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Capitulos

1-Rafaela   2-La Intriga   3-La Historia   4-El Encuentro   5-La Desgracia   6-La Trama   7-Corcega

8-El Regreso   9.El huerfano   10. Encomienda Postuma   11.El hijo del cura   12. Yacari  

13. Aguacero de Mayo

El Corso de Guayama

Capítulo II

         La Intríga

Escrito por: Héctor A. García

©Todos los derechos reservados escrito en 1989

 

 

 

Casualmente y sin ella saberlo, varios meses atrás había llegado en el buque en el que ella disponía marcharse proveniente de Europa, casi un centenar de clérigos, rumbo a la cuenca del Caribe. En el mismo y por ventura del destino uno de ellos enfermo gravemente y murió a mitad de la travesía. Se dirigía este al pueblo de Guayama a ofrecer sus servicios vicarios como coadjutor o ayudante del párroco. Al momento de su deceso le acompañaba un furtivo compatriota suyo de nombre Pierre Emannuelli, de oficio carpintero y que estaba de polizón en el buque y se las había arreglado para no ser detectado.

 

Poco antes de morir el eclesiástico, le pidió de favor a Pierre, que le diera la carta que le estaba entregando, a su sobrino Juan Carlos Romanacce, el cual el creía que debía vivir en el pueblo de Coamo, Puerto Rico. En aquella carta se le informaba a Juan Carlos, que su padre Phillipe, había muerto recientemente. -Por favor Pierre, júrame que le vas a entregar esta carta a mi sobrino, júramelo.- A lo que Pierre le contesto: -Te juro por Dios que lo haré, te lo juro.- Una vez hecho aquel juramento, el clérigo murió en paz.

 

El capitán del navío estaba en la obligación de disponer del cuerpo del difunto, y se vio precisado a despedirlo como era costumbre en aquellos casos, en un apartado rincón de la mar, ante los rezos y peticiones por su alma por parte de sus compañeros de oficio. Quedaría aquella alma en manos de Dios y su cuerpo en algún lugar del vasto Océano Atlántico, mientras; el buque proseguía indiferente hacia su destino. Un increíble sentido del deber, además de la oportunidad de asumir la identidad del cura, cambió los planes de Pierre, el pretendía viajar hasta Venezuela. La primera parada del buque fue en el puerto de Ponce. Allí Pierre con nueva identidad, paso la aduana inadvertido como un pasajero mas, listo a cumplir con su sagrado deber.

 

 

***

 

 

Ahora, meses después, estaba Rafaela esperando en el puerto al responsable de su preñez, arcano personaje quien para evitar ser descubierto en su paternidad decidió llevar disimuladamente a la joven a su país natal, a Córcega. La acompañaba una hermana y hermano de esta, ya que por lo largo de la travesía y por el desconocido idioma que iba a encontrar, debería tener a alguien a su lado que la ayudara. Además deberían ayudarla a establecerse en tanto su amado volvería de vuelta a sus negocios en Puerto Rico.

 

¡Entonces!... llego el hombre que había embrujado su corazón y que le ofrecía un mundo de esperanzas. Allá estaba el, y a una señal de este ella caminaría junto a sus hermanos hacia la barandilla que la llevaría al buque, él mientras, hacia los arreglos de la salida y se ocupaba de que una mercancía que despachaba hacia su país estuviera lista y en orden.

 

Llegado el momento, partió aquella nave con destino al mediterráneo. Atrás quedaban solo recuerdos de una triste y afanosa infancia y ella en sus adentros se decia: seguramente por allá me ira mucho mejor. Juan Carlos, el hombre del que vivia enamorada se mantenia algo distanciado de ella en la embarcación, pues no deseaba que se supiera de la relación que guardaba con Rafaela.  Mientras, el compartia en alegre camaraderia con varios pasajeros compatriotas suyos, los Passalacqua, Fantauzzi, Santoni, Santini, Giordani, Bernardi, Gierbolini algunos que regresaban a su país despues de muchos años para quedarse y morír en Córcega y otros solamente irian de visita.

 

Rafaela pensaba si deberia estar alegre o triste dada su oculta y sospechosa situación de abordaje, entonces echo una mirada al mar y con el viento golpeando su rostro, volvió a recordar...

 

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