en la valoración de los filósofos, que sin embargo estudiaba con gran empeño".

Amato Masnovo (1880-1955), interesado por el pensamiento agustiniano, fue un perspicaz investigador del pensamiento medieval. Al igual que Olgiati, consideró que la filosofía era un prestigioso instrumento formativo, capaz de abrir a cada hombre el camino hacia los ideales dignos de ser vividos; puso de relieve la íntima conexión existente entre filosofía y vida, y afirmó que el pensamiento religioso surge espontáneamente del pensamiento filosófico. Concibió la vida como un devenir que necesita hallar en Dios su propio fundamento.

Nominalismo: Leibniz no se equivocó al denominar a Hobbes "más que nominalista", y este nominalismo integral se enlaza en Hobbes, al igual que en todos los ingleses, a un empirismo y sensualismo integral, que deduce, en fin de cuentas, de una metafísica materialista o más exactamente mecanicista. Para Hobbes, todo juicio, lo mismo que todo razonamiento, versa, en primer término, sobre nombres, y solamente sobre nombres, y al ser todos los nombres de institución arbitraria, se sigue de aquí una proposición como ésta: "todos los hombres son seres vivos", o "la caridad es una virtud", que no afirma nada más que una conveniencia de sentido de los dos términos que se asocia; de suerte que la verdad y la falsedad no son solamente subjetivas, como lo son todos nuestros conocimientos, salidos de la sensación, sino que son arbitrarias, y no tienen otro origen, otra norma, otra medida que la voluntad de los hombres.

Número: El número, cuyas diversas especies analiza Paul Natorp (1854-1924) siguiendo las investigaciones de Julius Wilhelm Richard Dedekind (1831-1916), Georg Ferdinand Cantor (1845-1918) y otros matemáticos, es, genéricamente hablando, un concepto de relación que puede constituirse independientemente de la intuición del espacio y del tiempo. El espacio y el tiempo no son estructuras lógicamente necesarias, ni datos meramente empíricos, sino condiciones de la posibilidad de la experiencia, esto es, de la determinación completa según las leyes de lo que existe. Permiten, en efecto, conectar funcionalmente los fenómenos y el devenir. El paso de las estructuras espacio-temporales a lo físico se hace, según la concepción de Natorp, mediante el concepto de energía, que ocupa el puesto de las "fuerzas motrices" en la filosofía de la naturaleza de Kant, pues lo que varía en el espacio y en el tiempo no puede ser espacio tiempo, sino algo "sustancial", cuyas determinaciones particulares son las diversas entidades que aparecen en las fórmulas de la física.

Número de Avogadro: el volumen de los gases compuestos está en relación simple con el volumen de los gases componentes. El estudio de los gases desemboca en la hipótesis de Amadeo Avogadro di Quaregna (1776-1856): Todos los gases, a igualdad de volumen, presión y temperatura, tienen el mismo número de moléculas. El número de moléculas contenido en 22,4 1 de un gas a 0 grados y a la presión de 76 cm constituye el famoso número de Avogadro (=6.023 x 1023); el establecimiento de este número fue una de las primeras pruebas de la teoría atómica. El valor aceptado para este número es de 6,06 x 1023, determinado por Robert Andrews Millikan (1868-1953), físico norteamericano.

Letra "O"

Objeto de la ciencia: La Edad Moderna incluye además de las ciencias explicativas las de carácter descriptivo. Con esto se abandonaba el concepto aristotélico de ciencia para el cual sólo el conocimiento explicativo-causal tenía el carácter de científico. Además se convirtió en objeto de ciencia no sólo lo general sino también lo singular, lo particular. Cierto que se conservó de Aristóteles la nota de la ciencia como saber metódico aunque en forma modificada. Según J. Hessen "sólo puede pretenderse que un conocimiento posee carácter científico cuando puede justificarse lógicamente, es decir, fundarse... el pensamiento moderno considera central en el concepto de ciencia: su unidad. La ciencia significa siempre un conjunto unitario de conocimientos" (Tratado de Filosofía, 1970).

Se llama objeto material o sujeto de una ciencia a la realidad en la que esa ciencia se basa, tal cual es; el objeto formal es el aspecto especial que ella considera en este objeto material, según un ángulo con esmero particular y con ayuda de una luz intelectual y de un método apropiados. Así, el hombre es el objeto material de numerosas disciplinas (biología, sicología, etnografía, sociología, antropología, geografía humana, historia, moral etc.), cada una de las cuales sólo considera al hombre bajo un aspecto y partiendo de un horizonte especial. Así, filosofía de la naturaleza y ciencias exactas tienen el mismo objeto material, estudiado bajo formalidades diferentes.

Observación: Aristóteles precisa la exigencia de la observación sensible en su teoría de la experiencia, concebida no en el sentido actual de experimentación, sino como un empirismo reflejo, fruto de una familiaridad con los hechos; aunque no ha establecido las leyes de un verdadero método experimental ha abierto el camino y su doctrina es totalmente capaz de acoger esta evolución.

La complejidad de la realidad observable explica las diversas orientaciones generales utilizadas por la nueva ciencia para llegar a la inteligibilidad matemática; y a medida que la observación se hizo más exacta, aparecieron sucesivamente a la luz del día sistemas globales de explicación como el mecanicismo, dinamismo, atomismo.

La observación y el experimento son el tribunal de la imaginación teórica. Pero no hay observación pura, toda observación está marcada de teoría y todo experimento está guiado por la teoría. Por observación se puede entender dos cosas distintas, aunque emparentadas entre sí: por un lado, se puede considerar la observación de los hechos como un elemento muy general de toda ciencia empírica y, por otro, como un tipo particular de técnica para recoger datos.

Onda: La interpretación más general, considerada ortodoxa, y llamada interpretación de Copenhague (porque allí se encontraban en 1927 los físicos que la precisaron), es la dada por el mismo Heisenberg, así como por Niels Bohr (1885-1962), Wolfgang Pauli (1900-1958), etc.: para esta escuela la onda no representa una realidad física concreta, sino simplemente la medida de la probabilidad que tiene un observador de situar el corpúsculo correspondiente a un punto y con una energía determinada.

La idea de onda sólo es pensable si existe un medio que ondula; porque una onda no es un transporte de materia (corpúsculos), es la sacudida de un medio que transmite por contacto; y como que la luz se propaga a través del espacio y el vacío (y los medios transparentes), se había imaginado un medio hipotético, el éter, constituyendo una especie de continuo que penetraba por todas las partes por las que penetra la luz. Este medio habría de poseer muy extrañas propiedades contradictorias: de una parte, habría que ser sutil e indiscernible, pues no opone ningún obstáculo al desplazamiento de la tierra por el espacio; de otra parte, habría de tener una rigidez inconmensurablemente mayor que la del mejor acero, por la enorme velocidad (300.000 km por segundo) de propagación de las vibraciones que en ella tendría su sede (pues la velocidad de propagación no expresa otra cosa que el grado de rigidez del medio que vibra).

Ontología: Doctrina del ente en cuanto ente o ser. Para N. Hartmann la ontología continúa siendo el fundamento de todo saber, "filosofía primera", en la medida en que estudia el ente en cuanto ente, el ser en cuanto tal, y por eso es algo previo no sólo a todas las ciencias particulares, sino también a la distinción fundamental entre idealismo y realismo.

Una interpretación más profunda del nombre de "ontología" pone en relación al ente con el espíritu (l o g o s); éste aparece como el ámbito en que se revela el ente en cuanto tal o en su ser. De esta manera, el espíritu se presenta como arquetipo del ser en el cual éste alcanza su plena mismidad, está enteramente consigo. Así pues, cuanto más se aproxima un ente al espíritu o mayor es su espiritualidad, tanto más elevado se encuentra en la escala del ser.

Oposición: La oposición dialéctica entre sustancia y relación, no siendo ésta más que un "accidente" de la primera y no pudiendo, por tanto, jamás subsistir en cuanto tal (la relación de maestro a discípulo presupone la existencia de dos seres humanos a los cuales relaciona, como realidades que pueden subsistir independientemente de ella y cuya misma consistencia funda esta relación especial); a esta dependencia dialéctica entre sustancia y relación Tomás de Aquino le ha dado la vuelta con el fin de aplicarla al dogma de la Trinidad, en el que, por el contrario, a la relación se le atribuye la propiedad de subsistir por sí misma (relaciones subsistentes). Así también la idea de generación, la cual, en el ámbito de lo creado, está vinculada a la de causalidad (el ser engendrado es creado, producido por un autor), se utiliza en este vínculo para expresar una "procesión" trinitaria, etc.

Se encuentra cuatro formas de oposición: contraria: blanco y rojo, contradictoria: ser y no ser, privativa: salud y enfermedad, y relacional: padre - hijo.

Ortodoxia: Canon supuesto de verdad dentro de un sistema de pensamiento.

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